martes, 31 de diciembre de 2013

OJOS

Laura Mars es una famosa fotógrafa de moda neoyorquina, conocida por sus instantáneas, donde mezcla erotismo y violencia de forma tan sugestiva como morbosa, o al menos eso es lo que opinan ciertos sectores de la prensa. Un día empieza a tener visiones de asesinatos, premoniciones que luego resultan ser reales, y que cada vez se acercan a personas conocidas, de su entorno personal y profesional. Un intrépido policía se pondrá de su lado para protegerla, iniciando ambos un romance marcado por unos asesinatos cada vez más brutales, que hacen que el cerco alrededor de Laura se estreche irremediablemente…
John Carpenter fue el responsable de escribir el guión de este filme de terror sobrenatural que, inicialmente, debía también dirigir, como vehículo para el lucimiento de Barbra Streisand. Al parecer, tras leer el guión, y pese a que éste se reescribió para acomodarse a sus intereses e intenciones, la Streisand se bajó del proyecto. Carpenter, que andaba con la mosca detrás de la oreja por culpa de las injerencias de los productores, no tardó en seguirle los pasos; acababa de lograr financiación para “La noche de Halloween” (1978) y, tal y como estaba el patio, tomó una más que sabia decisión.
“Ojos” pasó a manos del anodino Irvin Kershner, realizador del que quizá el espectador de nivel más freaky recuerde su labor en “El imperio contraataca” (1980), segunda entrega de la saga “Star Wars”, en la que entró por mediación de Goerge Lucas, a la sazón alumno suyo en la universidad. Otro filme que puede despertar cierto grado de consideración sería “Robocop 2” (1990), pero tampoco creo que haya que ser muy sangrantes con este buen hombre, profesional sin mácula pero sin el menor atisbo de intencionalidad autoral en su trabajo como director.
La película posee una atmosfera hitchcockiana muy estimulante, jugando muy bien con el suspense, pero lo cierto es que la intriga propuesta se basa en unas cartas marcadas. No hace falta estar muy atento para saber la identidad del asesino, por simple descarte de sospechosos. Cuando la identidad del asesino sale a la luz, es muy probable que más de uno se sienta estafado, porque la pirueta final es de las que provocan vergüenza ajena.
En el reparto, y sustituyendo a Barbra Streisand, tenemos a una esforzada Faye Dunaway, que se pasa de rosca hacia el tramo final; está acompañada por un ramillete de intérpretes ciertamente remarcables, como Tommy Lee Jones, René Auberjonois, Brad Dorif y Raúl Julia. Éste último, fallecido en 1994, aparece con sus iniciales en los créditos del principio de la película, con objeto de servir de anzuelo a la estrategia de los guionistas, de ir echando pistas falsas al espectador con el fin de tenerlo sobre ascuas en todo momento. Ni que decir tiene que no lo consiguen en absoluto, pues “Ojos” funciona más (y mejor) por la manera de plantear la historia que no en su ejecución, bastante chorra.
Como apunte anecdótico, indicar que las fotografías que aparecen en la película fueron realizadas por Helmut Newton, fotógrafo que también se ganó la celebridad utilizando la morbosidad y la sexualidad explícita en su actividad con la cámara.

Y bien, esta es la última reseña de este 2013. Espero y deseo fervientemente que en el 2014 todos vuestros deseos y sueños se hagan realidad y, de paso, que tengáis a bien seguir leyendo este blog, que seguirá viento en popa.

Faye Dunaway, en un papel inicialmente pensado para Barbra Streisand, quien luego se desvinculó de la película, despliega toda su sensualidad en esta película que no es para tirar cohetes, pero funciona, quedando como la más remarcable de la trayectoria de un director, Irvin Kerschner, quien luego vivió su gran momento de gloria gracias a "El imperio contraataca" (1980), para luego derivar hacia la mediocridad.

domingo, 29 de diciembre de 2013

EL INNOMBRABLE

Un par de estudiantes, con ganas de hincarle el diente a un par de compañeras de muy buen ver, las convencen para hacer una excursión, nocturna, a un caserón abandonado, que perteneció a un alquimista y brujo, muerto en extrañas circunstancias hacia el siglo XVIII. Ni que decir tiene que el casoplón guarda un secreto en forma de un monstruo sediento de sangre, que hará de las suyas con los desdichados estudiantes, que serán ayudados por un par de “empollones” que demostrarán su valía, aunque teniendo en cuenta el número de supervivientes, escaso, es mejor echar un tupido velo sobre su valía y eficacia.
Típico “directo a vídeo” ochentero, “El innombrable” es una película con escasos elementos dignos de consideración, a no ser el diseño del monstruo que, para mayor escarnio, sale poco y, cuando lo hace, es prácticamente al final de la cinta, cuando el espectador ya anda más que harto de tanta insulsez en forma de película de terror.  Una pena, porque ese monstruo, utilizado como es debido, hubiera dado a una serie B de aquellas memorables. Pero no es el caso.
Porque esta película es sosa de cojones, y perdonen la expresión, pero es que es así de burda. Los personajes están trazados de muy malas maneras, a lo bruto, y su devenir, su ir y venir por la casa maldita digamos que se resuelve a golpe de tópico y cliché, en el cual hasta los homenajes a Lovecraft (autor cuyo relato es aquí presuntamente adaptado) no funcionan ni queriendo, por culpa de un guión nefasto, que seguramente intentaba seguir los pasos de la memorable “ReAnimator” (1985), de la que ésta es un muy pálido reflejo.
Pero, cosas de la vida, y de los videoclubes, los fans respondieron lo suficientemente bien como para que el director del artefacto, Jean Paul Ouellette, realizara una secuela en 1993, con algo más de medios pero que, curiosamente, no convenció al respetable, dando al traste con su carrera como realizador, que terminó ahí.

Prescindible a no ser que se sea un completista de las adaptaciones al cine de relatos de Lovecraft. En caso de serlo, pues, ya saben a qué atenerse.  

lunes, 23 de diciembre de 2013

ROBOT JOX

A finales de los ochenta, Charles Band estaba montado el  dólar; parecía que era el rey del mundo mundial y que podía invertir sus dinerillos en hacer películas cada vez más ambiciosas. “Robot jox” (1990) debería haber sido el colmo de los colmos, pero las cosas se torcieron de muy mala manera. Las producciones de Band, que se rodaban en Italia, se vieron afectadas por una fuerte crisis de la lira, circunstancia que afectó a la película una vez acabada. Los gastos se dispararon, la película se quedó en un cajón y, poco más tarde, la Empire Pictures de Charles Band se fue a pique. La película fue rescatada para su distribución en vídeo, pero indudablemente ese no era su espacio natural, con lo cual la inversión realizada nunca se recuperó…
Y eso que Band orquestó, por una vez en su vida, una película de gran empaque; al frente puso a un hombre de la casa, Stuart Gordon, que venía de hacer éxitos como “ReAnimator” (1985), “ReSonator” (1986) y la muy simpática “Dolls” (1987), un realizador solvente. El guión era obra de un prestigioso escritor de ciencia ficción, Joe Haldeman quien, por otra parte, no se entendió muy bien con Band. Haldeman hizo un tratamiento serio, muy preciso, mientras que Band puso al guionista Dennis Paoli, para hacer algo más desenfadado, sin tanta carga política o sociológica. Ni que decir tiene que Joe Haldeman echó pestes del resultado final. Peor para él, porque “Robot jox”, siendo como es una película producida por Charles Band, está por encima de la media habitual de la compañía, cuyos estándares cualitativos bajarían algunos enteros a partir del momento en que el productor, director y etc., etc. Fundó, desde las cenizas de la Empire, la más modesta Full Moon, dedicada a la producción de serie B directa a Vídeo.
El argumento de “Robot jox” es básicamente este: en un lejano futuro, los conflcitos se resuelven mediante el enfrentamiento de robots gigantes, que representan a los dos bloques políticos: el Mercado Común y la Confederación. Alexander, campeón de la Confederación, es un tipo sin escrúpulos, contundente a la hora de luchar, y que se halla en los momentos finales de su muy exitosa carrera como manipulador (robot jox) de robots gigantes.  Achilles, que nunca ha sido lo que se dice un campeón, y que representa los intereses del Mercado Común, se las promete muy felices, el problema es que durante el combate entre ambos colosos, el robot de Achilles cae sobre el público, matando a cientos de personas. Afectado por la tragedia, Achilles inicia un proceso de recuperación con el fin de demostrar que no es un asesino, sino la víctima propiciatoria de una oscura trama conspiratoria…
Un elemento a tener muy en cuenta en esta película son sus efectos especiales, obra del malogrado David Allen, maestro de la “stopmotion”, esto es, animación imagen por imagen, que hizo un espléndido trabajo con el escaso presupuesto que podía tener entre sus manos para hacer realidad los combates robóticos. La única pega es que, al tener poca pasta, hay pocas secuencias de lucha, con lo cual la cosa queda algo desangelada, más que nada porque la trama de conspiraciones se resuelve de forma bastante pachanguera (siendo benévolos), aunque tampoco es que su desarrollo fuera para tirar cohetes, todo hay que decirlo.
El reparto está formado por rostros habituales de la pequeña pantalla, como Gary Graham o Anne Marie Johnson, aunque para el papel del duro Alexander se escogió al veterano Paul Koslo, un rostro reconocible del cine barato de los setenta y ochenta, que trabajó ocasionalmente para Clint Eastwood en títulos como “El fuera de la ley” (1976).  
En España, la película nos llegó vía vídeo doméstico gracias al sello CB Films, que por aquel entonces estaba editando muchos títulos del catálogo Empire. Su funda de color azul, para uno que suele atesorar VHS, tiene un punto nostálgico que, ustedes me perdonaran, hace que mi corazoncito freaky se revuelva de contento.
Feliz Navidad y Próspero 2014 para todos los que tienen a bien leer este blog de cine.

