Franco Arno es un hombre, ciego de nacimiento, que vive junto a su sobrina, una simpática niña de unos ocho años llamada Lori. Un día, mientras van de regreso a casa tras un día de paseo, escuchan por casualidad una conversación entre un par de sujetos que parecen estar vinculados a un chantaje. Poco más tarde uno de ellos es aseinado en una estación de tren, en lo que en un primer momento se considera un suicidio pero que pronto se revela como un asesinato en toda regla, gracias a la fotografía realizada por un reportero gráfico, amigo de un periodista, Carlo Giordani, que poco más tarde aparece también asesinado. Giordani, ayudado por Arno, iniciarán una investigación en la que se mezclan el espionaje industrial y un estudio sobre la psique criminal, que se realiza en una clínica especializada en estudios genéticos...
Segundo largometraje de Dario Argento tras "El pájaro de las plumas de cristal" (1969), "El gato de las 9 colas" es otra aportación de su director al género "giallo" o cine de suspense cien por cien italiano, que el director de "Suspiria" (1977) ayudó a remodelar, siguiendo los parámetros fundacionales de Mario Bava, responsable del nacimiento del género merced a la fundacional "Seis mujeres para el asesino" (1964).
"El gato de las 9 colas" es un buen filme de este estilo, aunque se hace evidente que Argento estaba ya buscando elementos diferenciadores, en tanto en cuanto este tipo de películas se habían puesto de moda de forma casi expansiva, por lo que se hacía necesario dotarlas de aspectos diferenciadores, algo que Argento comprendió, estableciendo con la sensacional "Rojo oscuro" (1975), unos parámetros propios plenamente diferenciadores que, junto a la ya citada "Suspiria", llegarían a su máximo esplendor en cuanto a puesta en escena. De hecho puede decirse que, tras "Phenomena" (1985) el mismo Argento pareció entregarse al autoplagio, iniciando un cierto declive que, pese a todo, le ha permitido seguir activo, aunque sea haciendo cosas tan innecesarias como una nueva versión de Drácula, en 3 dimensiones, sí, pero del todo desdeñable.
Volviendo a "El gato de las 9 colas", en el reparto destaca la presencia del siempre sólido Karl Malden como el ciego Arno y James Franciscus como el abnegado Giordani, además del reclamo de la sueca Catherine Spaak, con objeto de dotar de leves toques de erotismo a la trama, por más que lo hace de un modo tan soso y mecánico que más bien despierta el soponcio que no la líbido...
Segundo largometraje de Dario Argento tras "El pájaro de las plumas de cristal" (1969), "El gato de las 9 colas" es otra aportación de su director al género "giallo" o cine de suspense cien por cien italiano, que el director de "Suspiria" (1977) ayudó a remodelar, siguiendo los parámetros fundacionales de Mario Bava, responsable del nacimiento del género merced a la fundacional "Seis mujeres para el asesino" (1964).
"El gato de las 9 colas" es un buen filme de este estilo, aunque se hace evidente que Argento estaba ya buscando elementos diferenciadores, en tanto en cuanto este tipo de películas se habían puesto de moda de forma casi expansiva, por lo que se hacía necesario dotarlas de aspectos diferenciadores, algo que Argento comprendió, estableciendo con la sensacional "Rojo oscuro" (1975), unos parámetros propios plenamente diferenciadores que, junto a la ya citada "Suspiria", llegarían a su máximo esplendor en cuanto a puesta en escena. De hecho puede decirse que, tras "Phenomena" (1985) el mismo Argento pareció entregarse al autoplagio, iniciando un cierto declive que, pese a todo, le ha permitido seguir activo, aunque sea haciendo cosas tan innecesarias como una nueva versión de Drácula, en 3 dimensiones, sí, pero del todo desdeñable.
Volviendo a "El gato de las 9 colas", en el reparto destaca la presencia del siempre sólido Karl Malden como el ciego Arno y James Franciscus como el abnegado Giordani, además del reclamo de la sueca Catherine Spaak, con objeto de dotar de leves toques de erotismo a la trama, por más que lo hace de un modo tan soso y mecánico que más bien despierta el soponcio que no la líbido...
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