"La Condesa Drácula" (1970/Peter Sasdy) se produjo en un momento de cambio en el seno de la muy inglesa Hammer Films, que hasta ese momento era el máximo exponente del terror gótico no ya a nivel europeo sino directamente mundial. Los gustos del público estaban cambiando a pasos de gigante y el estudio no podía sólo mantenerse en funcionamiento a base de secuelas y más secuelas de Drácula, con un cada vez más harto Christopher Lee, que abominaba de los guiones, o del monstruo de Frankenstein, aunque un siempre entregado Peter Cushing diera siempre lo mejor de sí como el pérfido y manipulador inventor de la criatura. Tal y como andaba el patio de butacas, era necesario apostar por nuevas ideas, nuevos conceptos, entre los cuales el más evidente era dar algo más de erotismo a la parroquia. Y la historia de la Condesa Elisabeth Bathory daba mucho juego en ese sentido.
Noble que vivió en la Hungría del siglo XVI, Elisabeth Bathory se hizo tristemente famosa al asesinar a jóvenes damiselas a las que luego desangraba con el fin de bañarse en su sangre y mantenerse joven eternamente, o al menos eso creía ella. Descubierta por las autoridades, fue condenada a la pena capital, pero dada su condición, le fue conmutada por la de ser emparedada viva en sus aposentos. A partir de esta historia, los guionistas a sueldo de la Hammer pergueñaron una historia de rivalidades entre madrastra e hija (encarnada por una jovencita Lesley Anne Down) y titulándola internacionalmente "Countess Dracula" con el fin de que el aficionado no se sintiera engañada y supiera de forma clara a lo que iba.
Para interpretar a Elisabeth se eligió a una actriz de origen húngaro, Ingrid Pitt, quien posteriormente participaría de forma muy activa en algunas cintas de la compañía, para luego concentrar su carrera en TV y films de serie B de muy diverso pelaje. Su belleza y rotundidad física la convierten en una perfecta Elisabeth Bathory desde el primer momento en que aparece en pantalla.
El filme quedó en manos de otro húngaro, por aquello de dar cierto sentido "eslavo" al asunto, o eso debieron creer los mandamases del estudio, porque tampoco es que se note muy mucho la mano húngara detrás de las cámaras. Peter Sasdy es un director en ocasiones vilipendiado por su condición de realizador televisivo, medio al que volvió tan pronto los últimos rescoldos del cine de terror británico se apagaron. Cierto es que nunca destacó sobremanera por su imaginación, ofreciendo siempre una puesta en escena bastante sosa, con algunos destellos de inspiración casi obtenidos por casualidad. En cualquier caso tampoco es que el bueno de Peter buscara tener una voz propia, prefiriendo filmar el guión que tenía entre manos con la máxima profesionalidad y rapidez, logrando en algunas ocasiones trabajos bastante dignos y meritorios. Y esta "La Condesa Drácula" es uno de ellos.
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