domingo, 19 de octubre de 2014

NIGHTFLYERS (LA NAVE VIVIENTE)

Bien avanzado el siglo XXI, el profesor O'Brannin organiza una expedición espacial con el objetivo de llevar a  cabo el encuentro definitivo con los Volcryn, una raza alienígena que podrían tener algo que ver con los orígenes de la Humanidad. El equipo está formado por profesionales procedentes de diversos campos científicos, por lo que se quedan un tanto sorprendidos cuando O'Brannin les informa de que al grupo se les ha unido un personaje, Jon Winderman, que posee poderes telepáticos y de pasado algo tortuoso. Para acabar de complicar las cosas, la nave posee entidad propia, es una nave viviente, dirigida por el capitán Royd Erris, que mantiene un vínculo muy estrecho con la nave. La situación toma u  giro inesperado cuando Winderman enloquece súbitamente, poniendo en riesgo la vida de los tripulantes de la nave...
Adaptación de una novela del reconocido autor de ciencia ficción y fantasía George R.R. Martin (sí, el de "Juego de tronos" mismamente) "Nightflyers" supuso, en su día, uno de los grandes batacazos comerciales del género de la ciencia ficción cinematográfica. Y no es para menos, porque resulta dífícil encontrar en los anales de este tipo de cine una película tan absolutamente nula. Se da la circunstancia que, pese a su demostrada capacidad como guionista, Martin no se encargó de adaptarla, dejando dicha faena a Robert Jaffe
Y es una lástima, porque la idea del filme daba como mínimo para hacer, a lo mejor no una obra maestra, pero sí un filme de esos que se recuerdan con sumo agrado, con el agradable sabor de la nostalgia bien digerida. Por contra, el filme es una sucesión de estampas faltas de vida, de fuerza, de sentido visual. El director, T.C. Blake, se muestra incapaz de ofrecer un producto con algo de ritmo, por desafinado que éste sea. Interpretaciones francamente nulas, arropadas por unos efectos especiales, eso sí, muy apañados, pero que se muestran insuficientes para mantener el interés del sufrido espectador, que tiene que vérselas con una historia que se complica más de la cuenta, que pretende ocultar su endeblez sirviéndose de una pretenciosidad del todo absurda y sin sentido alguno de ridículo. 
Como ya he indicado, las interpretaciones tampoco es que brillen, más bien palidecen todavía más, haciendo que el desaguisado acabe resultando casi gigantesco. La protagonista, la televisiva Catherine Mary Stewart, se muestra poco o nada implicada en el filme, deambulando con cierto aire de despiste, cuando no directamente pasando de todo. El premio gordo se lo lleva el muy nulo Michael Praed, con un look muy en plan Josmar que acaba por resultar lo más remarcable de una interpretación, por lo demás, nefasta. En su rol de villano, el siempre tremebundo Michael Des Barres se suma al festival con evidentes ganas de lucirse, pero su papel de telépata con tendencia a la psicopatía acaba por ser una nota al pie de página. 
Al final del recorrido, que por suerte no pasa de la hora y media de duración, lo que queda es una estética muy influenciada por el cómic francés ochentero, muy en plan "Metal Hurlant", especialmente claro en el diseño de la nave, como muy Moebius. El vestuario también tiene algo de ese estilo, por lo que vislumbra que sus responsables, sobre el papel, querían ahcer algo que se apartase claramente del modelo "Star Wars", haciendo algo con "fundamento". Pero a la hora de ponerlo en imágenes, digamos que realizaron un bodrio de muy alto nivel, premiado con la mayor de las indiferencias. T.C. Blake no volvió a dirigir nunca más. No me extraña, dados los resultados...
Lo mejor, con diferencia, la carátula. 

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