miércoles, 26 de octubre de 2016

BATMAN V. SUPERMAN: EL AMANECER DE LA JUSTICIA

Debo reconocer que cuando la pude ver en cines, "Batman vs. Superman" no me acabó de convencer del todo, de hecho no quedé para nada convencido. Muy probablemente tuviera algo que ver que las primeras reseñas indicaban ya que buena parte de la crítica la detestaba. A la fiesta se apuntó con notable fruición Kevin Smith que para más inri era amiguete de Ben Affleck, quien ya aguantó la de Dios es Cristo tan pronto se anunció que era el actor escogido para encarnar a Bruce Wayne-Batman en esta película, así como en las próximas entregas que se harán del hombre murciélago de Gotham, la primera de ellas parece que inminente y dirigida por el propio Affleck que creo que también anda detrás del guión.
Revisada en DVD podemos afirmar que, hasta cierto punto, la película no merecía tanto atropello ni el desprecio generalizado. Zack Snyder es un muy buen director, con un potente ideario visual que, además, fue el responsable de poner en imágenes un material tan complicado como fue el adaptar "Watchmen" (2009) al cine. Aquella experiencia es de las que curten a más de uno, y Snyder supo muy bien salirse del desafío, demostrando una gran pericia tras la cámara. Era la persona idónea para el proyecto, eso es evidente y lo demuestra con creces. Pero otros de sus filmes como la magistral "Amanecer de los muertos" (2004) o la épica "300" (2006) dejan claro que estamos ante un director que no se amilana ante los desafíos.
Otra cosa es que Snyder es un bocazas de muy alto nivel; decidido a hacer algo que no tuviese visos de parecerse a lo que está haciendo Marvel, se dedicó a despreciar de forma bastante absurda en diversos medios de comunicación todo lo que podían significar las pelis del sello Marvel, algo que luego también sucedería en el caso de la posterior "Escuadrón suicida" (2016), cuando el director de ésta última, David Ayers, soltó toda clase de improperios en contra de las películas de la competencia que no en intentar vender su producto o explicar lo bueno que tenían, o podían tener,  las películas de DC, en caso de tener algo bueno. Y lo tienen, no os quepa duda de ello, pero es indudable que los de DC no saben venderse como es debido, a lo que tampoco ayuda que, en aras de una explotación algo palurda y contraproducente, se dediquen a sacar luego, en Blu ray, ediciones especiales de las películas, con el metraje ampliado, circunstancia ésta última que ha provocado más de una invectiva poco grata a oídos de la Warner, que parece dispuesta a recortar en cines sus películas para luego vender ediciones extendidas, algo que criticó duramente el actor Jared Leto, que aseguró que su interpretación de Joker en "Escuadrón suicida" había sido boicoteada por el propio estudio, por lo que parece claro que no repetirá en el rol del Payaso del Crimen al menos no en un futuro cercano. 
Volviendo a "Batman vs. Superman", estamos ante una película bastante irregular, con personajes bien trazados sobre el papel, caso de los dos superhéroes titulares, que se ven acompañados por Wonder Woman en una aparición estelar que, por extensión, se convierte en el mejor momento de la película. Es en ese instante donde Snyder se entrega a fondo, así como en las grandes secuencias épicas, especialmente en la secuencia inicial, una escalofriante alegoría sobre el 11 de Septiembre de 2001 y los atentados de las Torres Gemelas. Pero falla básicamente por no tener un antagonista de fuste, un Lex Luthor excesivamente payasete y amanerado, al cual la interpretación de Jesse Eisenberg tampoco ayuda en demasía. Algunos personajes, como Martha Kent (Diane Lane) o Alfred (Jeremy Irons) tienen escaso peso en una trama que se dispersa en ciertos momentos, para luego volver a subir el nivel en otros. Una montaña rusa impecablemente filmada, pero algo postiza cuando pretende acercarse a los personajes desde una óptica más íntima, mostrando su faceta humana, tras la capa y la máscara de justiciero. 
Pero si hay un punto flaco es en el modo de ofrecer la presentación de los diversos personajes sobre los cuales se sustentará el universo fílmico de DC. Aquaman, Flash, Cyborg, la propia Wonder Woman, junto a los dos titulares, conforman la llamada "Liga de la Justicia", nos son presentados por primera vez como muy de pasada, sin tiempo a ver realmente su capacidad para impactar, bien o mal, en el fan. Más que un momento impactante, Snyder lo filma todo como si de un "spot" de una línea de juguetes se tratara, cortando de paso el ritmo de una cinta que tampoco necesitaba de semejante punto y aparte para sustentar su identidad como piedra de toque de un planteamiento temático, el universo fílmico de DC Comics, que de momento pierde la batalla por puntos con una Marvel que, si bien puede haber perdido el factor sorpresa, anda sobrada de capacidad para saber y, por encima de todo, compronder, los personajes sobre los cuales construir su emporio fílmico.De franquicias hay muchas y la clave es tener identidad propia, identificable; a DC, por ahora, le cuesta encontrar su título de base...Y no se trata de una cuestión de madres precisamente o de cuáles sean sus nombres. La base es tener personajes atractivos en la pantalla. 

