lunes, 28 de abril de 2014

CUMPLEAÑOS SANGRIENTO

En 1970, en una noche de eclipse lunar, nacen dos niños y una niña que, marcados por este acontecimiento astronómico, irán desarrollando una personalidad homicida que, diez años más tarde, les llevará a cometer toda clase de desmanes con aquellas personas que se meten demasiado en sus asuntos o, que sencillamente, consideran que merecen morir. Una joven profesora irá descubriendo paulatinamente la verdadera naturaleza de los niños, aunque ello suponga arriesgar su propia vida en el intento de desenmacararlos ante una comunidad que los ve como lo que son, niños, no asesinos insaciables...
Hay películas que, aún poseyendo una premisa básica la mar de estimulante, si caen en malas manos, pueden dar lugar a auténticos desastres. Este es el caso de "Cumpleaños sangriento" (1980), película rodada a rebufo del éxito de "La noche de Halloween" (1978/John Carpenter) y "Viernes 13" (1980/Sean S. Cunningham), que cayó en las zarpas del nulo Ed Hunt, realizador que ha desarrollado una amplia ctividad dentro de la serie B de peor catadura.
El principal problema de la película, aparte de la demostrada incapacidad de su director para hacer algo a derechas con una cámara o, cuando menos, lograr que un actor ponga algo de entusiasmo en su trabajo (todos los actores están muy mal dirigidos, o sobreactúan en exceso o, por el contrario, parecen autómatas), es que su enfoque nunca está del todo claro. Si bien en un primer momento parece claro que la idea es denunciar la personalidad de los niños asesinos, la cosa cambia de tercio cuando asume sin cortarse un pelo la causa de éstos, que parecen estar mejor dibujados que la parte contraria, en verdad todos bastante zoquetes, empezando por la protagonista, una ñoña licenciada en magisterio que es una entusiasta de la astrología, pero que todo lo pilla por puñetera casualidad.
Con la presencia de un veterano en horas bajas, (José Ferrer), que seguramente hubiera preferido estar en otra película que no en este despropósito,  "Cumpleaños sangriento" es una muestra de que no todo el cine de terror de los ochenta es una maravilla, aunque la película posea algún que otro acierto todo parece más fruto de la casualidad que no de la profesionalidad de su director, quien nunca ha traspasado las fronteras del cine fantástico de cuarta regional...

