sábado, 7 de diciembre de 2013

SCREAM, VIGILA QUIEN LLAMA

Con "Scream", Wes Craven recuperó las riendas de una carrera que tras el fracaso de "La nueva pesadilla" (1994), su intento por cerrar el círculo a lo largo de la figura de su amado-odiado Freddy Krueger, parecía condenada a los abismos insondables del subproducto o del telefilme de segunda. Buena parte de la culpa la tuvo un guión de Kevin Williamson que Craven, acotumbrado a escribir sus propios guiones, accedió a rodar sin hacer mayores apreciaciones que las de tener la oportunidad de ponerlo en imágenes. Y seguramente ahí radica su principal atractivo: que siendo un filme cien por cien craveniano, el director de "Shocker" lo adaptó a sus modos y maneras, sin añadirle ni quitarle nada, porque de haberlo hecho muy probablemente estaríamos hablando de otra película muy diferente, que con toda seguridad no habría dado tantos dividendos a la compañía productora, Miramax Films, que a través de su filial de cine de género, Dimension, financió la película, aún a pesar de las reticencias de los hermanos Weinstein, quienes nunca estuvieron del todo convencidos de la capacidad de Craven para hacer un éxito comercial.
El rodaje no fue un paseo para Craven, que tuvo que aguantar las mil y una de los Weinstein, quienes irrumpieron como elefantes en una cacharrería. El éxito de la película propició que las aguas volvieran a su cauce, de tal forma que pudo trabajarse en las otras dos secuelas de manera harto placentera, pero siempre quedó el resquemor entre ambas partes, el cual volvió a florecer como consecuencia de "La maldición", una cinta de hombres lobo adolescentes con Christina Ricci, que padeció toda clase de desmanes por parte de los tremendos Weinstein, que remontaron la película a su manera.
Pero volviendo a "Scream", debe decirse que es una película que funciona más bien por su guión, que recicla con sumo ingenio los clichés del cine de terror adolescente, dándoles la vuelta y ofreciéndolos como si de una gran novedad se tratara. Su ya clásico prólogo, con Drew Barrymore siendo acosada por el asesino, primero telefónicamente, luego ya de manera presencial, ha quedado ya como una de las grandes piezas del género, poniendo de manifiesto el grado de implicación de su director, que se tomó la realización con inusitada energía, desconocida en él hasta la fecha.
El binomio Williamson-Craven repitió la jugada en una segunda parte que, como veremos, lleva hasta lo inverosímil la trama, superando con creces las, ya de por sí, enloquecidas vueltas de tuerca de su predecesora. Este hecho afectó sin duda a una tercera entrega que, aún siendo la más redonda de todas, al no contar con la presencia de Williamson al guión, fue recibida de forma impresentable por gran parte de la parroquia de entusiastas de la franquicia. El retorno de Williamson se produciría en la cuarta, pero dicha entrega se hizo más de cara a la galería, sin que ninguno de sus implicados creyera realmente en lo que estaban haciendo.

Basado en el cuadro "El grito" de Edward Munch, la máscara del asesino de "Scream" se ha convertido en toda una marca de fábrica, no ya d ela franquicia, sino directamente de lo que es Halloween. Lo que pocos saben es que los Weinstein estuvieron a un paso de cargarse uno de los símbolos de la saga, pues no confiaban en absoluto en sus posibilidades. Las presiones de Cathy Konrad, productora del filme, evitaron que se sustituyera por otra, mucho menos efectiva. Konrad se mantuvo en su puesto en la segunda entrega, pero acabó harta de los Weinstein y de sus injerencias retirándose de la franquicia

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