miércoles, 27 de agosto de 2014

PHANTASMA II (LA AUTÉNTICA)

Han pasado diez años tras los acontecimientos que terminaron con la vida de su familia, Mike y su amigo Reggie le siguen los pasos al responsable, el temible Hombre Alto. Siguen su estela de muerte y desolación, con pueblos enteros devastados por él y sus poderes infernales. Mike está sediento de venganza, decidido a acabar con el Hombre Alto cueste lo que cueste. Armados hasta los dientes, los dos amigos no pueden fiarse de nadie, pues nada es lo que parece...
Seis años después de "El Señor de las Bestias" (1982), Don Coscarelli regresó a el filme que le había servido de carta de presentación en 1979, "Phantasma", para realizar la secuela que muchos estaban largo tiempo esperando. Las circunstancias habían cambiado mucho en el proceso, de ser un director prometedor en el ámbito del cine de género, Coscarelli se había visto envuelto en un producto de espada y brujería del que no logró obtener el control final, siendo apeado del montaje por el productor. Tras varios intentos de levantar proyectos más personales, de los cuales pudiera tener cierto grado de control artístico, el realizador logró que la Universal le diera luz verde para producir la segunda parte de "Phantasma", pero a la hora de la verdad, y teniendo en cuenta que estamos hablando de una "major" hollywoodiense, tampoco pudo escaparse de tener que agarchar la cabeza y acatar las demandas del estudio, que le impuso desde cambiar al actor protagonista, que dejó de ser Michael Baldwin, para dejar paso a un novato que luego haría cierta carrera dentro del cine independiente, James LeGross, así como ajustarse a un presupuesto y unas directrices de actuación que resultaron del todo contraproducentes para el resultado final, por cuanto le quitaron la frescura y originalidad que poseía el filme primigenio. 
"Phantasma II" posee algunos momentos en los que su atmósfera malsana, oscura, hacen predecir que uno podía estar ante un filme cuando menos apreciable. Pero el exceso de escenas con las dichosas bolitas voladoras asesinas hacen que uno eche de menos la tosquedad, la falta de medios del primer "Phantasma" una película que, viéndola con perspectiva, era mala, pero que poseía un toque entre fantástico y onírico que la hacían fascinante por momentos. Aquí, lamentablemente, Coscarelli intenta repetir tales planteamientos, pero el hecho de contar con más pasta (relativamente, que la Universal tampoco es que se estirara mucho) hace que la cosa suene a artificiosa. El caso es que la Universal no se mostró muy satisfecha con el resultado final, lo que sumado a su pinchazo en taquilla hizo que las posibilidades, al menos a corto plazo, de hacer una tercera parte se quedaran durmiendo el sueño de los justos. Cuando dicha posibilidad volvió a surgir, Coscarelli volvió a sus raíces independientes, lo que le permitió a la larga ir manteniendo la franquicia en pleno funcionamiento, rodando posteriormente dos entregas más, ambas distribuídas directamente en DVD,  de nuevo contando con medios muy ajustados, pero con Coscarelli ejerciendo un control total y absoluto de su creación, pero que indican bien a las claras que los fans siguen deseando ver a un cada vez más atropellado Angus Scrimm como Hombre Alto. Ahora bien, aunque uno también sea fan, es la primera parte, el primer "Phantasma", en donde reside la magia, el poder subyugante de una de las aportaciones más originales al cine fantástico a lo largo de las últimas tres décadas.


domingo, 24 de agosto de 2014

EL HÉROE Y EL TERROR

Nunca he sido muy fan de Chuck Norris, aunque he visto sus películas y hasta puedo respetar a quien venere su época de gloria en la Cannon Films, protagonizando títulos como "Desaparecido en combate" (1984/Joseph Zito), su secuela, "Desaparecido en combate 2" (1985/Lance Hool) o, como no podría ser menos, "Braddock, desaparecido en combate 3" (1988), cinta que dirigió su hermano, Aaron Norris, pero entre tanto Vietnam y tanta desaparición también se pueden destacar "McQuade, lobo solitario" (1983/Steve Carver) o "Código de silencio" (1985/Andrew Davis), "thriller" este último bastante superior a lo habitual dentro de la filmografía del judoka de Oklahoma, más que nada porque inicialmente iba a ser un vehículo hecho a la medida de Clint Eastwood, quien se apeó del proyecto con casi todo a punto de caramelo para empezar a rodar.
Modestamente, dentro del expediente de películas "buenas" de Chuck Norris, podríamos también situar este otro "thriller", "El héroe y el terror" (1988/William Tannen), que en cierta medida pretendía seguir la estela de "Código de silencio", ofreciendo a un Norris más humanizado, menos arquetipo, aunque siempre dentro de un orden, que Chuck es Chuck y tampoco es cuestión de convertirle en un "perroflautas" a las primeras de cambio, más que nada porque el perro le duraría bien poco.
La historia es bastante simple, para qué les voy a engañar; Chuck Norris es Danny O'Brien, un policía de Los Ángeles que anda tars los pasos de un asesino en serie, Simon Moon. Tras localizar su escondrijo, en un parque de atracciones cercano a la playa, O'Brien logra acorralarle, pero el criminal logra dar la vuelta a la tortilla, dejando al policía en una situación harto complicada. Pero un golpe de suerte hace que el temible Moon caiga, quedando inconsciente, lo que hace que, a ojos del resto de mortales, O'Brien sea considerado un héroe por sus colegas de comisaría y la población de la ciudad. Pero O'Brien sabe que eso no es cierto, y vive atormentado por el recuerdo. Pasado el tiempo, el policía ha hecho su vida al lado de la que fuera su psiquiatra, a la que ha dejado embarazada (estamos hablando de Chuck Norris, él siempre va un paso por delante, hasta para eso) y todo parece indicar que la cosa va a ir sobre ruedas. Pero Simon Moon, que permanece internado en un centro psiquiátrico, logra escapar de su encierro. En la huída, sufre un accidente que, oficialmente, le da por muerto. Pero O'Brien sabe a ciencia cierta que no es así. Simon Moon vive y ha llegado el momento de la verdad para Danny O'Brien, tanto en su vida personal como en su actividad como policía...
"El héroe y el terror" no es un filme que brille por ser un dechado de originalidad; por mucho que se pretenda otorgar cierta tridimensionalidad a su personaje, Chuck Norris es Chuck Norris, y lo suyo no son las medias tintas ni ser un blandengue, aunque llore en una secuencia harto hilarante. El director del filme, William Tannen, reviste el asunto con bastante brío y buen estilo, ofreciendo una película entretenida, que se pasa rápido, pero que destaca por algunas ideas visuales, pocas pero que llaman la atención, porque presagian, aunque en un estado más elaborado, el estilo del "thriller" de terror que brillará con luz propia a lo largo de los noventa, especialmente gracias a dos títulos seminales como son "El silencio de los corderos" (1991/Jonathan Demme) y "Seven" (1995/David Fincher). Tannen, que no llega al nivel ni de Demme ni, mucho menos, de Fincher, sí demuestra saber de lo que habla, imprimiendo unos toques de suspense realmente muy conseguidos. Un buen ejemplo reside en el ataque de Simon Moon a un compañero de O'Brien (interpretado por el malogrado Steve James, amigo íntimo de Norris y asalariado de la Cannon en títulos tan populares de la casa como "El guerrero americano",1985, así como en su posterior secuela, y en la reivindicable "La furia de la venganza", 1986, todas ellas protagonizadas por otro que no se movía del estudio, Michael Dudikoff y un director que casi puede decirse que dormía ahí, Sam Firstenberg) o el prólogo en el parque de atracciones, que revela unos encuadres que ofrecen una perspectiva tétrica, ominosa, de las playas californianas.
La película baja algunos enteros cuando se pretende narrar los problemas personales del policía O'Brien con su futura esposa, a la que ha dejado embarazada. Momentos como el del restaurante no ayudan a que el personaje de Norris gane en credibilidad, antes al contrario, crean más descojone que los jerseys de punto con los cuales nos obsequia el protagonista de "Walker Texas Ranger", producción televisiva que, en gran medida, dio el aldabonazo definitivo a la credibilidad de su protagonista, convertido hoy en una especie de figura cercana más a un "action man" que no a la de una estrella del cine de acción, algo que, a lo largo de los ochenta, demostró que podía llegar a ser. De hecho, en un intento de recuperar dicha credibilidad, Norris confiaría en de nuevo en William Tannen para filmar "El mediador" (2005), filme de acción sobre el papel más que atractivo, pero que demostraba que los tiempos habían cambiado y que Norris no había evolucionado con ellos. Y Tannen menos todavía. Su aparición especial en "Los mercenarios 2" (2012/Simon West) es una buena prueba de que, hoy por hoy, Chuck Norris es más un chiste en sí mismo que otra cosa. 