APOLLO 18

En 1999 se estrenaba "El proyecto de la bruja de Blair" un falso documental que narraba la aterradora experiencia de tres supuestos estudiantes de cine que desaparecieron en lo más profundo de un bosque de la costa norte de los Estados Unidos mientras realizaban un reportaje sobre una leyenda local relacionada con la bruja del título. Los tres desdichados desparecieron sin dejar rastro, tan sólo el material filmado, en el cual se ponía de manifiesto que su destino había sido cualquiero cosa menos bonito... El experimento funcinó gracias, no ya al boca-oreja, sino también al empuje de Internet, que llevó a que la gente creyera realmente que los cineastas de la película, en realidad actores, habían muerto, lo que les obligó a tener que salir en diversos medios de comunicación para destapar toda la engañifa. Sus dos reponsables, Eduardo Sánchez y Daniel Meyrink, fueron saludados como genios del cine de terror moderno, aunque el fracaso de una secuela del todo innecesaria, filmada un par de años después, los dejó tocados profesionalmente, tanto es así que desde entonces no han tenido la oportunidad de regresar a primera línea, teniendo que subsistir a base de producciones modestas, destinadas a su exploración en DVD.
Pero la semilla ya estaba plantada, y de este modo, surgieron toda clase de producciones, que en mayor o en menor medida, bebían de las fuentes primigenias instauradas por "El proyecto de la bruja de Blair". El que logró superar con creces el modelo original fue J.J. Abrams que, en calidad de productor, financió "Monstruoso" (2008/Matt Reeves), una cinta que se servía de los parámetros del cine de catástrofes y de Godzilla para narrar de una forma bien peculiar, una historia de amor de los más clásica.
Desde entonces el modelo de "falso documental" ha derivado en productos y, ya directamente, subproductos de muy diversa calidad, intenciones y catadura. Producciones infumables que han llegado a nuestro país vía distribución digital, cuando no han pasado a plataformas legales (e ilegales) de descarga.
Producida por los todopoderosos (aunque cada día menos) hermanos Weinstein, a través de Dimension Films, su filial para cine de terror, "Apollo 18" fue una apuesta fuerte por recuperar el subgénero con una película bien hecha, resuelta con suma inteligencia visual y técnica. Pero los Weinstein, que suelen irse por las ramas cuando la cosa no anda como ellos esperarían, dejaron de lado la película, circunstancia que ha hecho de ella un título que ha tenido que esperar a su edición en DVD para corroborar las muchas cosas buenas que hay que esperar de su director, el español Gonzalo López Gallego que, como otros talentos de nuestro cine, ha tenido que irse a hacer las Américas con el fin de encontrar su espacio laboral.
 "Apollo 18" narra la historia de la última expedición que la NASA, bajo órdenes directas del Pentágono, realizó a la Luna a finales de 1974, y que tuvo un trágico final. Al igual que ocurre en "El proyecto de la bruja de Blair" o en "Monstruoso", el "falso documental" se basa en el supuesto material filmado por los responsables de la expedición, que descubrieron algo que no esperaban encontrar, algo aterrador. Con unos efectos especiales magníficos y una escenografía muy potente, la película logra situarnos en el lugar y en la época precisos, haciendo que López Gallego nos vaya sorprendiendo con el desarrollo de la historia, cuyo suspense va creciendo fotograma a fotograma.
