sábado, 20 de diciembre de 2014

THE KING OF THE ANTS

Sean Crawley es un joven que se gana la vida haciendo chapuzas para un electricista de poca monta, Duke, quien un día le presenta al constructor Ray Matthews. Matthews anda con la mosca detrás de la oreja por culpa de las interferencias del inspector de urbanismo municipal, un tipo que le está poniendo las cosas muy complicadas a sus tejemanejes a la hora de poner en marcha proyectos. Está convencido que el inspector no es un hombre tan perfecto como aparenta, y le propone a Sean que le haga un seguimiento con el fin de saber por dónde se mueve y qué es lo que trama, si es que trama algo. Con la promesa de ganar unos buenos dólares, Sean se pone a ejercer de detective privado a tiempo parcial, pero el hecho es que el inspector municipal no es un hombre oscuro; tiene una bonita casa, con su jardín y su coche, con su preciosa hija. Y una esposa-cañón, que hace que el chico empiece a sentir envidia del sujeto al que sigue asiduamente por la ciudad, a distancia prudencial. Los acontecimientos se precipitan cuando Matthews, borracho y presa de un estado de nervios absoluto, le propone a Sean trece mil dólares si se carga al inspector. Sean ha ido ideando un plan con el fin último de acercarse a la esposa del inspector, por la que ido creando una especial predilección. Y es muy aplicado en su tarea. No quiere ser una simple hormiga, quiere ser el rey del hormiguero...Pero el resultado final estará muy alejado de lo que tenía en su cabeza. 
Stuart Gordon es un director por el que tengo especial predilección, generalmente la crítica lo ha puesto a parir las más de las veces, cuando no le ha despreciado por su condición de cineasta de serie B de muy escaso empaque, que se ha venido limitando a forjarse cierto estátus dentro de la afición por ser el responsable de "ReAnimator" (1985) y "ReSonator" (1986), sendas, y no muy puras y academicas, adaptaciones de los relatos de H.P. Lovecraft. Pero el hecho es que Gordon es un realizador honesto, que si bien tuvo una etapa marcada por su vinculación a un productor de la calaña de Charles Band, también intentó hacerse un hueco en producciones de mayor pretensión comercial, con las (para mí) muy simpáticas "Fortaleza infernal" (1992) y "Space truckers" (1996), dos filmes de ciencia ficción considero que resultones,a pesar de que el primero deba pechar con el protagonismo del muy estomagante Christopher Lambert. 
"King of the ants" (2003) supuso un cambio de registro para Gordon, que venía de tierras españolas, donde había rodado la irregular pero aceptable "Dagón, la secta del mar" (2001) para la Fantastic Factory de su colega Brian Yuzna. No se trata de un filme de terror al uso, ni tan siquiera de una serie B directa a vídeo, como las que rodó para Band a primeros de los noventa. Era un proyecto de raíz independiente, filmado con notable sentido del ritmo, un trabajado estilo visual, que permite vislumbrar que estamos ante un director que lo que buscaba era salirse de los caminos trillados para seguir nuevas rutas a nivel profesional, lejos de la baratija de sangre e higadillos para frikis de videoclub.
El filme posee un discurso ideológico muy contundente, de plena actualidad. Es la historia de un joven que es convertido en asesino por la fuerza impuesta por los elementos externos, por el deseo irrefrenable hacia la sociedad de consumo. El joven Sean es un chico que hace chapuza en plan Pepe Gotera y Otilio, pero su Otilio, Duke, poco tiene que ver con el berzotas comilón de Ibáñez. Duke es un hijo de perra codicioso, vago, que quiere quitarse de encima el encargo de Matthews, su jefe, un constructor que, como todo contructor que se valga, proyecta donde le sale del nabo, pasando de cuestiones legales y untando a quien sea con tal de conseguirlo. Pero un día se topa con un inspector municipal, que le para los pies. Matthews quiere pillarlo como sea, pero el inspector no es de los que se venden, pues ya tiene todo lo que puede desear: casa, una guapa esposa y un hijo merodeando por el jardín. Sean se obsesiona con la esposa del inspector, y en su cerebro imagina una vida sensacional junto a ella, la vida que siempre ha deseado. El hecho que Matthews le prometa un buen fajo de billetes si lo mata hace que Sean actúe con eficacia, trágica y sangrienta eficacia. Pero la sangría no terminará ahí, por desgracia. 
Basada en la novela original de Charlie Higson, de igual título, y adaptada para el cine por su propio autor, "The king of the ants" tiene el honor de ser la única producción medianamente seria, concienciada, de The Asylum, productora especializada en bodrios de baja estofa como la celebrada "Sharknado" y secuelas. Quizá fuer ésta la circunstancia última que provocó que la película apenas tuviera distribución normalizada, viéndose principalmente en festivales especializados y en DVD. Resulta irónico que un realizador como Gordon, especializado en director a vídeo, filmara la mejor de las películas de la compañía, pero la vida tienes cosas así de absurdas. 
Y con esta reseña cierro el año 2014, en espera de que el 2015 permita que este blog mantenga su ritmo más o menos regular pero siempre firme. Así pues, Feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos los habituales de "El ocioso impenitente", que regresará a primeros de año con más reseñas e intentando mejorar. 

viernes, 19 de diciembre de 2014

DANZA MACABRA

Una importante academia de danza de San Petersburgo, propiedad de la mítica Madame Gordeuka, inicia una nueva etapa permitiendo que muchachas de fuera de Rusia accedan a sus instalaciones, con el fin de lograr un pusto como primera figura en la compañía de danza de la ciudad. Es una academia con unos métodos muy duros, exigentes, y no todas están preparadas para soportar el ritmo de trabajo impuesto por Madame y su segundo, el Profesor Wagner, un hombre que vive otormentado por el recuerdo de Svetlana, una bella bailarina que murió en un accidente de moto, vehículo que él conducía bebido...La llegada de una joven americana, rebelde e impetuosa, pero físicamente igual a la difunta, hace que Wagner empiece a rememorar hechos del pasado, con trágicos resultados...
A finales de los ochenta, Menahem Golan, uno de los mandamases de la Cannon Films junto a su primo, Yoram Globus, abandonó la compañía por desacuerdos con éste, y fundó la 21st Century, compañía con la que esperaba repetir similar impacto a nivel de cine y mercado del vídeo doméstico. Pero el caso es que por mucho empeño que le puso al asunto, la nueva compañía no pasó de facturar series B de muy poca categoría, que apenas tuvieron acceso a la pantalla grande, si exceptuamos una muy reivindicable nueva versión de "La noche de los muertos vivientes" (1990/Tom Savini). 
Inicialmente, "Danza macabra" (1991/Greydon Clark) debía ser la secuela de "El fantasma de la ópera" (1989/Dwight H. Little), una muy olvidable nueva adaptación de la novela de Gaston Leroux, en la que Robert Englund, a grandes rasgos, hacía lo que mejor sabe hacer, de Freddy Krueger. Por razones nunca del todo aclaradas, la idea se desechó en última instancia, con objeto de hacer algo más moderno y adecuado a los tiempos que corrían, según algunas fuentes. Pero viendo el resultado final, el aspecto visual del filme, digamos ya que "Danza macabra" es un truño de padre y muy señor mío, que pretende  remedar el estilo de Dario Argento pero que resulta peor que los últimos trabajos de éste, que ya es decir. 
Dirigida por Greydon Clark, realizador especializado en subproductos de serie B y con algunos trabajillos para la caja tonta a sus espaldas, la película es un despropósito desde su mismo inicio, con secuencias de asesinato resueltas de la peor forma posible y con la intervención de un Robert Englund pasado de rosca, que en ningún momento logra convencer en su doble papel, que pretende ser otro homenaje a un maestro del género, caso de Brian DePalma, pero que termina por arruinarlo todo por culpa de la desidia del realizador, que se muestra bien poco inspirado, incapaz de dotar de un mínimo de consistencia al material sobre el cual está trabajando. 
El resultado es que la película, aún siendo corta, se hace larga y aburrida de solemnidad; lo único que puede despertar algo de interés es la guapa Michelle Zeitlin, bailarina profesional en su vida diaria, que intentó hacerse un hueco en Hollywood con esta cinta. Huelga decir que sin conseguirlo, pues la película apenas despertó interés alguno en alguna parte de este mundo. Filmada en 1991, en España tardó tres años en llegar a los videoclubes de barrio, cuando los ecos de la 21st Century ya habían dejado de sonar, pues la empresa había echado el cierre o prácticamente estaba a un paso de darlo.    