UN PAR DE LIBROS

Hoy por a reseñar un par de libros que me he zampado estas últimas semanas y que, creo yo, merecen bastante la pena; se tratan de una monografía sobre un director capital dentro de las coordenadas del cine de género, tanto filmando como produciendo. Me refiero a Roger Corman, nacido en 1926, Roger Corman es el elemento de base sobre el cual han centrado sus esfuerzos Joaquín Vallet y Teresa Llácer, que han visto editado su libro por un sello, T&B, que parece haber superado, afortunadamente, los problemas financieros que iba arrarastrando desde hacía una temporada. 
"Roger Corman", el libro, es un completo análisis de la obra de este director y productor estadounidense, desde sus primeros escarceos dentro de la serie B más combativa, para luego, ya en el seno de la AIP, ser el responsable del mítico "ciclo Poe", que se sustentó en un puñado de títulos que hoy por hoy son clásicos del Fantástico, como por ejemplo "La caída de la casa Usher" (1960), "Las máscara de la muerte roja" (1964), "El pozo y el péndulo" (1961) o "La tumba de Ligeia" (1964), sin olvidarnos de "El palacio de los espíritus"(1963), filme en el cual realizó una curiosa mixtura entre la poesía de Edgar Allan Poe y la prosa de otro genio malogrado, H. P, Lovecraft. Contando con un impecable Vincent Price como cabeza visible, Corman también fue el responsable de una joya como es "El hombre con rayos X en los ojos" (1963), con otro intérprete legendario, Ray Milland. Pero dentro de este tipo de producciones, que aún siendo modestas, escapaban bastante de lo que podría ser considerado serie B, Corman fue capaz de filmar con medios mínimos pequeñas obras maestras como "La pequeña tienda de los horrores" (1960), toda una obra de culto que acabó por generar un musical en Broadway y su correspondiente traslación al cine, inolvidable, a cargo de Frank Oz. Descubridor de talentos tanto delante (Jack Nicholson, Bruce Dern, Peter Fonda...) como detrás (Martin Scorsese, Francis Coppola o James Cameron, entre otros, se foguearon como hombres de cine tanto en los platós de la AIP como, posteriormente, ya independizado Corman, de la New World Pictures), Rogr Corman es una figura casi mítica, cuya influencia es esencial en los modos y formas de hacer cine de género, aún hoy, en Hollywood. 
"Historia de las series" es otro ensayo, escrito por Toni de la Torre, que hace un recorrido por la historia de la televisión desde sus primeros escarceos, a finales del siglo XIX, hasta el establecimiento de las primeras cadenas de TV en emisiones más o menos regulares, en los años treinta. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el medio iniciará una explosión de ideas y conceptos, apostando por los formatos de ficción para ir llenando sus programaciones. De la Torre, con gran dinamismo, no va explicando los avatares por los que pasaron guionistas, programadores y directores de cadenas de televisión, desde las experimentaciones de Rod Serling y su "The twilight zone" (1959-64) hasta llegar a la definitiva consagración de los serie-adictos, con "Juego de tronos" o "The walking dead", sin olvidarse de la explosión, aún activa, de Netflix. Un estudio ya digo francamente muy entretenido de leer. Así puea, aquí os dejo con este par de recomendaciones que bien merecen ser leídas y disfrutadas.   