Una propuesta que quizá no acabe de atarse del todo en su desenlace, un tanto previsible, pero que propone una serie de ideas y elementos muy interesantes, que lo convierten en un filme francamente disfrutable, ideal para amantes de las "conspiranoias" y devotos de Iker Jiménez. 

lunes, 21 de abril de 2014

SILENCIOS DE PÁNICO

Recientemente se ha suscitado cierta polémica como consecuencia de unas declaraciones realizadas por Emilio Martínez Lázaro, director de la muy exitosa comedia "Ocho apellidos vascos" (2014), en las cuales volvía a poner de manifiesto que hay ciertos sectores del cine español a los que el cine de género les sigue provocando notables niveles de urticaria.
De hecho, esta no es la primer vez que un representante del cine hecho por estos lares deja claro que esto del cine de género, en general, y el Fantástico, en particular. Históricamente ha sido así, desde los tiempos de Fernando Méndez Leite o la fallecida Pilar Miró, cuya ley se llevó por delante  la mayor parte de la estructura industrial del cine de nuestro país, facilitando un periodo en el que la subvención y el proteccionismo hacia un modelo cinematográfico más, según sus premisas, cultural o serio, derivó en el progresivo alejamiento del público de las salas donde proyectaban una película española. Hasta que llegó Álex De la iglesia con "El día de la bestia" (1995) y abrió un proceso de renacimiento que, con sus altibajos, se mantiene hasta el día de hoy, mal que le pese al Sr. Martínez Lázaro.
A dicho proceso de reivindicación, de poner negro sobre blanco y certificado de prestigio, llegan Diego López y David Pizarro con "Silencios de pánico", un volumen que repasa de forma exhaustiva la historia del cine fantástico hecho en España desde 1897, con Segundo De Chomón, hasta las últimas aportaciones de Jaume Balagueró y Paco Plaza, con su saga "Rec", de la que ya llevan tres entregas, con una cuarta en camino mientras escribo estas líneas.
"Silencios de pánico" se compone de una primera parte en la que relata la historia del género, desde 1897 hasta 2010 (dentro de poco aparecerá una segunda edición, que actualiza datos hasta 2012), para pasar luego a un capítulo dedicado a entrevistas realizadas a diversos nombres destacados dentro del género. Realizadores tan distintos, pero a la par complementarios, como los malogrados Carlos Aured, Amando de Ossorio, Paul Naschy o Juan Piquer, pasando por un (reivindicativo y contundente) Sebastià D'Arbó, Jordi Grau, Eugenio Martín (responsable de una de las joyas de la corona, la imprescindible "Pánico en el Transiberiano", rodada en 1972) y, ya representando a la generación posterior Alejandro Amenábar, Álex De la Iglesia, Jaume Balagueró, Paco Plaza y Nacho Cerdá. El volumen se cierra con una serie de artículos que puntean diversos subgéneros tratados por el cine de género español, desde el cine de suspense, pasando por el gótico o el cine X y los dibujos animados. Casi no dejan aspecto alguno por tratar, y lo poco que se han dejado es lo que ha provocado que, gracias a la muy buena acogida del libro, en su segunda edición se amplíen o traten otros elementos que, por diversas razones se dejaron de lado, pero que ahora han podido recuperarse convenientemente.
Libro entretenido, a la par que profundamente documentado, "Silencios de pánico" supone un perfecto apoyo bibliográfico a la hora de confrontar las esencias histáricas del cine de género practicado en tierras españolas, en ocasiones bien, otras mal, que tiene sus perlas, sus títulos imprescindibles, aunque también sus muestras más desarmantes. Una obra, en definitiva, necesaria. A la par que útil, más si escribes en un blog y necesitas cierta información de primera mano...