LUCY

Una joven estadounidense, que se halla en Taiwan, es embaucada por un compatriota suyo para que entregue un maletín a unos tipos con los que tiene unos negocios no demasiado limpios que digamos, o al menos es lo que sospecha ella tan pronto su amigo es tiroteado y ella es trasladada a la fuerza dentro de un hotel de lujo, donde cae en manos de un mafioso especialmente sádico. La chica es entonces obligada a ser "mula" de la droga, metiéndole en la tripa uno de los cuatro saquitos que contienen una nueva droga de carácter experimental, que según sus impulsores, será la bomba entre los jóvenes del Viejo Continente y Estados Unidos. Pero la cosa sale mal, al menos aparentemente, para la muchacha, que víctima de los golpes de uno de los matones del mafioso, ve como el contenido situado en su estómago revienta como consecuencia de una patada. Se supone que debería morir de una sobredosis, pero la realidad es que la droga hace que sus sentidos exploten hasta niveles nunca vistos en un ser humano. Convertida en una especie de superheroína, muy a su pesar, la chica iniciara un audaz plan para desbaratar los planes del mafioso, mientras intenta dar con un prestigioso científico, que queda fascinado cuando descubre de qué es capaz aquella inocente jovencita, que lo único que quería en esta vida era divertirse...
Bien, digámoslo ya, "Lucy" es una película visualmente brillante, creo que de lo mejor que ha filmado Luc Besson en su carrera, pero también hay que dejar clara una cosa: es una ida de la olla que se va por los cerros de Úbeda hacia su tramo final, que no desvelaré, en el que se sitúa una portentosa secuencia que es de aquellas que quedan ya como básicas dentro del género.
Lo mejor de esta película reside en que posee un ritmo portentoso, quizá un tanto desquiciado, pero que sumado a su ropaje de serie B del todo desprejuicida, acaba por dar como producto final una cinta realmente brillante, que en su hora y media de metraje no deja espacio a los tiempos muertos, proporcionando un nivel de diversión y disfrutes que la convierten en una de esas películas que, sin lugar a dudas, acabarán por convertirse en referencia del Fantástico en los años que nos vienen. Puede que su desenfreno haga que el espactador se quede un tanto embarullado, pero Besson, que parece estar en un estado de forma enviadiable, tras una temporada francamente para olvidar, lo resuelve con un pulso majestuoso. En unos tiempos en que para contar cualquier nimiedad el director de turno necesita más de dos horas, el responsable de "El quinto elemento" (1998) lo ajusta a una muy bien aprovechada hora y media, que le basta y le sobra para poner en antecedentes al espectador y llevarle hasta los confines del Universo en un abrir y cerrar de ojos. E incluye el viaje de vuelta, evidentemente. Además de a Scarlett Johansson. ¿Se le puede pedir más a una película? Personalmente creo que no. 

sábado, 23 de agosto de 2014

CREEPSHOW 2

De nuevo una ración de historias de terror al viejo estilo de los tebeos de la  EC Cómics, por cortesía de Stephen King, autor de los relatos originales y el mítico George A. Romero adaptándolos en forma de guión. El primero de estos tres relatos es el de la estatua de madera de un antiguo jefe indio, que cobra vida con el fin de vengarse de los asesinos que acabaron con la vida del matrimonio de ancianos que se encargaban de la ya muy tienda de materiales diversos donde estaba ubicada. En el segundo, un par de parejas de jóvenes universitarios se adentran en un precioso espacio natural, con un gran lago donde tomar el baño y dejarse llevar...o acabar en las fauces de su extraño habitante. Para acabar, una mujer casada, de la alta sociedad, mantiene relaciones sexuales con un gigoló. Por un corte de luz, la mujer se marcha del lugar a toda prisa, temiendo llegar demasiado tarde a casa y ser descubierta por su marido, hombre puntual donde los haya. Como suele decirse, las prisas son malas consejeras, y en el caso de esta mujer digamos que un autoestopista se lo recordará con creces.
En 1982 se estrenaba "Creepshow", el muy personal homenaje de Stephen King y George A. Romero a los viejos tebeos de la EC, que sufrieron las iras de los elementos más retrógrados y ultraconservadores de la sociedad estadounidense de primeros de los cincuenta. King y Romero, ávidos lectores de las sensacionales viñetas de la EC, produjeron un muy sentido, y sincero, canto nostálgico a dichas publicaciones, en un filme que asumía sin problema alguno su condición de "cómic en imágenes en movimiento", mediante una disposición visual que remitía directamente al estilo gráfico de dichas revistas. La película fue a su vez adaptada al formato dibujado mediante una inolvidable, también, obra dibujada por el genial Bernie Wrightson a partir de los textos originales de King y las imágenes filmadas por Romero.
Cinco años después, Romero y King decidieron repetir la experiencia, pero en esta ocasión la cosa no acabó de funcionar del todo, aunque tampoco creo que sea el pretendido adefesio con el que ha sido vilipendiada habitualmente, calificativo éste que levantó alrededor de ella toda una ola negativa que, sinceramente, era del todo innecesaria. Aún no siendo una película redonda, sí es un filme que desprende el encanto de la serie B de los ochenta, por aquel entonces entrando en su canto del cisne.
Buena parte del problema vino, por un lado, de los problemas presupuestarios; el objetivo era filmar cinco historias, como en el filme original, pero la pasta disponible no era mucha, por lo que se quedó en tres y arreando. En el otro, George A. Romero se limitó a escribir el guión y a producir el asunto, dejando la dirección a su, hasta ese momento, fidelísimo director de fotografía, Michael Gornick. Gornick, por las razones que sean, no apostó por repetir el aspecto visual del título precedente, limitándose a una puesta en escena bastante plana, sosainas, muy de telefilme de sobremesa*, que en algún que otro instante parece levantar el vuelo, pero pocos metros, la verdad sea dicha. Mención especial merece el segundo episodio, "La balsa", donde Gornick realmente se luce, ofreciendo unos resultados francamente muy logrados. Lástima que el primero no acabe de cuajar del todo y el segundo no funcione por ser una historia francamente muy previsible, cuyo único punto de interés queda centrado en la aparición, breve, del propio Stephen King como camionero racista. Otro aspecto que provocó ciertas dificultades fueron los efectos de maquillaje; Howard Berger siempre se ha venido quejando de la dejadez de su, en este filme, colega de trabajo, Ed French. French provenía del cine de terror más barato y abisal, y estaba acostumbrado a ir deprisa y corriendo, lo que exasperaba a Berger sobremanera.
El caso es que el resultado final no convenció prácticamente a nadie, por lo que la posibilidad de hacer una tercera entrega quedó en mero proyecto, durmiendo el sueño de los justos en el cajón del despacho de Stephen King. En 2006 se estrenaría directamente en formato de DVD un "Creepshow 3" que nada tenía que ver con la saga oficial, y en la que nada tuvieron que ver sus impulsores originales, del todo obviados por sus insensatos (ir)responsables, que facturaron una basura del todo indefendible, un atropello estético al género de terror que no merece consideración alguna. Con sus defectos, "Creepshow 2" es un filme que se puede ver sin mayores problemas, siempre y cuando se tenga en cuenta que no llega a los niveles de su, muy sobresaliente, primera entrega.