HIDDEN (OCULTO)

Un tipo normal y corriente, de lo más anodino, comienza a cometer toda clase de tropelías tras robar un Ferrari y agenciarse un par de armas automáticas. Dejando tras de sí una estela de ocha bancos robados y casi una treintena de víctimas, la policía de Los Ángeles logra dar con él y dejarlo malherido, casi moribundo, en la cama de un hospital. La situación se complica cuando alguien ocupa su lugar, el hombre que compartía habitación hospitalaria con el primer sujeto. El detective encargado del caso no termina de comprender del todo lo que está sucediendo, todavía menos cuando llega un extraño agente del FBI, que guarda importante información al respecto. Cuando el policía descubre que su nuevo compañero lleva más de un año muerto, llegará el momento de saber toda la verdad, quién usurpa la identidad del federal y qué o quién está haciendo que gente de lo más tranquila se conviertan en máquinas de matar...
Llevaba tiempo detrás de una copia de esta película, "Hidden" (1987/Jack Sholder), que puede considerarse como la cima creativa de su director. Pese a ser una cinta que mezcla con inusitado brío la acción y la fantásia, la película no obtuvo el interés del público ni de la crítica, que pasaron de ella olímpicamente. 
Hoy en día, con la mixtura de géneros de plena actualidad, no sorprende, pero en su momento que un filme pasara de ser un policiaco al uso a una de alienígenas invasores en menos que canta un gallo era algo del todo insólito e inusual, que solamente apreciaron algunos en el momento en el cual la cinta pasó a su explotación en vídeo, creándose un gran culto alrededor de ella.
"Hidden" es una película modesta, una serie B simple pero que, dirigida con brío por un director capaz y muy resolutivo, trasciende sus defectos de forma impecable, dando paso a una película modélica, que pasa de un género a otro con facilidad y sin que apenas nos demos cuenta. 
La compañía, New Line, que por aquel entonces andaba contando los dólares recaudados por la tercera entrega de "Pesadilla en Elm Street", dirigida un año antes por Chuck Russell, pensaba que tenía otra franquicia en ciernes pero, como ya he dicho, la cosa salió rana, lamentablemente para todos. Años más tarde llegó a rodarse una secuela, directa a vídeo, de la que no comento nada porque, directamente, es una mierda pinchada en un palo. 
Gran trabajo interpretativo tanto de Michael Nouri, premiado en Sitges, así como de Kyle MaClachlan. La demostración evidente del talento de su director, posteriormente derivado hacia los meandros de la serie B menos apreciables, echando a perder su estilo de manera total y absoluta. Una pena, porque esta le quedó de puta madre. 
Aprovecho para saludar al colega Jacint Espuny (alma mater del Gore Festival de Amposta) por el haberme permitido conseguir una copia, en VHS, y en excelentes condiciones, de esta joya del todo única y memorable. 

viernes, 5 de diciembre de 2014

PESADILLA EN ELM STREET 2

Dentro de la franquicia de "Pesadilla en Elm Street", a esta segunda parte, le toca el papel de "rara avis", de punto y aparte. Es evidente que el gran éxito comercial de su precedente era motivo más que suficiente para poner en marcha una secuela, y Wes Craven fue tentado a repetir en la silla de director, así como a participar en la escritura del guión, pero toda vez que vio que estaban haciendo las cosas a su ritmo, sin apenas contar con las opiniones que él, al fin y al cabo inventor del concepto, podía aportar, el hecho es que decidió desentenderse del proyecto, que pasó a manos de otro director con fama de irregular, Jack Sholder. 
"Pesadilla en Elm Street 2" parte con un la ventaja de que sus responsables pretendieron, de forma clara, apartarse muy mucho de la primera entrega, intentando mantener las líneas maestras de su precedente, pero aportando una serie de elementos diferenciadores. En este caso, Freddy Krueguer se nos muestra mucho más siniestro, más contundente en sus intervenciones, no es el "payasete" que acabará por ser a partir de la tercera parte. Pero el guión de David Chaskin proporciona otros elementos dignos de interés.
El principal elemento radica en el personaje central del filme, un muchacho adolescente que, por su forma de comportarse, de actuar, aún no tiene definida del todo su verdadera identidad sexual. Si bien se siente atraído por la típica "niña guapa y bien del insti", hay algo que Sholder deja entrever cuando éste se encuentra con su compañero en el equipo de béisbol, o en sus encuentros con el entrenador, que acabarán en un club gay, que digamos que deja bastante claro el asunto a ojos vista. 
El otro aspecto radica en que la naturaleza de Freddy Krueger como "asesino onírico· queda aquí del todo aparcada. Freddy quiere hacerse de carne y hueso, con el fin  de seguir con sus tropelías, y se sirve del cuerpo del protagonista con el fin de hacerlo realidad. Esta circunstancia fue la que dejó a los fans más descolocados, lo que unido a la ya comentada relectura sexual propició que el filme no acabase de funcionar bien en taquilla. No fue un fracaso, pero a ojos de la New Line era necesario tomar cartas en el asunto para evitar que la gallina de los huevos de oro se muriese antes de tiempo. La tercera entrega vino a significar un punto de reinicio, un primer reset sobre el cual se edificaría el verdadero alcance de la franquicia. 
Como suele ocurrir, el paso del tiempo ha propiciado que la película haya encontrado su lugar dentro de la saga y del género. En su día fue una película quizá en exceso osada, que poponía elementos que se apartaban demasiado de lo que ofrecía una saga de las características de Elm Street. Sholder proporcionó un filme de horror profundamente intenso, beneficiado por la excelente labor fotográfica de Jacques Haitkin, que repetía trabajo tras su sensacional propuesta para la primera parte. En el apartado interpretativo merece antención el trabajo del protagonista, Mark Patton, como el sufrido adolescente (atención a la escena del baile o a su curiosa forma de gritar, elementos que pretenden dejar clara su verdadera identidad sexual, aunque él no lo acabe de asumir ante la mujer que ama o el resto de personajes), así como de todo un asiduo del cine de serie B Clu Gulager, como su padre, cuyas aparaciones pretenden ser una paráfrasis del tipo de progenitores yanquis que no acaban de entender a la juventud, considerándolo todo producto de las drogas. 
"Pesadilla en Elm Street 2" queda como una propuesta contracorriente en su época, que se aparta de los cauces habituales sobre los cuales se bifurcaba el género de terror en los ochenta. Su pecado fue pretender salirse por la tangente proporcionando un filme que se salía de la norma. Con la tercera entrega, New Line borró de un plumazo sus planteamientos, logrando la cima del éxito masivo. Pero, como suele pasar, lo que ganó la saga de respuesta comercial lo perdió en originalidad y chispa creativa, convirtiéndose en una franquicia más, como tantas otras que hubieron por aquellos años.   
  

martes, 2 de diciembre de 2014

SEMILLA NEGRA

La pequeña localidad de Comet Valley está siendo invadida, tras las sombras, por una raza extraterrestre, que poco a poco va haciéndose con el control de los seres humanos, que sustituyen por copias exactas carentes de cualquier tipo de emoción. Un geólogo que se halla por la zona, en la que vivió de niño, se convierte en el único valedor de una adolescente que ha logrado captar a los invasores con su cámara de vídeo. Junto a la madre de la joven, el protagonista deberá jugarse el todo por el todo en una estrategia casi suicida...
Charles Band produce, a través de su Full Moon Entertainment, esta especie de cruce barato entre "La invasión de los ladrones de cuerpos" (1954/Don Siegel) y "Critters" (1986/Stephen Herek) rodada por uno de sus directores "de cabecera", Peter Manoogian, quien junto a Stuart Gordon o Ted Nicolaou ya estuvo presente en los años dorados de la Empire Productions. Con el hundimiento de la Empire, Band resucitó mediante el sello Full Moon, que se centraba en la distribución directa a videoclubes. De este modo repescó "Robot jox" (1990/Suart Gordon), película que quedó "congelada" tras la suspensión de pagos de la Empire y se lanzó a producir filmes tan gratos como "La venganza de los muñecos" (1989/David Schmoeller) o "Subespecies" (1991/Ted Nicolaou). Eran años de expansión, en los cuales el productor se benefició de un acuerdo con la Paramount para asegurarse una distribución masiva en los videoclubes de barrio. Más tarde, en la segunda mitad de los noventa, las cosas tomarían un rumbo del todo diferente con la marcha de la Paramount, pero eso es otra historia...
"Semilla negra" es, digámoslo ya, una cinta francamente mala, que no posee relieve alguno, a no ser unos efectos especiales simplones pero efectivos y algún que otro momento de suspense. El hecho es que Manoogian se tomó el encargo con evidente desinterés, dirigiendo, más mal que bien, a unos intérpretes que deambulan en la pantalla sin convicción alguna. 
El resultado es, pues, un subproducto pobretón, casi indigente, a nivel creativo, que deriva con muy mala gana su condición explotativa de los dos títulos ya referenciados, pero con muy escasa fortuna. Si por aquellos años la Full Moon podía destacar por poner en marcha producciones baratas pero simpáticas, "Semilla negra" es todo lo contrario, una cinta muy antipática, manufacturada con evidente desinterés, en la que su director de despreocupa de casi todo, hasta de ocultar los cables de los bichos de látex, que cantan la Traviata con evidente sorpresa del aficionado más dispuesto. 
Manoogian, todo un manzas cuando se lo proponía, y que aquí se cubre de "gloria", repetiría su (inane) discurso visual en "Juguetes asesinos" (1992) que, sorpresivamente, sí funcionaría lo bastante bien como para que Band financiara una cuantas secuelas  con las que ir construyendo su nueva compañía. Mientras, de "Semilla negra" bien pocos se acuerdan hoy en día. 
Y cuando la vean no les extrañe que así fuera... 
Del reparto destacar los rostros de Andrea Roth o Dane Witherspoon, que se han dejado ver básicamente en la pequeña pantalla.