domingo, 20 de abril de 2014

POSESIÓN INFERNAL (LA ORIGINAL)

El año pasado se estrenó un "remake", más que digno, de esta película que, digámoslo ya, en uno de esos clásicos que, para ciertos sectores del fandom no debiera haber sido mancillado con el terrible sacrilegio de ser reversionada pues, esencialmente, es una película que sigue funcionando la mar de bien, a pesar de haber transcurrido más de treinta años de su estreno, que acaeció en 1982, aunque en países como Gran Bretaña, la cosxa aún tardo casi un par de lustros, como consecuencia de la censura sobre material audiovisual que rige el país de la Reina Isabel II y su parentela.
La historia va de tres amigos, muy amigos, de la Universidad, Bruce Campbell, a la sazón actor, Robert Tappert, que ejercía funciones como productor del tinglado y un joven de Detroit, Sam Raimi, con cara de no haber roto un plato en su vida, pero que poseía un estilo enrrabietado, "cartoonesco" (de dibujos animados) en sus venas. Eso y un sentido del humor entre cafre y negro, pero que no dejaba de lado que las intenciones pasaban por hacer una película de terror.
La cosa empezó un par de años antes, mediante un cortometraje, que les sirvió de carta de presentación para posibles inversores. A eso hay que sumar la localización de una cabaña en estado de semirruina (de hecho se derrumbó al poco de terminar el rodaje) que iba que ni pintada para la filmación. Un grupo de actores no profesionales, encabezados por el ya citado Campbell, hicieron el resto. Sin dejar de lado que Stephen King vio la película y clavó la frase que luego quedaría como parte del cartel promocional: "La película de terror más ferozmente original del año".
Cómo no iba a convertirse en un título de culto.
Al contrario que sus dos entregas posteriores, "Terroríficamente muertos" (rodada en 1986 y que no es más que una remodelación del título seminal, pero con más humor y gore paródico) y "El ejército de las Tinieblas" (un muy divertido homenaje a las cintas de aventuras clásicas de Ray Harryhausen y sus efectos de animación imagen por imagen), "Posesiónn infernal" no resulta tan netamente cómica, pese a que sí posee algunos momentos (pocos) de distensión. Los actores tuvieron que padecer el uso de lentes de contacto que los dejaban casi ciegos, lo que dificultaba muy mucho su labor, y además en las escenas nocturnas, en el bosque las temperaturas eran otra dificultad añadida. A falta de presupuesto, Sam Raimi, director, puso el ingenio a trabajar a destajo, apoyándose en el excelso trabajo del director de fotografía Tim Philo, que logró planos increíbles usando elementos tan simples como una silla de ruedas para los "travellings".
"Posesión infernal" se convirtió, en 1982, en un título a retener dentro de un nuevo giro dentro del cine de terror, al igual que habían significado un cambio títulos tan dispares como "La noche de los muertos vivientes" (1968/George A. Romero) y "La matanza de Texas" (1974/Tobe Hooper). Tres años después intentaría un acercamiento hacia planteamientos más comerciales, mediante la muy reivindicable "Noche de crímenes, noche de risas" (1985), pero la cosa no salió como era de esperar, lo que en última instancia provocó que Raimi acudiera al albur del productor Dino De Laurentiis, quien le ofreció un buen fajo de billetes para hacer "Terroríficamente muertos" que, ya he indicado, no era más que rehacer algo que ya se había hecho con menos dinero y con más gracia. La experiencia no resultó del todo fallida, pero indudablemente provocaría que el salto hacia las grandes producciones tardara algo más en llegar. Sería en 1990, con "Darkman". Pero de eso ya hablameron otro día...