* Ese aspecto "televisivo" viene dado, en gran medida, por el hecho de que la mayor parte de su labor como realizador la ha desempeñado en la pequeña pantalla, por lo que a la hora de proponer visualmente la película, se limitó a repetir una fórmula que le funcionaba, aunque la película pedía otra cosa. Ni que decir tiene que "Creepshow 2" es la única película para cine hecha por Michael Gornick. 

miércoles, 20 de agosto de 2014

UN DETECTIVE CURIOSO

Leslie Tucker es un británico que, finalizada la Segunda Guerra Mundial, decide quedarse en Los Ángeles con el fin de dedicarse a la investigación privada. Una noche aparece por su oficina un hombre, recién salido de la cárcel, con la intención de que localice a su querida hija, a la que dio en adopción poco antes de entrar en chirona. Tucker, tras hacer algunas pesquisas, descubre que la niña fue adoptada por los Pendergast, una tan rica como excéntrica familia. Sus sospechas se centran en las dos hermanas Pendergast, pues una de ellas tiene que ser la muchacha que busca. La cosa se complica cuando su cliente aparece muerto, empiezan a perseguirle unos matones algo destartalados y una de las hermanas Pendergast revela su verdadera identidad, así como un entramado de secretos del pasado y mentiras del presente gordo, pero que muy gordo...
En la primera mitad de los setenta, y como resultado del éxito de películas como "El padrino" (1971/Francis Coppola) y su primera secuela, así como de otra joya del nivel de "Chinatown" (1973/Roman Polansky), hubo cierto interés por despertar el espíritu del viejo cine negro de los años treinta y cuarenta, aunque dotándolo de un tono desmitificador muy de los setenta. La moda, como han podido ver por los títulos citados, dio algunas películas del todo imprescindibles, pero también títulos que supusieron fracasos comerciales de los que hacen época, caso de la que aquí les presento y de "Dos pillos y una herencia" (1975/Mike Nichols), en la que dos astros del nivel de Warren Beatty y Jack Nicholson pergueñaron un vehículo para su total lucimiento que acabó pegándose una buena castaña en taquilla.
"Un ditective curioso" (1975/Peter Hyams) se montó al rededor de un esquema muy parecido al de "Dos pillos y una herencia", esto es, contar con dos estrellas de relumbrón (un Michael Caine pletórico de energía y en su mejor momento, cruzándose con una Natalie Wood que, pese a su solidez como actriz, no estaba viviendo una situación profesional demasiado boyante, pero que mantenía su encanto casi mágico) en un argumento que mezclaba comedia de toques algo sofisticados (casi "british", Caine obligaba a ello) y un sentido homenaje y pleitesía a los modos y formas del cine negro clásico. La cosa, en principio, debiera haber funcionado como un reloj pero, tal y como sucedió con  "Dos pillos y una herencia", el público le dio la espalda, significando otro buen hostión comercial.
¿Eso quiere decir que estamos ante una mala película? Sí y no. A "Un detective curioso" la salva el indudable
carisma y encanto desplegados por una pareja de actores que quizá hubieran merecido de un guión algo más redondo donde hincar el diente. El libreto, original de W.D. Richter, un muy buen guionista, por otra parte, no acaba de cuajar como consecuencia de unos momentos de comedia algo insustanciales, mezclados con otros donde brilla el ingenio. Pero éstos últimos son demasiado pocos como para que la película acabe resultando una comedia cuando menos efectiva, algo que se hace patente en su parte final, francamente olvidable, donde parece que a sus responsables iban con prisas por acabar la película cuanto antes. 
El responsable de dirigir la película fue un realizador de los que podríamos calificar de la "vieja escuela", Peter Hyams. Hombre versátil y reconocido por sus prestaciones profesionales (suele firmar también la fotografía de los filmes que dirige), Hyams debuta en el medio televisivo en 1972, para dos años más tarde lanzarse a la gran pantalla con "Manos sucias sobre la gran ciudad", un drama policial muy al estilo de "French connection" (1971/John Frankenheimer). Tras el fracaso de "Un detective curioso", recupera fuelle con la muy curiosa "Capricornio Uno" (1977), sobre una conspiración de altos vuelos encuadrada en la NASA y un supuesto viaje espacial a Marte. A partir de entonces simulteanará todo tipo de estilos y géneros, destacando siempre por saber moverse con solvencia y buen tino. De esta etapa pueden citarse "La calle del adiós" (1979), melodrama de esos "que ya no se hacen" pero que él resolvió con buena nota; una nueva incursión en la ciencia ficción hecha con brío, me refiero a "Atmósfera cero" (1981) o el "thriller" "Los jueces de la ley" con Michael Douglas enfrentado a un grupo de jueces que ejercen su oficio de espaldas a la sociedad, mediante juicios de carácter sumarísimo. 
En 1984 se atreve con una secuela ni más ni menos que de "2001, una odisea del espacio", "2010, odisea dos". El hecho de hacer una secuela de un filme tan emblemático como el de Kubrick es, sobre el papel, un atrevimiento digno de colosos, pero los resultados, ni artísticos ni comerciales, acompañan. A partir de entonces su carrera pasará por una larga etapa de productos hasta cierto punto logrados, entretenidos, que demuestran que es un profesional como la copa de un pino, pero cada vez más impersonales, como muy del montón. En 1995 logra resarcirse mediante "Sudden death. Muerte súbita", un filme hecho a la medida de un por aquel entonces lanzadísimo Jean Claude Van Damme. La pareja logra repetir, y aumentar, el éxito con "Time cop" (1996), que es quizá uno de los títulos más señeros del musculoso belga. "The relic" (1997), su nueva apuesta por el género fantástico, demuestra que quien tuvo, retuvo. Desgraciadamente, una serie de traspiés comerciales le llevarán a tener que volver a la pequeña pantalla, cuando no a trabajar de nuevo con Van Damme, pero un Van Damme que ya estaba muy lejos del éxito de antaño, con sus filmes estrenados directamente en DVD, cuando no ni eso, pues su último filme estrenado entre nosotros, "Cerco al enemigo" (2013), y dirigido por Hyams, ha conocido pase televisivo, pero no distribución en formato digital, y no hay visos de que la situación vaya a cambiar a corto plazo. 
"Un detective curioso" es un producto que, sin ser molesto, sin ser una mala película, tampoco logra afinar las muchas posibilidades de una historia que pedía a gritos un Mel Brooks que la dotara de algo más de mala uva. Michael Caine y la pobre Natalie Wood bien lo merecían, puñetas. Son ellos dos quienes sustentan el peso de un filme fallido pero no por ello despreciable.       

lunes, 18 de agosto de 2014

LOS GUARDIANES DE LA GALAXIA

El otro estreno gordo de este largo fin de semana ha sido esta adaptación de un cómic de la Marvel, nacido en 1969 aunque ha sido objeto de diversas transformaciones y variaciones a lo largo del tiempo. Con esta cinta, la Marvel realiza un cambio de tercio; por primera vez no adapta un cómic en el cual Stan Lee haya escrito o colaborado directa o indirectamente. De hecho, el primer guionista de la serie fue Arnold Drake, profesional de largo recorrido en la industria del cómic americano que, en una entrevista publicada ya hace años, tuvo palabras bien poco agradables para con el considerado "creador" del Universo Marvel, calificándolo de un muy mal guionista, que básicamente tenía buenas ideas y poco más.
"Los guardianes de la galaxia" está dirigida por James Gunn, director y guinosta bregado en el seno de la Troma de Lloyd Kaufmann, además de trabajar en el medio televisivo y escribir el libreto de las dos entregas (más bien olvidables) que adaptaban al cine Scooby Doo. Con todo, tiene un filme nada desdeñable en su filmografía, "La plaga" (2006), película que hasta cierto punto venía a reivindicar sus inicios en los terrenos tromáticos. Pero parece que el filme que despertó el interés de la Marvel fue "Super", producción que no he tenido ocasión de ver pero que, según algunas fuentes, se ha ganado cierto estátus de culto por su manera de ilustrar a los personajes más o menos con superpoderes y que se ponen los calzoncillos por encima de los pantalones. 
Estamos pues ante una película dinámica, con un gran uso de los efectos especiales, grandilocuente sin resultar pedante o aburrida y divertida, muy divertida, con un uso del gag en segundo plano realmente muy logrado. Chris Pratt es todo un descubrimiento, y Zoe Saldana vuelve a colorearse la piel, en esta ocasión de verde, para hacer el papel de heroína dura pero con corazón. A la fiesta se unen un buen grupo de actores invitados, como Glenn Close, John C. Reilly o Josh Brolin, que se estrena como Thanos, papel que según algunas fuentes ejercerá una importancia capital en la futura "Los vengadores 3", pero no adelantemos acontecimientos, pues aún tenemos en lista de espera "Los vengadores 2", que proemte ser el gran bombazo marveliano para el Verano del 2015.
En el horizonte, un "Ant Man" que parece que ya está rulando, un "Doctor Extraño" en ciernes y la palpable sensación de que la Marvel anda imparable, a toda máquina, sacando a flote todo su catálogo de personajes, tanto para la pequeña como para la gran pantalla. Mientras el cuerpo del aficionado aguante, habrán adaptaciones para un buenpar de lustros...

