Personalmente soy de los que poino que, puestos a elegir, me quedo con esta segunda incursión de Tarantino en el "western", muy por delante de la afamada "Django desencadenado" (2012). Es muy posible que eso se deba al hecho de que estamos ante una película más, ya sé que suena a perogrullada, "tarantiniana" que su predecesora a la que, por otro lado, no hay que quitarle mérito alguno, por cuanto posee la virtud de tener una de las mejores interpretaciones de Leonardo DiCaprio y eso que las relaciones entre los dos italoamericanos distaron muy mucho de ser cordiales en el transcurso del rodaje. La estructura episódica de "Los odiosos ocho" (2016), su potente uso del formato panorámico, aunque luego se pase la mayor parte de la película rodando en decorados, que todo hay que decirlo, así como un reparto de ensueño, encabezados por unos estupendos Samuel L. Jackson y Kurt Russell, amén de unos recuperados, para la causa de Don Quentin, como son el británico Tim Roth y un Michael Madsen hoy por hoy carne de serie Z directa a formato doméstico, hacen de este un filme francamente muy recomendable, aún a pesar de que evidentemente los arranques de violencia sean marca de la casa y no aptos para todos los públicos.
Planteada como una suerte de pieza de cámara, una obra teatral de gran formato, "Los odiosos ocho" juega muy bien sus cartas en todo momento, abraza los clichés del género con conocimiento de causa, para luego darles la vuelta como es habitual en el responsable de "Reservoir dogs" (1992). Cierto es que poco queda ya de ese jovencito que pretendía jugar a "niño malo", convertido ahora en un realizador algo endiosado que pretende ser la única arte y parte en recuperar la estética de cierto tipo de cine de serie B o Z, el mismo que deglutía sin solución de continuidad en sus días de dependiente de videclub, pero no cabe duda alguna de que Tarantino en un narrador visual de primer orden que, con "Los odiosos ocho" logra en gran medida, superar "Django desencadenado" filmando un "western" de grandes proporciones, y no sólo por el formato elegido para filmar la cinta, si no, más importante todavía, porque se atreve a hacer "una del Oeste" sin tomar como referencia elementos previos (aunque la estética de "spaghetti western" sigue estando ahí, no se hace tan evidente, ni molesta, como en "Django desencadenado"), optando por una oda al género en toda regla, apoyado en un despliegue artístico de altísimo nivel.No sé cual puede ser el futuro de Tarantino en el Hollywood actual, plegado al "remake" y a las fórmulas del cine de superhéroes para mantenerse en pie, vivo y coleando, pero es indudable que si mantiene el tipo como ha hecho en este caso, podemos darnos con un canto en los dientes y esperar grandes obras. Vale, el tipo anda muy pegado de sí mismo, el caso es que a mí "Los odiosos ocho" me gustó. Mucho. Y espero más.
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