Puestos en harina, qué menos que comentar una cinta que, si bien hoy puede considerarse como un "clásico" en la filmografía de su protagonista, en su momento significó la primera señal de que su estela como astro del cine de acción estaba en pleno proceso de cambio, y no para bien. No pinchó en la taquilla, pero digamos que no cubrió las expectativas que sus principales responsables, los de la Cannon Films, tenían puestas en ella. Stallone, creyendo que a lo mejor lo que buscaba su público era un mayor grado de versatilidad en él, decidió tomar el toro por los cuernos y, junto a Sterling Silliphan escribió el guión de "Yo el Halcón" melodrama lacrimógeno de tintes caprianos (de Frank Capra) pero dirigido por el recientemente fallecido Menahem Golan que, francamente, era a Frank Capra lo que Belén Esteban a Scarlett Johansson...Con perdón para esta última y para el malogrado Golan, quien junto a su primo Yoram Globus, los dos al frente de la Cannon, tantas horas de placer nos dieron desde la pantalla grande o desde las estanterías del videoclub del barrio.
Basada en una novela de Paula Gosling, "Cobra" se basa en las peripecias de un agente de policía de métodos bastante "sui generis", Cobra, que debe hacerse cargo de proteger a una modelo (Brigitte Nielsen, por aquel entonces señora de Stallone), único testimonio de los crímenes cometidos por un tropel de sectarios que se sirven de la violencia y el asesinato para sus oscuros fines pseudoreligiosos. Acompañados del mejor colega de Cobra (Reni Santoni) y de una agente de policía que tiene su trasfondo, para entendernos, es una cabrona de cuidado.
Para orquestar el embolado a su entera satisfacción, Stallone confió la dirección a George Pan Cosmatos, director de origen griego que le había dado grandes satisfacciones dirigiendo la segunda entrega de las andanzas de Rambo, "Rambo, acorralado parte II". Vilipendiado en vida, su posterior fallecimiento ha venido a poner de relieve que, sin ser lo que se dice un director con sello personal, era un realizador con muy buena mano para el cine de acción, proponiendo una puesta en escena sobria, que si bien cae en los manierismos habituales del cine de acción ochentero, tampoco molesta y hace de ella una película, a nivel visual, francamente muy bien resuelta.
Pero por las razones que sean, el público no acabó de quedar del todo convencido de un filme que pretendía, de forma más que evidente, situar a Sylvester Stallone con un personaje que estuviese a nivel de "Harry el sucio". Tales pretensiones quedan claras cuando entre el reparto destacan dos actores pertenecientes a la saga del rudo policía de San Francisco; por un lado tenemos a Andrew Robinson, que si en la obra seminal de Don Siegel era el pérfido psicópata, aquí encarna a un cargo policial de métodos legalistas, que abomina de los ademanes de Cobra, el otro es Reni Santoni, que hizo de compañero de Harry Callahan y aquí pues...Hace de compañero de Cobra. Y si en una lo hieren pues en esta...Tres cuartos de los mismo. Otro aspecto que los acerca a Harry son sus frases contundentes, pero que en este caso casi suenan a parodia descarada, con lo cual pierden efectividad. Quizá este sea el principal defecto de una película, por lo demás, plenamente disfrutable: que el personaje está tan marcado por sus clichés que termina por resultar un chiste en sí mismo.
Diez años después la novela de Paula Gosling fue repescada por la Warner, quien intentó con ella lanzar al estrellato a la modelo Cindy Crawford, que se pasa buena parte de la película haciendo poses de modelo, no interpretando. Ni que decir tiene que sus resultados fueron del todo insatisfactorios, mucho más que los obtenidos por este "Cobra, el brazo fuerte de la ley" que ha terminado por convertirse en un clásico por antonomasia del género en los ochenta, su década de mayor esplendor.
Basada en una novela de Paula Gosling, "Cobra" se basa en las peripecias de un agente de policía de métodos bastante "sui generis", Cobra, que debe hacerse cargo de proteger a una modelo (Brigitte Nielsen, por aquel entonces señora de Stallone), único testimonio de los crímenes cometidos por un tropel de sectarios que se sirven de la violencia y el asesinato para sus oscuros fines pseudoreligiosos. Acompañados del mejor colega de Cobra (Reni Santoni) y de una agente de policía que tiene su trasfondo, para entendernos, es una cabrona de cuidado.
Para orquestar el embolado a su entera satisfacción, Stallone confió la dirección a George Pan Cosmatos, director de origen griego que le había dado grandes satisfacciones dirigiendo la segunda entrega de las andanzas de Rambo, "Rambo, acorralado parte II". Vilipendiado en vida, su posterior fallecimiento ha venido a poner de relieve que, sin ser lo que se dice un director con sello personal, era un realizador con muy buena mano para el cine de acción, proponiendo una puesta en escena sobria, que si bien cae en los manierismos habituales del cine de acción ochentero, tampoco molesta y hace de ella una película, a nivel visual, francamente muy bien resuelta.
Pero por las razones que sean, el público no acabó de quedar del todo convencido de un filme que pretendía, de forma más que evidente, situar a Sylvester Stallone con un personaje que estuviese a nivel de "Harry el sucio". Tales pretensiones quedan claras cuando entre el reparto destacan dos actores pertenecientes a la saga del rudo policía de San Francisco; por un lado tenemos a Andrew Robinson, que si en la obra seminal de Don Siegel era el pérfido psicópata, aquí encarna a un cargo policial de métodos legalistas, que abomina de los ademanes de Cobra, el otro es Reni Santoni, que hizo de compañero de Harry Callahan y aquí pues...Hace de compañero de Cobra. Y si en una lo hieren pues en esta...Tres cuartos de los mismo. Otro aspecto que los acerca a Harry son sus frases contundentes, pero que en este caso casi suenan a parodia descarada, con lo cual pierden efectividad. Quizá este sea el principal defecto de una película, por lo demás, plenamente disfrutable: que el personaje está tan marcado por sus clichés que termina por resultar un chiste en sí mismo.
Diez años después la novela de Paula Gosling fue repescada por la Warner, quien intentó con ella lanzar al estrellato a la modelo Cindy Crawford, que se pasa buena parte de la película haciendo poses de modelo, no interpretando. Ni que decir tiene que sus resultados fueron del todo insatisfactorios, mucho más que los obtenidos por este "Cobra, el brazo fuerte de la ley" que ha terminado por convertirse en un clásico por antonomasia del género en los ochenta, su década de mayor esplendor.
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