Imagen promocional de "Posesión infernal" (1982) con un jovencito Bruce Campbell presto a convertirse en todo un icono del cine de terror ochentero.

jueves, 17 de abril de 2014

JOHN RAMBO

John Rambo, ex-boina verde y veterano de Vietnam, vive una tranquila existencia al Norte de Tailandia, muycerca de la frontera con Birmania. Un día recibe la visita de un grupo de misioneros, que le piden ayuda para entrar en territorio birmano, Rambo, que ya no está para meterse en líos, se niega en redondo a asistirles, advirtiéndoles de que entrar en Birmania es entrar en un territorio hostil, plagado de peligros y afectado por las acciones sádicas de los militares, que controlan el país desde hace ya tiempo, cuando llevaron a cabo un golpe de estado que derrocó el gobierno legítimo. Los misioneros pasan de las advertencias del rudo ex-soldado, y se adentran en Birmania, siendo capturados a las primeras de cambio por las tropas de un jefe militar que realiza operaciones de castigo por la zona, y que tiene por costumbre cometer tropelías con la población civil que no se pliega ante las presiones del régimen. Un hombre de negocios, que financiaba las actividades de los misioneros, informa a Rambo de lo ocurrido, y es entonces cuando el viejo soldado curtido en mil y una operaciones en la jungla se pone de nuevo manos a la obra, acompañado de un grupo de mercenarios de élite.
Tras unos años noventa a todas luces olvidables, en los cuales echó por tierra su condición de estrella del cine de acción, Sylvester Stallone decidió regresar a sus dos personajes más emblemáticos, Rocky y Rambo, con el fin de recuperar posiciones y demostrar a las claras que no era una flor del pasado, mustia y sin nada que aportar. Que aún  podía guerra, vamos.
Con "Rocky Balboa" (2005), escrita y dirigida por él mismo, Stallone logró resarcirse de un par de lustros francamente para olvidar, y viendo que la cosa podía dar frutos en forma de billetes verdes, rescató a Rambo del baúl de los recuerdos de los ochenta, en una operación que, vista desde la distancia, podía sonar a disparate, pero que en esencia demostraba un alto grado de coherencia estilística y personal.
"John Rambo" es una película que sorprende, en primera instancia, por su contundente forma de mostrar la violencia, en concreto, sus secuelas. Mediante un estilo directo, muy realista, sentimos cada golpe, cada disparo, cada machetazo. El Rambo de esta película está lejos del símbolo reaganiano de antaño, adoptando una postura más severa, más realista, dentro de lo que cabe, obvio es decirlo, pero que hacen de esta una muestra de que si hay alguien que sabe cómo tratar a este personaje, de darle su última vuelta de tuerca, ese era Stallone, que aquí se muestra muy entonado a la hora de impactar al espectador con secuencias como el salvaje asalto de los soldados al poblado birmano o la gran batalla final, filmada con un sentido del ritmo soberbio.
La película funcionó lo suficientemente bien en las taquillas de todo el mundo como para que Stallone, en plena vorágine creativa, lanzara "Los mercenarios" (2008) una preclara declaración de principios sobre lo que él considera que es el cine de acción, así como una manera de reivindicarse él y a unos cuantos colegas que, años ha, en cines o en el videoclub de la esquina, o en los dos sitios a la vez, hicieron que el género fuese el número uno en las preferencias del público. Su éxito comercial hizo que Stallone viera su carrera de nuevo revivida peeeeeero, solamente vinculada a "Los mercenarios". Su secuela, "Los mercenarios 2", y una tercera en camino, ha obtenido también parabienes a nivel comercial, pero sus intentonas en solitario, caso de "Una bala en la cabeza" (2012) o "Plan de escape" (2013), aún siendo muy dignas y hasta superiores en líneas generales a las entregas de "Los mercenarios", se han pegado una santísima nata en las salas de cine, con lo cual parece claro que tendremos peripecias mercenarias mientras el cuerpo aguante...Aunque andan algo justicos en eso, últimamente. Como le dé un patatús en pleno rodaje, ya me veo un "Rambo V" en pleno geriátrico que ya me dirán ustedes.
  

