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Ya sin Wannell, Wan se hace cargo de este "The conjuring", una vuelta de tuerca al cine de posesiones y casas encantadas, rodada con modos muy setenteros, que tanto parecen ecos de "El exorcista" (1973), como de "La maldición de la mansión del Infierno" (1973) como de "Terror en Amityville" (1979). Apoyándose en la excelente labor de John R. Leonetti en la fotografía y en una escenografía diseñada al detalle, Wan imprime su extraordinaria puesta en escena, desplegada con inusual grado de perfección y soltura. Me perdonarán sus detractores, que los hay, pero pocas veces se encontrará uno con una película de terror tan bellamente ejecutada, en la que el espectador podrá recuperar en su justa medida el aroma del cine de terror americano de los setenta, que los títulos anteriormente reseñados, en especial los dos primeros, que son referenciales, en el cual el género vivió una auténtica Edad de Oro.
¿Pegas? La única pega que yo le veo a esta cinta es que los de la New Line están decididos a convertirla en franquicia, y teniendo en cuenta cómo la gastan estos sujetos, capaces de arruinar sagas de forma casi automática (con Freddy Krueger y los Critters fueron especialmente crueles, sin olvidar lo que ya comenté al respecto de "Jason X") es de prever que, sumado a la ausencia de Wan, la cosa no pasará de ser un pálido reflejo de una película que, desde ya, queda como una de las indiscutibles obras maestras del género en esta segunda década de siglo XXI, por no decir directamente de lo que va de siglo. Ya lo sé, suena muy exagerado, pero es que los tiros van por ahí. En cualquier caso, el tiempo dirá... De momento queden estas palabras finales como provocación, perdón, constatación de la indiscutible calidad de esta cinta.
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