martes, 25 de noviembre de 2014

HISTORIA Y ANTOLOGÍA DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA

España es un país que, por diversas razones, nunca ha tenido en demasiada estima todo lo referente a los géneros. Considerados como segundo plato, cuando no directamente como opio destinado a inculcar la idiotez en ciertos sectores considerados poco cultos, géneros como el Terror, la Fantasía y la Ciencia Ficción han sido en gran medida dejados de lado por las instancias de la alta cultura.
En el caso de la Ciencia Ficción, género por lo general ya muy minoritario, aunque en este país se han dado colecciones de enorme fuste e interés, ésta ha podido ser cultivada por verdaderos espíritus afines al mismo, que han dedicado su arte literario a cultivar la ciencia ficción, aún cuando con ello pudieran ser considerados escritores de segunda o tercera fila.
Como muestra un botón; este monumental "Historia y antología de la Ciencia Ficción española", que supone el número catorce de la colección de volúmenes que componen la colección "Letras populares" de Ediciones Cátedra. Se trata de una compilación que pretende ofrecer una visión amplia de los modos y formas de cultivo que el género ha dado en la Península Ibérica, abarcando desde aproximaciones realizadas a finales del siglo XIX, pasando por las escritas por autores muy actuales, aunque algunos de ellos, caso de César Mallorquí, hayan franqueado la etiqueta de "escritores de género" para abordar propuestas que, a nivel pecuniario les resultan más óptimas, abrazando la literatura de raíz juvenil, donde por fin han ganado premios y reconocimiento, tras años de batirse el cobre.
El volumen parte de un ensayo de los dos compiladores, Julián Díez y Fernando Ángel Moreno, que primero acotan los parámetros genéricos de la Ciencia Ficción para luego hacer un breve repaso histórico a cómo se ha afrontado y hecho Ciencia Ficción por estos lares. Posteriormente, se recogen un total de once relatos, elaborados por otros tantos autores que, como ya he indicado, vienen a dar una panorámica, un gran angular, de este tipo de literatura en nuestro país.
¿Podría haber sido más amplia? No les quepa duda de que sí, pero lo bueno es que el material escogido es de una calidad única y absoluta, un compendio de fábulas que afrontar el género desde prespectivas e intenciones muy diferentes, lo que hace de él un volumen muy rico y disfrutable. Los amantes del género tienen en él un punto de lectura ineludible, y los desconocedores, un libro que se lee con curiosidad y sumo interés. Una obra del todo recomendable. 

jueves, 13 de noviembre de 2014

BOLSILIBROS, UNA NECESARIA REIVINDICACIÓN

Ayer en este blog que tienen ustedes a bien leer y que un servidor escribe en la soledad de su escritorio, mientras cae la noche y por las calles empieza ya a notar se las primeras señales de la cercana Navidad, al final de mi reseña dedicada al (muy buen) libro sobre Ed Wood, hice un comentario referente a un bolsilibro, "Quieto o disparo", realizado por uno de los más destacados y reivindicables autores de dicho género, Silver Kane, seudónimo del catalán Francisco González Ledesma. 
El hecho es que llevaba días pensando en la idea de introducir algún comentario sobre este tipo de literatura, antaño muy consumida, especialmente en los cincuenta y sesenta, que se mantuvo a cierto nivel en los setenta, con la adaptación a los modos y formas de aquel periodo lleno de cambios políticos en nuestro país, y que luego en los ochenta inició un evidente y claro declive, aunque aún se mantuvo a pleno rendimiento hasta bien entrado el nuevo siglo. 
Generalmente el bolsilibro ha sido denigrado por cierto sectores de la "alta cultura", que la consideraban poco menos que subliteratura, despachándola como un simple entretenimiento para clases iletradas, sin caer en la cuenta de que, se supone, los iletrados si son eso, iletrados, es porque no leen. Hoy en día podrán encontrarse algunos jóvenes que se engancharon a la lectura gracias a Harry Potter, pero es indudable que hay unas generaciones anteriores que si supieron apreciar la lectura fue gracias a estos pequeños libros de bolsillo, de apenas cien páginas, con una cubierta vistosa y que tanto podían ser del Oeste, como de Terror, Ciencia Ficción, Romántica o hasta deportiva o bélica. 
Hoy en día el bolsilibro es pasto de coleccionistas, de habituales de los puestos de segunda mano o de tiendas "de chinos". Editoriales como Bruguera, Astri o Rollán llevan años convertidas en mero recuerdo en el cerebrito de algunos nostálgicos o acérrimos amigos del dato, que vienen a ser la misma persona en la mayoría de los casos. El hecho es que aún es posible encontrar libros de Marcial Lafuente Estefanía de forma más o menos regular en este tipo de puestos de venta, pero ya no son ediciones originales. Son reediciones que qudan olvidadas en alguna esquina del mostrador, para que alguien, de pronto, se percate de su existencia y, de pronto, recuerde cuando pilló alguna de pequeño y empezó a cogerle el gusto a eso de leer. Luego, pasado el tiempo, empezó a pillar a Lovecraft, Poe y Stephen King y fue progresando en sus gustos e intereses, pero de vez en cuando, muy de tarde en tarde, coge un Silver Kane y sigue deleitándose de la narrativa de este autor, que convertía sus páginas en una vorágine de hechos que te ametrallaban de forma absoluta, por no hablar de Lou Carrigan, maestro del "thriller", que con su "Perfume de rosas y muerte", cuya portada ilustra esta reseña, propone una trama de trasplantes oculares y agentes del FBI más duros que un tanque Sherman de la II Guerra Mundial. 
En estos tiempos en que lo que menos se hace es leer, en que la cultura se halla en manos de sujetos verdaderamente desastrosos para su supervivencia, es casi un milagro que hasta las literaturas consideradas de segundo (cuando no de tercer) orden, se mantengan aún vivas y, hasta cierto punto, saludables. Al menos para algunos no han muerto del todo...

miércoles, 12 de noviembre de 2014

ED WOOD Y EL REDESCUBRIMIENTO DE UN AS DEL BOLSILIBRO

Parafraseando a García Márquez, podemos afirmar que Ed Wood, el considerado peor director de la historia del cine, ya tiene quien le escriba, y no uno, sino dos escritores dos, se responsabilizan de escribir este volumen de la siempre recomendable colección de "Lo esencial de...", editada por los de T&B. 
"Ed Wood", el libro, escrito por Miguel Ángel Parra y David G. Panadero, es un muy buen acercamiento a la figura de este cineasta, un hombre marcado por un entusiasmo digno del mayor de los aplausos, pero cuay falta de talento a la hora de dirigir le hizo ganar un puesto de honor dentro de la lista de los peores, espacio en el cual hay auténticas luchas a uñas y dientes por hacerse un hueco. 
Ed Wood Jr (1924-1978) nunca vivió un momento de gloria; aunque la película que le dedicó Tim Burton en 1994 afirma lo contrario, "Plan 9 del espacio exterior" nunca llegó a disfrutar de un estreno digno de tal nombre. "The sinister urge" (1960) supondrá el aldabonazo definitivo a su carrera como director; a partir de ese momento, tanto a nivel profesional como vital, Wood irá decayendo hacia los meandros del cine para adultos, pero incluso en ese ambiente se hallará con el rechazo de la industria de este tipo de cine, teniendo que filmar cortos casi clandestinos, de distribución muy limitada, casi subterránea, y a la escritura de novelas baratas eróticas, dos de ellas, "La drag asesina" y "Muerte de un travesti" no del todo desdeñables si se las lee como lo que son, literatura de pura y dura evasión. Sus últimos, y muy penosos años, quedan marcados por el alcoholismo y el abuso de las drogas, que determinarán su triste final a los 54 años de edad. Poco más tarde su película más señera, "Plan 9 del espacio exterior" lo sitúa definitivamente como figura clave de ciertos sectores afines a la cultura más underground. 
Editado en 2005, "Ed Wood" es un libro que hilvana la trayectoria vital del director, para luego comentar sus películas y su posterior hundimiento. En el capítulo final, los autores comentan la excelente "Ed Wood" de Tim Burton, película cinematográficamente sensacional pero que edulcoraba en gran medida la figura de Wood, que en la vida real era más caradura de lo que la película deja entrever. Un libro muy recomendable sino se conoce al personaje o se pretenden completar datos sobre el homenajeado.

Cubierta del bolsilibro "Quieto o disparo" en su segunda edición, de 2001. Existe una primera edición realizada a mediados de los setenta, con otra portada a cargo de Editorial Bruguera, la editorial señera tanto de Kane como del más afamado Lafuente Estefanía. Ediciones B recuperó mucho material de la mítica Editorial Bruguera, aunque cambiando las portadas y situándolas en otras colecciones. B editó, o más bien reeditó, bolsilibros hasta bien entrada la priemra década del siglo XXI, para luego cancelar todas las colecciones, hoy  en día pasto de librerías de segunda mano o tiendas de chinos. En futuras reseñas comentaremos la figura de Marcial Estefanía y su larga existencia editorial, aún  siendo el peor de los autores del género.
Y si antes les hablaba de literatura barata, a continuación hago comentario de una muestra más que digna, francamente muy remarcable, de uno de los grandes del género en España, me refiero a Silver Kane. Seudónimo del barcelonés Francisco González Ledesma, Silver Kane fue uno de los grandes de la literatura de kiosco hecha en este país. Practicó todos los géneros, del Oeste al "thriller", pasando por el terror más descarnado. 
"Quieto o disparo" es un muy buen ejemplo del estilo y gran habilidad narrativa de su autor, muy por encima del más popular (y mediocre) Marcial Lafuente Estefanía (1903-1984), que en su momento de máximo esplendor vendía novelas a unos niveles realmente brutales, aunque su estilo siempre resultó más automático, menos creativo que algunos de sus colegas que, como el caso de González Ledesma, o Silver Kane, que tanto monta monta tanto, siempre se preocuparon muy mucho por el estilo y el producto final que ofrecían al lector, aunque fueran novelas de "a duro" que posteriormente se tiraban, se intercambiaban u olvidaban en algún rincón de la casa. Novela desternillante, efervescente, con pasajes magistralmente escritos, "Quieto o disparo" es una pequeña obra maestra de apenas cien páginas con un ritmo que ya quisieran algunos vuelaplumas que necesitan cuatrocientas para explicar su vacío existencial o su estreñimiento cerebral crónico.  