lunes, 24 de octubre de 2016

LAS HIJAS DE DRÁCULA

José Ramón Larraz (1929-2013) es un caso particular dentro de lo que es el cine español de género. Empezó su actividad como dibujante de cómics, abandonando España como consecuencia de la crisis que azotó al medio en los años sesenta. Su debut en la dirección de cine se produce en 1970 con "Whirlpool", cuyo buen recibimiento en diversos festivales, le permite ir encadenando películas en territorio británico, destacando de este periodo en título que ahora nos ocupa y "Symptoms" (1974), otra muestra de su gusto por el fantástico mezclado con dosis de erotismo malsano, elemento este que se convierte en punto distintivo de "Las hijas de Drácula" (1974), en el original "Vampyres". A la muerte de Franco, regresa a España, donde inicia una etapa marcada por sus colaboraciones con el productor José Frade, filmando comedia encuadrables en los modos y formas imperantes por aquel entonces. "La momia nacional" (1981), "Polvos mágicos" (1982) y la tremebunda "Los ritos satánicos del Diablo" (1982). El punto álgido de sus incursiones en la comedia vendrá con "Juana la loca...De vez en cuando" (1983), para luego tomarse un muy breve descanso de sus colaboraciones con Frade y filmar una miniserie sobre la vida del pintor aragonés Francisco de Goya, encarnado por el catalán Enric Majó, que le proporciona un notable prestigio...Pero Larraz es un artesano del oficio, que tanto sirve para un roto que para un descosido, Frade reclama su presencia en dos producciones españolas con las que pretende dar el pego, intentando hacerlas pasar por yanquis. Pero ni "Descanse en piezas" (1987) ni "Al filo del hacha" (1988), filmadas cuando el fuego del cine de terror hecho en España estaba casi medio apagado, al menos de manera momentánea, sirven para que el género se mantenga bajo mínimos, tanto cuantitativos como cualitativos. Tras una comedieta al servicio de los Morancos, "Sevilla connection" (1992), regresa de nuevo al medio televisivo, donde rueda una nueva miniserie de empaque, esta vez dedicada al malogrado Miguel Hernández. Es el año 2002 y ya no hay espacio ni para Larraz ni para el tipo de cine que practicaba.
Regresando a "Las hijas de Drácula" (1974), estamos ante un filme que por un lado parece una especie de respuesta al tipo de películas que por aquel entonces filmaba el francés Jean Rollin, pero con algo más de ritmo y un sentido fílmico igualmente algo burdo pero que al menos no resulta tan insoportable como el desplegado por Rollin en sus soporíferas peripecias de vampiras lesbianas. Larraz no se anda con pretenciosidades ni tonterías. Lo suyo es hacer un filme de terror erótico al uso, sin coartadas, en el que un par de beldades que se expresan mejor corporal que no dramáticamente (Marianne Morris y Anulka Dziubinska), encarnan (y nunca mejor dicho) a dos muertas en vida que seducen a incautos conductores practicando autostop. Tras seducirlos, se los llevan a su casa, una enorme mansión, donde los desangran sin compasión alguna. El problema surge cuando una de ellas no termina del todo el trabajo; su víctima, malherida pero consciente, no acaba de comprender la naturaleza de lo que está viviendo. En mitad de todo ello tenemos a una pareja de campistas, testigos de los trágicos sucesos y, en última instancia, víctimas del drama. 
En su primer mitad, de sus escuetos ochenta minutos de duración, "Las hijas de Drácula" atesora, al menos desde mi punto de vista, algunos momentos francamente muy logrados, que dotan al filme de una atmosfera muy interesante y visualmente bien resuelta, salvo en los instantes más eróticos, que digamos que son un tanto pedestres, sin nada que envidiar a un filme erótico español del mismo periodo. Pero una vez llegados al ecuador del largometgraje, con todas las cartas sobre la mesa, Larraz se ve irremediablemente impulsado a concluir el filme, lo que hace que todas las ideas expuestas deban de resolverse con una explicación final que de sorpresiva tiene bien poco. La película, pues, si funciona, si deja un poso de mínimo interés en el espectador es por el tono embrutecido, malsano, de algunas escenas, más que por un conjunto que a grandes rasgos no ofrece mayores sorpresas porque uno ya se las imagina desde la primera, y contundente, primera escena.   