miércoles, 16 de abril de 2014

GRAVITY

En el transcurso de una misión espacial, durante la instalación de un telescopio orbital, una gran cantidad de chatarra impacta contra la lanzadera, destruyéndola. De resultas del desastre solamente quedan dos supervivientes que, manteniéndose en sus trajes, aún conservan algo de oxígeno. Se inicia de esta forma una carrera contrarreloj por la supervivencia. Las circunstancias harán que la científico Ryan Stone tenga que tomar las riendas de la situación, asumiendo unos riesgos que nunca antes hubiera imaginado que fuese capaz de tomar...
"La butaca inquieta" regresa y lo hace con una película sobre la que han llovido parabienes, tanto en forma de críticas como de premios. Es indudable que el mexicano Alfonso Cuarón ha hecho un trabajo sublime, llevando hasta el paroxismo todas las herramientas narrativas del cine actual. Filmada originalmente para el formato tridimensional, "Gravity" queda como la mejor muestra de utilizar dicho formato de manera expresiva.
Otra cosa, bien distinta, es el guión...
Y es que, apabullado por las imágenes, por su magnificencia, un servidor de ustedes digamos que no acabó de comulgar con esta historia de superación de tintes "disneyanos", donde Sandra Bullock, en un registro muy apartado de las comedietas románticas de baja estofa que suele protagonizar, logra hacernos creer por una vez que sí sabe ser una actriz dramática, insuflando, dentro de sus limitaciones, vida al personaje de la Dra. Stone, una mujer marcada por un drama personal (la muerte de su hija), que saca fuerzas de la flaqueza para superar todos y cada uno de los obstáculos que se le presentan.
En un papel menor, pero no por ello menos importante, tenemos a George Clooney que, básicamente hace de George Clooney haciendo de astronauta. Él se encarga de hacer que el personaje de Bullock reaccione cuando debe reaccionar, en una caracterización con mayor enjundia de lo que podría esperarse de antemano.
Pese a que la peripecia, en ocasiones, peca de poco verosímil, o al menos ese es mi parecer, la película digamos que supone una aportación sin lugar a dudas básica para el devenir de la manera de hacer cine en los próximos años. En espera de ver cómo afronta James Cameron sus secuelas de "Avatar", Cuarón deja claro que las tres dimensiones sí pueden dar lugar a una película dramáticamente aprovechable, que se ve con gusto, pues si algo tiene esta película es que te deja literalmente impactado.
Bien, con esta reseña recupero el pulso de este blog, que en los últimos días andaba más perdido que Sandra Bullock en el espacio exterior. A partir de hoy la idea es mantener una cadencia más o menos estable, con el fin de poder llegar al 28 de Abril, fecha en la que esta butaca, antaño más inquieta que hoy, debo reconocerlo, celebra su primer año de presencia en la jungla blogosférica.
A lo largo de este primer año he tenido la oportunidad de hacer hasta una página en Facebook, hoy también algo descuidada (tranquilos, le pondré remedio tan pronto pueda) que inicialmente consideré como "órgano facebookero de este blog" en expresión pomposa, debo reconocerlo. El hecho es que quiero agradecer a mis lectores (si es que aún me queda alguno) la ocasión de darme la oportunidad de escribir sobre cine, una de  mis grandes pasiones. Uno hace lo que puede, pero sepan que se lo agradezco enormemente. 