lunes, 10 de noviembre de 2014

CONTRABANDO

Dos veteranos detectives de la policía de San Francisco deben hacerse cargo de un caso relacionado con el tráfico de drogas. Un cargamento de heroína se ha desviado de su ruta, como consecuencia de un error, y en el transcurso de la operación murió un agente de policía en el cumplimiento de su deber, por lo que el departamento está decidido a hallar una solución rápida. Pero además de los detectives, la mafia también está interesada en recuperar el preciado cargamento, por lo que envía a dos de sus mejores profesionales. Julian (Robert Keith), es un sicario bregado y que sabe que lo mejor es siempre mantenerse en su discreto segundo plano, pero su compañero de fatigas, Dancer (Eli Wallach) es impetuoso y no se anda con chiquitas a la hora de hacer su trabajo. La difrencia de maneras de actuar y de pensar hace que la operación, ya en sí harto arriesgada, se convierta en un estallido de violencia en toda regla, provocado por un Dancer que cada vez está más decidido a cumplir con su encargo, caiga quien caiga. 
A Don Siegel (1912-1991) le pasa como a muchos dentro del mundo de las artes, del tipo que sea, que empiezan a ser valorados una vez están crioando malvas. En vida, Siegel fue ninguneado por buena parte del sector crítico, que le despachaba como un simple "artesano" con buena mano para la serie B, que luego se convirtió en un asalariado de Clint Eastwood. En Francia, que suelen ir siempre, en cuestiones de cine, y en otras, más avanzados, supieron desde el primer momento apreciar sus cualidades, merced al puñado de "thrillers" de bajo presupuesto que rodó entre finales de los cincuenta y primeros de los sesenta, aunque en este punto hay que aclarar que uno de sus filmes más apreciados, "Código del hampa" (1964), era un telefilme que obtuvo distribución en cines en el continente europeo. 
"Contrabando" ("The lineup" en su versión original) es un "thriller" entretenido, de violencia muy marcada, que se beneficia de unas muy buenas interpretaciones, aunque hay que conviene decir que Wallach sobreactúa en diversas escenas dejando clara su pertenencia al mítico "Actor´s Studio", lo que resta credibilidad a su papel de Dancer, el pistolero que poco a poco va mostrando su personalidad de demente. Su principal "handicap" radica en el hecho de que, como solía ocurrir en los "thrillers" de la época, o en algunas de las muestras filmadas por otros buenos "artesanos con buena mano", como son Anthony Mann o Richard Fleischer, la primera parte del filme posee un planteamiento casi informativo, documental, narrando los quehaceres de la pareja de policías. Ello hace que al filme le cueste algo arrancar, cosa que hace cuando los asesinos de la Mafia hacen acto de presencia. Es en ese momento cuando la película sube enteros, gracias a la interacción de Wallach y Robert Keith, así como a la presencia de un joven Richard Jaeckel, que interpreta a un tipo de ademanes algo nerviosos que tendrá su parte de responsabilidad en lo que sucederá a partir de su unión a la pareja. El tramo final pone de manifiesto que Siegel era un maestro del género, que se conocía al dedillo su oficio y la forma de dar ritmo a una escena de persecución o a un tiroteo. El resultado final es un buen film noir, que a lo mejor no está entre lo mejor del género pero sí refrenda que su director era algo más que un mero cumplidor de encargos. 

INTERSTELLAR

En un futuro cercano, la Tierra se halla en proceso de quedar colapsada como consecuencia de la sobreexplotación y los excesos de la Humanidad. La única posibilidad radica en que puedan hallarse nuevos planetas que tengan las condiciones adecuadas para albergar vida...
Inicialmente planteada para ser dirigida por Steven Spielberg, "Interstellar" pasó luego a manos del británico Christopher Nolan, director que, sin lugar a dudas, era el más idóneo para hacerse cargo de esta muy ambiciosa cinta de ciencia ficción "seria", con un ojo puesto, quizá demasiado, en el Stanley Kubrick de "2001, una odisea del espacio" (1968) y el otro en el alma spielbergiana, al fin y al cabo el proyecto llamó la atención del director de "Encuentros en la tercera fase" (1977) y Nolan procura acercar ambas posturas con evidente soltura, sin que la cosa chirríe más de la cuenta, aunque el filme caiga en algunos, por fortuna breves, momentos de ñoñismo que Nolan, afortunadamente, sabe controlar y hacer durar lo justo. Nolan es en estos momentos el director que mejor sabe rodar en el cine de Hollywood. Mientras Michael Bay se dedica a practicar la elefantiasis visual descontrolada, el director de "Memento" se revela como un virtuoso del oficio de narrar con imágenes. En tiempos en que el cine americano se halla en estado casi comatoso, sobreviviendo a base de adaptaciones de tebeos de la Marvel (ojo, muy bien facturados, pero no sólo de de tebeos bien filmados vive el cinéfilo) y alguna, poca, película que puntualmente despierta al personal del sopor, aparece Nolan y logra el milagro de hacer una película que intenta, y parcialmente logra, ser "algo más".
Con todo, a pesar de su virtuosismo visual, de su gran reparto, todos ellos espléndidos, aunque tengan una participación mínima, "Interstellar" peca, llegado a su tramo final, de cierta pretenciosidad. Sin entrar argumentalmente en la película, para no fastidiar a aquellos que no han tenido la oportunidad de verla, el filme entra en terrenos que, en caso de no saberse plantear bien, pueden llevar al espectador a cierto grado de confusión y, si se tercia, de sentirse estafado. Es en este punto cuando el filme de Nolan se acerca peligrosamente en los terrenos que ya sondeó "Contact" (1997/Robert Zemeckis), aunque el británico sale victorioso del empeño porque al menos no suelta el discursete moral y cristiano que arruinaba el filme protagonizado por Jodie Foster (y, curiosamente, un novatillo Matthew McConaughey). Nolan apuesta por ofrecer un discurso científico, algo espeso en algunas partes, pero que apuesta por la razón, por el intelecto, aunque al final serán las emociones humanas y el corazón las que terminarán impulsando los actos de los protagonistas de este filme visualmente impactante, cuya mayor virtud es despertar el cerebro de los espectadores más que maravillarlos, que también lo hace con sobrada eficiencia. Pero, siempre tiene que haber un pero, tampoco había que llegar a las casi tres horas de metraje para llegar a según qué clase de conclusiones. Al fin y al cabo la también reciente "Gravity" (2013/Alfonso Cuarón) llegaba a conclusiones similares en tan solo la mitad del tiempo empleado aquí...Otra cosa es que Nolan es muy superior a Cuarón, que también.  

jueves, 6 de noviembre de 2014

EL TERROR

A principios del siglo XIX André Duvalier, joven oficial del ejército napoleónico, es salvado de la muerte por intercesión de una muchacha, que tras salvarlo desaparece. André, decidido a encontrar a la chica para darle las gracias, empieza a seguir las pocas pistas que ha podido hallar sobre la chica, que lo llevan hasta el decrépito castillo del no menos decadente Frederick Von Leppe. Por sus pesquisas, el oficial descubre que se llama Hèlene y que se hace pasar por el fantasma de la difunta esposa de Von Leppe, como parte de un muy oscuro plan que tiene por objetivo socavar la poca cordura del noble anciano, con el fin de que se suicide. Pero es entonces cuando algo terrorífico hace que la situación tome un camino tan sorprendente como terrorífico...
"El terror" (1963) es una especie de punto y aparte de su director, Roger Corman, que hasta ese momento se había dedicado en cuerpo y alma a su ciclo de adaptaciones de Edgar Allan Poe, la gran mayoría de ellas protagonizadas por Vincent Price. La idea surge cuando Corman, con una reconocida fama de tacaño y explotador de altos vuelos, además de gran descubridor de talentos (que eran la materia prima a la cual explotar laboralmente en la mayoría de las ocasiones, esto tampoco es que haya cambiado con los años, lamentablemente) descubrió que el actor Boris Karloff, bajo contrato en la AIP, le quedaban cinco días para finalizarlo. Decidido a que Karloff cumpliera su contrato a rajatabla, Corman urdió el rodaje a toda prisa de un filme de horror, contando con la participación de los habituales de la casa, tanto delante como detrás de las cámaras. 
El problema es que, a poco de comenzar a rodar, a Corman le surgieron unos compromisos profesionales ineludibles, teniendo que dejar el filme a cargo de un joven Francis Coppola, que oficialmente estaba en calidad de asistente de producción. Coppola filmó algunas escenas, siendo relevado por Jack Hill, otro aprendiz dentro de la AIP, prosiguiendo con el rodaje. Por filmar que no quede, pues hasta el propio Jack Nicholson llegó a sentarse en la silla de director para rodar unas pocas escenas. Por último, cuando faltaba ya poco para terminar el tiempo de filmación, recordemos que estipulado en cinco días, Corman regresó para ultimar los pocos hilos que faltaran por coser, dar su visto bueno y poner su nombre tras el "directed by". El "método Corman" tuvo en este filme su muestra más ilustrativa.
Este baile de directores no es que hiciera mucho daño a una película fabricada única y exclusivamente para el lucimiento de un actor ya en declive, Boris Karloff, que se veía obligado a hacerla por contrato, que de hecho finalizaba. La escasez de presupuesto, la rapidez con la que debía hacerse el filme provocaron algunos errores, en especial referidos al desenlace, con unas piedras de cartón piedra que dan el cante pero a un metro de distancia. Pese a ello, "El terror" es un filme que destaca por una historia de amor loco llevado hasta sus últimas consecuencias, una venganza dirigida por un sirviente (un joven Dick Miller, luego casi un fijo de Joe Dante) que se sirve de los encantos de una joven (la preciosa Sandra Knight, a la sazón primera esposa de Jack Nicholson) que acabará por despertar los instintos de un oficial (Jack Nicholson, en su primer rol relevante dentro de la AIP) que será testigo y partícipe de la venganza de ultratumba, primero se supone que falsa pero luego convertida en una terrible realidad.
Un filme sencillo, que de haber contado con algo más de presupuesto, y más días de rodaje, quizá hubiera quedado como una pieza de orfebrería del género en la que se halla encuadrada. Tal y como está realizada, queda como un título menor en la filmografía de su director-productor, muy dado en ocasiones a hacer rodajes a toda velocidad. Recuérdese que "La pequeña tienda de los horrores" (1963) la filmó en tres días (tres) sin ensayos previos y aprovechando decorados de una producción anterior. En este caso el tiempo de filmación era de dos días más, pero el resto era básicamente lo mismo, aprovechar decorados, atrezzo, con la salvedad de que en este caso tuvo la oportunidad de contar con fotografía en color.
Algunas escenas de "El terror" fueron reutilizadas para la filmación de "El héroe anda suelto" (1968), debut como director de Peter Bogdanovich, producido por Roger Corman y protagonizado por un Karloff que moriría poco después de acabado el rodaje.  

