domingo, 24 de agosto de 2014

EL HÉROE Y EL TERROR

Nunca he sido muy fan de Chuck Norris, aunque he visto sus películas y hasta puedo respetar a quien venere su época de gloria en la Cannon Films, protagonizando títulos como "Desaparecido en combate" (1984/Joseph Zito), su secuela, "Desaparecido en combate 2" (1985/Lance Hool) o, como no podría ser menos, "Braddock, desaparecido en combate 3" (1988), cinta que dirigió su hermano, Aaron Norris, pero entre tanto Vietnam y tanta desaparición también se pueden destacar "McQuade, lobo solitario" (1983/Steve Carver) o "Código de silencio" (1985/Andrew Davis), "thriller" este último bastante superior a lo habitual dentro de la filmografía del judoka de Oklahoma, más que nada porque inicialmente iba a ser un vehículo hecho a la medida de Clint Eastwood, quien se apeó del proyecto con casi todo a punto de caramelo para empezar a rodar.
Modestamente, dentro del expediente de películas "buenas" de Chuck Norris, podríamos también situar este otro "thriller", "El héroe y el terror" (1988/William Tannen), que en cierta medida pretendía seguir la estela de "Código de silencio", ofreciendo a un Norris más humanizado, menos arquetipo, aunque siempre dentro de un orden, que Chuck es Chuck y tampoco es cuestión de convertirle en un "perroflautas" a las primeras de cambio, más que nada porque el perro le duraría bien poco.
La historia es bastante simple, para qué les voy a engañar; Chuck Norris es Danny O'Brien, un policía de Los Ángeles que anda tars los pasos de un asesino en serie, Simon Moon. Tras localizar su escondrijo, en un parque de atracciones cercano a la playa, O'Brien logra acorralarle, pero el criminal logra dar la vuelta a la tortilla, dejando al policía en una situación harto complicada. Pero un golpe de suerte hace que el temible Moon caiga, quedando inconsciente, lo que hace que, a ojos del resto de mortales, O'Brien sea considerado un héroe por sus colegas de comisaría y la población de la ciudad. Pero O'Brien sabe que eso no es cierto, y vive atormentado por el recuerdo. Pasado el tiempo, el policía ha hecho su vida al lado de la que fuera su psiquiatra, a la que ha dejado embarazada (estamos hablando de Chuck Norris, él siempre va un paso por delante, hasta para eso) y todo parece indicar que la cosa va a ir sobre ruedas. Pero Simon Moon, que permanece internado en un centro psiquiátrico, logra escapar de su encierro. En la huída, sufre un accidente que, oficialmente, le da por muerto. Pero O'Brien sabe a ciencia cierta que no es así. Simon Moon vive y ha llegado el momento de la verdad para Danny O'Brien, tanto en su vida personal como en su actividad como policía...
"El héroe y el terror" no es un filme que brille por ser un dechado de originalidad; por mucho que se pretenda otorgar cierta tridimensionalidad a su personaje, Chuck Norris es Chuck Norris, y lo suyo no son las medias tintas ni ser un blandengue, aunque llore en una secuencia harto hilarante. El director del filme, William Tannen, reviste el asunto con bastante brío y buen estilo, ofreciendo una película entretenida, que se pasa rápido, pero que destaca por algunas ideas visuales, pocas pero que llaman la atención, porque presagian, aunque en un estado más elaborado, el estilo del "thriller" de terror que brillará con luz propia a lo largo de los noventa, especialmente gracias a dos títulos seminales como son "El silencio de los corderos" (1991/Jonathan Demme) y "Seven" (1995/David Fincher). Tannen, que no llega al nivel ni de Demme ni, mucho menos, de Fincher, sí demuestra saber de lo que habla, imprimiendo unos toques de suspense realmente muy conseguidos. Un buen ejemplo reside en el ataque de Simon Moon a un compañero de O'Brien (interpretado por el malogrado Steve James, amigo íntimo de Norris y asalariado de la Cannon en títulos tan populares de la casa como "El guerrero americano",1985, así como en su posterior secuela, y en la reivindicable "La furia de la venganza", 1986, todas ellas protagonizadas por otro que no se movía del estudio, Michael Dudikoff y un director que casi puede decirse que dormía ahí, Sam Firstenberg) o el prólogo en el parque de atracciones, que revela unos encuadres que ofrecen una perspectiva tétrica, ominosa, de las playas californianas.
La película baja algunos enteros cuando se pretende narrar los problemas personales del policía O'Brien con su futura esposa, a la que ha dejado embarazada. Momentos como el del restaurante no ayudan a que el personaje de Norris gane en credibilidad, antes al contrario, crean más descojone que los jerseys de punto con los cuales nos obsequia el protagonista de "Walker Texas Ranger", producción televisiva que, en gran medida, dio el aldabonazo definitivo a la credibilidad de su protagonista, convertido hoy en una especie de figura cercana más a un "action man" que no a la de una estrella del cine de acción, algo que, a lo largo de los ochenta, demostró que podía llegar a ser. De hecho, en un intento de recuperar dicha credibilidad, Norris confiaría en de nuevo en William Tannen para filmar "El mediador" (2005), filme de acción sobre el papel más que atractivo, pero que demostraba que los tiempos habían cambiado y que Norris no había evolucionado con ellos. Y Tannen menos todavía. Su aparición especial en "Los mercenarios 2" (2012/Simon West) es una buena prueba de que, hoy por hoy, Chuck Norris es más un chiste en sí mismo que otra cosa. 

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