“La butaca inquieta” se lo agradece de todo corazón.

David Allen (1944-1999) fue un discípulo del gran Ray Harryhausen en el arte de la animación imagen por imagen. Su prematura muerte, así como su dedicación al cine de bajo presupuesto, han hecho que su papel dentro del género no haya sido valorado con la justicia que, sin lugar a dudas, hubiera merecido. Un artista de indudable talento que vertió su arte en películas que, quizá, no se lo merecían. 


miércoles, 18 de diciembre de 2013

¡HAN LLEGADO!

En la segunda mitad de los noventa, la carrera de Charlie Sheen puede decirse que había entrado en barrena. Finalizadas las emisiones de la telecomedia "Spin city", donde sustituyó a Michael J. Fox, como consecuencia de los problemas de salud de éste, Sheen regresó a la pantalla grande, aunque no pasó de intervenir en películas cada vez de menor calado, cayendo prontamente en productos distribuidos directamente para el mercado doméstico, tal es el caso de "Post mortem" (1999), dirigida por el destajista de la serie Z, el hawaiano Albert Pyun,  un "thriller" muy, pero que muy, inspirado en el "Seven" de David Fincher, pero hecho con poco dinero y mucha desvergüenza.
De este periodo de desastradas producciones, se salva de la quema esta tan modesta como efectiva serie B, en parte por contar con la aportación, en funciones de director y guionista, de un profesional de indudable interés para el que esto suscribe, David Twohy, que poco más tarde, con "Pitch black", viviría uno de sus grandes momentos como cineasta...Aunque luego las circunstancias le llevaran a regresar a las aventuras de Riddick cuando su carrera atravesó por circunstancia un tanto azarosas.
Rodada en plena vorágine de películas sobre invasiones alienígenas (eran los días de "Independence day" y "Mars attacks", y la serie "Expediente X" estaba en lo más alto de los índices de audiencia), "!Han llegado¡" se estrenó en plena temporada veraniega, cuando se estrenan grandes macroproducciones hollywoodienses de aparatosa factura técnica y artística, así como morralla de alto nivel. Yo la pude ver en un cine semivacío, con el aire acondicionado bien ajustaíco. Y me lo pasé pipa con ella. Desde ese día que al Sr. Twohy le tengo en la más alta simpatía, y resulta triste comprobar como el Hollywood actual no sabe cómo aprovechar su talento, teniendo que perderse en un "Riddick" (2013) que, sin ser un pestiño, está muy lejos de lo que realmente uno espera de él.
Zane Zaminsky es un radio-astrónomo que logra estabalecer los parámetros de un ruido cósmico que consigue captar en su tarea en una estación astronómica. Su jefe, en lugar de darle facilidades, básicamente lo que hace es pasar de él y darle la patadita con bastantes malos modos, lo que hace que el intrépido mcuhachote decida desenmascarar la naturaleza, cien por cien conspirativa, del asunto...
Película de ritmo rápido y entretenidísima, "!Han llegado¡" es un ejemplo de las habilidades de si director, que juguetea con el suspense de forma muy hitchcockiana, convirtiendo la cinta en un relato de ciencia ficción conspiranoica de lo más disfrutable.
Entre los intérpretes destacar al malogrado Ron Silver como un modélico villano y a una Teri Polo con el cabello corto y poniendo de los nervios al más pintado con sus contoneos de "femme fatale"...Aunque más parece una actriz porno, por lo que no es de extrañar que a Sheen los ojos le hagan chispas cada vez que la ve. Menudo es el tío.
Por último indicar que existe una secuela, de nivel no ya inferior, sino directamente cavernario, por obra de un habitual de la serie B videoclubera, Kevin Tenney, responsable de aquella joyita de la mugre ochentera que fue "Night of the demons" (1987), que cualquier día de éstos cae por aquí, dada su condición de perla negra del terror más chusquero.

Un Charlie Sheen muy anterior a su recuperación profesional con "Dos hombres y medio" y antes de caer de nuevo en los desfases del alcohol y el desenfreno. "¡Han llegado" queda como una de sus más relevantes interpretaciones en una segunda mitad de los noventa para olvidar...

lunes, 16 de diciembre de 2013

THE NIGHT FLYER

Producción realizada directamente para ser distribuida por canales de pago en los USA, "The night flyer" (1997) es una de esas películas que, sin ser nada del otro Jueves, sin pretender ser rompedores o pretenciosos, acaban por resultar simpáticos por su falta de pretensiones, que la convierten en una serie B que, merced a cierta ideas visuales, como un desenlace con secuencias filmadas en blanco y negro, o la fotografía tenebrista de David Connell, merece mayor atención de la que recibió en su día, o que se la despache como un vulgar "directo a vídeo" más, porque los tiros no van por ahí. En este caso el hacedor del asunto, Mark Pavia, se reveló como un realizador que prometía dar días de gloria al género...Aunque finalmente su nombre haya caído en el más injusto de los olvidos.
Richard Dees es un reportero de sucesos que las ha visto de todos los colores, y que se toma su profesión de manera muy pragmática, con escasa empatía por las gentes a las que trata, por no decir que sus artículos están cargados de sensacionalismo barato, aunque a él eso le dé arcadas, pero como le pagan por ello, pues se recrea de lo lindo. Una serie de brutales asesinatos, cuyo nexo de unión es que se producen en aeródromos, le ponen sobre la pista de los que parece ser un asesino en serie que aprovecha sus conocimientos de vuelo para cometer sus crímenes y salir pitando del lugar como quien no quiere la cosa. La realidad es que la naturaleza del asesino está más allá de lo que Dees está dispuesto a aceptar, poniéndole en un punto donde sus creencias personales y profesionales se verán transformadas para siempre. Una joven periodista, que aún mantiene la ilusión y el idealismo de su profesión, será también partícipe de unos acontecimientos tan sorprendentes como aterradores...
Basada en un relato corto de Stephen King, "The night flyer" está producida por Richard P. Rubinstein, otrora socio de George A. Romero en algunos de sus títulos más remarcables, caso de las magníficas "Creepshow" (1982) o "El día de los muertos" (1985). Rubinstein confió el proyecto a un cineasta novel, Mark Pavia, que ciertamente no creo que defraudara sus expectativas, porque su labor está por encima de la media, filmando una cinta que, si bien es un producto televisivo, no desmerecería de una serie B ochentera, gracias al desparpajo de su director, apoyado en la ya citada iluminación de claroscuros de David Connell, los efectos especiales de maquillaje de los imprescindibles Kurtzman, Nicotero y Berger y el trabajo interpretativo de Miguel Ferrer, intérprete de larga trayectoria en cine y TV. Hijo del gran José Ferrer (y primo de George Clooney), Miguel Ferrer otorga a la película una interpretación llena de matices y muy lograda, por encima de las prestaciones de su compañera de reparto, Julie Entwisle, que no termina de resultar convincente como periodista novata, aunque se esfuerza por resultar convincente, por otra parte. 
"The night flyer", dentro de sus limitaciones, propias de un producto rodado para el medio televisivo, acaba resultando más efectivo que alguna que otra película estrenada en cines a bombo y platillo. Lástima que su director no pudiera tener la oportunidad de proseguir con una trayectoria fílmica que parecía destinada a ser modélica, pero que se quedó en agua de borrajas, más por avatares de la industria hollywoodiense que no por incapacidad de Mark Pavia, que a la vista está que poseía cualidades más que sobradas.  