LA VENGANZA DEL DOCTOR MABUSE

Aunque dado por muerto, el temible doctor Mabuse sigue bien vivito y coleando; decidido a vengarse de aquellos que le jugaron una mala pasada, Mabuse planea su venganza definitva contra el doctor Orloff, quien mantiene una vida de los más tranquila en un exótico paraje. Su guapa hija ronda al sheriff del lugar, quien pronto se verá obligado a intervenir cuando Mabuse ponga en marcha su diabólico plan, que consiste en secuestrar a personas sobre las cuales experimenta una especie de control mental. La única posibilidad de éxito consiste en que el jefe haga que su novia caiga en manos de Mabuse, dejando que ésta le permita penetrar en su refugio...
Jesús Franco siempre mostró su absoluta devoción a Fritz Lang, al que llegó a conocer personalmente durante una estancia del entonces aún director en ciernes, en París. A primeros de los setenta, Franco convence al productor alemán Artur Brauner, a la sazón detentador de los derechos de explotación del personaje de Mabuse, para rodar una nueva secuela de la saga. Dicha saga, basada en el serial escrito por Norbert Jacques, dio como resultado primero una obra maestra del calibre de "Doctor Mabuse" (1922), bajo la batuta de Lang. En 1933 rueda la también magnífica "El testamento del Dr. Mabuse" (1933), cuyo evidente trasfondo de denuncia del naciente nazismo que va dominando la Alemania azotada por la crisis económica no pasa desapercibido a los jerifaltes del Partido Nacionalsocialista, que deciden prohibirla tan pronto se estrena, lo que a corto plazo derivará en el exilio de Lang hacia pastos más óptimos para su inigualable talento. Cuarenta años después, un Fritz Lang que ya llevaba tiempo afincado de nuevo en su Alemania natal, tras una etapa gloriosa en Hollywood, regresó al personaje mediante "Los crímenes del Dr. Mabuse" (1961), que planteó, como bien indica su título, como secuela definitiva del personaje. Pero el proceso fue bastante arduo y complejo, afectando a las relaciones profesionales entre Brauner y Lang, quien se despediría del cine con esta película, de tan harto que quedó de todo. Brauner, satisfecho con los resultados de taquilla del filme, financió toda una serie de secuelas, muy influenciadas todas ellas por la moda jamesbondiana, por aquel entonces imperante. 
Rodada en Alicante y en la Manga del Mar Menor, "La venganza del Dr. Mabuse" es, digamoslo ya, un filme prototípico de los estilemas de su autor. Una mezcla, entre modesta y paupérrima, de historia de científicos locos y "western a la mediterránea". El estadounidense afincado en España Jack Taylor compone un Mabuse ciertamente merecedor de una revalorización, pues afronta el papel con brío y gracejo, pero lo demás no raya a similar altura, quedando un filme pobretón, desesperadamente arrítmico, con pifias evidentes, como la de la persecución en coche, con planos en los que es de día, otras veces es de noche y, a los dos minutos, de nuevo de día. ¿Lo mejor? La presencia de la siempre estimulante Ewa Stromberg (inolvidable en la magnífica "Las vampiras", junto a la malograda Soledad Miranda) como contrapunto erótico, así como las prestaciones del propio director y de Gustavo Re como contrapuntos cómicos. 
En resumidas cuentas, es sorprendente que un productor de la solvencia de Brauner decidiera meter dinero (poco, pero lo metió) en filmar una secuela rodada como a destiempo, pretendiendo ser irónica cuando la realidad es que se manifiesta prontamente como incapaz de trascender su evidente falta de medios. La inigualable personalidad, tanto creativa como humana, del director madrileño queda aquí muy desdibujada, muy por debajo de productos, igualmente delirantes como "La maldición de Frankenstein" (1972) que, aún siendo barata, ofrecía una paleta de posibilidades por completo cautivadoras. Por muy franquiano que uno pueda ser, "La maldición del Dr. Mabuse" no es, bajo ningún concepto, un Franco remarcable...

domingo, 17 de agosto de 2014

PHANTASMA II (LA QUE NO TIENE NADA QUE VER CON EL PHANTASMA ORIGINAL, PA ENTENDERNOS)

Hubo una época, durante el auge de los cines de programa doble, en países como España u otros del continente europeo, que se tenía por costumbre estrenar producciones televisivas en las salas, intentando, y logrando, que éstas pasaran como filmes al uso, dejando de lado su condición telefilmesca, no rechazable en ningún modo pero obviada por los muy buitres distribuidores de la época. Para colmo de males, en ocasiones dichos distribuidores podían ser capaces de cambiar los títulos con el fin de aprovechar algún que otro filón, con la intención de rascar unos céntimos dando gato por libre al respetable que asistía raudo y veloz a las salas de cine, con su bolsita de popas y sus ganas de devorar todo lo devorable en sesión contínua. Este es el caso de "Phantasma II" (1979), bajo cuyo muy engañoso título, no tiene que ver nada en absoluto con la pequeña joya de Don Coscarelli, salvo el año de producción y que comparten el mismo género, el de terror.
Bajo el título de "Phantasma II" se oculta una muy respetable (casi un clásico en su modalidad) producción televisiva, "Salem's Lot", una miniserie que adaptaba en dos episodios la novela homónima de Stephen King, que está considerada como una de las obras maestras de su primera etapa literaria. Dirigida por Tobe Hooper, "Salem's Lot" es una de esas producciones que trascienden la, se supone, menor calidad de las cosas hechas para la llamada "caja tonta". Escrita por Paul Monash, que ya había adaptado la primera novela de King, esta vez para el cine, la inolvidable "Carrie" (1976) de Brian De Palma, la miniserie contó con un reparto de primeras espadas, encabezados por un memorable James Mason, un francamente remarcable David Soul y de la gran Bonnie Bedelia. Lo que no podía llegar a imaginarse Hooper era que, para ganar pasta, los mercachifles de la Warner se atrevieran a cortar el metraje original, de unos aproximadamente 183 minutos, en un filme de una duración aproximada a la hora y tres cuartos. Y que además dicho remontaje fuera hecho por un auténtico manazas, que recortó a diestro y siniestro sin encomendarse a Dios, al Diablo o a la Virgen del Cirio.
El resultado de toda esta sucesión de cortar y pegar es un filme en el cual se vislumbra una especie de "max mix" con lo mejor de la película, un largo tráiler donde los personajes aparecen y desaparecen a su antojo, donde las situaciones pueden tener un comienzo pero no queda muy claro si tienen un fin.
Tamaño despropósito llegó a comercializarse en VHS sin mayores dificultades siendo, hasta allá 2007, cuando se recuperó la miniserie original en toda su integridad (pero manteniendo la absurdidez del título en su carátula), pero teniendo que hacer frente a un funesto redoblaje.
"Salem's Lot", y dejando de lado sus avatares, es una de las grandes adaptaciones que se han hecho a partir de una obra de Stephen King. Tanto es así, que algunas de sus secuencias, como la del niño vampiro en la ventana o, antes, en el cementerio, siguen siendo modélicas en su modo de plasmar el terror y dejar al espectador con el corazón en un puño. Si bien en su día se le criticó a Hooper el hecho de que el Sr. Barlow, el vampiro, tuviese el aspecto de un Nosferatu, cuando en la novela posee ademanes de Drácula y habla sin mayores problemas (el Barlow de Hooper básicamente jadea y muestra sus horripilantes facciones, las de un genial Reggie Nalder maquillado), el hecho es que Hooper obtuvo aquí uno de sus mayores triunfos como realizador, que le permitió llamar la atención de Steven Spielberg, que lo eligió para dirigir "Poltergeist" (1982), aunque luego Spielberg actuó de manera ciertamente poco éstica con él*.
En 2005 Mikael Solomon rodó una no del todo desdeñable nueva adaptación, que se pretendía más fiel al original kingiano**. Pese a sus momentos de interés, de estar resuelta visualmente con cierto buen gusto y estilo, le faltaba el espíritu de un director, Tobe Hooper, que siempre mereció mayor suerte de la que, lamentablemente, tuvo a lo largo de su muy irregular carrera como realizador.



