sábado, 24 de mayo de 2014

MASTERS DEL UNIVERSO

Antaño despreciada por la inmensa mayoría de la crítica "seria" y "sesuda", merced a ser la responsable de financiar películas tales como "Desaparecido en combate" (1984/Joseph Zito), "La ley de Murphy" (1986/J. Lee Thompson) o Contacto sangriento" (1988/Newt Arnold), la Cannon Films vive hoy en día un proceso de reconocimiento y prestigio, aupado por el empuje de un "fandom" que disfrutó como nadie a la hora dealquilar sus títulos en los añorados videoclubes de barrio, en aquellas "cajas gordas" de VHS distribuídas por la madrileña Ízaro Films (aunque en este punto me permitiran que puntualice que quien primero distribuyó sus títulos en España fue la catalana CB Films; no es cuestión de nacionalismo, es cuestión de poner las cosas en su debido espacio). 
Fundada a finales de los años sesenta, la compañía fue adquirida casi diez años después por dos primos israelíes, Menahem Golan y Yoram Globus, que se habían hecho un buen fajo de billetes verdes en su país de origen merced a una serie de películas de acción marcadamente nacionalistas, en las cuales los malos solían ser terroristas palestinos o terroristas con rasgos germanos, tipo Klaus Kinsky o la apetitosa Sybil Danning. 
La primera mitad de los ochenta les fue a pedir de boca, gracias a producir películas protagonizadas por héroes del género violentista como Chuck Norris o un Charles Bronson que encontró un acomodo ideal para sus odiseas sobre justicieros urbanos. De paso, descubrieron a un musculitos belga, Jean Claude Van Damme, que viviría su momento de especial gloria en la siguiente década. Pero también produjeron títulos tan remarcables como las muy reivindicables "Lifeforce" (1985) e "Invasores de Marte" (1986), ambas de Tobe Hooper y "El tren del prestigio" (1987), dirigida por el ruso afincado en los Estados Unidos Andrei Konchalovsky, a partir de un proyecto en el que estuvo implicado ni más ni menos que Akira Kurosawa y que significó una de sus escasas incursiones en el cine de "qualité", que se dice. Por hacer, hasta hicieron dos vehículos para lucimiento de Sylvester Stallone, la francamente horrible "Yo, el halcón" (1986), dirigida por Menahem Golan, y "Cobra, el brazo fuerte de la ley" (1987/George Pan Cosmatos) que, a ver, era muy facha, pero teniendo en cuenta que el grueso de las producciones de la casa, las más comerciales, las de acción, tiraban hacia el mismo lado ideológico, pues como que no desentonaba en absoluto. 
Pero claro, todo lo bueno tiene un final, y las cosas empezaron a torcerse en 1987, cuando Golan y Globus compraron los derechos de la línea de juguetes de Mattel, los llamados "Masters del Universo". La pareja de primos creía a pies juntillas que tenía un pelotazo entre manos, pero la realidad es que la cosa acabó en un buen fiasco de taquilla, lo que unido ya a ciertos problemas financieros derivaron en un principio de crisis que se agudizó durante el rodaje de "Superman IV" (1987/Sidney J. Furie), película presupestada en treinta millones de dólares que, a mitad de rodaje, quedaron reducidos a la mitad, provocando toda una serie de problemas que derivaron en otro fracaso de taquilla que, en gran medida, sería la puntilla definitiva para el estudio, que aún se mantendría en activo hasta 1992, aunque para entonces Menahem Golan ya no estaba a bordo, enfrentado con Globus, aunque hoy en día parece que las desaveniencias ya son cosa del pasado. 
"Masters del Universo", dirigida por el ignoto Gary Goddard, director especializado en segundas unidades y en filmar cortometrajes especiales para parques de atracciones, actividad a la que sigue ligado pues el desastre comercial de la cinta cerró de cuajo sus aspiraciones para dedicarse al largometraje de forma regular, se vio afectada por cierto afán ahorrativo. Al estar tan convencidos de que la película iba a funcionar, la Cannon decidió invertir fuerte de cara a una secuela que ellos consideraban cantada, pero que se quedó en agua de borrajas una vez vistas las recaudaciones. Por ello, ambientaron la mayor parte de la película en la típica ciudad americana, algo que dejó a los fans de los muñecos decepcionados, pues se esperaban que Eternia, el planeta donde vive He Man y el pérfido Skeletor, aparecieran en todo su esplendor galáctico. Pero no, lo que se encontraron fue casas unifamiliares, adolescentes yanquis algo bobalicones y una Courteney Cox vestida por una diseñadora de vestuario muy cabrona mucho antes de alcanzar la fama como la Monica Geller de "Friends".
Quien se llevó la palma fue el sueco Dolph Lundgren, quien se las prometía muy felices en su rol de He Man. De hecho él no era el primer elegido para hacer de héroe de Eternia, las preferencias pasaban por un reputado campeón de surf, pero al parecer no se llegó a un acuerdo y el fornido villano de "Rocky IV" se responsabilizó del papel...Para luego pasar una muy larga temporada interviniendo en cintas de acción directas a vídeo, hasta que Stallone le redimió gracias a "Los mercenarios" (2010) y sus secuelas. Como villano, como Skeletor, el elegido fue el gran Frank Langella, que según parece accedió por, evidentemente, la pasta, pero también porque su hijo era muy fan de los juguetes y le hacía gracia participar en el embolado. En roles secundarios destacaré las presencias de Meg Foster, otro rostro habitual de la serie B de fuste, la televisiva Chelsea Field o el veterano secundario James Tolkan, en el rol de policía, algo habitual en un intérprete que ha debido hacer más veces de agente de la ley que Lina Morgan de pueblerina.
El fracaso de la película provocó que la Cannon se quedara con un puñado de decorados preparados para una (im)probable secuela. Dichos escenarios fueron aprovechados por el hawaiano Albert Pyun, quien al año siguiente rodaría "Cyborg" (1989), a mayor gloria de un Van Damme que ya andaba con ganas de hacerse un hueco dentro del cine de acción. Se da la circunstancia de que en algunos países "Cyborg" se estrenó como "Masters del Universo 2", se supone con el fin de aprovechar el tirón de una película que escontró mayor acomodo en las estanterías de los videoclubes de barrio...Sí, esos locales tan añorados. 

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