Mark Pavia, en un momento de la filmación de "The night flier" (1997), película que hizo que hasta la revista "Fangoria" viniera a situarle como una de las grandes esperanzas del género de terror para la primera década del siglo XXI...Aunque luego las expectativas no se cumplieron. Lamentablemente.

domingo, 15 de diciembre de 2013

PACIFIC RIM

Tras irse a pique su intento de adaptar a la gran pantalla la novela "En las montañas de la locura", de Lovecraft, uno de sus referentes, el mexicano Guillermo Del Toro, que ya venía escaldado tras haber abandonado el rodaje de "El hobbitt" sin ni tan siquiera haber rodado un fotograma, obtuvo luz verde para hacerse cargo de una superproducción que, si bien puede considerarse que no es del todo un proyecto personal, como si lo era en el caso de  "En las montañas de la locura", sí puede decirse que le permite asentarse de forma definitiva en Hollywood, tanto es así que la Warner pronto le ha encomendado que se haga cargo de algunos superhéroes de la DC, con el fin de espabilarse de una puñetera vez y no dejarse adelantar por la Marvel, que de momento los adelanta de forma más que brutal.
A mí "Pacific rim" me recuerda aquella entrañable cinta de robots gigantes, "Robot jox" (1990), dirigida por mi siempre reverenciado Stuart Gordon. Aquella cinta, netamente de serie B, pero "con posibles", tuvo la mala suerte de coincidir con una crisis financiera galopante en Italia, país donde su productor, Charles Band, radicaba su actividad cinematográfica. La cinta permaneció dos años en el dique seco, antes de ser adquirida por otra compañía, que la distribuyó directamente al mercado de vídeo, donde tuvo su huequecito, no hay que negarlo, pero se quedó muy lejos del impacto que hubiera tenido de haberse estrenado en pantalla grande, como estaba previsto de manera inicial.
Por aquellas casualidades de la vida, las primeras noticias en prensa sobre la película de Guillermo Del Toro, indicaban que la cosa iba a ser una repetición de lo ocurrido con "Robot jox" más de veinte años antes. Los comentarios eran que la Warner no las tenía todas consigo, quer se presagiaba un fiasco monumental...Pero una vez vista, hay que dejar las cosas claras: estamos ante una película de indudable calidad, que Del Toro resuelve con su estimulante imaginería visual. No fue un fracaso monumental, como algunos agoreros pretendieron vaticinar a los cuatro vientos, y aunque tampoco arrasó en taquilla, no perdió dinero, algo que en Hollywood suelen tener siempre en consideración.
¿Defectos?. Pues su ñoñería; cuando Del Toro se pone a jugar a Spielberg le pierde un sentimentalismo que puede ser atroz. Nunca he entendido ese interés por el mundo infantil; en ocasiones, como en el caso del "Laberinto del fauno" (2008), la cosa funciona sobre ruedas, pero en productos que no ha dirigido, pero sí supervisado muy de cerca, caso de "No tengas miedo a la oscuridad" (2010), dan como resultado auténticos desmanes en forma de largometraje. En este caso, con el rollo de la pobre japonesa huérfana, toma un cáriz de dimensiones míticas, por mucho que un inmenso Idris Elba otorgue carta de nobleza a su personaje, un militar decidido a cumplir con su deber.
Una película entretenida, espectacular y para nada aburrida, pero que dista muy mucho de lo que uno puede esperar de su director.
Por cierto, sale Santiago Segura.
No hace falta decir nada más...

Imagen promocional de "Pacific rim", de izquierda a derecha, Idris Elba, Charlie Hunnam y Rinko Kikuchi. Los tres encabezan el reparto de esta espectacular historia de monstruos en plan "Mazinger Z", aunque uno prefiera compararla con la simpática "Robot jox" (1990), filme dirigido por Stuart Gordon que, dentro de su modestia, destacaba por unos efectos especiales harto apañados, además de artesanales.

sábado, 14 de diciembre de 2013

LA CABAÑA EN EL BOSQUE

Los azares de la distribución de cine en tierras españolas han hecho que una película del calibre de "La cabaña en el bosque" (2012) haya llegado con casi dos años de retraso, y cuando ya ha sido pasto del descargue digital, que de hecho es la manera en cómo yo la descubrí primero, este verano, cuando faltaban pocos días para saberse que el filme se estrenaría finalmente en cine en Noviembre, en un par de salas de todo (TODO) el país, previo a su posterior paso a DVD.
Convertida en objeto de culto inmediatamente después de su estreno en los USA, "La cabaña en el bosque" vendría a ser una especie de homenaje a los elementos más reconocibles del cine de terror, mediante un argumento que maneja con portentosa habilidad los resortes del género, sus tópicos más manidos, desenbocando en un desenlace del todo sorprendente, que culmina con un homenaje directo a cierto escritor muy habitual por este blog. A partir de un guión escrito por Joss Whedon y el propio director, aquí debutante, Drew Goddard, hasta ahora guionista procedente de la escudería de J.J. Abrams, la película es una sensacional montaña rusa, de ritmo endiablado, que va dando piruetas y más piruetas hasta el ya citado final, que redondea por completo un trabajo en el cual, en términos taurinos, Goddard realiza una "faena" de notable categoría, casi de maestro.
Y quizá es ahí donde radica su principal talón de Aquiles; al ser tan absolutamente redonda, al poseer un mecanismo de relojería tan preciso y ejecutado con tanta inteligencia y virtuosismo, es muy probable que más de un espectador pueda sentirse engañado, estafado, creyendo que "La cabaña en el bosque" es una película que no se toma en serio el género. Pero eso, amigas y amigos míos, es una solemne estupidez, en tanto en cuanto hablamos de una obra que lo que busca, y al final logra encontrar de forma muy eficaz e inteligente, son nuevas rutas, abrir una nueva página para que corra el aire entre tanto "remake" insustancial y tanta sobreexplotación zombífica en plan "light".
¿Significa eso que "La cabaña en el bosque" es el futuro del cine de terror? Muy probablemente no. Sencillamente en un ejercicio de ejecución digno de admiración y devoción.
Ahí queda eso.

Una imagen de la extraordinaria "La cabaña en el bosque", película que supone el debut como director del hasta ahora guionista Drew Goddard, responsable de los guiones de filigranas como "Monstruoso" o futilidades como "Guerra mundial Z"

lunes, 9 de diciembre de 2013

EL DIA DE LOS MUERTOS

Considerada por algunos fans como la peor, "El día de los muertos" (1985) es una más que digna continuadora de la saga iniciada en 1968 con la canónica "La noche de los muertos vivientes", y que George A. Romero completaría en 2006 con "La tierra de los muertos vivientes", cuarta entrega que tampoco recibiría bendiciones precisamente por parte de los seguidores más acérrimos, que muy probablemente tengan en un altar la segunda entrega de la saga, "Zombi" (1979), que hay que considerar la más redonda de todas, incluso de la primera, que conserva su prestigio más que nada por ser la primera, y tener estátus de culto. Ojo, no inmerecido, pero ya un tanto cansino.
"El día de los muertos" adolece de tener unas interpretaciones realmente poco convincentes; Lori Cardille no es muy expresiva que digamos, pero tampoco es que el resto del reparto acabe por dotar de convicción a sus personajes. Ahora bien, a pesar de ello, George A. Romero logró mantenerse fiel a su estilo, proporcionando una película muy satisfactoria a nivel técnico, con escenas de acción medianamente bien resueltas e ideas, como la del zombie "domesticado", que si bien repatearon las tripas a más de un fan, creo que son plenamente coherentes con el espíritu y las intenciones del realizador estadounidense.
La película se rodó en Florida, con objeto de ahorrar costes, en un momento en el cual Romero aún mantenía cierto grado de independencia como cineasta. Posteriormente, a primeros de los noventa, filmaría "La mitad oscura" (1991), adaptación de un libro de su buen amigo, Stephen King, en el seno de un estudio de grado medio, Orion Pictures. La intención era rodar con ellos la cuarta parte, ya planificada, pero la compañía quebró y el proyecto pasó por las manos de diversas productoras antes de que la Universal, en 2006, diera luz verde definitiva al proyecto. La experiencia no debió ser del todo satisfactoria, pues desde entonces Romero ha vuelto a apartarse de las grandes productoras, volviendo al redil de la independencia en sus siguientes películas como director. Recientemente incluso ha llegado a rechazar la posibilidad de filmar un episodio de la afamada teleserie "The walking dead" aduciendo no tanto hastío del tema zombie como su rechazo a que el subgénero se haya convertido en mercancía de amplio consumo para las audiencias, algo que no acaba de compartir, aún siendo una de las almas inspiradoras de la concepción moderna del muerto viviente en el cine.
A modo de advertencia indicar que existe una película titulada "El día de los muertos vivientes 2: contagium" (2006), película rodada con escasos medios, tanto presupuestarios como de talento alguno tras las cámaras. Filmada mediante vídeo digital, "El día de los muertos vivientes 2: contagium" (2006) es un tan oportunista como impresentable producto de cine de terror hecho con la desvergüenza de quien no tiene respeto alguno por el género ni por sus espectadores, quedando como un bodrio sin ningún atractivo, ni estético ni argumental, que merezca la pena resaltar. Más bien lo que hay que lamentar es que sus dos (ir)responsables, James Dudelson y Ana Clavell, obtuvieran el crédito suficiente como para atreverse a acometer semejante atropello, al que siguió un "Creepshow 3" (2006) que era, de forma definitoria, un insulto directo al simpático "Creepshow" que George A. Romero filmó en 1982...