* Spielberg deseaba dirigir al unísono "E.T." y "Poltergeist", pero cuestiones de tipo sindical hicieron que el director de "Tiburón" (1975) debiera limitarse a funciones de director de la primera y productor de la segunda. En funciones de productor, Hooper tuvo que soportar las múltiples injerencias de Spielberg, que llegó a ningunearle en el plató de rodaje de forma continuada. Acabado el rodaje, empezaron a saltar los rumores de que Hooper no había sido el director titular de "Poltergeist", si no un mero amanuense bajo las instrucciones spielbergianas. El director de "La matanza de Texas" batalló sindicalmente para recuperar su buen nombre profesional, y dado que Spielberg no dijo esta boca es mía su carrera se quedó muy afectada por dicho incidente. Casi veinte años después, ambos hicieron las paces, en un pacto que se selló cuando Spielberg cedió la dirección de un episodio de la serie "Abducidos", que él producía, a un Tobe Hooper que llevaba años teniendo que sobrevivir a base de series B directas a vídeo...

** Dicha nueva adaptación puede localizarse en DVD con cierta facilidad, pues al contrario que el original, se respetó el título de la novela que da base a esta nueva adaptación. Entre los actores de dicha adaptación destacan Rob Lowe, Donald Sutherland y Rutger Hauer, entre otros intérpretes de fuste, como el siempre destacable James Cromwell. Pese a ello, su prestigio siempre ha sido menor que el del original, quizá por el hecho de que sus secuencias de terror no son tan efectivas como las filmadas por Hooper en 1979, que aún funcionan a la perfección hoy en día. 

LOS MERCENARIOS 3

Estrenada en 2010, "Los mercenarios" fue una apuesta, un manifiesto, en defensa del cine de acción de los ochenta y noventa por parte de unos de sus principales estandartes, Sylvester Stallone. Reuniendo a un grupo de amigos, algunos de ellos con carreras algo mustias, caso de Dolph Lundgren, otros manteniendo el puño en alto, como en el caso de el inglés Jason Statham, el filme se ganó toda clase de comentarios jocosos, de chistes facilones y demás retranca, pero el caso es que funcionó estupendamente bien en taquilla, lo bastante bien como para formalizar una secuela, filmada dos años después, en la que Stallone, a la sazón coguionista y director de la anterior, cedió la silla de director a Simon West, quien básicamente se limitó a hacer más de los mismo, aunque potenciando los elementos paródicos, así como sumando mayor número de viejas glorias, caso de un sorprendente Jean Claude Van Damme en calidad de villano de la función. Pese a ser una repetición, en clave jocosa, de la primera entrega, "Los mercenarios 2" volvió a dar en la diana de la taquilla. Una tercera parte era algo más que evidente.
"Los mercenarios 3" pretende, en primera instancia, dejar a un lado la autoparodia para regresar a las líneas maestras que hicieron de la cinta original un éxito en toda regla. La película vuelve a iniciarse en Somalia, de nuevo tenemos a la columna vertebral de la banda en plena acción y, de nuevo, tenemos la lectura crepuscular sobre unos héroes ya cansados, superados por las circunstancias y por un sujeto pérfido como él solo, Conrad Stonebanks (Mel Gibson), que fue miembro fundacional de la agrupación años ha, aunque luego fue dado por muerto tras traicionarles en plena misión. En el transcurso del operativo uno de los miembros es herido de gravedad, un hecho que hace que Barney Ross (Sylvester Stallone) considere que ha llegado el momento de retirar a la vieja guardia y elegir a una nueva camada de mercenarios, más jóvenes, más atrevidos, que le permitan no tener que estar sufriendo por si saldrán vivos de nuevo de una misión. Ni que decir tiene que la vieja pandilla de mercenarios demostrará que aún tienen mucha tela que cortar, fundiéndose los dos grupos en una gran batalla final en una oscura república del Este europeo.
Como he dicho, en su primera parte, la película intenta desde su inicio ser más seria, recuperar el espíritu de la primera entrega, filmada por el propio Stallone. Esencialmente, en esos momentos, la película posee elementos que la hacen francamente muy interesante. El problema es que, llegados ya casi la mitad del metraje, la historia entra en un terreno pantanoso. Queriendo ser tan "profunda", tan "dramática", al final la película se convierte de nuevo en una parodia en sí misma, gracias (o a desgracia) de la presencia de un especialmente cansino Antonio Banderas, que ejerce de recurso cómico pero que al final roza niveles casi de vergüenza ajena. Tan histriónico como siempre, el malagueño sobreactúa de muy mala manera en todas sus apariciones, que remata con un (muy nulo) intento de dotar de profundidad a su personaje mediante la narración del triste destino de sus anteriores compañeros de fatigas.
A partir de aquí, digamos que la cosa funciona con el piloto automático; una gran pelea final, rodada a lo grande y con todos los medios disponibles, espectacular, no le quepa duda a nadie, pero que no difiere demasiado de las ya vistas anteriormente, en las dos entregas precedentes. Y luego la habitual ristra de chistes malos con los cuales la franquicia perdería su razón de ser, pero que aquí ya suenan a muy oído. Cierto es que uno ya sabía a lo que venía, pero al menos podría haber habido un mínimo esfuerzo para dotar a la saga de algo de innovación, no sólo de caras (ninguna de las cuales brilla, quedando del todo oscurecidas por los ya habituales, y más carismáticas), de incorporar a intérpretes como el ya citado Gibson o a Harrison Ford, si no también dando a la historia algo más de brío, de frescura. Ofrecer tres veces el mismo plato, en ocasiones, y si bien puede estar excelentemente bien cocinado, puede ser disfrutable, pero si lo que te ponen en la mesa es un mero refrito de ingredientes ya vistos, francamente lo mejor es variar el menú o, directamente, cambiar de restaurante. 
Dirige el cotarro Patrick Hughes...
No es que tenga mucha importancia, pero es simplemente para dar un dato para completistas. 

