sábado, 30 de noviembre de 2013

FORTALEZA INFERNAL

Stuart Gordon es un director por el que siento un especial aprecio, no ya por ser el director de "ReAnimator" (1985), una de las joyas del cine de terror de los ochenta, o de "Dolls" (1986), otra muestra de su indudable maestría tanto en el Fantástico como en la serie B, si no por ser el responsable de cosas del calibre de esta "Fortaleza infernal" (1992), vehículo hecho para el lucimiento de un actor, el francés Christopher Lambert, cuya cara de besugo siempre me ha causado desagrado, por mucho que en su día, como algunos de mi generación, flipáramos en colores con "Los inmortales" (1986), aunque a mí siempre me resultó más simpático el personaje de Sean Connery, por el estilo guasón que le otorgó el intérprete escocés, que se comía con patatas a un gabacho que, aparte de hacer de Tarzán en una adaptación que, vista hoy, resulta soporífera, entraba en la década de los noventa con sus niveles de popularidad ya muy tocados, siendo esta película, uno de sus últimos títulos de éxito, para luego iniciar un claro declive, que le llevaría a mantener viva la llama de "Los inmortales" en varias secuelas infumables, aunque también tuvo tiempo para hacer un par de "thrillers" medianamente pasables: "Jaque al asesino" (1993), en la que actuó junto a su santa esposa, Diane Lane, y "Resurrección" (1998), un entretenido pastiche de "Seven" que acaba por ser simpático dentro de su condición de derivado.
Rodada en Australia, "Fortaleza infernal" nos pone en la piel de un militar, Brennick, que junto a su esposa están decididos a huir de un Estados Unidos futurista como consecuencia de la política del régimen fascistoide que prohíbe los embarazos. La pareja, que andan esperando un hijo, son pillados en la frontera y Brennick es trasladado a un penal de máxima seguridad, dirigido por un sádico (Kurtwood Smith), que hará la vida imposible al pobre Brennick, quien no tardará en organizar una fuga junto a otros presos, con el fin de rescatar a su esposa, que se halla en manos del citado alcaide, que además de sádico es un pervertido del copón.

Christopher Lambert, un francés en Hollywood, con su habitual gesto de sufriente ante las amenazas del perverso Kurtwood Smith
Debo reconocer que, en su día, cuando se estrenó en cines, no vi esta película, que rescaté posteriormente en DVD en mi proveedor oficial. Me dejé arrastrar por algunas malas críticas y terminé por dejarla pasar. Craso error, por fortuna ya subsanado, pues estamos ante una película que, dentro de sus limitaciones (estamos ante una baratija, de presupuesto holgado pero baratija al fin y al cabo) es entretenida y disfrutable al cien por cien. Gordon, cuyo gusto por la ciencia ficción chusquera se vería reforzado con aquella muy digna gema del género que es "Space truckers" (1996), dota a la cinta de un estilo de cómic muy deudor de los tebeos de ciencia ficción ochenteros, tipo "1984", "Metal Hurlant" o similares, lo que mezclado con las típicas escenas de cine carcelario (los presos "broncas" que provocan al abnegado protagonista, los compañeros de celda, que primero desconfán y luego casi besan el suelo por donde pasa el protagonista...) hacen de ella un pasatiempo francamente recomendable, siempre y cuando se la miren sin prejuicios y sean capaces de tolerar a Lambert, actor que por regla general puede resultar harto cargante cuando se pone en plan sufriente, y aquí se pone las botas. A lo bestia.
Siete años después el neozelandés Geoff Murphy realizaría una secuela...Mala hasta decir basta.

Christopher Lambert junto a la bella Loryn Locklin, actriz hoy  en día dedicada de pleno a la pequeña pantalla, en una imagen promocional de "Fortaleza infernal" (1992) una muy reivindicable cinta de ciencia ficción hecha por un director que quizá merece mayor grado de consideración crítica.

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