sábado, 7 de diciembre de 2013

SCREAM, VIGILA QUIEN LLAMA

Con "Scream", Wes Craven recuperó las riendas de una carrera que tras el fracaso de "La nueva pesadilla" (1994), su intento por cerrar el círculo a lo largo de la figura de su amado-odiado Freddy Krueger, parecía condenada a los abismos insondables del subproducto o del telefilme de segunda. Buena parte de la culpa la tuvo un guión de Kevin Williamson que Craven, acotumbrado a escribir sus propios guiones, accedió a rodar sin hacer mayores apreciaciones que las de tener la oportunidad de ponerlo en imágenes. Y seguramente ahí radica su principal atractivo: que siendo un filme cien por cien craveniano, el director de "Shocker" lo adaptó a sus modos y maneras, sin añadirle ni quitarle nada, porque de haberlo hecho muy probablemente estaríamos hablando de otra película muy diferente, que con toda seguridad no habría dado tantos dividendos a la compañía productora, Miramax Films, que a través de su filial de cine de género, Dimension, financió la película, aún a pesar de las reticencias de los hermanos Weinstein, quienes nunca estuvieron del todo convencidos de la capacidad de Craven para hacer un éxito comercial.
El rodaje no fue un paseo para Craven, que tuvo que aguantar las mil y una de los Weinstein, quienes irrumpieron como elefantes en una cacharrería. El éxito de la película propició que las aguas volvieran a su cauce, de tal forma que pudo trabajarse en las otras dos secuelas de manera harto placentera, pero siempre quedó el resquemor entre ambas partes, el cual volvió a florecer como consecuencia de "La maldición", una cinta de hombres lobo adolescentes con Christina Ricci, que padeció toda clase de desmanes por parte de los tremendos Weinstein, que remontaron la película a su manera.
Pero volviendo a "Scream", debe decirse que es una película que funciona más bien por su guión, que recicla con sumo ingenio los clichés del cine de terror adolescente, dándoles la vuelta y ofreciéndolos como si de una gran novedad se tratara. Su ya clásico prólogo, con Drew Barrymore siendo acosada por el asesino, primero telefónicamente, luego ya de manera presencial, ha quedado ya como una de las grandes piezas del género, poniendo de manifiesto el grado de implicación de su director, que se tomó la realización con inusitada energía, desconocida en él hasta la fecha.
El binomio Williamson-Craven repitió la jugada en una segunda parte que, como veremos, lleva hasta lo inverosímil la trama, superando con creces las, ya de por sí, enloquecidas vueltas de tuerca de su predecesora. Este hecho afectó sin duda a una tercera entrega que, aún siendo la más redonda de todas, al no contar con la presencia de Williamson al guión, fue recibida de forma impresentable por gran parte de la parroquia de entusiastas de la franquicia. El retorno de Williamson se produciría en la cuarta, pero dicha entrega se hizo más de cara a la galería, sin que ninguno de sus implicados creyera realmente en lo que estaban haciendo.

Basado en el cuadro "El grito" de Edward Munch, la máscara del asesino de "Scream" se ha convertido en toda una marca de fábrica, no ya d ela franquicia, sino directamente de lo que es Halloween. Lo que pocos saben es que los Weinstein estuvieron a un paso de cargarse uno de los símbolos de la saga, pues no confiaban en absoluto en sus posibilidades. Las presiones de Cathy Konrad, productora del filme, evitaron que se sustituyera por otra, mucho menos efectiva. Konrad se mantuvo en su puesto en la segunda entrega, pero acabó harta de los Weinstein y de sus injerencias retirándose de la franquicia

martes, 3 de diciembre de 2013

SHOCKER, 10000 VOLTIOS DE TERROR

Es muy probable que el hecho de abandonar una franquicia tan lucrativa como la de "Pesadilla en Elm Street" pesara como una enorme losa sobre la conciencia de su creador, Wes Craven, que se pasó casi diez años intentando mantener posiciones dentro del género de terror, más mal que bien, antes de recuperar la mayor parte de su crédito profesional con "Scream, vigila quién llama" (1997), aún a costa de comprometerse a estar ligado a ella en dos secuelas sucesivas y una rodada casi tres lustros después, cuando su estrella volvió a estar más que mustia. Esto se hace evidente con la película que hoy les comento, "Shocker" (1989), la cual se rodó con la clara intención de crear un concepto que hiciera sombra al pérfido de Freddy Krueger.
El villano de la función es Horace Pincker, un psicópata de tomo y lomo que vuelve a la vida a través de la red eléctrica, cargándose, como es menester, a todo adolescente un poco salido de madre que pille por casa o saliendo del instituto. Suerte que un muchacho valiente y decidido (interpretado por Peter Berg, que luego tuvo algún momento de gloria gracias a "La última seducción" o "Very bad things", película que, de paso, sirivió para que iniciara una, por lo demás, anodina carrera como director cien por cien comercial, con títulos tan señeros como "Battleship" como portaestandarte), cuyo padre (el reputado Michael Murphy, con cara de no saber qué hace por una peli de terror) tiene mucho que ver en las maneras de actuar del ejecutado resucitado, encarnado por Mitch Pileggi, segundón televisivo que, como consecuencia del fiasco de la cinta, siguió de segundón antes de hacerse cargo del papel de Skinner en la teleserie "Expediente X" y ganar cierto relieve en su actividad, que ha vuelto a centrarse en la caja tonta.
Peter Berg en una escena de "Shocker, 10000 voltios de terror" película en la que hizo su primer papel destacado en cine. Posteriormente también iniciaría una paralela actividad como realizador, aunque en primera instancia fue una figura más o menos remarcable del cine independiente con "Very bad things", pasaría a un cine más comercial con productos como "Battleship", aunque cabe citar su papel como responsable creativo de la serie de TV "Friday night lights"
"Shocker" no logró su objetivo; ni funcionó en taquilla y, ni mucho menos pudo hacerle sombra a Freddy, que ya se bastó el solito para irse al garete con una cuarta entrega que era el preludio del fin. Craven quiso pasarse a un cine de terror de tintes sociales con "El sótano del miedo" (1991), pero ni por ésas. Su futuro pasaba por resucitar el cine de terror adolescente, mal que le pesara, pero eso ya será motivo de otro articulito de "La butaca inquieta"...
Imagen promocional de Wes Craven durante los días previos al estreno de la cuarta, y bien poco remarcable, cuarta entrega de la franquicia que, a pesar suyo, logró resituarle de nuevo como director de cine de terror y suspense, etiqueta por la que siempre ha mantenido una curiosa relación de amor-odio, a pesar de que es la que le ha permitido estar en el candelero, por mucho que luego reniegue como un condenado...Incluso haciendo una película con Meryl Streep. Pero no coló.

