En el Séptimo Milenio de la Historia, la comunidad conformada por los doce mundos y sus defensas coloniales, son víctimas del ataque a traición de la pérfida Alianza Robótica de los Cylones, apoyados por Baltar, un destacado consejero de los doce mundos que, cual Judas, se pasa al bando Cylon a cambio de obtener parabienes y un cargo en el nuevo orden que pretenden imponer. Las pocas naves supervivientes se reagrupan alrededor de la "Galáctica" única nave de combate que ha logrado salir indemne del ataque. Dirigida por Adama, la "Galáctica" posee un cuerpo de expertos pilotos de cazas, los "vipers", comandados por el valeroso Apollo, hijo de Adama, el siempre lanzado, y algo caradura, Starbuck y todo un equipo de hombres y mujeres que se proponen hallar el rastro que les lleve al antiguo planeta de sus ancestros, la Tierra, donde esperan iniciar una nueva época para la Humanidad...
El éxito de "La Guerra de las Galaxias" (1976/George Lucas) no sólo afectó al cine, mediante multitud de imitaciones y derivados de muy diverso tipo y condición, también la "caja tonta" se plegó a la moda de la ciencia ficción épica, la "space opera" de toda la vida. La Universal echó la casa por la ventana lanzando a la pantalla catódica "Galáctica", una producción en su momento muy arriesgada, especialmente a nivel presupuestario, contratando a los mejores en el campo de los efectos especiales (John Dykstra entre ellos) y construyendo grandes decorados con el fin de desarrollar una historia de ciencia ficción de grandes proporciones, que conjugaba la épica lucasiana con los tópicos más manidos de la época, centrada en las muy peregrinas teorías de Erich Von Daniken y similares, que a finales de los setenta vendían libros a porrillo, además de presentar documentales en los que ponían de manifiesto sus estrambóticas teorías sobre la vinculación del fenómeno OVNI y la Historia de la raza humana. Tales pretensiones se ponían de manifiesto en la secuencia pre-créditos, donde la potente voz de Lorne Green, ilustraba la ambientación de la serie.
El resultado, puesto negro sobre blanco por un productor que en los ochenta viviría momentos de gloria, Glen A. Larson fue una serie entretenida, con algunas ideas de partida muy interesantes, pero que adolece de un desarrollo dramático bastante plano, como si sus responsables no acabaran de ver cómo hilar debidamente todo el material de base. Algunos episodios tienen unos planteamientos muy prometedores, para luego derivar en desarrollos casi infantiloides. Cuando la ví de pequeñajo, alucinaba en colores, pero es evidente que vista hoy, con el nivel cualitativo que tienen las series actuales, digamos que la cosa queda como muy postiza y acartonada.
Sin ser un éxito espectacular, la serie se fue manteniendo decentemente en los índices de audiencia, pero George Lucas les acusó de plagio, amenazándoles con una demanda del copón si no retiraban la serie de antena. A nadie se le escapa que el modelo establecido por "Star Wars" era el molde sobre el que se vehiculaban la mayor parte de las derivaciones que, con respecto a la ciencia ficción, se estaban realizando en ese momento, pero Lucas, un tipo que siempre ha ido mucho por la pasta gansa, actuó de forma harto autoritaria. Universal produjo una temporada completa, de veinticuatro episodios, para luego dejar que durmiera el sueño de los justos unos cuantos meses. Cuando la recuperó, lo hizo mediante un producto que prácticamente no convenció a casi nadie: "Galáctica 1980" fue un fiasco de audiencia de los gordos. Su pretensión de alejarse todo lo posible del original de George Lucas, sumado a la sustitución de algunos actores por otros no del todo afortunados, propició que esta segunda tenporada quedara en una especie de intento fallido, que hacía aún más grande el valor de la temporada inicial que, pese a sus deficiencias, poseía un encanto y un estilo que la hacían cuanto menos apreciable.