jueves, 14 de agosto de 2014

COBRA, EL BRAZO FUERTE DE LA LEY

Puestos en harina, qué menos que comentar una cinta que, si bien hoy puede considerarse como un "clásico" en la filmografía de su protagonista, en su momento significó la primera señal de que su estela como astro del cine de acción estaba en pleno proceso de cambio, y no para bien. No pinchó en la taquilla, pero digamos que no cubrió las expectativas que sus principales responsables, los de la Cannon Films, tenían puestas en ella. Stallone, creyendo que a lo mejor lo que buscaba su público era un mayor grado de versatilidad en él, decidió tomar el toro por los cuernos y, junto a Sterling Silliphan escribió el guión de "Yo el Halcón" melodrama lacrimógeno de tintes caprianos (de Frank Capra) pero dirigido por el recientemente fallecido Menahem Golan que, francamente, era a Frank Capra lo que Belén Esteban a Scarlett Johansson...Con perdón para esta última y para el malogrado Golan, quien junto a su primo Yoram Globus, los dos al frente de la Cannon, tantas horas de placer nos dieron desde la pantalla grande o desde las estanterías del videoclub del barrio.
Basada en una novela de Paula Gosling, "Cobra" se basa en las peripecias de un agente de policía de métodos bastante "sui generis", Cobra, que debe hacerse cargo de proteger a una modelo (Brigitte Nielsen, por aquel entonces señora de Stallone), único testimonio de los crímenes cometidos por un tropel de sectarios que se sirven de la violencia y el asesinato para sus oscuros fines pseudoreligiosos. Acompañados del mejor colega de Cobra (Reni Santoni) y de una agente de policía que tiene su trasfondo, para entendernos, es una cabrona de cuidado.
Para orquestar el embolado a su entera satisfacción, Stallone confió la dirección a George Pan Cosmatos, director de origen griego que le había dado grandes satisfacciones dirigiendo la segunda entrega de las andanzas de Rambo, "Rambo, acorralado parte II". Vilipendiado en vida, su posterior fallecimiento ha venido a poner de relieve que, sin ser lo que se dice un director con sello personal, era un realizador con muy buena mano para el cine de acción, proponiendo una puesta en escena sobria, que si bien cae en los manierismos habituales del cine de acción ochentero, tampoco molesta y hace de ella una película, a nivel visual, francamente muy bien resuelta.
Pero por las razones que sean, el público no acabó de quedar del todo convencido de un filme que pretendía, de forma más que evidente, situar a Sylvester Stallone con un personaje que estuviese a nivel de "Harry el sucio". Tales pretensiones quedan claras cuando entre el reparto destacan dos actores pertenecientes a la saga del rudo policía de San Francisco; por un lado tenemos a Andrew Robinson, que si en la obra seminal de Don Siegel era el pérfido psicópata, aquí encarna a un cargo policial de métodos legalistas, que abomina de los ademanes de Cobra, el otro es Reni Santoni, que hizo de compañero de Harry Callahan y aquí pues...Hace de compañero de Cobra. Y si en una lo hieren pues en esta...Tres cuartos de los mismo. Otro aspecto que los acerca a Harry son sus frases contundentes, pero que en este caso casi suenan a parodia descarada, con lo cual pierden efectividad. Quizá este sea el principal defecto de una película, por lo demás, plenamente disfrutable: que el personaje está tan marcado por sus clichés que termina por resultar un chiste en sí mismo.
Diez años después la novela de Paula Gosling fue repescada por la Warner, quien intentó con ella lanzar al estrellato a la modelo Cindy Crawford, que se pasa buena parte de la película haciendo poses de modelo, no interpretando. Ni que decir tiene que sus resultados fueron del todo insatisfactorios, mucho más que los obtenidos por este "Cobra, el brazo fuerte de la ley" que ha terminado por convertirse en un clásico por antonomasia del género en los ochenta, su década de mayor esplendor.

LOS BRAZOS FUERTES DEL CINE DE ACCIÓN DE LOS 80 Y 90

Aprovechando el cercano estreno de la tercera entrega de "Los mercenarios", he releído este muy interesante, y bien recomendable volumen, editado por T&B en mayo de 2012, con motivo del estreno de la segunda entrega de la saga ideada por un renacido Sylvester Stallone.
"Los brazos fuertes del cine de acción de los años 80 y 90" es, ante todo, un libro escrito por un fan entregado del género, Diego Arjona, andaluz conocido por sus incursiones como humorista en diversos espacios televisivos de nuestro sufrido panorama catódico. El volumen se divide en tres partes bien diferenciadas; tras un prólogo por ni más ni menos que Kristofer Van Varenberg, hijo de Jean Claude Van Damme, tenemos un muy completo repaso a los orígenes del género de acción, en un texto escrito por Carlos Díaz Maroto. Arjona se encarga de la segunda parte, que compone el grueso del libro, y que es un muy completo repaso a la vida y milagros de tres de los pilares del cine de acción en las dos citadas décadas, Arnold Schwarzzeneger, Sylvester Stallone y el ya citado Van Damme. Es esta una parte en la que queda claro que Arjona es un fant entregado a la causa, realizando una labor ciertamente muy loable, que condimenta con anécdotas personales y, cómo no, curiosidades de los biografiados. La parte final es obra de Pedro José Tena, y en ella se recogen pequeños acercamientos a un buen grupo de actores que han dado lo mejor de sí mismos en el noble arte de repartir estopa a diestro y siniestro, clasificados en orden alfabético. Como coda final queda una recopilación de frases lapidarias sacadas de diversos filmes, que sirven para dotar al libro de una más que lograda pátina nostálgica con la que dejar claro que estamos ante un libro escrito desde la más absoluta devoción a este tipo de cine, aunque sin dejar de lado las películas que puedan considerarse mejores o peores. Un libro francamente muy entretenido de leer, con fotografías a todo color y una edición cuidada y atractiva, que lo convierten en un volumen esencial si se es un fan de toda la pandilla que, desde los cines o el videoclub de la esquina, nos proporcionaron horas y horas de acción y hostiones como panes. 

miércoles, 13 de agosto de 2014

EL HOMBRE QUE COMPRÓ LAS "GAFAS DEL DIABLO"

Siempre es una buena noticia que, ante la situación actual de crisis galopante que padecemos o que, más bien, nos hacen padecer, se editen libros como "El hombre que compró las gafas del Diablo", segunda de las obras que la editorial madriñela "La Biblioteca del Laberinto" edita del escritor Antonio Arrarás, tras "La mano que mató los sueños" y que se completará con "Viaje a las entrañas de la Tierra".
La novela relata las desdichas de un hombre, que en una librería de libros de segunda mano, adquiere un volumen que, en realidad, es un estuche que contiene unas gafas, las cuales hacen que los deseos de su usuario se cumplan. Ni que decir tiene que la historia pronto tomará unos recovecos cada vez más extraños, terroríficos, que afectarán no ya al protagonista, si no a su esposa y personas vinculadas al caso.
Novela de lectura sencilla, que destaca por su manera de narrar la historia a través de los ojos de los implicados,  "El hombre que compró las gafas del Diablo" no pasará a la Historia como una de las cimas del género fantástico a nivel literario pero, en líneas generales, resulta un volumen francamente muy logrado e interesante de leer, disfrutable en su desarrollo, aunque en ocasiones peque de algo tópico en alguna de sus soluciones argumentales. Pero el hecho de que se le dé una oportunidad a un nuevo valor dentro del género viene a demostrarnos que aún cabe espacio para la esperanza, para la adopción de ideas y elementos, de autores con ganas de contar historias. Y eso es lo importante, dentro de un panorama en ocasiones tan profundamente aciago como el que ahora sufrimos. O nos hacen sufrir, que es muy diferente. 

BENDICIÓN MORTAL

Un joven, perteneciente a una congregación religiosa fundamentalista, conoce a una chica de la que se enamora, lo que le lleva a casarse con ella y, consecuentemente, abandonar su credo religioso. A pesar de las divergencias existentes, en tanto en cuanto su familia sigue perteneciendo al grupo religioso y se sienten profundamente defraudados por su "traición", la pareja de recién casados se instala en unos terrenos muy cercanos a los que ocupan los sectarios. La convivencia no resulta fácil, pero se mantiene dentro de unos márgenes más o menos soportables. La muerte del muchacho, hace que la viuda, que además está embarzada, quede desolada ante una situación que se le hace casi imposible de soportar. Unas amigas, acostumbradas a la vida en la gran ciudad, se trasladan al pequeño rancho con el fin de ayudarla a salir adelante. Con todo, los crímenes no paran de sucederse...
"Bendición mortal" (1981) es una de las películas de Wes Craven que ha quedado más olvidada y, pese a sus deficiencias, de no tratarse de una película redonda dentro de una filmografía que tampoco es que brille por su regularidad cualitativa. Su estética, casi telefilmesca, la convierten en un típico filme para la pequeña pantalla, de los muchos que todavía se producían en los ochenta. Pero lo cierto es que estamos ante una película hecha para el cine, aunque dentro de unos planteamientos que la emparentan con cierto espíritu de serie B muy de su época. Si a ello le sumamos que el filme posee algunas ideas que la hacen cuanto menos curiosa e interesante, podemos afirmar que estamos ante una obra "menor" de su director, pero sin duda alguna más recomendable que la posterior "La cosa del pantano" (1982), filme que debiera haber situado a si director en primera línea, pero cuyo (merecido) fracaso, provocó que Craven regresara sobre terrenos más conocidos y filmara "Pesadilla en Elm Street" (1984), una de sus grandes aportaciones al cine de terror de los ochenta...Para luego seguir dando una de cal y otra de arena sin apenas despeinarse. 
Otro de los aspectos por los que suele ser recordada esta cinta reside en el hecho de suponer el primer trabajo profesional de una joven y pizpireta Sharon Stone, que se convirtió en una apuesta personal de Wes Craven, quien quiso vigilar muy de cerca sus evoluciones (y no piensen mal, me refiero a sus evoluciones como actriz). La rubia intérprete, a diez años vista de su consagración con "Instinto básico" (1992) aún andaba muy verde en cuanto a habilidades dramáticas, por lo que su aportación se basa en emitir gritos cuando toca y a asumir su papel de "rubia escasamente inteligente" que Craven le endilgó sin mayores problemas. Sharon se aplicó a fondo en la tarea, pero se tomó su debida venganza, haciéndose amiga íntima de la por aquel entonces esposa del director de "Scream" (1996), tanto es así que hay quien apunta que fue la instigadora del posterior proceso de divorcio de la pareja. 
En un rol secundario destaca el gran Ernest Borgnine, uno de esos veteranos en mil y una producciones de todo tipo y calado, que por aquel entonces se hacía un huequecillo en el cine de género de bajo presupuesto, destacando su rol de villano en la muy bizarra "La lluvia del Diablo" (1975), filme dirigido por Robert Fuest y del que ya hablaré en este blog porque es un título que bien merece ser redescubierto, cuando no directamente descubierto, pues no tiene desperdicio. 
Como suele pasar en el cine de su director, "Bendición mortal" es una película que funciona como lo que es, una película de género, pero que se queda muy corta cuando Craven pretende hacer una crítica de tipo social en este caso a las sectas fundamentalistas, en este caso una claramente inspirada en los "amish". A base de tópico por aquí y tópico por allá, Craven va mostrando el devenir de un grupo humano que pretende mantener unas costumbres del todo arcaicas, sin atender al progreso y a los avances sociales, pero pronto se olvida del asunto, con el fin de centrarse en una trama terrorífica que, en su desenlace, resulta ser más reaccionaria en su discurso que la ideología de las sectas que pretende denunciar. Al final, para el espectador, lo único que le queda en la retina es los gritos de Sharon Stone, los correteos de Susan Buckner y una escena en una bañera que es una especie de ensayo general de la ya legendaria de "Pesadilla en Elm Street". Si no se le piden peras al olmo, resulta entretenidilla. 