domingo, 1 de diciembre de 2013

WISHMASTER

Wes Craven ejerce funciones de productor ejecutivo en esta película de terror de bajo presupuesto que pretende ser un guiño a ciertos elementos y rostros del género de terror de los ochenta. Así, a lo largo de su hora y media de metraje, podemos encontranos con los caretos de gente como Robert Englund, Ted Raimi, Angus Scrimm, Kane Hodder o de Chris Lemmon, hijo del gran Jack, actor de trayectoria más bien olvidable pero que incursionó en el cine de terror de manera tangencial en diversos títulos. El fan más acérrimo sabrá encontrarle el punto a esta película que pretende reivindicar las esencias de la serie B videoclubera, pero sin nostalgias, simplemente disfrutando con la labor de reciclarlas como es debido.
Como villano de la función tenemos a Andrew Divoff, actor de rostro pétreo y siniestro, con amplia actividad tanto en la gran como en la pequeña pantalla, tanto en producciones de gran calado como en baratijas. Divoff, mediante su presencia física, así como su rostro de malvado de tebeo, realiza una composición a todas luces remarcable, que el propio actor no tuvo reparos en repetir, punto por punto, en la posterior "Faust" (2000), a las órdenes de Brian Yuzna. La protagonista, Tammy Lauren es otra habitual de la caja tonta, a la que se ha podido ver en cosas como "Walker Texas Ranger", junto al rompemandíbulas Chuck Norris. Dirige el cotarro Robert Kurtzman, reputado experto en maquillajes, quien junto a Howard Berger y Greg Nicotero fundó la KNB, compañía que ha venido desarrollando una larguísima labor dentro del cine Fantástico y de Terror. Interesado desde siempre en dirigir, Kurtzman abandonó el terceto poco más tarde de filmar esta cinta, iniciando una actividad como cineasta que no ha pasado de discreta, sin ofrecer títulos tan medianamente redondos como este "Wishmaster" que, por otro lado, generó tres secuelas francamente olvidables, aún cuando la segunda de ellas estuviera dirigida por un Jack Sholder en horas muy, pero que muy, bajas, casi arrastradas, lejos de los años dorados de "Hidden" (1988), y a un paso de filmar ese pestiño que es "Arachnid", sí, lo han adivinado, para Brian Yuzna.

Robert Englund (derecha) es uno de los rostros conocidos del cine de terror que realizan intervenciones más o menos breves en "Wishmaster", toda una declaración de amor al cine de terror de los ochentas en el fondo y en la forma.

DAGON, LA SECTA DEL MAR

La "Fantastic factory" fue un invento que, visto desde la distancia que da el tiempo, dio unos resultados, a nivel artístico, un tanto limitadillos, pero que técnicamente sirvió para otorgar la primera oportunidad a dos realizadores que posteriormente harían un papel muy destacado en el género, Jaume Balagueró y Paco Plaza. El problema del invento era que Brian Yuzna, cerebro del asunto, era un hombre bregado en el cine de serie B, por lo que sus producciones solían tener una carrera comercial adscrita al contexto de los videoclubes, al menos a nivel internacional, por lo que creo que prácticamente ninguna de las películas surgidas de la Fantastic contó con una distribución de cines, excepto en España, donde sí pasaron todas por pantalla grande, hasta adefesios del calibre de la nefasta "Rottweiller" (2005, película que señaló el principio del fin de la iniciativa, en tanto en cuanto el mandamás de Filmax, Julio Fernández, se mosqueó por lo que consideraba unos reusltados artísticos que no eran los esperados de antemano. Balagueró y Plaza sí habían logrado hacerse un hueco en el exterior, con todos los honores, mientras que Yuzna no pasaba de ser un artesano del bajo presupuesto, al que Fernández dio puerta tan pronto tuvo la oportunidad.

Imagen de "Dagon, la secta del mar", un acercamiento irregular pero no del todo desdeñable a un relato de Lovecraft.
"Dagon, la secta del mar" venía a ser la reunión de dos hombres que habían tenido un papel esencial en una de las obras maestras del género en los ochenta, "ReAnimator" (1985). Yuzna le ofreció a Gordon la posibilidad de filmar en España una nueva adaptación de la prosa lovecraftiana. Ni que decir tiene que los resultados no llegaron ni a la suela del zapato de la magistral pieza ochentera, pero tampoco hay que hacerle ascos a una película que, dentro de sus limitaciones, posee una dignidad y una modestia que la sitúan muy por encima de otros títulos de la firma, caso especialmente de la sangrante "Arachnid", donde otro veterano maestro del bajo presupuesto, Jack Sholder cavó su tumba a conciencia.

Una debutante Macarena Gómez, tiene una breve pero remarcable intervención en esta película.
 Junto a su compinche habitual en tareas de guión, Dennis Paoli, Stuart Gordon realizó una más que solvente cinta de terror, que toma como punto de partida el relato original de Lovecraft, mezclándolo con elementos extraídos de otro cuento breve del maestro de Providence "El horror de Dunwuich", pero resituándolo geográficamente de Nueva Inglaterra a las costas gallegas, arropado por la estupenda fotografía de Carlos Suárez y la interpretación, última de su carrera, de Francisco Rabal.
En este aspecto, el de las interpretaciones, es donde radica el punto débil de la película, pues la pareja protagonista, Ezra Godden y Raquel Meroño, no dan la talla necesaria en los momentos clave de la cinta, que sube muchos enteros gracias a la prestación de un Rabal que se deja la piel (tanto a nivel profesional como en el caso de su personaje, que muere despellejado) en cada una de sus intervenciones. En el tramo final puede verse brevemente a la luego televisivamente popular Macarena Gómez, con sus enormes ojos dominando la escena inquietantemente.
Una película irregular, pero francamente entretenida. 

sábado, 30 de noviembre de 2013

FORTALEZA INFERNAL

Stuart Gordon es un director por el que siento un especial aprecio, no ya por ser el director de "ReAnimator" (1985), una de las joyas del cine de terror de los ochenta, o de "Dolls" (1986), otra muestra de su indudable maestría tanto en el Fantástico como en la serie B, si no por ser el responsable de cosas del calibre de esta "Fortaleza infernal" (1992), vehículo hecho para el lucimiento de un actor, el francés Christopher Lambert, cuya cara de besugo siempre me ha causado desagrado, por mucho que en su día, como algunos de mi generación, flipáramos en colores con "Los inmortales" (1986), aunque a mí siempre me resultó más simpático el personaje de Sean Connery, por el estilo guasón que le otorgó el intérprete escocés, que se comía con patatas a un gabacho que, aparte de hacer de Tarzán en una adaptación que, vista hoy, resulta soporífera, entraba en la década de los noventa con sus niveles de popularidad ya muy tocados, siendo esta película, uno de sus últimos títulos de éxito, para luego iniciar un claro declive, que le llevaría a mantener viva la llama de "Los inmortales" en varias secuelas infumables, aunque también tuvo tiempo para hacer un par de "thrillers" medianamente pasables: "Jaque al asesino" (1993), en la que actuó junto a su santa esposa, Diane Lane, y "Resurrección" (1998), un entretenido pastiche de "Seven" que acaba por ser simpático dentro de su condición de derivado.
Rodada en Australia, "Fortaleza infernal" nos pone en la piel de un militar, Brennick, que junto a su esposa están decididos a huir de un Estados Unidos futurista como consecuencia de la política del régimen fascistoide que prohíbe los embarazos. La pareja, que andan esperando un hijo, son pillados en la frontera y Brennick es trasladado a un penal de máxima seguridad, dirigido por un sádico (Kurtwood Smith), que hará la vida imposible al pobre Brennick, quien no tardará en organizar una fuga junto a otros presos, con el fin de rescatar a su esposa, que se halla en manos del citado alcaide, que además de sádico es un pervertido del copón.

Christopher Lambert, un francés en Hollywood, con su habitual gesto de sufriente ante las amenazas del perverso Kurtwood Smith
Debo reconocer que, en su día, cuando se estrenó en cines, no vi esta película, que rescaté posteriormente en DVD en mi proveedor oficial. Me dejé arrastrar por algunas malas críticas y terminé por dejarla pasar. Craso error, por fortuna ya subsanado, pues estamos ante una película que, dentro de sus limitaciones (estamos ante una baratija, de presupuesto holgado pero baratija al fin y al cabo) es entretenida y disfrutable al cien por cien. Gordon, cuyo gusto por la ciencia ficción chusquera se vería reforzado con aquella muy digna gema del género que es "Space truckers" (1996), dota a la cinta de un estilo de cómic muy deudor de los tebeos de ciencia ficción ochenteros, tipo "1984", "Metal Hurlant" o similares, lo que mezclado con las típicas escenas de cine carcelario (los presos "broncas" que provocan al abnegado protagonista, los compañeros de celda, que primero desconfán y luego casi besan el suelo por donde pasa el protagonista...) hacen de ella un pasatiempo francamente recomendable, siempre y cuando se la miren sin prejuicios y sean capaces de tolerar a Lambert, actor que por regla general puede resultar harto cargante cuando se pone en plan sufriente, y aquí se pone las botas. A lo bestia.
Siete años después el neozelandés Geoff Murphy realizaría una secuela...Mala hasta decir basta.