  

lunes, 3 de noviembre de 2014

LA LLUVIA DEL DIABLO

Hace trescientos años, la familia Preston, que formaba parte de una secta de adoradores del Diablo, traicinó al líder de la misma, el terrible Jonathan Corbis, engañaron a éste, robándole su libro sagrado. Tres siglos más tarde, Corbis no ha olvidado tamaña afrenta, y está decidido a tomarse venganza con los descendientes de los Preston. A lo largo de este tiempo, los Preston han logrado mantener el libro bien escondido, pero Corbis tiene métodos con los cuales lograr recuperar el volumen...
El británico Robert Fuest (1927-2012) es un realizador hasta cierto punto curioso; trabajó indistintamente en cine y televisión, formado en Bellas Artes, pintor en sus ratos libres, también se conoce que estuvo muy interesado en lo oculto, lo esotérico. Su vinculación al Fantástico queda circunscrita a unos filmes de auténtico culto, caso de las dos entregas que dedicó al Dr. Phibes, encarnado con gran pretancia por el mítico Vincent Price. Me refiero a "La venganza del Dr. Phibes" y "El retorno del Dr. Phibes". Pero también hay que destacar esta "La lluvia del Diablo" (1975), aportación a la tema satánico que se benefició, o más bien surgió, del activo interés de un personaje bien peculiar, me refiero a Anton LaVey, fundador de la llamada "Iglesia de Satán".
LaVey se había labrado una gran popularidad en Hollywood, a lo largo de los años sesenta, merced a sus planteamientos filosóficos y su gusto por la parafernalia satánica. Mediante su  "Iglesia de Satán" se ganó el favor de muchas celebridades de la Meca del cine, donde gustaba de organizar misas negras y demás tipo de celebraciones de similar estilo e intenciones. Su fama llegó a ser tan elevada que la Paramount se hizo con sus servicios para que, con su presencia, promocionara la mítica "La semilla del Diablo" (1968/Roman Polansky) el día de su estreno. Algunas fuentes afirman que llegó a colaborar como asesor, per dicho papel ha sido posteriormente rechazado, Donde sí ejerció de asesor, y de paso tuvo un pequeño papel como uno de los oficiantes de una misa negra, es en "La lluvia del Diablo".
"La lluvia del Diablo" es una película que, personalmente, me interesa más por cómo cuenta la historia que no por la historia misma, muy atractiva, pero que tampoco creo que interesara muy mucho a sus responsables, pues nos es mostrada de manera un tanto esquemática. A Fuest lo que le interesaba era mostrar en pantalla una historia realista de satanismo, y para ello ofrece imágenes que pueden dejar al espectador realmente apabullado. En un primer visionado, la muerte del padre de los Preston puede impactar por la crudeza de su forma de morir, derritiéndose. El lugar que habitan Corbis y sus seguidores es un pueblo del Oeste abandonado, con una iglesia casi en ruinas en mitad de la nada. Es un decorado natural de primer orden, que impresiona lo suyo cuando la cámara realiza una panorámica sobre él, y que Fuest utiliza con gran inteligencia y sabiendo lo que se trae entre manos. 
El problema estriba en que luego la cosa empieza a escapársele precisamente cuando realmente más debía tener las cosas controladas. Ernest Borgnine está espléndido como Corbis, pero quizá no hacía falta vestirle de demonio con cabeza de macho cabrío para dotar de inquietud a sus apariciones, ya de por sí inquietantes. William Shatner, que por aquellos días se hallaba sobreviviendo a salto de mata mientras soñaba con retornar a surcar los espacios siderales a bordo de la "Enterprise" se esfuerza en dotar de fuerza a su personaje, pero sus ademanes, por mucho que se esfuerce, suenan demasiado a "Star Trek". Otra veterana, la mítica Ida Lupino, sí obtiene una interpretación digna de consideración, pero tampoco es que su intervención sea de peso. Si se tiene algo de ojo podrá reconocerse a un jovencito John Travolta, en uno de sus primeros trabajos como actor. 
El hecho es que "La lluvia del Diablo" se ha ganado a pulso su consideración de peiza de culto para ciertos amantes del género. Es evidente que Fuest jugó muy bien sus cartas, imprimiendo una estética muy realista a las imágenes, pero también se hace evidente que cargó demasiado las tintas, lo que hace que el filme acabe derivando en un final de "fuegos artificiales" puntuado, eso sí, por una "sorpresa final" tan sorpresiva como efectiva, que demuestran la indudable calidad técnica de su director, así como el hecho de que en los setenta se hicieron muy buenas películas de terror, muchas de ellas merecedoras de mayor atención, Y "La lluvia del Diablo", con sus defectos es, y debe estar, entre ellas, no les quepa duda. 
Por último indicar que, en su edición en DVD, por obra y gracia de los señores de la "entrañable" Paycom Multimedia (en este caso distribuidos por otros "maestros" de la edición digital, los de Llamentol) "La lluvia del Diablo" tuvo que apechigar con una carátula de las típicas que solían hacer en sus ediciones baratas de kiosco. Esto es hacer un cortar y pegar de imágenes de la cinta más alguna que perteneciera a alguno de los actores de la misma, el más conocido a poder ser. El elegido en este caso fue William Shatner, pero el Shatner de "Star Trek", para entendernos. Porque en 1975 el capián Kirk ya no era un jovencito cadete del espacio. De hecho, la imagen parece sacada de su papel en "Los hermanos Karamazov", película que realizó a las órdenes de Yul Bryner a finales de los cincuenta. Con todo, no es de las peores lanzadas por estas compañías, que si bien recuperaron muchos títulos poco difundidos a nivel comercial, nunca destacaron por su sentido "artístico" o por meter subtítulos, más bien apostaron por tirar a lo fácil. Esta no es de las peores, pero se las trae.
La edición viene acompañada de un par de "extras", que corresponden a imágenes de un par de añejos documentales que el sello Paycom editó sobre temática esotérica o similar. En el primero podemos ver al tristemente célebre Charles Manson y en el otro una pequeña entrevista a Antón LaVey, con imágenes de una de sus peculiares misas negras, con las que alegraba las fiestas de la alta sociedad de Beverly Hills y sus aledaños. Otra pieza en "Historia de dos diablos", un montaje de animación que ofrece el "retrato" de dos demonios del panteón cristiano, acompañado de voces guturales e información sobre el tema. Si se está interesado en el tema quizá puedan llegar a ser útiles, en caso contrario quedan como una curiosidad de las que dan un poco de mal rollo, ciertamente lo digo. Más que la película en sí. 

sábado, 1 de noviembre de 2014

LA CHICA QUE YO QUIERO

Amy es una estudiante tan inteligente como tímida, que bebe los vientos por Scott, prototípico ejemplo de estrella de fútbol en el instituto, incapaz de acercarse a él o de llamar su atención, Amy pide ayuda desesperada a Lisa y Teri, las peores de la clase, pero que son unas campeonas entre el sexo masculino, con el fin de que le den unos consejillos. Ajeno a todo esto, Scott también parece sentir algo por Amy, el problema está en que toda una serie de equívocos acabarán desembocando en una persecución de coches...
Hay una serie de directores que podemos calificar de versátiles, en tanto en cuanto saben moverse en cualquier género con soltura y buen nivel. Hay otros que lo que hacen es especializarse, demostrando siempre que en ese género, sea el que sea, saben lo que se hacen. ¿Pero qué ocurre cuando estamos ante un director que no domina ningún género, que es un verdadero zoquete?
Este es el caso de David DeCoteau, realizador que se labró sus primeras armas en esto de filmar bajo la protección de Roger Corman, aunque pronto tuvo que dedicarse al cine porno, con el fin de llegar a fin de mes. Decidido a labrarse una carrera "respetable", DeCoteau convenció a otro de los reyes del cine barato, Charles Band, para que le permitiera labrarse cierto prestigio, aunque fuera dentro del circuito del cine directo a vídeo, o en subproductos del calibre de "Dreammaniacs" (1986) o "Creepozoides" (1987). Con Band, DeCoteau pudo enlazar un rodaje tras otro, dejando muestras de su inusual sentido a la hora de afrontar géneros como el terror o el de ciencia ficción, dentro de los más estrictos márgenes de la serie Z.
En 1989 decide cambiar de tercio, apostando por una comedia estudiantil de planteamiento más cercano a las que se filmaban a primeros de los ochenta, pero que a finales de la década se hallaban ya en franco desuso. 
"La chica que yo quiero" (1989) es una comedia que se pretende cómica, pero en ocasiones es casi una grotesca sombra de artefacto presuntamente cómico, filmado con verdadera ineptitud. Una comedia, para que funcione, debe tener ritmo, una energía que haga que el público empatice con sus personajes y disfrute con ellos. En este filme, los personajes son todos unos memos de cuidado, trazados con líneas gruesas, que deambulan en pantalla con la idea de hacer reír pero que acaban por provocar vergüenza ajena. 
Filmada con muy pocos medios, "La chica que yo quiero" adolece de una puesta en escena pobretona, desangelada, colando secuencias de archivo, como la del partido de fútbol, que no cuadran con la acción del filme. Todo parece indicar que se rodó en casa de amigos, o en las de los propios actores, pero tampoco es que eso a DeCoteau le importe mucho, pues su absoluta negación para narrar con la cámara hace que el conjunto revele pronto su absoluta ineficacia como comedia. Cierto es que su pretensión era la de hacer una comedia grosera, pero hasta en eso la película es inútil. El director parece sentir también vergüenza de lo que está rodando, por lo que se dedica a dejar ciertos momentos fuera de cámara, por lo que inutiliza por completo su posible impacto en el espectador. 
Al final, en esta película lo poco que queda se concentra en el entusiasmo de la guapa y zalamera Linnea Quigley, actriz muy acostumbrada a ejercer funciones de "gancho erótico" en más de una y más de dos basurillas. En calidad de productora, Quigley podría haberse dedicado a lucir más palmito de lo que hace habitualmente. No es que en "La chica que yo quiero" no lo haga, porque lo hace en abundancia, pero digamos que el resto de compañeros son todos unos inútiles a la hora de actuar, enseñen o no las tetas en algún momento de la cinta. De este modo, el filme adquiere un aspecto casi amateur, disculpable si ésta fuera su verdadera identidad, pero el hecho es que fue filmada por profesionales con bastante carrera a sus espaldas como para filmar semejante fiasco. 
Una película inepta, hecha por verdaderos terroristas visuales...