jueves, 20 de octubre de 2016

EL MONSTRUO DE DOS CABEZAS

Un periodista norteamericano, que trabaja como corresponsal el Japón, acude a hacerle una entrevista a un científico local, que vive aislado en las montañas, dedicado a toda una serie de experimentos. Lo que no sabe el reportero es que uno de sus últimos experimentos ha salido de fatal manera, por lo que, al verle, el japonés decide que es el ejemplar perfecto para repetir la operación y, de una puñetera vez, tener éxito. Pero como suele suceder, las cosas no tardarán en torcerse sobremanera. El periodista irá mutando hacia un ser diferente, lleno de maldad, una entidad bestial que despertará sus peores instintos...
"El monstruo de dos cabezas", "The manster" en el original, es una muy curiosa coproducción entre Estados Unidos y Japón, realizada al alimón por un par de directores, George P. Breakston y Kenneth G. Crane, en 1959 en un momento en el cual el cine de monstruos se mantenía bien sano en las carteleras de programas dobles en los cines. 
La pretensión de sus reponsables era, a base de brochazos muy gordos, cuando no directamente sin descaro alguno, remedar el clásico de "Dr. Jekyll y Hyde" de Robert Louis Stevenson, en base a la idea de un periodista americano, deseoso de volver a los USA con su rubia esposa pero que, tras ser inyectado (despues de ser atontado con un licorcito del país del Sol Naciente) con el suero del pérfido "mad doctor" nipón, caerá en sus más bajos instintos, hasta que al final su doble se hará responsable de sus actos, decidido a vengarse del responsable de su estado monstruoso. 
La película, en líneas generales, no es que sea muy buena, pero posee el innegable encanto de la serie B de la época. Para evitar posibles malos rollos con los coproductores, la película ofrece algunas escenas que ofrecen una mínima panorámica de las tradiciones japonesas, caso de algún baile tradicional o la presencia de geishas, para dotar de color al conjunto. Pero la verdad es que en "El monstruo de dos cabezas" no hay espacio para sutilezas, como queda claro en el diálogo final, con el prototípico discurso pseudoreligioso típico de este tipo de cintas. Pero también posee momentos de notable nivel, como cuando descubrimos el drama personal del "mad doctor" que, pese a su maldad, también tiene su corazoncito, de malvado de peli de bajo presupesto, pero corazoncito al fin y al cabo. 
A pesar de ello, se trata de un filme que con el paso de los años se ha convertido en todo un referente dentro del género, siendo motivo de homenajes más o menos directos, como el que le dedicó Sam Raimi en "El ejército de las Tinieblas" (1992).
La edición del sello "Vial of delicatessens" se acompaña de un jugoso audiocomentario de los responsables del blog "La abadía de Berzano", así como del tráiler original de cine y, como colofón, cuatro cortometrajes que más o menos andan vinculados a la temática de la cinta, dirigidos por Dani Moreno ("El ataque del pene mutante del Espacio"), JJS ("Monster of puppets"), Naxo Fiol con "Tonto Larva" y cerrando el apartado Víctor Olid con uno de sus primeros trabajos como cortometrajista, el tronchante "Virus cabrón invade Alcorcón". Los cuatro son perfectos acompañantes y deudores de lo que representa en filme contenido en este soporte digital.
Para amantes y completistas de la serie B clásica de ciencia ficción y terror, con su blanco y negro, sus interpretaciones tan características y, en resumen, su irrepetible estilo. 