lunes, 11 de agosto de 2014

HELLRAISER

Frank Cotton es un buscador de emociones fuertes, fuera de lo común, que en un viaje a El Cairo consigue un extraño objeto, un cubo que, se supone, colmará sus ansias de probar algo nuevo y del todo diferente a las cosas que ha probado hasta ahora. Pero la realidad es que aquel cubo lo transporta a las mismísimas puertas del Infierno, donde cae en manos de los cenobitas, que lo torturan lo indecible, tanto mental  como, por encima de todo, físicamente. Tras arduos esfuerzos, Frank logra huir de sus captores, pero debe recuperar su "yo" físico, mutilado por las escalofriantes torturas infligidas por los cenobitas. La oportunidad está en manos de su hermano, un hombre muy diferente a él, y de su cuñada, con quien mantuvo una aventura antes de casarse con el hermano de Frank. La sobrina de Frank pronto empezará a sospechar que su madrastra oculta aviesas intenciones, pero ni que decir tiene que no puede ni llegar a imaginarse quién está detrás de todo...Mientras, los cenobitas estrechan el cerco sobre Frank, que en última instancia decide ocupar un "yo" físico con el cual mantenerse en la Tierra y librarse de las zarpas de sus perseguidores.
Tras un par de guiones que cayeron en las peores manos posibles, dando lugar a dos películas del todo prescindibles, Clive Barker decidió que a partir de ese momento iba a dirigir sus propios libretos, con el fin de librarse de posibles injerencias externas. "Hellraiser" (1987) surgió casi como un milagro, gracias a la firma de un contrato con una productora estadounidense, la New World, que facilitó la financiación necesaria para poner en marcha el rodaje, además de proporcionar un par de actores: Andrew Robinson, actor de largo recorrido, conocido especialmente por su rol de asesino en la seminal "Harry el sucio" (1971/Don Siegel) y la debutante Ashley Laurence, que acabaría por hacerse un hueco dentro de los corazoncitos de un buen puñado de aficionados al género. 
"Hellraiser" es, además de la mejor de las películas dirigidas, además de escritas, por Clive Barker, un filme que supuso en gran medida el resucitar del cine de terror en tierras británicas, ahora desde una nueva perspectiva que, sin dejar de lado la herencia de la Hammer o la Amicus, con el gótico como elemento estético esencial, asumía una modernidad absoluta, que rompía, al menos en apariencia, la dictadura de las típicas, y algo cansinas, franquicias de terror manufacturadas en Hollywood. Digo en apariencia porque, a la postre, los cenobitas acabarían por convertirse ellos mismos en una franquicia típicamente "made in Hollywood", fundamentada en ocho secuelas y la conversión del cenobita "Pinhead" (interpretado por Doug Bradley, antiguo compinche en los inicios teatrales de Barker en la universidad) en un nuevo mito del cine de terror moderno, a la altura de Freddy Krueger o Jason Vorhees. 
Pese a algunas deficiencias en la puesta en escena, así como en las interpretaciones, en especial de la guapa Laurence, aún muy verde como actriz, "Hellraiser" queda como la obra maestra de un director que quemó demasiado pronto sus cartuchos creativos. Tras negarse a filmar la secuela, Barker se embarcaría en el rodaje de "Razas de noche" (1990), película de planteamientos muy ambiciosos, que chocaron frontalmente con las pretensiones del estudio financiador, la New Line, quien remontó la película a su gusto a espaldas de un Barker que poco pudo hacer para salvar los muebles. Barker tardaría cinco largos años en volverse a poner tras las cámaras. Cuando regresó, en 1995, lo hizo con "El señor de las ilusiones", una cinta del todo irregular, estéticamente brillante pero argumentalmente confusa que tampoco se salvó de los tijeretazos de la productora de turno, en este caso la United Artists, que quería asegurarse una clasificación amplia antes que un título con  cierto empaque y pretensiones más adultas de lo habitual. 
No es de extrañar que, tras estas experiencias tan poco edificantes, Clive Barker haya mantenido la actividad de director como algo escasamente prioritario en sus inquietudes profesionales. Ahora bien, como productor tampoco es que haya demostrado tener mejor tino. Baste recordar la muy deficiente "The saint sinner" (2001), producción telefílmica que aporta bien poco a unos planteamientos estéticos y temáticos que su principal alma mater creativa ha sabido cultivar con mayor grado de éxito. Quizá la razón esté en que Baker nunca debería haber abandonado la escritura, campo en el que aún mantiene cierto grado de buen nivel profesional, convertido en autor de culto
No en todos los campos se puede ser un innovador nato, ya se sabe, el que mucho abarca, poco aprieta...
  