lunes, 7 de abril de 2014

KILLER JOE

El principal problema que uno puede encontrarse a la hora de ver una película como la que nos ocupa, es que no hay unos personajes a los que admirar, o cuando menos apiadarse de su situación personal. En "Killer Joe" (2012) no hay asideros donde congraciarse con la especie humana, pues los personajes de esta película representan lo peor de lo peor. En unos tiempos en los cuales el espectador pretende ir a lo "fácil", a lo "políticamente correcto", esta película no sigue la senda marcada de antemano por un cine de Hollywood infantilizado y con escasas oportunidades de ir más allá de los superhéroes con mallas (un tipo de cine que no desprecio, antes al contrario, pero es evidente que no se puede ir siempre por lo trillado como base para hacer un tipo de cine que despierte al espectador de la sensación de que le ofrecen los mismo cada dos por tres. 
El protagonista, Chris, es un joven que intentó prosperar con una granja de conejos, pero la cosa salió mal, teniendo que ganarse la vida vendiendo droga. Pero ni por ésas; Chris acaba debiendo mil dólares a un mafiosillo local, y el plazo para pagar la deuda se le echa encima, así que para no acabar con las piernas rotas y tirado en una cuneta de alguna polvorienta carretera texana, el muchacho decide ir a la directa. En una conversación casual con su padrastro, se entera de que su madre posee un seguro de vida por valor de cincuenta mil dólares, que a puesto a nombre de su hermana, una joven dulce e inocente, aunque algo desequilibrada. Para llevar a cabo el trabajo convence a Joe Cooper, un agente de policía que se gana un sobresueldo haciendo "trabajitos" de muy diversa índole. Joe es un tipo serio, metódico, que no está para muchas monsergas. Y, además, cobra por adelantando, cosa que Chris no puede garantizarle, pues antes debe cobrar el seguro. Ahora bien, la hermana de Chris despierta en Joe unos sentimientos claros y precisos. Aparentemente, el trabajo no reviste mayores problemas, pero las cosas se torcerán cuando Chris menos se lo hubiera pensado...
Lejanos ya los días de "French Connection" (1971) o "El exorcista" (1973), William Friedkin (1935) se ha mantenido en activo un tanto a trompicones. Su carrera de éxitos se fue al traste como consecuencia del estrepitoso fracaso de "Carga maldita" (1977), cierto es que luego realizaría una película sin duda impactante , "A la caza" (1979), un descenso a los Infiernos muy similar al que vive el protagonista de "Killer Joe". Si en el primer caso teníamos a un agente de la policía, Al Pacino, que debe infiltrarse en el submundo de los clubes de alterne homosexuales de un Nueva York entre tinieblas, Chris, un muchacho que procede de los barrios más miserables del extrarradio de Dallas, tiene un plan que le llevará a un pacto con un asesino peculiar, Joe, que se siente atraído por su hermana pequeña, una chica que parece no estar en sus cabales. 
El escenario de "Killer Joe" es a todas luces deprimente; el protagonista es un chico que ha intentado prosperar en la vida, pero las cosas se le torcieron de muy mala manera, y dado que no tiene dónde caerse muerto, acaba por convertirse en camello, terminando d eperder lo poco que ya tenía. Su entorno familiar no es tampoco moco de pavo, a una hermana medio ida se le suman un padre corto de entendederas, una madrastra con la que tiene fecuentes discusiones y una madre con la que tampoco congenia, así que decide que la única opción pasa por eliminar a ésta última, pues su padrastro le dice que tiene un seguro de vida muy sustancioso, a nombre de su hermana, la que vive en otro planeta...O eso es lo que parece.
Con un trabajo interpretativo de primer orden, encabezados por un escalofriante Matthew McConaughey, "Killer Joe" refrenda la mano maestra de Friedkin, un director que quedó descabalagado de las glorias de Hollywood demasiado pronto, teniendo que mantenerse a flote película a película. En ocasiones tuvo la oportunidad de realizar películas de indudable categoría, caso de "A la caza" o la muy reivindicable "El mayor robo del siglo" (1978), otra historia de perdedores surgidos de los barrios marginales. En los ochenta, el director de "El exorcista" (1973) se mantuvo en activo intentando siempre encontrar proyectos en los que amoldar su estilo; de este modo puede citarse un "thriller" como "Vivir y morir en Los Ángeles" (1985), o "Desbocado" (1987), adaptación de unos terribles hechos reales, en los que tuvo serios problemas con su productor, Dino DeLaurentiis. Ya en los noventa, sufre una serie de varapalos comerciales que hacen que su caché profesional decaiga de forma casi irreversible. En este punto cabe destacar "Jade" (1995), un "thriller" de tintes eróticos escrito por Joe Esterzhas, guionista de "Instinto básico" (1992) en el que cuesta ver al director que hasta aquel momento, pese a los vaivenes propios de toda carrera profesional, se había mantenido hasta cierto punto a salvo de hacer una película insustancial. Y "Jade" es un fiasco lo mires por donde lo mires. 
A partir de entonces, a Friedkin le ha costado Dios y ayuda desquitarse de un periodo tan poco fecundo como fueron los noventa. Acusado de ser un protegido de la Paramount, por cuanto su esposa, Sherry Lansing fue jefa del estudio por aquellos años, ha ido adaptándose a los planteamientos de una cierta independencia industrial para mantenerse a flote tras tantos años de desprecio. Como suele ocurrir, esa pretensión de ser un "outsider" ha hecho que cierto sector de la crítica le haya redescubierto, aunque hoy por hoy estamos ante un director al que tanto le da que lo tengan en consideración crítica. Lejanos ya los días en que era el "enfant terrible" de Hollywood, el director que llevaba a los actores al límite de los soportable, William Friedkin demuestra con "Killer Joe" que, aunque fuera de los márgenes de Hollywood, aún tiene mucha película que gastar. 
Una película ni fácil ni, mucho menos, agradable, pero, eso sí, filmada con pulso maestro. 