sábado, 8 de octubre de 2016

LA BRUJA

Nueva Inglaterra, 1630...William y Katherine son obligados a dejar el asentamiento donde viven acusados de no seguir los preceptos religiosos que siguen dentro de la colonia. Junto a sus cinco hijos, el más pequeño de los cuales, William es apenas un bebé, se trasladan hasta lo más profundo del bosque. En principio todo marcha bien, hasta que William desaparece sin dejar rastro. Todas las sospechas recaen en la hija mayor, pues era ella quien cuidaba del pequeño, pero una serie de sucesos, cada vez más extraños y perturbadores, harán que la familia desconfíe unos de otros en un proceso de total y absoluta autodestrucción...
"La bruja" ("The witch" en el original inglés) fue la sensación del festival de Sitges del apo pasado, y con toda la razón del mundo pues estamos ante una película que, al igual que ocurre con propuestas del calibre de, por ejemplo, "Bone tomahawk" o "Green room", se enfrentan al género de terror desde una perspectiva que se aleja de planteamientos vistos una y mil veces, abrazando la mixtura de géneros o virando hacia perspectivas novedosas conceptos que uno creía que ya no podían releerse por culpa de haber sido sobreexplotados al máximo. 
A partir de documentación y testimonios de sucesos parecidos en aquella época, y recogidos fielmente por historiadores y folkloristas, "la bruja" narra una historia de horror desde el seno de una familia de devotos puritanos, tan puritanos ellos que hasta son expulsados de la comunidad de puritanos donde viven por ser excesivamente celosos en sus modos y formas de afrontar su Fe. Es esta manera de asumir su religión la que, en última instancia provoca que, cuando estalle el drama, tanto el padre como la madre sean incapaces de hacer frente al peligro que les acecha, prefiriendo en última instancia que el supuesto Mal afecte a sus hijos. 
Todo ello nos es narrado por Robert Eggers, asimismo guionista del filme, desde una frialdad expositiva que en cierto modo puede chocar al espectador. Sea ésta una frialdad intencionada o no, Eggers va cerrando el foco sobre esta desdichada familia desde el momento en que desaparece el pequeño William hasta que la hija mayor es acusada por su propia madre de lo sucedido, llegando a un clímax final no por esperado, menos impactante, al menos visualmente. 
Con una ambientación exquisita, tanto a nivel visual como de los elementos terroríficos usados, "La bruja" tiene, eso sí, un "handicap": que esa frialdad expositiva puede, en ciertos momentos, hacernos desconectar de la cinta, dándole una pátina de exageración en algunas escenas, que resultan algunas de ellas claves, pero que pueden descolocar al espectador, que puede creer que son muy forzadas, incluso muy exageradas. En esencia eso no afecta a la calidad de la película, a todas luces impecable, pero sí a la historia que se nos narra, que por momentos pierde su naturaleza realista, aunque el empeño de Eggers hace que, globalmente, estemos ante una obra que logra por momentos inquietar sin apenas esfuerzo alguno. Una apuesta innovadora y que merece un vistazo, aunque algunas de sus escenas no sean del agrado de todos los públicos, quedan avisados. 