Christopher Lambert junto a la bella Loryn Locklin, actriz hoy  en día dedicada de pleno a la pequeña pantalla, en una imagen promocional de "Fortaleza infernal" (1992) una muy reivindicable cinta de ciencia ficción hecha por un director que quizá merece mayor grado de consideración crítica.

martes, 19 de noviembre de 2013

EL HORROR SEGÚN LOVECRAFT

La editorial Siruela, dentro de su colección Nuevos Tiempos, ha editado un estupendo volumen que recopila quince relatos de otros tantos escritores con un elemento en común, ser los preferidos del gran HP Lovecraft, quien cierra el libro, y que conforman el "corpus" de lecturas predilectas del escritor estadounidense, a los que dedicó amplios comentarios en su libro "El horror en la literatura", ensayo recopilado, póstumamente, en 1939, aunque anteriormente, entre 1933 y 1935, el propio escritor logró colocar extractos en muy diversas publicaciones.
Dado que en vida el desdichado Lovecraft no se comió un colín, literariamente hablando, su papel como antólog no fue tenido en cuenta. Fallecido en 1937, fue su albacea e incorruptible protector de su legado, August Derleth, el encargado de velar por la publicación de la obra lovecraftiana, finalizando personalmente todos aquellos relatos que el autor de "En las montañas de la locura" había dejado inconclusos.
"El horror según Lovecraft" compendia una serie de relatos que son, sin lugar a dudas, de lo mejor nunca escrito dentro del género terrorífico. Autores como Arthur Machen o Lord Dunsany, esenciales en el propio estilo lovecraftiano, así como F. Marion Crawford, con su obra maestra, "La litera de arriba", tienen un espacio privilegiado, pero tampoco hay que olvidarse de Clark Ashton Smith, amigo personal de Lovecraft y un escritor que creo que merece cierto grado de reivindicación, pues posee obras de gran categoría, como el ciclo de "Zothique", o el "Quién sabe? de Guy De Maupassant, un imprescindible relato de fantasmas.
Como ya he indicado anteriormente, Lovecraft cierra el volumen con "El testimonio de Randolph Carter", primera de las entregas de una serie de historias protagonizadas por el citado Carter, trasunto aventurero y "echado para adelante" de una persona que no poseía ninguna de ambas cualidades, aunque como escritor sí que fue uno de los grandes en su género...Por más que tuvo que serlo pasados varios lustros de su muerte.
Por último indicar que se trata de la última edición de uno de los volúmenes más reeditados por Siruela, y de la cual existe una edición de bolsilllo, editada en tapa dura y dividida en dos partes. La presente ha sido editada de forma unitaria y en una versión que, desde la perspectiva económica, resulta más aceptable para el bolsillo que la anterior, por muy de bolsillo que sea.

Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) figura capital de la literatura fantástica y de terror, por más que en vida pasó por periodos de estrechez económica, que le obligaron en ocasiones a trabajar de "negro" para escritores bien poco talentosos con la pluma o la máquina de escribir.


lunes, 18 de noviembre de 2013

SERVICIO COMPLETO

Realizado a partir de las entrevistas que el escritor Lionel Friedberg realizó a Scotty Bowers, el volumen es el retrato directo, descarnado, de primera mano de uno de los personajes más singulares de la historia de Hollywood. Scotty Bowers era ni más ni menos que el responsable de proporcionar desahogo sexual a la mayor parte de d elas grandes estrellas del Hollywood clásico. A lo largo de casi cinco décadas de actividad initerrumpida, Bowers trabajó para gente como Cary Grant, Randoplh Scott, Katherine Hepburn, Tyrone Power, Charles Laughton, Spencer Tracy, Rock Hudson o Anthony Perkins, entre los más conocidos, aunque su "descubridor" fue el venerable Walter Pidgeon, que se lo "ligó" en la gasolinera donde trabajaba Bowers tras licenciarse del ejército.
El volumen no escatima episodios que van de lo escandaloso a lo escabroso; uno, tras terminar el libro, puede creer o no todo lo que dice Bowers con respecto a sus peripecias con toda esta pléyade de intérpretes inolvidables. Para intelectuales como Gore Vidal, lo que explica Bowers es verdad, en tanto en cuanto los actores suelen ser poco dados a contar verdades sobre su vida. Cada uno puede ser libre de creerle o no. Algunos episodios resultan ciertamente difíciles de tomarse en serio, pero es indudable que Bowers, que a sus noventa años posee una memoria casi fotográfica, fue el testimonio principal de las intentonas de un ya muy decadente Errol Flynn para mantener intacta su fama como semental imparable, aunque la realidad, al menos en aquellos días era bien distinta. O de las peculiares aficiones culinarias de Charles Laughton; pasando por el tiquismiquis de Montgomery Clift, que nunca se mostraba del todo satisfecho con la gente que Bowers le traía a su casa para pasar un rato más que agradable. O la conducta, casi suicida, de Rock Hudson, que pasó de un matrimonio de conveniencia preparado por la universal con otra aspirante a actriz (lesbiana), a salir a la búsqueda de amantes de la peor calaña en los peores barrios de Los Ángeles. Todas las estrellas tienen su cara oculta, y Bowers fue confidente y testigo autorizado de una época ya del todo perdida. No llega a los niveles de "Hollywood babilonia", la inolvidable recopilación de escándalos y barbaridades que Kenneth Anger convirtió en biblia para el aficionado más desprejuiciado, pero es una obra francamente curiosa y divertida de leer. Pero ya les digo, considerar algunas de sus revelaciones como verdaderas ya depende de cada lector. No recomendada para lectores fácilmente escandalizables ni mitómanos irredentos, porque pueden llevarse más de un chasco con algunos de sus ídolos.

Imagen de Scotty Bowers recién licenciado del ejército, en 1946, tras servir en el Pacífico y poco antes de empezar a trabajar en una gasolinera de Los Ángeles. Su proverbial encuentro con el actor Walter Pidgeon, que se lo "ligó", fue el comienzo de una exitosa carrera como experto en montar juergas para las grandes estrellas de Hollywood de los años cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta y ochenta.

Para finalizar, una imagen actual de Scotty Bowers, efectuada pocos meses después del lanzamiento del libro en los Estados Unidos. Acaba de cumplir noventa años y es historia viva, de la cara oculta de la Meca del Cine.


domingo, 17 de noviembre de 2013

EL GATO DE LAS 9 COLAS

Franco Arno es un hombre, ciego de nacimiento, que vive junto a su sobrina, una simpática niña de unos ocho años llamada Lori. Un día, mientras van de regreso a casa tras un día de paseo, escuchan por casualidad una conversación entre un par de sujetos que parecen estar vinculados a un chantaje. Poco más tarde uno de ellos es aseinado en una estación de tren, en lo que en un primer momento se considera un suicidio pero que pronto se revela como un asesinato en toda regla, gracias a la fotografía realizada por un reportero gráfico, amigo de un periodista, Carlo Giordani, que poco más tarde aparece también asesinado. Giordani, ayudado por Arno, iniciarán una investigación en la que se mezclan el espionaje industrial y un estudio sobre la psique criminal, que se realiza en una clínica especializada en estudios genéticos...
Segundo largometraje de Dario Argento tras "El pájaro de las plumas de cristal" (1969), "El gato de las 9 colas" es otra aportación de su director al género "giallo" o cine de suspense cien por cien italiano, que el director de "Suspiria" (1977) ayudó a remodelar, siguiendo los parámetros fundacionales de Mario Bava, responsable del nacimiento del género merced a la fundacional "Seis mujeres para el asesino" (1964).
 "El gato de las 9 colas" es un buen filme de este estilo, aunque se hace evidente que Argento estaba ya buscando elementos diferenciadores, en tanto en cuanto este tipo de películas se habían puesto de moda de forma casi expansiva, por lo que se hacía necesario dotarlas de aspectos diferenciadores, algo que Argento comprendió, estableciendo con la sensacional "Rojo oscuro" (1975), unos parámetros propios plenamente diferenciadores que, junto a la ya citada "Suspiria", llegarían a su máximo esplendor en cuanto a puesta en escena. De hecho puede decirse que, tras "Phenomena" (1985) el mismo Argento pareció entregarse al autoplagio, iniciando un cierto declive que, pese a todo, le ha permitido seguir activo, aunque sea haciendo cosas tan innecesarias como una nueva versión de Drácula, en 3 dimensiones, sí, pero del todo desdeñable.
Volviendo a  "El gato de las 9 colas", en el reparto destaca la presencia del siempre sólido Karl Malden como el ciego Arno y James Franciscus como el abnegado Giordani, además del reclamo de la sueca Catherine Spaak, con objeto de dotar de leves toques de erotismo a la trama, por más que lo hace de un modo tan soso y mecánico que más bien despierta el soponcio que no la líbido...