1990, LOS GUERREROS DEL BRONX

1990, en un Bronx convertido en una zona sin ley, en la que dominan una serie de bandas enfrentadas entre sí, que en ocasiones crean alianzas para mantener un estado de guerra permanente, en el cual la policía apenas hace otra cosa que esperar cuando se exterminarán unos a otros de una vez, se produce un hecho que hará que la situación tome unos derroteros del todo inesperados, provocando un giro de ciento ochenta grados en una zona hasta entonces medio olvidada y dejada a su suerte. Anna, la rica heredera de un importante potentado de Nueva York, ha huído de casa en dirección al Bronx, siendo salvada de una muerte segura por la banda de los Riders, iniciando una historia de amor con el líder, Trash. El padre no puede permitir en ningún caso que su hija termine convertida en una desarraigada, y menos cuando está a pocos días de cumplir la mayoría de edad. Es por ello que pide ayuda a Hammer, un jefe de policía de métodos muy contundentes, que penetrará en el Bronx con el fin de rescatar a la joven y aniquilar a todo aquel que se ponga en su camino. La traición del lugarteniente de Trash parece ponerle las cosas en bandeja de plata. El problema está en que Hammer es un tipo que no se anda con chiquitas, utilizando la violencia como único método para hacerse respetar. La guerra en el Bronx acaba de dar comienzo...
El éxito de "1997, rescate en Nueva York" (1981/John Carpenter), fue la chispa que encendió el, por lo general muy despierto, espíritu oportunista del italiano Fabrizio De Angelis, quien ni corto ni perezoso se puso manos a la obra para pergueñar una copia típicamente explotativa, como sólo los italianos eran capaces de hacer en lso años dorados del cine de género transalpino. 
Contando con dos pesos pesados del género, como el director Enzo G. Castellari, y un guionista del calibre de Dardano Sacchetti, "1990, los guerreros del Bronx" (1982) es una tan alegre, festiva, como descarada (per)versión italiana de la obra maestra carpenteriana, pero dotándola de una historia de amor imposible, con unas leves dosis de crítica social, que los inventores de los macarrones eran tan diestros a la hora de mostrar en pantalla sin que se les cayeran los anillos por resultar ñoños o ridículos. 
La pareja protagonista, formada por el imposible (por mal actor) Mark Gregory (italiano de pura cepa, nacido Marco Di Gregorio), y la guapa, pero decididamente sosainas Stefania Girolami, son una especie de Romeo y Julieta situados en el peor de los lugares posibles, un Bronx reconvertido en una tierra donde la esperanza se ha perdido por completo, quedando todo en manos de unas bandas armadas hasta los topes y en donde la policía perpetra matanzas gracias a las labores del temible Hammer, interpretado por el estadounidense Vic Morrow, sólido intérprete de carácter que, lamentablemente, moriría alo año siguiente en pleno rodaje de "En los límites de la realidad" (1983), como consecuencia de una negligencia en el rodaje*. Además de Morrow, el reparto se refuerza con Fred Williamson, actor afroamericano casi siempre encuadrado en la serie B más combativa. Ídolo de Tarantino, Williamson fue cabeza de cartel en un buen puñado de títulos destacados del fenómeno llamado "blackexplotation", donde impuso su mayéstatica presencia, aunque Tarantino le dio la oportunidad de dar su do de pecho en "Abierto hasta el amanecer" (1996), como cazador de vampiros. 
"1990, los guerreros del Bronx" no fue, en ningún caso, la última incursión del cine italiano más comercial en el fenómeno de imitar modelos americanos preexistentes; fueron infinidad los subproductos que llegaron a nuestros cines de programa doble o a las estanterías de los (añorados) videoclubes de barrio. De Angelis, contando con Mark Gregory, propondría "Thunder" (1983), versión en plan baratijas de "Acorralado" (1982/Ted Kotcheff), que daría lugar a dos secuelas más bien mustias, pero que igual rendirían bien en formato Beta o VHS**. Producto entrañable para unos, nefasto para otros, "1990, los guerreros del Bronx"  es el ejemplo de cómo un cine europeo supo capear la crisis intentando imitar el modelo hollywoodiense sin perder sus señas de identidad...Ni la desvergüenza, que para eso son italianos. 



* Producida por Steven Spielberg, "En los límites de la realidad" era una puesta al día, en plan homenaje, de "The twilight zone", la memorable serie televisiva creada por el genial Rod Serling a peimeros de los sesenta. Spielberg convenció a su entonces coleguilla, John Landis, a sumarse al embolao, junto a Joe Dante y el australiano George Miller. En el transcurso del rodaje de su segmento, John Landis se vio metido en un buen lío cuando el helicóptero situado dentro del estudio cayó sobre Vic Morrow y dos niños que aparecían en la secuencia, muriendo los tres en el acto. Los familiares de las víctimas montaron uyn buen pifostio a nivel legal, dejando al descubierto ciertos agujeros en el proceder de Spielberg, Landis y otros asociados a la financiación del proyecto. Pero fue Landis quien pagó el pato, que se solucionó mediante un acuerdo extrajudicial...dejando su carrera tocada para siempre.

** Ediciones aquí lanzadas por el productor y distribuidor José Frade, mediante su sello JF Video, hoy muy buscadas por los coleccionistas y a unos precios exorbitantes. Son recordadas por su característica caja grande, balnda, de color rojo, así como por respetar los carteles originales de cine, realizados la mayoría de las veces por el gran Sciotti. 

lunes, 4 de agosto de 2014

DRÁCULA 73

En 1872, en Hyde Park, Drácula y su más contumaz enemigo, el valeroso Van Helsing, se hallan enfrascados en la batalla definitiva, aquella que, por fin, dará fin a la existencia terrenal del Rey de los Vampiros. Aún a sabiendas de que ello puede significar su sacrificio, Van Helsing pone toda sus energías en derrotar al Conde, como así sucede. Ambos mueren, pero una figura entre sombras, emparentada con Drácula, se hará cargo de las cenizas del terrible vampiro, guardándolas con el fin de utilizarlas en un futuro. Cien años después, en el Londres bullicioso a la par que ignorante, un grupo de jóvenes son ajenos a su destino, ligado a la resurrección dr Drácula. La policía, desconcertada, hallará la ayuda de un descendiente de Van Helsing, quien teme que su nieta pueda ser el motivo central de una venganza que ha esperado cien años para ejecutarse...
En 1972 el terror de raíces góticas practicado por la Hammer Films andaba ya de capa caída, el estreno de propuestas como "La noche de los muertos vivientes" (1968) o la posterior "El exorcista" (1973)*, que apostaban por el realismo a carta cabal, hacían inviable que los viejos esquemas anglosajones del terror pudieran interesar a una audiencia interesada en algo más "fuerte", que conectase con sus miedos más profundos y atávicos. Decididos a no perder el paso, los mandamases del estudio decidieron modernizar la franquicia de Drácula, convenciendo a sus dos principales estrellas, Christopher Lee y Peter Cushing, de que encabezasen el plan "renove".
En la silla de director se situó a Alan Gibson, realizador procedente del medio televisivo, quien junto a Peter Sasdy vino a configurar una nueva hornada de directores que debían ser el mascarón de proa de una nueva era para la compañía británica. El primero, dentro de sus limitaciones, cumplió su tarea entregando algunos títulos ciertamente muy remarcables, caso de "Las manos del destripador" (1972) o "La condesa Drácula" (1971). Al segundo, le tocó bregar con un encargo que quizá estaba por encima de sus posibilidades como realizador, siendo el responsable, junto con la posterior "Los ritos satánicos de Drácula" de asestar el golpe que llevaría al inicio del fin de la Hammer...
Pero tampoco es cuestión de echar todas las culpas sobre el pobre Gibson; el guión, original de Don Houghton, no era un echado de virtuosismo e imaginación que digamos; Christopher Lee aceptó el trabajo más por una cuestión de amistad personal que no por verdadero interés. Al ser un actor con cierto caché, pidió una importante suma de dinero, que los productores no podían asumir. Solución: hicieron que sus apariciones fueran pocas, apenas cuatro o cinco a lo sumo, y bien cortas, con lo cual la historia quedaba de un desangelado que tumba de espaldas. Pese a los ímprobos esfuerzos de ese pedazo de profesional que era Peter Cushing, la película se sostiene sobre unas patas muy endebles. Si hoy en día funciona "Drácula 73" es por representar el canto del cisne de un modo de hacer y entender el cine de terror, además de por contar con la presencia de dos "monumentos"  del calibre de Stephanie Beacham y Caroline Munro, que asumen con entusiasmo y plena convicción su evidente condición de estimulantes presencias para las retinas del aficionado. La posterior "Los ritos satánicos de Drácula" cerraría el ciclo de una franquicia memorable en su primera mitad, cuando un director como Terence Fisher sí supo jugar bien las bazas del gótico y el juntar a dos figuras, ya icónicas, como las de Christopher Lee y Peter Cushing, sin que el resultado final resultara, al final, de un tono crepuscular y decadente, algo muy alejado de las pretensiones, claramente revisionistas y modernizadoras, aunque muy mal asimiladas, por sus principales responsables. Como muestra la presencia de la banda de rock "Stoneground", que la película pretendía lanzar como plataforma de lanzamiento al mercado musical, quedando, a la hora de la verdad, en su triste despedida, porque posteriormente no se les volvió a pillar encima de un escenario. 




* La Hammer, tardíamente, y ya herida de muerte, aprovecharía el influjo del éxito de la película de William Friedkin para impulsar la muy pobretona "La monja poseída" (1976), una coproducción con Alemania, en la que una jovencita Nastassja Kinsky se codeaba con un desorientado Christopher Lee y un declinante Richard Widmark. El resultado final fue el remate final, por nula recepción comercial, para la compañía británica.