jueves, 6 de octubre de 2016

DIRTY DANCING

Verano, a primeros de los sesenta, los Houseman llegan a un balneario para pasar las vacaciones; Frances, la hija menor, el ojito derecho de su padre, un prestigioso médico, cambiará por completo su manera de ver la vida cuando conozca a Johnny Castle, el instructor de baile del balneario. Un suceso inesperado hará que ambos se conozcan y que Frances, a la que todos conocen como Baby, viva una experiencia que convertirá ese Verano como el más inolvidable de sus vidas...
De rodarse hoy día, un filme como "Dirty dancing" (1987/Emile Ardolino) sería carne de Disney Channel, con intérpretes adolescentes intercambiables con otros rostros de la cadena del ratón Mickey. De hecho uno de los responsables de las coreografías de esta película es Kenny Ortega, quien se hizo cargo de rodar todas las entregas de aquel fenómeno que fue "High School Musical", así que algo del espíritu de "Dirty dancing", convenientemente desnatado y bien cargadito de azúcar, se mantiene vivo en el panorama actual del musical hecho en Hollywood, aunque sea en la cadena de base de una multinacional tan poco dada a saltarse las normas como es la Disney.
Pero volviendo a "Dirty dancing" hay que asombrarse de ciertos aspectos de su trama que, muy probablemente, de hacerse un remake, quedarían del todo borrados o dulcificados. Que en un filme se hable tan claramente de un aborto, que además se practica, en off visual, pero se practica, es hoy por hoy impensable. Cierto es que el filme fue producido por un estudio de los llamados "independientes", la Vestron Pictures, compañía cuyo mayor éxito comercial fue esta cinta, para declararse en bancarrota a primeros de los noventa, tras vanos intentos por repetir impacto taquillero, pero no deja de resultar curioso en un país como Estados Unidos. 
A partir de esta situación, que provoca un equívoco que termina por solventarse con bastante facilidad en el desenlace, con la archifamosa canción interpretada por Jennifer Warnes y Bill Medley, "(I've) the time of my life" poniendo el broche final a una historia que mezcla con inusitada facilidad la comedia familiar, el musical y el melodrama en un gazpacho de fácil digestión, que llegó a las audiencia de forma amplia, que se compró el LP de la banda sonora musical e intentó, denonadamente, repetir las cabriolas que Patrick Swayze y Jennifer Grey llevaban a cabo en el filme. La nueva era de las academias de baile comenzó aquí, con un filme por el que casi nadie daba un duro y que, reitero, fue el mayor bombazo de una productora que jamás de los jamases volvió a pillar una racha de suerte como aquella. 
Los que tampoco tuvieron tanta suerte fueron precisamente sus dos intérpretes principales. Hija del también actor Joel Grey, famoso por su papel de maestro de ceremonias en el "Cabaret" (1972) de Bob Fosse, Jennifer Grey vivió su gran momento de gloria profesional con "Dirty dancing", para luego caer en una espiral de malas películas, mucho trabajo para la pequeña pantalla y roles en productos tan insustanciales como el del filme "Ritual" (2002/Avi Nesher), una muy necia nueva versión del clásico de Jaques Tourneur "Yo anduve con un zombie" (1943).
Por su parte , el malogrado Patrick Swayze poseía una carrera algo más amplia antes de consagrarse como el chulesco Johnny Castle. Formó parte de "Rebeldes" (1983) de Coppola, para coincidir con Jennifer Grey en la muy temible "Amanecer rojo" (1984/John Milius), alegato ultranacionalista americano sobre unos USA invadidos por soviéticos y cubanos. Su intervención en la serie "Norte y Sur" (1985-86) le permitió hacerse un hueco entre las televidentes y eso, sumado a sus habilidades como bailarín, hicieron que fuera la opción más viable para estar en una película como la que nos ocupa. Después de algunas intentonas para reciclarse en héroe de acción que no acabaron de cuajar del todo, básicamente porque eran más malas que la tiña, en 1990 interviene en otro "hit" del cine romántico, "Ghost" (1990/Jerry Zucker). Aquel fue su último impacto comercial de entidad, pasando luego también a trabajos más o menos relevantes en TV y algunas intervenciones de entidad en cintas de carácter "independiente", caso de la muy reivindicable "11.14. Destino fatal" (Greg Marcks).
La dirección  corrió a cargo de Emile Ardolino (1943-1993), realizador que se inició en el campo del montaje en 1972, debutando como director siete años después, primero para la caja tonta y realizando diversos documentales. "Dirty dancing" supuso su primer trabajo como director de un filme de ficción para la pantalla grande y ello parecía presagiar una carrera plena de éxitos, que se vio truncada por su prematura muerte, al poco de haber cumplido cincuenta años. 
El éxito de la película propició que un año después se realizara una adaptación en forma de serie para televisión, que fue suspendida sin haber alcanzado la docena de episodios. La guionista del filme originial, Eleanor Bergstein se mantuvo al frente de dicha serie fallida y, según diversos rumores, anda detrás de una posible resurrección en forma de "remake" en el que, lo han adivinado, anda relacionado el ya citado Kenny Ortega, así como en una teleserie. De momento ambos proyectos están en fase muy embrionaria.
Y en 2004 se rodó una especie de secuela de la que mejor olvidarse, con Diego Luna más perdido que un elefante en una cristalería. Ni que decir tiene que dicha secuela no llegó a los niveles de rendimiento mínimos en los cines de medio mundo. En el otro medio ni llegó a estrenarse.  

