martes, 19 de julio de 2016

MERCENARY

Un importante hombre de negocios organiza en su casa un acto en honor de un importante escritor y activista por la paz. El acto acaba siendo saboteado por la aparición de un grupo de hombres armados, que asesinan a una gran cantidad de personas, entre ellas al activista y a la esposa del organizador de la recepción. Éste, decidido a tomarse la justicia por su mano, a pesar de que no se halla en las mejores condiciones físicas para llevar a cabo sus intenciones, contrata los servicios de Alex Hawks, un antiguo miembro de las fuerzas especiales de la OTAN y que ahora ejerce de mercenario, ofreciendo sus servicios al mejor postor. El hecho de que el millonario pretenda unirse al comando de acción no termina de convencer a Hawks, que lo ve más como una molestia, por mucho que éste ponga todo de su parte para intentar estar a la altura. Lo que no saben aún Hawks y su contratante es que alguien les ha traicionado, revelando a sus enemigos las intenciones de una misión que se convierte, en apariencia, en casi un suicidio.
A mediados de los noventa, empujado por el éxito de "action men" del estilo de Jean Claude Van Damme o Steven Seagal, el mercado de serie B buscó también a posibles intérpretes que, siendo duchos con las artes marciales más que en el arte dramático, protagonizasen filmes de acción que, argumentalmente, no diferían demasiado de las producciones de gran presupuesto, con guiones donde la violencia y las ansias de venganza fueran el acicate principal para que el aficionado menos exigente pudiera alquilarlas en el videclub de la esquina y, tras visionarlas, alquilar otra y otra más sin pedirle peras al olmo. 
Uno de esos "actioners" que hicieron su agosto, y que siguen aún en activo dentro de los márgenes de la producción directa a DVD, fue el francés Olivier Gruner, que fue lanzado como la respuesta barata del belga Van Damme. Hijo de una familia de médicos, Gruner, nacido en 1960, pronto se mostró más interesado por una vida más movida, enrolándose en las fuerzas especiales del ejército gabacho. Acabada su etapa de movilización, y tras distinguirse como artista marcial en diversas competiciones, fue descubierto por un cazatalentos, que se encargó de hacerle un hueco en el cine de acción barato. 
"Mercenary" (1996/Avi Nesher) es una cinta que puede decirse que interesará al aficionado al cine de acción, que seguramente pasará un rato bastante digno con un filme que nunca pretende engañar al espectador. Gruner, como actor, es un patata de cuidado, pero es que tampoco sus compañeros de reparto están en mejores condiciones de darle una respuesta que permita creerse el entramado argumental de la cinta, un tanto pillado con pinzas. Y es que eso de que un millonario deseoso de vengar la muerte de su esposa contrate a un mercenario puede ser más o menos creíble, pero lo de que él mismo exiga formar parte del pelotón digamos que ya no resulta tan factible. El ya fallecido John Ritter en gran medida intenta con notables esfuerzos dotar de contenido a su personaje, pero el resto del elenco, con unos muy penosos Robert Culp, Ed Lauter o un Martin Kobe pasado de rosca, derrumban la credibilidad de un guión, por otro lado, repleto de lugares comunes, que en ocasiones remite sin rubor alguno a "Rambo: acorralado 2ª parte" (1985/George P. Cosmatos) para luego introducir pinceladas cómicas que un inexpresivo Olivier Gruner arruina sin demasiadas dificultades. 
Lo que resulta más triste de todo esto es que la dirección de este subproducto recayese en el israelí Avi Nesher, un cineasta sobre el cual se albergaron grandes esperanzas a raíz del estreno de "Treinta minutos para morir" (1991), aunque por estos lares nos enteramos menos pues nos llegó directamente en formato magnetoscópico, una modélica serie B que unía con dinamismo y torrenciales dosis de imaginación y buen hacer tras las cámaras el cine de acción ochentero con las conspiranoias propias de los años setenta. Después de la escasa recepción comercial de dicha cinta, del todo inmerecida, Nesher tuvo que ir dilapidando su talento en productos extremadamente rutinarios, que apenas proporcionaban elemento alguno de interés, salvo alguna que otra secuencia de acción resuelta con buen tino. En este caso, al estar al servicio de un actor como Gruner, Nesher básicamente se dedica a potenciar su condición física, por encima de sus nulas habilidades interpretativas. Y teniendo en cuenta el escaso presupuesto con el que contó, podemos decir que el resultado del conjunto se revela pronto como una misión imposible, pues ni Gruner logra brillar en su faceta de "action hero" ni tampoco Nesher puede lucirse dadas las estrecheces económicas de una película directa a DVD en la que ninguno de sus responsables pensaron realmente en ofrecer algo fuera de lo habitual, quedándose en un pasatiempo que se olvida tan pronto circulan los títulos de crédito finales. A pesar de ello, la cosa funcionó lo bastante bien en el mercado de DVD como para que Gruner interviniera en una secuela, "Mercenary 2" (1999), dirigida por el australiano aficionado a series Z Phillippe Mora, producida en esta ocasión para colarla en televisiones de pago y que, a nivel argumental, no tiene nada que ver con ésta, aunque Olivier Gruner interprete a un tal Hawk      

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