domingo, 1 de diciembre de 2013

DAGON, LA SECTA DEL MAR

La "Fantastic factory" fue un invento que, visto desde la distancia que da el tiempo, dio unos resultados, a nivel artístico, un tanto limitadillos, pero que técnicamente sirvió para otorgar la primera oportunidad a dos realizadores que posteriormente harían un papel muy destacado en el género, Jaume Balagueró y Paco Plaza. El problema del invento era que Brian Yuzna, cerebro del asunto, era un hombre bregado en el cine de serie B, por lo que sus producciones solían tener una carrera comercial adscrita al contexto de los videoclubes, al menos a nivel internacional, por lo que creo que prácticamente ninguna de las películas surgidas de la Fantastic contó con una distribución de cines, excepto en España, donde sí pasaron todas por pantalla grande, hasta adefesios del calibre de la nefasta "Rottweiller" (2005, película que señaló el principio del fin de la iniciativa, en tanto en cuanto el mandamás de Filmax, Julio Fernández, se mosqueó por lo que consideraba unos reusltados artísticos que no eran los esperados de antemano. Balagueró y Plaza sí habían logrado hacerse un hueco en el exterior, con todos los honores, mientras que Yuzna no pasaba de ser un artesano del bajo presupuesto, al que Fernández dio puerta tan pronto tuvo la oportunidad.

Imagen de "Dagon, la secta del mar", un acercamiento irregular pero no del todo desdeñable a un relato de Lovecraft.
"Dagon, la secta del mar" venía a ser la reunión de dos hombres que habían tenido un papel esencial en una de las obras maestras del género en los ochenta, "ReAnimator" (1985). Yuzna le ofreció a Gordon la posibilidad de filmar en España una nueva adaptación de la prosa lovecraftiana. Ni que decir tiene que los resultados no llegaron ni a la suela del zapato de la magistral pieza ochentera, pero tampoco hay que hacerle ascos a una película que, dentro de sus limitaciones, posee una dignidad y una modestia que la sitúan muy por encima de otros títulos de la firma, caso especialmente de la sangrante "Arachnid", donde otro veterano maestro del bajo presupuesto, Jack Sholder cavó su tumba a conciencia.

Una debutante Macarena Gómez, tiene una breve pero remarcable intervención en esta película.
 Junto a su compinche habitual en tareas de guión, Dennis Paoli, Stuart Gordon realizó una más que solvente cinta de terror, que toma como punto de partida el relato original de Lovecraft, mezclándolo con elementos extraídos de otro cuento breve del maestro de Providence "El horror de Dunwuich", pero resituándolo geográficamente de Nueva Inglaterra a las costas gallegas, arropado por la estupenda fotografía de Carlos Suárez y la interpretación, última de su carrera, de Francisco Rabal.
En este aspecto, el de las interpretaciones, es donde radica el punto débil de la película, pues la pareja protagonista, Ezra Godden y Raquel Meroño, no dan la talla necesaria en los momentos clave de la cinta, que sube muchos enteros gracias a la prestación de un Rabal que se deja la piel (tanto a nivel profesional como en el caso de su personaje, que muere despellejado) en cada una de sus intervenciones. En el tramo final puede verse brevemente a la luego televisivamente popular Macarena Gómez, con sus enormes ojos dominando la escena inquietantemente.
Una película irregular, pero francamente entretenida. 

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