martes, 21 de octubre de 2014

EL CUARTO PISO

Jane es una mujer joven e independiente que acaba de salir de una relación sumamente complicada con Greg, un compañero de trabajo algo mayor que ella y que la ha controlado en exceso. Dedicida a recuperar su libertad, Jane decide mudarse al piso que hasta hace bien poco ocupó su tía ya fallecida. El apartamento, a primera vista, es un sueño hecho realidad, pero una de sus vecinas, Martha, la pone sobre aviso con respecto a algunos de los otros ocupantes del edificio. A partir de ese momento la idílica existencia de Jane se irá convirtiendo en una pesadilla. Primero serán ruidos, progresivamente convertidos en situaciones cada vez más molestas y rocambolescas...
Un punto de partida argumental ciertamente prometedor, obra del propio director de la cinta, el debutante Josh Kausner, que va progresivamente diluyéndose como consecuencia de una apuesta por el lugar común y el cliché más evidente, hasta llegar a un desenlace del todo absurdo y tontorrón que, para colmo de males, es de un tono conservador que es de los que provoca vergüenza ajena. De no haber apostado por un giro de guión tan imbécil quizá la cosa sería hasta digna, pero el hecho es que la apuesta de Kausner era arriesgada, perdiendo por goleada. 
Una pena, pues "El cuarto piso" (1999) es un filme que partía con unos elementos de base muy interesantes, que la labor de los intérpretes, Juliette Lewis y el siempre excelente William Hurt, arropan con profesionalidad. A ellos les acompañan Shelley Duvall, secundaria de fuste,  y Tobin Bell, actor de tenebroso aspecto que luego ganaría notoriedad al interpretar al tremebundo Jigsaw de la saga "Saw" en las siete (SIETE) que conforman la sanguinolenta franquicia creada por James Wan y Leigh Wannell. 
El director, además de guionista, Josh Kausner realizó aquí la que es su, hasta el momento, primera y última incursión como director de cine. En su faceta de guionista ha trabajado en varias entregas de la saga "Shreck", así como ejercido de asistente de los hermanos Farrelly en algunas de sus más reconocidas comedias, desde la celebérrima "Algo pasa con Mary" (1998), pasando por "Vaya par de idiotas" (1998) o "Amor ciego" (2001). 

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