martes, 1 de abril de 2014

JAQUE AL ASESINO

En el transcurso de un importante torneo de ajedrez, que se celebra en una isla cercana a Seattle, empeizan a producirse una serie de crímenes horrendos. Las víctimas son mujeres jóvenes, que indirecta o directamente tienen relación con Peter Sanderson (Christopher Lambert), un reconicod maestro del ajedrez, viudo y algo taciturno, que ni que decir tiene se convierte en el principal sospechoso para la policía. El agente responsable del caso, un veterano de vuelta de todo (Tom Skerritt) y su segundo, un policía malcarado y que no se anda con tonterías (Daniel Baldwin) tienen muy claro que Sanderson es el culpable. El círculo va estrechándose cada vez más, por mucho que una guapa psicóloga (Diane Lane) no tenga tan claro que Sanderson pueda ser un asesino a sangre fría...
A primeros de los noventa, y por mucho que lo intentara, puede decirse que Christopher Lambert ya había dado todo lo que podía dar como estrella de cine. Con todo, lo peor aún estaba por llegar; me estoy refiriendo al momento en que empezó a hacer cosas como "Beowlf" (1999), nefasta cinta de fantasía hecha a base de mucha desvergüenza y falta del sentido del ridículo, y del otro. Aunque nada puede compararse al complicado rodaje de "Los inmortales 2" (1990), película que estuvo rodeada de mil y ún problemas tanto durante como después de su realización.
Contando con un guión de su habitual Brad Mirman, quien luego le echaría un cable con el libreto de otro "thriller", éste algo más elaborado que el que nos ocupa, "Resurrección" (1997), "Jaque al asesino" es un filme de tintes hitchcockianos, salvando las distancias, ni que decir tiene, porque el director de esta película, el suizo Carl Schenkel, poco tiene que ver con el gran maestro inglés del suspense. Son como un huevo a una castaña.
Schenckel, fallecido en 2003, despertó cierto interés merced a "Vacío" (1983), producción alemana situada en el interior de un ascensor. Antes de eso había coqueteado con el cine erótico y tras "Vacío", fue simultaneando la pequeña y la gran pantalla, siempre con resultados que fueron de lo predecible a lo directamente infumable, caso de "Exquisitas ternuras" (1994), filme de suspense ambientado en un hospital, y "Tarzán y la ciudad perdida" (1998), una producción entre diversos países europeos y Estados Unidos que pasa por ser la peor de las adaptaciones al cine del personaje creado por Edgar Rice Burroughs, encarnado aquí por otro actor que, al igual que Lambert, circunscribió su carrera al subproducto de la peor calaña: Casper Van Diem.
"Jaque al asesino" está hecho a la medida de su protagonista, que ejerciendo funciones de productor, se encarga de que su personaje brille con luz propia a lo largo de un desarrollo que pretende ser sorpresivo y resulta por momentos absurdo. Lambert, que nunca ha sido un actor muy dotado dramáticamente, pierde la batalla frente a intérpretes de mayor solidez. caso del siempre compacto Skerritt, quien sí sabe dotar de fuerza a su personaje. Hasta la por aquel entoncers esposa de Lambert, Diane Lane, se esfuerza por elaborar un personaje digno con las coordenadas que le proporcionan, saliendo airosa del empeño. Pero el caso es que por mucho esfuerzo que le pongan, "Jaque al asesino" es un "thriller" que pierde fuelle a las primeras de cambio, básicamente porque no posee un protagonista que despierte empatía con el espectador. Lambert gesticula en exceso cuando no toca, se mantiene estólido, como McCloud, pero claro, esto no es "Los inmortales", es otra cosa bien distinta. Si a ello le sumamos la planificación escasamente creativa de su director, digamos que el resultado es de una pobreza irremediable en todos y cada uno de sus apartados.
Curiosamente, eses mismo año se estrenaba "La noche de los cristales rotos" (1991), un "thriller" de planteamientos similares, pero con un director más competente detrás de la cámara, Wolfgang Petersen. En este caso, sí puede decirse que, dentro de la modestia de su planteamiento, "La noche de los cristales rotos" sí lograba salir triunfante, gracias a un guión simple pero efectivo y a un reparto más equilibrado. "Jaque al asesino", lamentablemente, no tuvo posibilidades al estar en manos de un gris amanuense filmando y un actor especialmente acretinado como principal reclamo. Una pena, porque la empresa merecía algo más de suerte.
Para finalizar, la niña que interpreta a la hija de Sanderson es Katherine Elisabeth, quien diez años después sería la protagonista absoluta de ese pequeño clásico del terror que fue "Ginger snaps".