EXPEDIENTE WARREN (THE CONJURING)

Es una verdadera lástima que James Wan, director de esta película, haya decidido apostar por abandonar el género de terror para abordar pastos más variados, y seguramente mejor remunerados, cuando está más que claro que su manera de abordar el Fantástico estaba llegando a niveles casi de perfección absoluta. Y eso que en sus inicios, cuando dio el pistoletazo de salida a la saga "Saw", junto a su entonces inseparable compinche, Leigh Wannell, parecía que no iba a ser más que otro manufacturador de horrores gore hechos más para audiencias adictas a la casquería. La, en su momento, incomprendida "Silencio desde el Mal" ya demostraba que el binomio Wan-Wannell estaban por hacer otra cosa, más estéticamente trabajada, mejor elaborada. Cuando la saga "Saw" se mantenía viento en popa, estirándose hasta lo indecible, los dos colegas decidieron apartarse de la franquicia, y con "Insidious" refrendaron que lo suyo iba muy en serio.
Ya sin Wannell, Wan se hace cargo de este "The conjuring", una vuelta de tuerca al cine de posesiones y casas encantadas, rodada con modos muy setenteros, que tanto parecen ecos de "El exorcista" (1973), como de "La maldición de la mansión del Infierno" (1973) como de "Terror en Amityville" (1979). Apoyándose en la excelente labor de John R. Leonetti en la fotografía y en una escenografía diseñada al detalle, Wan imprime su extraordinaria puesta en escena, desplegada con inusual grado de perfección y soltura. Me perdonarán sus detractores, que los hay, pero pocas veces se encontrará uno con una película de terror tan bellamente ejecutada, en la que el espectador podrá recuperar en su justa medida el aroma del cine de terror americano de los setenta, que los títulos anteriormente reseñados, en especial los dos primeros, que son referenciales, en el cual el género vivió una auténtica Edad de Oro.
¿Pegas? La única pega que yo le veo a esta cinta es que los de la New Line están decididos a convertirla en franquicia, y teniendo en cuenta cómo la gastan estos sujetos, capaces de arruinar sagas de forma casi automática (con Freddy Krueger y los Critters fueron especialmente crueles, sin olvidar lo que ya comenté al respecto de "Jason X") es de prever que, sumado a la ausencia de Wan, la cosa no pasará de ser un pálido reflejo de una película que, desde ya, queda como una de las indiscutibles obras maestras del género en esta segunda década de siglo XXI, por no decir directamente de lo que va de siglo. Ya lo sé, suena muy exagerado, pero es que los tiros van por ahí. En cualquier caso, el tiempo dirá... De momento queden estas palabras finales como provocación, perdón, constatación de la indiscutible calidad de esta cinta.   

viernes, 15 de noviembre de 2013

STAR TREK EN LA OSCURIDAD

Qué quieren que les diga, yo fui uno de los pocos, al parecer, que mostraron su entusiasmo con respecto a la relectura, renovación, díganle como quieran, de la franquicia "Star Trek" realizada por JJ Abrams y sus habituales compinches Roberto Orci y Alex Kurtzman. En su momento, algunos seguidores acérrimos de la saga se sintieron algo desengañados con los resultados: peor para ellos. pretender que William Shatner y el resto de la peña original volvieran al redil era un imposible, pues están todos de un yayo que quita el hipo, cuando no ya están criando malvas así que era hora de hacer borrón y cuenta nueva, de hacer un reset, respetar las esencias básicas de la franquicia y volverla a poner en plena forma.
Por el medio quedan las películas protagonizadas por el estirado del capitán Picard y  su pandilla; eran películas entretenidas y, una de ellas, "Star Trek, primer contacto" (1997) hasta resultaba francamente notable, pero luego cometieron el error de hacer "Star Trek insurrection" (1999) y tras una última entrega, "Star Trek, Némesis" (2002) los mandamases de la Paramount decidieron cerrar la parada y pensar cómo iban a resituar la saga en su debido lugar.
Abrams, y sus inseparables compañeros escribas anteriormente citados, a los que en esta segunda entrega se suma Damon Lindelof, compañero de Abrams en estas lides en la serie "Perdidos", lo que hacen es servirse de elementos, personajes, situaciones, reconocibles de la mitología trekiana pero dotándolas de un barniz nuevo, más dinámico y resultón. En su primer acercamiento, Abrams no acabó de hilar fino todos los elementos en liza, muy probablemente porque se trataba de presentar de nuevo a todos los personajes y eso necesita su tiempo, con lo cual la historia de base, con un villano interpretado por Eric Bana, quedaba algo coja.
Para esta segunda parte, y contando con mayor presupuesto y, por tanto, pudiendo jugar a unos niveles superiores, el director de "Super 8" se desmelena, ofreciendo un gran capítulo de lujo de la serie clásica de "Star Trek", con su escena a modo de prólogo y todo. El resto son dos horas de puro espectáculo, no ya visual, que lo es, y a niveles realmente muy potentes, es que los actores muestran mayor grado de comodidad en sus respectivos roles, lo que permite que todos ellos puedan tener su instante de lucimiento. Pero quien se lleva la parte del león es el británico Benedict Cumberbatch, quien asume el papel de villano, un villano de proporciones épicas, que el intérprete encarna con escalofriante realismo. Creo que les costará muy mucho encontrar a un actor que, en el futuro, pueda llegar a ser tan resolutivo como contrario del "nuevo" Kirk y el resto de tripulación de la Enterprise, pues Cumbertbatch ha puesto el listón muy alto.
"Star Trek, en la oscuridad" es una excelente película de ciencia ficción, además de una gran película de la saga creada en 1966 por Gene Roddenberry. Su futuro, si se mantiene en manos responsables y creativamente imaginativas, no puede ser más positivo. El resto son pataletas de "freaks" talibanes y nostálgicos en la tercera edad.

DESTINO FINAL

Fogueados en el campo del guión mediante sus libretos para diversos episodios, por otro lado memorables, de la gran teleserie "Expediente X", James Wong y Glen Morgan tuvieron la oportunidad de tener su propia serie televisiva, "Space, above and beyond", un producto que intentaba retornar a los territorios de la "space opera" de tono más militarista, pero que no halló su hueco en la jungla catódica, siendo fulminada a las primeras de cambio. Ni cortos ni perezosos, los dos guionistas pusieron sus ojos en la pantalla de grandes dimensiones, que por aquel entonces aún tenía algún valor, e hicieron el camino a la inversa d elo que, hoy por hoy, se hace en el panorama hollywoodiense, saltaron al cine.
El resultado de sus desvelos fue este "Destino final" (2000), una producción que se sumaba a la vorágine de películas de terror adolescentes que, espoleada por el inusitado éxito comercial de "Scream" (1996), y sus sucesivas secuelas, saltó a inundar las pantallas de productos inocuos, como fue el caso de "Sé lo que hicisteis el último verano" (1998), que a su vez dio lugar a una secuela de menor calado, que ya es decir, o "leyenda urbana" (2000), que más o menos resultó dar los mismos frutos, pero aún peores en cuanto a resultados.
El caso de "Destino final" es especial en el sentido de que sus responsables, al menos, se esforzaron por hacer algo medianamente digno, no muy original, es cierto, pero que tampoco molesta ni resulta un insulto a la intelgiencia del, en ocasiones, sufrido aficionado al género. El filme posee una especie de efervescencia interna, de dinamismo, que la convierte en una película entretenida, en la que incluso el en ocasiones abofeteable Seann Michael Scott, luego lanzado con "American pie" y secuelas, funciona con sus gracietas de imbécil integral.
Su sorprendente éxito en las taquillas de la mayor parte del mundo hizo que la New Line, acostumbrada a hacer secuelas de casi cualquier cosa que oliera a terror, iniciara una franquicia que, como suele ocurrir en estos casos, fue denigrando la curiosa premisa inicial hasta convertirla en una especie de excusa para el despliegue de muertes gore y cada vez más espectaculares, más por absurdas que no por otra cosa. Es evidente que la cosa no era para tanto, pero el hecho es que la New Line fabricó cuatro secuelas más, exprimiendo en lugo hasta en una quinta entrega que se servía de las 3 dimensiones para darle un empujoncito en las recaudaciones.
En el reparto destaca la presencia de la hermosa Ali Larter, actriz que luego ganó coerta notoriedad gracias a su papel en la fallida serie de TV "Héroes", así como Kerr Smith, otro actor de procedencia catódica, en su caso de "Dawson crece", y que luego se dejó ver en la resultona "Un San Valentín sangrienton 3D". Del protagonista, Devon Sawa...Pues poco más hizo el muchacho, aparte de algún "thriller" para la pequeña pantalla y paren ústedes de contar. 