En el reparto tenemos a algunos rostros bien encuadrables dentro de la tradición de la pequeña pantalla de los setenta y ochenta. Como Adama tenemos a Lorne Green, venerable patriarca de los Cartwright de la mítica "Bonanza" (1956-1973), quien básicamente ejerce las mismas funciones que en la serie del Oeste ya citada. Su hijo, el muy valiente y viril Apollo, está encarnado por Richard Hatch, actor que hizo aquí su papel más recordado dentro de una carrera interpretativa bastante olvidable, que se recuperaría cuando fue repescado para el posterior "remake" de la serie, de la que hablaremos más extensamente otro día. Quien sí aprovechó sus horas de vuelo dentro de la serie fue Dirk Benedict, que en los ochenta viviría momentos de gloria gracias a "El equipo A", serie en la que encarnaba a Phoenix, una especie de versión terrestre del Starbuck que bordaba en "Galáctica". La muy rubia Laurette Spang interpretaba a Casiopea, una mujer que se dedicaba al oficio más viejo del mundo, aunque avanzada la serie pasó a reciclarse en enfermera (¡!) y a recuperar el contacto con un viejo amante, un almirante encarnado por el siempre excelente Lloyd Bridges en el doble episodio titulado "Una leyenda viva", que queda como uno de los puntos álgidos de la serie.
Otro episodio que merece un alto grado de atención, también doble, es el de ""Un cañón en el Planeta de Hielo Cero", que destaca por sus bien perfiladas secuencias de acción y la presencia de la guapa Britt Ekland como una especie de mutante. Por haber, hasta hubo un avance de la posterior serie creada por Glen A. Larson, "El coche fantástico", merced a una nave de alta velocidad que hablaba por los codos. Esto ocurría en el episodio titulado "La patrulla remota". En el tramo final de la serie, Larson quiso profundizar en los personajes, pero la cosa no terminó de cuajar, aunque los resultados no son desdeñables. De este modo, en el capítulo "El hombre de las nueve vidas", Starbuck conoce a su presunto padre, un sinvergüenza de tomo y lomo encarnado por un Fred Astaire un tanto desubicado pero convincente en su papel. Starbuck, que estaba claro que era el personaje más popular y con más aristas (Apollo no dejaba de ser un héroe de una pieza, sumamente cargante en su casi perfecta conjunción de valentía y gallardía indestructibles, aunque luego no dejaba de llorar por los rincones a moco tendido, dada su tendencia a ser bastante desgraciado en amores*) era acusado de asesinato en el episodio "Asesinato en el Rising Star", un capítulo muy bien filmado, aunque resuelto pedestremente mediante un desenlace un tanto decepcionante.
"Galáctica" fue una serie que, en su día, generó numerosos productos de "merchandising", aunque la rabieta de Goerge Lucas hizo que todo quedara suspendido, como esperando tiempos mejores. Habría que esperar casi treinta años para que la Universal resucitara el concepto, aunque desde un fondo y una forma del todo distintos, dando lugar a una de las joyas magistrales de la televisión fantástica de la primera década del siglo XXI. Bajo la batuta de Ronald D. Moore, responsable de resucitar la franquicia de "Star Trek", esta nueva "Galáctica" vendría a ser una vuelta de tuerca hacia un concepto original que nunca pasó de ser un pasatiempo, elaborado con convicción, pero que nunca aspiró a ser más que eso, un producto de mero entretenimiento. Moore, por su parte, le otorgó carta de nobleza.
La reseña la ilustró con la portada de la novelización del guión original del episodio piloto, escrito a cuatro manos entre Glen A. Larson y Robert Thurston. Próximamente nos centraremos en la "película" de "Galáctica".
* En la serie el personaje de Apollo es un viudo con posibles que tiene que hacerse cargo de un hijo, Boxey, especialmente abofeteable en su insoportabilidad. Apollo hará buenas migas con la guapa Serina (Jane Seymour)...que volverá a dejarle viudo a las primeras de cambio. Un rollazo de tomo y lomo que se intentó arreglar mediante la incorporación de Anne Lockhart, que interpretaba a una piloto de "vipers" hecha y derecha. Pero no colaba ni queriendo...
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