miércoles, 5 de octubre de 2016

ETERNAL

A un tan rico como implacable empresario (Ben Kingsley) le diagnostican un cáncer terminal, circunstancia que, ni que decir tiene, trastoca por completo su actividad como hombre de negocios y ser humano. Incapaz de reanudar la relación con su única hija, el millonario parece centrar su existencia en vivir sus últimos días intentando paliar el dolor y el malestar físicos, cada vez más notables. Pero un día parece en escena un científico algo peculiar (Mathew Goode), que le ofrece la posibilidad de "resucitar" en el cuerpo de otro hombre, más joven y completamente sano, con el que inciará una nueva vida, en la que podrá disfrutar de aquellos placeres que en su anterior existencia no había ni tan siquiera deseado o imaginado disfrutar. La única condición es que debe asumir una nueva identidad, olvidarse por completo de la otra, reiniciado su vida en otra ciudad. Convertido en un hombre joven y con energías renovadas (Ryan Reynolds), el otrora millonario parece estar en la gloria. Pero un día, de forma fortuita, empieza a tener recuerdos de una vida que no es la anterior, recuerdos pertenecientes al cuerpo que ahora "ocupa"...
Antes de enfundarse las mallas de superhéroe gamberro y deslenguado en "Deadpool" (2016/Tim Miller), Ryan Reynolds intervino en esta menos exitosa pero no por ello desdeñable peripecia de acción y gotas de ciencia ficción, a partir de un guión de los hermanos Alex y David Pastor, catalanes de nacimiento que mantienen su carrera entre el cine español con intentonas más o menos consistentes en Hollywood, como es el caso que nos ocupa.
"Eternal" es una cinta cuya principal virtud es que no aburre, y eso que está dirigida por un tipo, Tarsem Singh, responsable de la muy horrenda "La celda", a mayor gloria de Jennifer López, así como de "Inmortales", una peripecia que pretendía resucitar el cine "de romanos" (en este caso griegos más bien), pero que se saldó en un fiasco de tres pares. En este caso, Singh se toma las cosas desde una perspectiva más modesta, más práctica, se deja de florituras y ofrece un filme de acción bastante digno e interesante, que remite, salvando las distancias, a la memorable "Plan diabólico" (1966/John Frankenheimer) pero desde unos parámetros de mucho menor alcance y pretensiones, lo que es muy de agradecer viniendo de quien viene. Si de algo adolece esta película es de un desenlace algo burdo, bien poco creíble, que no corresponde con el buen nivel que hasta el momento ha mantenido el filme, pero repito que dentro de lo que cabe es una película francamente muy digna y honesta consigo misma y con sus potenciales espectadores, siendo un entretenimiento que pese a ese final tan de pegote, funciona a las mil maravillas si uno no espera peras del olmo. 

martes, 4 de octubre de 2016

EXORCISMO EN EL VATICANO

Angela Holmes es una joven normal y corriente que anda siempre muy liada en sus quehaceres diarios. Un día, por desgracia, empiezan a suceder cosas terribles a su alrrededor, presumiblemente provocados por su presencia. Si bien en un primer momento se requiere la intervención médica, será la irrupción del padre Lorenzo, un amigo del padre de la chica, lo que ayudará a descubrir que la chica está poseída por algo maligno, teniendo que pedir permiso al Vaticano para llevar a cabo un exorcismo, que será grabado en vídeo a tiempo real...
"El exorcista" (1973/William Friedkin) es, como todo el mundo sabe, LA PELÍCULA sobre exorcismos por antonomasia. A su vera aparecieron un buen puñado de imitaciones de todos los estilos y nacionalidades, pero ninguno de ellos logró, puede que rozara pero no alcanzó, los niveles de realismo, de veracidad, de la seminal obra maestra de Friedkin, realizador, por otro lado, que vive hoy por hoy una muy justa revalorización por parte de la mayor parte de la cinefilia más despierta.
No puede decirse lo mismo de este "Exorcismo en el Vaticano" (2015), "The Vatican tapes" en el original, que también apuesta por servirse de grabaciones para intentar dotar de veracidad a una historia que si peca de algo es de ser extremadamente tópica, casi se diría que banal. No hay ni un mínimo intento por salirse de la tangente, de dotar de empaque a unas imágenes en exceso videocliperas, que ilustran un guión de tintes casi telefílmicos. 
El filme supone el primer trabajo en solitario tras las cámaras de Mark Neveldine, un realizador que hasta el momento había compartido tareas de dirección con Brian Taylor, despertando el interés del público mediante un "thriller" de acción cuando menos original, "Crank: Veneno en la sangre" (2006) de la cual llegaron a realizar una secuela, que ya no tuvo el éxito de su predecesora. Auténtico hombre orquesta, Neveldine también suele ejercer de actor, así como guionista, operador de cámara o especialista en escenas arriesgadas. Lamentablemente la más bien nula recepción comercial de este "Exorcismo en el Vaticano" pone un interrogante sobre cuáles pueden ser sus pretenciones a partir de ahora, aunque de momento anda enfrascado en completar la postproducción de "Officer Downe", en la que también ejerce múltiples funciones, exceptuando la dirección, que corre a cargo de Shawun Crahan y que, como mandan los cánones del Hollywood actual, esta basada en un cómic, éste de raíces independientes. 
Indicar que el reparto de "Exorcismo en el Vaticano" está encabezado por un par de actores de indiscutible valía, Michael Peña y Dougray Scott, además de Olivia Taylor Dudley, que da muy bien el pego como la sufrida Ángela. Pero reitero que el guión es un dechado de lugares comunes que no se lo salta un galgo...