En calidad de productora del filme, Linnea Quigley se reservó algunas escenas para lucimiento personal, especialmente físico, algo habitual en una carrera jalonada de muchas intervenciones similares en producciones de bajo o muy bajo presupuesto. A finales de los noventa llegó a España, donde trabajó a las ódenes del inclasificable y único Jesús Franco. 

viernes, 31 de octubre de 2014

ESPECIAL HALLOWEEN: LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES

Como resultados de unas supuestas pruebas atómicas que han salido mal, se produce una extraña mutación que provoca que los muertos regresen a la vida con hambre. La situación ha derivado en una auténtica crisis, que lleva a las autoridades a actuar por encima de la Ley y a los supervivientes a resistir los embates de los vueltos a la vida, que deambulan por calles y carreteras propagando el mal. Un grupo de estos supervivientes, quedan aislados y rodeados por un buen número de zombies; Ben, un hombre afroamericano, se erigirá, a su pesar en líder del grupo, aunque no todos estén de acuerdo con una decisión que Ben tampoco deseaba asumir, pero que deberá aceptar pues la situación se complica cada vez más. Acorralados, la tensión irá en aumento...
Entrando en el terreno de las especulaciones, puede afirmarse que las cosas hubieran sido muy distintas si, como estaba planeado inicialmente, George A. Romero y su socio y coguionista, John Russo, hubieran logrado el dinero suficiente como para alquilar los caballos que necesitaban para rodar un "western". Dado que no lograron reunir los fondos necesarios, los dos amigos tuvieron que plegar velas y hacer una cinta de terror y ciencia ficción, al estilo de los tebeos de la EC que ambos devoraron cuando eran niños, a finales de los cuarenta y primeros cincuenta, antes de que las hordas fundamentalistas y "políticamente correctas" los prohibieran. 
De este modo durgió "La noche de los muertos vivientes" (1968), un proyecto nacido de la mano de un grupo de socios capitalistas, que se conocían de colaborar en una firma publicitaria de Pittsburgh. Su único afán era el de hacer una película, por el simple placer de hacerla pero, eso sí, hacerla bien, como Dios manda. Viendo que la cosa les había salido medio decente, o decente del todo, buscaron distribuidor. El problema radicaba en su desenlace, poco esperanzador. Desde la Columbia a la AIP, que mostraron abiertamente su interés en ella, se mostraron dispuestos a comprarla, siempre y cuando el final fuera rodado de nuevo, buscando un "final feliz" que Romero no veía por ningún lado. El director se mantuvo inflexible, el final no se cambió, y eso que ganamos todos los amantes del género. El problema vino del hecho de que el distribuidor que finalmente se hizo con los derechos de la cinta era un zoquete con escaso conocimiento del negocio, lo que sumado a diversos errores  de principiante de los implicados, provocó que lacinta quedara exenta de derechos de autor, convirtiéndose en dominio público, por lo que nadie ha podido aprovecharse nunca de los beneficios que haya podido dar la cinta a través de los años, que no deben ser una minucia.
Como consecuencia de este hecho, George A. Romero decidió convertir la historia en trilogía, mediante dos bien recomendables continuaciones, filmadas en 1979, "Zombi" y 1985, "El día de los muertos", respectivamente. John Russo, por su parte, siguió metido en el cine, aunque nunca logró realmente repetir los resultados de "La noche de los muertos vivientes". Lo que hizo fue novelar el guión original, con el que sacó algunos dólares, siempre bien recibidos, pero aparte de eso tuvo sus más y sus menos con Romero, especialmente a consecuencia del, por otro lado, nada desdeñable remake de 1990, dirigido por Tom Savini, pues no le tuvieron en cuenta a la hora de hacerlo y eso le mosqueó bastante. 
Sea por el cabreo que pilló, o porque es de suponer que también quería su parte del pastel, Russo se puso manos a la obra y en 1998 realizó una "edición treinta aniversario" del filme. Básicamente lo que hizo fue añadir unas pocas escenas nuevas, filmadas de forma bastante palurda por él mismamente, con actores de tercera, y sacarla al mercado como si fuera lo nunca visto. El resultado es una obra maestra a la que le sobran todos los añadidos de Russo, escenas infumables que pretendían "profundizar" en algo que francamente ya había quedado bien como estaba. El último atropello data de este año, 2014, cuando se dio el visto bueno a una versión coloreada de la cinta de la que me guardo la opinión...
En su momento, "La noche de los muertos vivientes" supuso un cambio de rumbo del género de terror, que quedaría corroborado posteriormente con títulos como "La última casa a la izquierda" (1972/Wes Craven) y "La matanza de Texas" (1974/Tobe Hooper). Los tiempos del terror gótico anglosaxón, del vampiro, del hombre lobo, del clásico ambiente de niebla e inquietud, quedaron sepultados por la realidad del caos, de la destrucción y la desconfianza del ser humano para con sus semejantes. La guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles de la gente de color, el asesinato de los hermanos Kennedy o Martin Luther King habían dejado a la sociedad estadounidense demasiado afectada como para que los monstruos de antaño pudieran ser la respuesta a su estado de shock. 
Romero, por su parte, intentó en primera instancia apartarse del género, por el habitaul miedo a encasillarse. Pero viendo que sus propuestas fuera del cine de terror quedaban olvidadas, cuando no eran despreciadas, no tuvo más remedio que rendirse a la evidencia de que su camino era erigirse en uno de los puntos clave del género en los setenta y ochenta, aunque su carrera siempre ha sido amiga de los altibajos, al igual que alguno de sus colegas, que siempre han ido un tanto a salto de mata. 
Pero "La noche de los muertos vivientes" queda ahí, con su blanco y negro, con su amateurismo bien entendido y mejor aplicado, como título clave del cambio de guardia que el devenir de los tiempos, en cuanto a cine de terror, iban a producirse a partir de entonces. 
Por último, en España, se estrenó en las recién nacidas salas de "arte y ensayo", en versión original subtitulada, erigiéndose en la reina de este tipo de sesiones. Posteriormente, en su explotación en VHS, la película se la quedó Video Colección, sello perteneciente al entorno de Planeta, y que fue una de las empresas pioneras en la venta directa de videos domésticos. En DVD la cosa se disparó de forma definitiva, mediante un torrente de ediciones poco menos que piratas, que eran fácilmente localizables en quioscos y estancos...Posteriormente el sello Tribanda puso orden editando la que puede considerarse edición definitiva, que remasterizó el original como mandan los cánones y la sacó al mercado junto a un muy interesante documental, pero Crest editó de nuevo una copia de la cinta con sus entrañables imperfecciones de imagen. En Blu Ray creo que también está disponible una edición bastante decente, así como la nueva versión coloreada, de la que cerraré un tupido velo por razones de responsabilidad. 

