miércoles, 18 de febrero de 2015

BRAINDEAD (Y A PROPÓSITO DE OPEN WINDOWS...)

Bien, el caso es que este blog vuelve por sus fueros habituales, pasado un mes desde nuestro último encuentro. Dejando de lado avatares varios, el caso es que "El ocioso impenitente" vuelve con las pilas cargadas, así como con material pendiente de comentar, así que paso a hacerles acuse de visionado de dos películas bien diferentes, en cuanto a género, intenciones y resultado final.
Por un lado tenemos "Braindead" (1992), filmada por un Peter Jackson al cual los hobbits, Gandalf y demás elfos aún quedaban bastante lejos. Era el Peter Jackson previo a "Criaturas celestiales" (1994), que cogía la cámara para expulsar toneladas de carne e higadillos al buen aficionado al cine de terror más extremo y, por extensión, más divertido y desprejuiciado. 
Ambientada en la Nueva Zelanda de los años cincuenta, el filme nos narra las peripecias del pobre Lionel, enamorado de la hermosa Paquita, una emigrante española. El muchacho vive dominado por su terrible madre, quien no tiene intención alguna de que su único hijo acabe en manos de una mujer del talante de Paquita. Un día, siguiéndoles por el zoo, donde la pareja anda paseando tranquilamente, la madre de Lionel es mordida por un mono rata de la Skull Island, lo que traerá brutales consecuencias, pues la ya de por sí malvada mujer se convierte en un zombie cargado de pus y mala uva, creando a su paso una horda de muertos vivientes por contacto con sus efluvios y demás sustancias purulentas. 
Se dice, se cuenta, se rumorea, que el mismísimo George A. Romero llegó a quedar muy afectado tras ver la película, por cuanto consideraba que Jackson ya lo había dicho todo sobre el género de zombies y a él poco ya le quedaba por ofrecer. Dejando de lado si la historia es cierta o no, la verdad es que "Braindead" es una película de terror gore que lleva hasta los límites de lo soportable todos y cada uno de los elementos más evidentes del subgénero del terror gore, mezclado con el, por aquel entonces, humor muy de dibujos animados que gustaba de usar Peter Jackson en su etapa más contundente, cuando todavía no iba del palo del cine de gran presupuesto y, por tanto, no pecaba de elefantiasis aguda. Escenas como la del almuerzo, en la cual el pobre Lionel se desvive por evitar que el resto de los comensales descubran que su madre se está zombificando a marchas forzadas o la del bebñe zombie cabroncete, refrendan en gran medida el sentido de la comedia cartoonesca del autor de la saga de "El Señor de los anillos".
Como dato curioso indicar que, inicialmente, "Braindead" debía ser una coproducción entre Nueva Zelanda y España. Pero la parte española se hizo atrás en el último momento, aunque una joven pero decidida Diana Peñalver se mantuvo fiel al contrato que sustentaba su presencia en el filme, realizando una memorable interpretación como la enamorada del torpe pero heroico Lionel, también muy bien encarnado por Timothy Balme.
Carátula de la edición en DVD de la muy apreciable "Open windows", del español Nacho Vigalondo, aportación nada desdeñable al "thriller", aunque se vea lastrada por un desenlace del todo insatisfactorio. Con todo, un filme sin lugar a dudas a considerar
También es una coproducción, pero en este caso entre España y Estados Unidos, "Open windows", un muy
correcto "thriller" con ecos hitchockoquianos, que refrenda el indiscutible buen pulso de su director Nacho Vigalondo, de quien hay que recordar su estupendo debut en el largometraje, "Los cronocrímenes".
"Open windows" posee una primera hora sin lugar a dudas vibrante, muy bien llevada, que sabe hacer buen uso del concepto de pantallas de oprdenador que se abren y se cierran ante el espectador, así como para el sufrido protagonista, un Elijah Wood que sale bien librado del empeño. Lo mismo puede decirse de Sasha Grey, hasta hace bien poco actriz en películas pornográficas, que aquí asume sin demasiados problemas su rol de actriz en apuros. Es en esa primera hora donde "Opewn windows", donde Nacho Vigalondo, juega sus mejores cartas, porque en su parte final la cosa inicia un proceso de embarullamiento que acaba dando como fruto un desenlace tan sorpresivo como decepcionante, que deja la sensación de que sus responsables no sabían cómo acabarla. Y es una lástima, porque el filme posee elementos que la convierten en una propuesta que, de haber fructificado en algo más compacto, quizá hubiera dado lugar a un título memorable. Con todo, no merece el escaso eco comercial cosechado por tierras españolas, siendo mejor recibida en mercados internacionales, donde es muy probable que su director halle un mejor espacio para desarrollar una carrera como director que se promete muy interesante, al menos siempre que se deje de experimentaciones y apueste por el cine de género, así como por decir según qué clase de sandeces por Twitter. Pero eso otra cuestión que se sale de los límites de este blog.   

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