domingo, 10 de noviembre de 2013

THE STUFF

Larry Cohen es el responsable principal (dirige, escribe y produce) esta modélica muestra de serie B ochentera, realizada con un alto nivel de mala leche por un director un tanto irregular, pero que en aquella década estuvo particularmente sembrado, pues enlató "La serpiente voladora" (1982), una pequeña gran joya del género, de la cual ya les hablaré algún día de éstos.
Tras graduarse en la universidad, a mediados de los sesenta, el joven Larry empezó como botones de los estudios de la cadena televisiva NBC, donde aprovechaba los ratos libres para intentar meter algún que otro guión. Tras mucho perseverar, logró que ni más ni menos que Alfred Hitchcock se fijara en alguno de los mismos, los cuales se convirtieron en sendos episodios de la serie "La hora de Alfred Hitchcock". Ya plenamente reconocidos sus méritos, en 1967 crea la serie "Los invasores", precedente directo de "Expediente X" (1993-2002). Ya en la década de los setenta inicia su actividad en el cine, tanto como director, como guionista y productor, o las tres cosas a la vez, mediante la creación de su propia compañía, Larco. Sus primeros films como realizador son producciones baratas centradas para el mercado de la gente de color, los llamados "blaxplotation", pero su carrera dará un giro de 180 grados con "Estoy vivo" (1974), escalofriante relato sobre un bebé asesino, de la cual llegará a rodar dos secuelas más, ya netamente inferiores. En los ochenta, además de la dos cintas ya citadas, realizará la decepcionante "Regreso a Salem's Lot" (1987) y "la bruja de mi madre" (1989), sarcástica comedia que supuso la despedida del cine de la gran Bette Davis. Como guionista, cabe destacar que fue el impulsor de la trilogía "Maniac cop", de laq ue escribió y produjo las tres entregas, dejando la dirección en manos de William Lustig, aunque la tercera parte se vio lastrada por problemas durante el rodaje con los otros socios financieros que culminaron con la marcha de los dos amigos, que se desentendieron de ella.
"The stuff" es un buen ejemplo de los modos y formas de este auténtico hombre orquesta del cine de género en clave B. Se trata, en líneas generales, de hacer una crítica social, o de reminiscencias sociales, sirviéndose de las características del cine de género. Este hecho hace que sus películas posean una estructura que las hace muy especiales, pues funcionan plenamente en su aspecto de género, pero flaquean sobremanera en sus intenciones políticas o sociales, que en ocasiones pueden dar de él la imagen de reaccionario, cuando lo más probable es que esté realizando una parodia.
La película arranca con el descubrimiento, por parte de un par de operarios, de una sustancia que sale de la tierra, y que posee un gusto delicicioso, muy similar al yogur. Una multinacional, dirigida por un hombre sin escrúpulos, se hace con los derechos de explotación, creando un producto alimenticio que pronto se convierte en número uno a nivel de ventas en todos los Estados Unidos. La competencia, sumamente preocupada por la pérdida de mercado, se hace con los servicios de un ex-agente del FBI muy pegado de sí mismo, quien va realizando una serie de averigüaciones que ponen entela de juicio la naturaleza bondadosa que la sustancia pueda tener en el cuerpo humano, que es más bien poca, por no decir nula. A la lucha se sumarán la responsable de publicidad de "The stuff", que se siente culpable de lo que ha hecho por vender un producto tan sumamente pérfido, un muchacho que pronto descubre la naturaleza real de la sustancia, así como un militar de ideas ultraderechistas que pone toda la carne en el asador para salvar a la patria del desastre, lo cual consiguen...Aunque no del todo.
Con una clara inspiración en "la invasión de los ladrones de cuerpos" y protagonizada por un sólido reparto, encabezado por un fijo del cine coheniano, Michael Moriarty, seguido de dos espléndidos secundarios de fuste, como son Paul Sorvino y Danny Aiello, "The stuff" ejemplifica las notables virtudes de ciertos directores que, como en el caso de Cohen, hicieron un gran bien para la industria del cine barato americano, aunque posteriormente se han visto relegados al medio televisivo, cuando no al más inmerecido de los silencios.
Serie B de la Buena y Vieja Escuela Americana.

¿La invasión de los yogúres atómicos?...Nah, es "The stuff" de uno de los grandes popes del cine de bajo presupuesto americano, Larry Cohen

sábado, 9 de noviembre de 2013

JASON X

Cuando una saga de las características de la que nos ocupa llega a su décima entrega, digamos que quedan ya pocos, muy pocos, lugares o elementos que no se hayan explotado hasta la extenuación. En el caso de "Viernes 13" la cosa llega a niveles casi de haber secado la fuente, de haber exprimido todo el jugo aprovechable sin dejar caer una gota, por pequeña que fuese, al suelo.
Los ejecutivos de la New Line, que debían tener por aquellos días algún tipo de diarrea mental de órdago, tuvieron la feliz idea de mantener en funcionamiento la franquicia ambientando la DÉCIMA entrega en el espacio. El estudio estaba muy lejos de aprender de los errores del pasado; con "Critters 4" (1992) hicieron dos cosas realmente difíciles de hacer a la vez: meter la pata hasta el fondo del cubo, pero hasta el foooooondo, y caer en el mayor de los ridículos posibles. Los resultados fueron tan nefastos, pero tan nefastos, que se cargaron la franquicia pero de golpe. Con "Jason X" casi hicieron lo mismo, aunque poco más tarde se superaron con creces con "Freddy contra Jason", una basurilla simpática, salvable por su terceto de féminas protagonista, pero basurilla al fin y al cabo. Tras estos dos ñordos, el estudio perdió los derechos sobre "Viernes 13", que hoy por hoy han vuelto a las Paramount, que ya en 2009 resucitó la franquicia con un remake tipo Coca Cola Zero de la cinta original de 1980. Esto es: menos marihuana, más silicona entre pecho y, bueno, ya está.
El argumento de "Jason X"...Digamos que es el mismo de las otras nueve entregas, pero en el espacio exterior, en un lejano futuro, en el 2455 (casi ná) un grupo de jóvenes estudiantes, que realizan un viaje de exploración a una Tierra devastada hace ya tiempo por la guerra y la Peste, rescatan los cadáveres congelados de una joven experta en seguridad y, naturalmente, Jason. Los jóvenes, que pese a ser estudiantes de ciencias van igual de salidos que los colegas de las otras nueve entregas de la saga, y son igual de cretinos, cometerán el error de descongelar a Jason, que ni corto ni perezoso se pondrá al día, tanto es así que hasta, cuando le dan por muerto, es reseteado en un nuevo Jason en plan Terminator. Básicamente es esto todo lo que hay sobre la mesa. El guionista del artefacto, Todd Farmer, se cubrió de gloria bendita, cobró su cheque y hoy en día debe vivir, solo, en algún lugar helado del Canadá profundo. O puede que le dieran una buena paliza. Cualquiera de las dos opciones es buena.
El responsable de poner en imágenes el libreto fue Jim Isaac, un reputado técnico en efectos especiales que ha venido trabajando para directores como George Lucas, en "El retorno del Jedi" (1983) o para David Cronenberg, en títulos como "la mosca" (1986) o "Existenz" (1999) y que, por amistad, se avino a colaborar como actor, mediante un papelito de jefe cabroncete al principio de la cinta. "Jason X" supone el segundo trabajo tras la cámara de Isaac, pues ya en 1989 realizó "House III", una insignificancia, una serie Z de tres al cuarto, que si destaca por algo es por el mal rollo que daba el tristemente fallecido Brion James como matarife de turno.
¿Los actores? Todos unos desconocidos, exceptuando a Kane Hodder, de nuevo encarnando a Jason...El resto hoy por hoy siguen en el mayor de los anonimatos.
No me extraña.
Una imagen del rodaje de "Jason X"; en ella vemos a James Isaac dando indicaciones a Kane Hodder, maquillado como elk temible carnicero de Crystal Lake, aunque aquí trasplantado al espacio exterior... La carrera como director de Isaac quedó fulminada tras esta película. Y no es de extrañar.