jueves, 30 de octubre de 2014

LA MONJA POSEÍDA

Un escritor (Richard Widmark) especializado en temas esótericos y misteriosos se ve metido en un berenjenal de padre y muy señor mío, que vincula a una secta de satanistas con el nacimiento del anticristo. Un sacerdote (Christopher Lee) que no es que destaque por ser muy católico y una monja (Nastassja Kinski), más bien novicia, con un "secreto" relacionado con las intenciones de la secta completan el cuadro...
"La monja poseída" (1976) tiene el triste, muy triste y lamentable, "honor" de ser la última cinta de terror producida por la Hammer Films. En aquellos momentos la compañía ya no andaba lo que se dice muy boyante que digamos. El estrepitoso fracaso comercial de la, por otra parte, excepcional "Frankenstein y el monstruo del Infierno" (1974/Terence Fisher) dejaba claro que los días del terror gótico, de ambientes sórdidos y decimonónicos habían tocado a su fin. Títulos como "La matanza de Texas" (1974/Tobe Hooper) y "El exorcista" (1973/William Friedkin) eran lo que demandaban las plateas de buena parte del mundo civilizado, y la Hammer, decidida a quemar sus naves, se lanzó a hacer una película que estuviera acorde con los modos y formas de hacer cine de terror. El problema es que erraron el tiro pero de forma total y absoluta. Un fiasco en toda regla que marcó el principio del fin de la compañía. 
En esencia, "La monja poseída" partía con unas cartas que parecían dar lugar a una carta ganadora; el filme se basaba en una novela original de Dennis Wheatley, que por aquellos años era un reputado especilista en "best sellers" de tema terrorífico-esóterico, aunque a nivel crítico no contaba con demasiadas simpatías. Wheatley era amigo personal de Christopher Lee, circunstancia que permitió que el actor, antaño mascarón de proa de la empresa, volviera a la cuna de su carrera como actor tras algunos años alejado, como consecuencia de su reticencia a repetir el rol de Drácula en películas cada vez menos interesantes, que le habían llevado a alejarse de lo que él siempre consideró su casa. En virtud de un acuerdo de coproducción con Alemania, éstos demandaron la presencia de algún actor americano de cierto fuste, siendo elegido Richard Widmark, que por aquellos días vivía un evidente declive, lejanos los días en que encabezaba los repartos de películas inolvidables de Hollywood. Widmark destacó por unas muy exageradas demandas de estrellona malcriada, que pusieron las cosas muy difíciles al equipo de producción y al resto de compañeros de reparto, entre los cuales destacaba una joven muchacha que, a posteriori, tendría una carrera jalonada por algunos grandes éxitos, me refiero a la bella Nastassja Kinski.
Pero el hecho es que "La monja poseída" no deja de ser una película escasamente inspirada, visualmente gris y poco creativa, que más bien parece un telefilme del montón. Peter Sykes, director de la cinta, era otro de esos directores que, procedentes de la caja tonta, fueron contratados por la Hammer con el fin de modernizar el estilo de la compañía, aunque más bien lo que hicieron fue desvirtuarla por completo. Otros, como Peter Sasdy, dentro de sus limitaciones, destacaron por ser medianamente creativos en su trabajo, pero ni Alan Gibson ni Peter Sykes* pasaron nunca el corte de ser realizadores que despachaban su trabajo con el estilo impersonal del funcionario asalariado de turno.
El caso es que "La monja poseída" fue otro fiasco gordo, que dejó a la empresa en una situación financiera bastante delicada, más de la que ya estaba antes de poner en marcha el proyecto. Tras este nuevo tropiezo, la Hammer pretendió resarcirse con un (muy) innecesario remake de "Alarma en el expreso" (1979), con una guapísima Cybill Shepperd, pero ni por ésas. Posteriormente, reconvirtió su estilo adaptándolo a la televisión, mediante dos series de cierto nivel, pero digamos que los tiempos estaban cambiados del todo y, pese a sus hallazgos, el estilo Hammer era ya cosa del pasado. Un pasado glorioso, del que da entusiasmo al verlo en retrospectiva, por lo mucho que significó para el género en los años sesenta y primeros setenta...  



* A pesar de ello, Sykes tiene en su haber la curiosa "Demons of the mind" (1972), cinta no estrenada en España a consecuencia de su temática, un incesto en el seno de una decadente familia de la alta sociedad de mediados del siglo XIX, que provocó las iras de la censura franquista. Universal la recuperó en DVD en 2009, aunque doblada al español neutro, por lo que es muy recomendable (por no decir preferible) su visionado en versión original subtitulada.

EL TERROR EN LA LITERATURA

"El terror en la literatura" es el título con el que la editorial Blacklist lanzó, en 2010, el ensayo escrito por H.P. Lovecraft, y que queda como su trabajo de "estudio", en el que analizaba la literatura de horror escrita desde la novela gótica de finales del XVIII y primeros del XIX, centrando su interés en aquellos autores que él consideraba imprescindibles, como su venerado Edgar Allan Poe, pasando por Nathaniel Hawthorne o, ya entrando a finales del XIX e inicios del XX, Ambrose Bierce. Con el nuevo siglo, Lovecraft pasa revista a autores del nivel de Arthur Machen, Lord Dunsany o M.R, James.
Se trata de un trabajo de encargo, que Lovecraft escribió para una revista de aficionados "The recluse"; el autor de "En las montañas de la locura" lo escribió entre finales de 1925 y mediados de 1927. Así pues, lo hizo por el mero placer de hacerlo, sin recibir dinero alguno por el resultado final, que posteriormente, en 1934, revisó el texto, aunque no llegó a ver su posterior reedición, pues fallecería en 1937 con tan sólo 47 años de edad.
Como ya he dicho en alguna que otra ocasión, Lovecraft nunca gozó en vida de fama ni de consideración como escritor. Buena parte de su posterior reivindicación se debe a su amigo y también escritor August Derleth, quien asumiría la labor de recuperar la ficción lovecraftiana, que a mediados de los años cuarenta empieza a ser apreciada por los amantes del género del terror y la ciencia ficción, obteniendo la debida reconsideración de público y crítica. Como siempre, más vale tarde que nunca.
En castellano, existen varias ediciones de este libro; la más completa es sin duda la de Valdemar, en un voluminoso libro que es la edición definitiva de este ensayo. Es una edición estupenda, con completas anotaciones y un completo estudio preliminar del especialista Juan Antonio Molina Foix, pero al ser editada en su colección Gótica, digamos que suprecio no está al alcance de todos los bolsillos. Alianza Editorial la ha editado asiduamente en su colección de bolsillo, siempre imprescindible, pero creo que ahora lleva tiempo sin recuperarla, por lo que es de esperar que algún día se animen a ello. La edición de Blacklist es, pues, la más fácil de localizar y la más asequible, aunque hay que lamentar que no conservaran el título original "El horror sobrenatural en la literatura", optando por un "El terror en la literatura", supongo que por cuestiones comerciales, que le quitan poesía al conjunto. Dejando de lado este aspecto, se trata de una obra fácilmente leíble, además de disfrutable, que permite conocer la gestación y progresivo avance del género de horror literario de la mano de un autor que no desentonaría para nada junto a los autores que nombra, pues él también hizo mucho por remodelar el horror y dotarlo de unos mecanismos modernos que hoy, por hoy, aún siguen del todo vigentes.

martes, 28 de octubre de 2014

DICCIONARIO DE DIRECTORES DEL WESTERN

No es que sea un entusiasta del género, pero hay que aplaudir la existencia de un volumen de las características del aquí comentado, "Diccionario de directores del Western", escrito por Vicente Del Castillo y editado por los habituales de T&B Editores.
Se trata de un diccionario donde se reseñan la práctica totalidad de directores que, desde los inicios del cine, allá por el 1895, hasta bien entrados los años setenta, dirigieron películas del Oeste. Tanto da que sean realizadores que tocaron el género de forma más o menos habitual, caso de John Ford, Delmer Daves o Bud Boetticher, como lo hicieran de un modo tangencial, caso de Otto Preminger, que solamente llegó a filmar uno a lo largo de su carrera. En este libro todo cabe, desde un humilde destajista de la serie B y del serial, caso de un Sam Newfeld, pasando por currantes como Ray Taylor o Robert N. Bradbury, cuya labor ha quedado un tanto oscurecida pero que ejercieron un papel necesario a la hora de que el género sobreviviera en la década de los treinta, aunque fuera a costa de ser segundo plato en las sesiones de programa doble. Algo similar sucedería en los setenta, cuando Burt Kennedy o el recientemente fallecido Andrew V. McLaglen (realizador éste del que algún día les hablaré más largo y tendido, especialmente de sus incursiones dentro del cine de acción...) mantuvieron abierta la senda del "western", aún cuando fuera en producciones televisivas de gran alcance o en filmes en los cuales un ya avejentado John Wayne se erigía en último bastión de la América Auténtica...  
"Diccionario de directores del Western" es un libro que, para los amantes del género puede servirles de gran ayuda, por cuanto podrán tener en sus manos una herramienta de primera mano con la que identificar películas, localizarlas y disfrutarlas. Algunos de estos títulos, en ocasiones los más desconocidos, suelen ser recuperados en canales como 13TV, canal ideológicamente detestable pero que reserva, en ocasiones, sorpresas agradables en su ciclo de westerns, que emite de Lunes a Viernes a eso de las siete menos cuarto de la tarde. 
Un punto en contra del libro es que no dedica prácticamente espacio alguno al Western elaborado en territorio europeo. Quizá ello hubiera significado dedicar mayor espacio y hacer que el libro encareciera su precio, o también puede que la idea fuera el hacer un segundo volumen, pero el caso es que resulta hasta cierto punto indignante el nivel de desprecio que sigue arrastrando el mal llamado "spaguetti western". Cierto es que algunos de sus frutos, a nivel cualitativo, eran denigrantes, pero es indudable que realizadores como Sergio Leone, Sergio Corbucci y hasta GianFranco Parolini merecían tener un hueco. 
En cualquier caso es una propuesta interesante que, insisto, satisfará los intereses del buen aficionado al cine del Oeste del de toda la vida, del cien por cien con sabor americano. De serie A o serie B pero netamente rodado en territorio original. Para el resto, pues entretenido de leer y muy informativo.

lunes, 27 de octubre de 2014

200 RESEÑAS 200: LA LEYENDA DE LA MANSIÓN DEL INFIERNO

Un rico hombre de negocios, Rolf Randolph Deutsch, está decidido a saber la verdad sobre la infame casa Belasco, una enorme mansión propiedad de un hombre también de elevada posición social, Belasco, quien era conocido por su comportamiento, que en muchas ocasiones rayaba en la crueldad y el sadismo más extremo. Fallecido en extrañas circunstancias, aunque nunca se halló su cadáver, un tiempo después, en 1953 de su fallecimiento se organizó una expedición con el objetivo de esclarecer lo sucedido y hallar el cadáver del difunto propietario de la casa, pero la cosa empezó mal y terminó peor. De todos los componentes de la misión, solamente logró salir indemne uno, un médium, aunque tuvo que permanecer un tiempo bajo tratamiento psiquiátrico, dado lo traumático de lo vivido en el interior de aquella casa maldita. Pasados veinte años, Deutsch cree que es el momento de saber la verdade de manera definitiva, por lo que financia otra nueva expedición, con el fin de llegar a una conclusión clara de los sucedido. Los cuatro miembros del grupo, entre los cuales se halla el médium superviviente de la primera misión, volverán a ser testigos de lo que es capaz de hacer Belasco desde el Otro Lado. Saber la Verdad va a costarles muy, pero que muy caro...
Basada en una novela de Richard Matheson, que el propio autor adaptó al formato de guión, "La leyenda de la mansión del Infierno" (1973) es una de las grandes obras maestras del cine de terror hechas en los años setenta, además de ser la película más representativa de su director, el británico John Hough, un realizador de trayectoria sumamente irregular, que despuntó en el seno de la Hammer Films con "Drácula y las mellizas" ( 1971), aunque en ella no apareciese Drácula ni por casualidad, o en la muy reivindicable "Succubus" (1980), producción canadiense que, a pesar de un guión que no acababa de hilar fino todas sus posibilidades, Hough salvó mediante un estilo donde la sobriedad y el buen uso de los golpes de efecto se dan la mano con precisión y sin problema alguno...
Producida por el estadounidense James H. Nicholson, que hasta aquel entonces había sido uno de los dirigentes de la American International Pictures, junto a Sam Arkoff,  "La leyenda de la mansión del Infierno" significó al mismo tiempo su canto del cisne como productor independiente, pues moriría poco después de estrenada la cinta, como consecuencia de un cáncer. El filme se rodó en tierras británicas, con actores que generalmente solían ejercer funciones de secundarios pero que en este caso tuvieron la oportunidad de hacerse valer como protagonistas absolutos. Clive Revill, Roddy McDowall, Pamela Franklin y Gayle Hunnicutt se bastan y se sobran para dotar de verosimilitud esta historia de casas encantadas que su autor hizo como consecuencia de su plena devoción a la novela "The haunting", de Shirley Jackson, y que Robert Wise convirtió en otra pieza obligada dentro del subgénero, en 1963. Tanto las novelas como las películas pueden verse como versiones contrapuestas de un mismo tema, de un mismo punto de partida, pero si en el caso de Jackson/Wise es la casa la que en gran medida domina a los protagonistas, en el de Matheson/Hough lo que predominan son los personajes, de cómo sus reacciones ante algo que no acaban de entender hacen que sus acciones determinen la tragedia que les sobrevendrá, aún cuando uno de ellos, que logró sobrevivir anteriormente a la casa, está seguro de que Belasco volverá a hacer de las suyas, matándolos a todos. Los ciclos, como siempre, se repiten, y el médium deberá vencer a sus miedos con el fin de esclarecer la verdad sobre Belasco, pero no por una recompensa económica, sino para salir con vida, por segunda vez, del desastre. 
A la hora de adaptar la novela al cine, Matheson llevó a cabo algunos ajustes, especialmente vinculados al personaje encarnado por Gayle Hunnicutt. Si en la novela es un mujer de mediana edad, no demasiado atractiva, que vive además dominada por múltiples traumas psicológicos y sexuales, en el filme, bajo los rasgos de la bella Hunnicutt, pierde un tanto la intencionalidad, convirtiéndose en mera víctima propiciatoria de los manejos del fantasma de Belasco. No es que el cambio sea malo, pero el conflicto de este personaje da mayor nivel dramático en la novela, quedando en la película como un mero reclamo para que la actriz pueda mostrar, aunque sea de forma entrevista, todo su esplendor físico. 

Cubierta de la edición de 2011 de la novela de Richard Matheson, por parte de Editorial Minotauro. Posteriormente la novela saldría en edición de bolsillo, siendo fácilmente localizable en librerías que se precien de serlo o en bibliotecas. Se trata de una de las grandes obras de su autor, junto a la magistral "Soy leyenda", que también ha sido llevada a la pantalla en tres ocasiones, con resultados tan diversos como poco vinculados con la novela que les sirvió de base...
El malogrado, y entrañable, Roddy McDowall da muestras de su indiscutible mano maestra como intérprete. Con este filme, el actor logró uno de sus mayores triunfos profesionales, que le situarían como un actor "de culto" dentro del género, situación que le permitiría vivir una segunda juventud como actor, que se vería rematada posteriormente, ya en los ochenta, con la también genial "Noche de miedo" (1985/Tom Holland), filme en la que da otro recital. 
 "La leyenda de la mansión del Infierno"  es pues, un filme basado en la reacción de los intérpretes, todos ellos excelentes, que asumen sus papeles desde una perspectiva dramática del todo creíble. Quizá su estética, excesivamente setentera, pueda jugar en su contra, pero es ésta una película que ejemplifica que sin necesidad de cargar las tintas, de abusar de la sangre e higadillos, se puede crear inquietud, miedo en el espectador. Su desenlace, seco, directo a la yugular, deja al espectador sin apenas espacio para sostenerse. Años más tarde, el holandés Jan DeBont realizaría una nueva versión de "The haunting" del todo olvidable, donde demostraba su absoluta incapacidad creativa para ir más allá de los dominios del efecto especial generado por ordenador. Hough, por su parte, realizó un filme de cámara, no ya por el buen uso que hace de ella, es que además estamos ante una película sencilla, narrativamente compleja pero que su director resuelve con indudable pulso de maestro. El material de base ya estaba negro sobre blanco; Hough simplemente emplazó la cámara y dispuso a los actores para dar lugar a una cinta absolutamente imprescindible. 
Pasados más de cuarenta años, por fortuna, su legado no ha sido manchado por un remake...Es raro pero espero que dure. 
Con esta reseña llegamos a las doscientas reseñas en "El ocioso impenitente"; ha sido un largo camino que no ha hecho más que empezar. Desde estas páginas agradezco la atención que me han prestado a lo largo de este tiempo, esperando no haberles aburrido más de lo necesario. Pese a la irregularidad, a los cambios de nombre, este blog intenta siempre mantenerse a flote. Con los ojos puestos en el próximo 31 de Octubre, cuando les hablaré de "La noche de los muertos vivientes" con motivo de la Festividad de Todos los Santos (Halloween para el resto) les envío un cordial saludo de este que les escribe. Muchas gracias y mucho cine y libros (y si cae algún cómic mejor que mejor). Hasta pronto ociosas y ociosos con clase...


Esta reseña está dedicada a SJV con cariño, y para que sepa que se la quiere y echa de menos. Los tiempos mejores suelen ser un tanto lentos en llegar, pero cuando llegan, hay que aprovecharlos, pues duran bien poco, lamentablemente. Pero llegan, tengamos Fe en ello por una vez...

domingo, 26 de octubre de 2014

MANIAC COP 3

El agente de policía Matt Cordell, tristemente conocido como el "policía maníaco", ha muerto tras ver cumplida su venganza sobre las personas que le llevaron a ser encerrado en prisión y morir de forma salvajemente. Pero si Cordell volvió a la vida dos veces bien puede haber una tercera, en este caso propiciada por un haitiano versado en técnicas de vudú, quien desea que Cordell intervenga en las calles, infestadas de delincuencia y corrupción. Lo que pasa es que Cordell va a su rollo, eliminando delincuentes y policías por igual...La cosa se complica todavía más cuando una antigua compañera de Cordell, la agente Sullivan, es herida gravemente en el transcurso del atraco de un supermercado que sale mal. Sullivan es acusada de haber actuado de forma fraudulenta como consecuencia de una grabación videográfica manipulada, y Cordell, que en el pasado mantuvo un asuntillo amoroso con la agente, decide asumir su particular modo de impartir justicia, además de exigir al haitiano que la convierta en su compañera. El detective McKinney se pone manos a la obra para acabar de una vez por todas con Cordell, al que siempre respetó en vida, pero que ahora es un verdadero demonio para las atribuladas calles de la gran ciudad.
Si hay una saga que respete, que considere redonda en ctodas y cada una de sus entregas, esa es sin duda alguna "Maniac cop". Iniciada en 1987, la película se basaba en un guión de Larry Cohen, uno de los "popes" de la serie B bien entendida, que cedió la dirección a William Lustig, responsable de la cinta de culto "Maniac" (1980). Por raro que pueda parecer, la segunda entrega, filmada en 1992, era aún mejor que su antecesora, revelándose como una estupenda cinta de acción con gotas de terror y "thriller" hecho con manos sabias y expertas. Sus buenos resultados comerciales, aún siendo filmada para su explotación directa a vídeo y canales de pago, hicieron que Lustig y Cohen reincidieran en una tercera parte, rodada casi consecutivamente, que si bien se vio afectada por una serie de problemas de postproducción, derivados del tira y afloja entre director-guionista (y productor) con el resto de productores de la cinta, no acabó afectando al resultado final, a todas luces vibrante y filmado con el nervio y precisión habituales en Lustig.
El hecho es que este "Maniac cop 3" se estrenó dando a entender que Lustig no había filmado por completo el filme. La situación se hizo tan complicada que Lustig y Cohen abandonaron el rodaje cuando faltaban pocos días para finalizarlo, y uno de los productores asociados, Joel Soisson, asumió lo que faltaba por filmar, pretendiendo luego ganarse galones y presentándose como el responsable final de la cinta, cuando lo cierto es que el material que filmó Soisson no llega al mínimo digno de considerarse. Así pues, este  "Maniac cop 3" es cien por cien William Lustig, con soberbias secuencias de acciónn rodadas con pulso y fibra de quien sabe lo que se hace, dando lugar a un desenlace de los que hacen época, con una escena final que se quedará grabada en la retina del aficionado por cuanto resume los modos y formas de su realizador a la hora de afrontar el cine de género. Con un genial Robert Davi bordando su papel de detective de la policía salido de una novela de Spillane, esta película se erige en la piedra de toque de un estilo, de una estética, que luego directores como Tarantino han pretendido hacer suyas, cuando un realizador sin tantas pretensiones, ni tantas ínfulas, ya lo hizo antes con menos dinero y, además, le quedó mucho mejor. De las que uno vería una y mil veces sin cansarse.