Verano, a primeros de los sesenta, los Houseman llegan a un balneario para pasar las vacaciones; Frances, la hija menor, el ojito derecho de su padre, un prestigioso médico, cambiará por completo su manera de ver la vida cuando conozca a Johnny Castle, el instructor de baile del balneario. Un suceso inesperado hará que ambos se conozcan y que Frances, a la que todos conocen como Baby, viva una experiencia que convertirá ese Verano como el más inolvidable de sus vidas...
De rodarse hoy día, un filme como "Dirty dancing" (1987/Emile Ardolino) sería carne de Disney Channel, con intérpretes adolescentes intercambiables con otros rostros de la cadena del ratón Mickey. De hecho uno de los responsables de las coreografías de esta película es Kenny Ortega, quien se hizo cargo de rodar todas las entregas de aquel fenómeno que fue "High School Musical", así que algo del espíritu de "Dirty dancing", convenientemente desnatado y bien cargadito de azúcar, se mantiene vivo en el panorama actual del musical hecho en Hollywood, aunque sea en la cadena de base de una multinacional tan poco dada a saltarse las normas como es la Disney.
Pero volviendo a "Dirty dancing" hay que asombrarse de ciertos aspectos de su trama que, muy probablemente, de hacerse un remake, quedarían del todo borrados o dulcificados. Que en un filme se hable tan claramente de un aborto, que además se practica, en off visual, pero se practica, es hoy por hoy impensable. Cierto es que el filme fue producido por un estudio de los llamados "independientes", la Vestron Pictures, compañía cuyo mayor éxito comercial fue esta cinta, para declararse en bancarrota a primeros de los noventa, tras vanos intentos por repetir impacto taquillero, pero no deja de resultar curioso en un país como Estados Unidos.
A partir de esta situación, que provoca un equívoco que termina por solventarse con bastante facilidad en el desenlace, con la archifamosa canción interpretada por Jennifer Warnes y Bill Medley, "(I've) the time of my life" poniendo el broche final a una historia que mezcla con inusitada facilidad la comedia familiar, el musical y el melodrama en un gazpacho de fácil digestión, que llegó a las audiencia de forma amplia, que se compró el LP de la banda sonora musical e intentó, denonadamente, repetir las cabriolas que Patrick Swayze y Jennifer Grey llevaban a cabo en el filme. La nueva era de las academias de baile comenzó aquí, con un filme por el que casi nadie daba un duro y que, reitero, fue el mayor bombazo de una productora que jamás de los jamases volvió a pillar una racha de suerte como aquella.
Los que tampoco tuvieron tanta suerte fueron precisamente sus dos intérpretes principales. Hija del también actor Joel Grey, famoso por su papel de maestro de ceremonias en el "Cabaret" (1972) de Bob Fosse, Jennifer Grey vivió su gran momento de gloria profesional con "Dirty dancing", para luego caer en una espiral de malas películas, mucho trabajo para la pequeña pantalla y roles en productos tan insustanciales como el del filme "Ritual" (2002/Avi Nesher), una muy necia nueva versión del clásico de Jaques Tourneur "Yo anduve con un zombie" (1943).
Por su parte , el malogrado Patrick Swayze poseía una carrera algo más amplia antes de consagrarse como el chulesco Johnny Castle. Formó parte de "Rebeldes" (1983) de Coppola, para coincidir con Jennifer Grey en la muy temible "Amanecer rojo" (1984/John Milius), alegato ultranacionalista americano sobre unos USA invadidos por soviéticos y cubanos. Su intervención en la serie "Norte y Sur" (1985-86) le permitió hacerse un hueco entre las televidentes y eso, sumado a sus habilidades como bailarín, hicieron que fuera la opción más viable para estar en una película como la que nos ocupa. Después de algunas intentonas para reciclarse en héroe de acción que no acabaron de cuajar del todo, básicamente porque eran más malas que la tiña, en 1990 interviene en otro "hit" del cine romántico, "Ghost" (1990/Jerry Zucker). Aquel fue su último impacto comercial de entidad, pasando luego también a trabajos más o menos relevantes en TV y algunas intervenciones de entidad en cintas de carácter "independiente", caso de la muy reivindicable "11.14. Destino fatal" (Greg Marcks).
La dirección corrió a cargo de Emile Ardolino (1943-1993), realizador que se inició en el campo del montaje en 1972, debutando como director siete años después, primero para la caja tonta y realizando diversos documentales. "Dirty dancing" supuso su primer trabajo como director de un filme de ficción para la pantalla grande y ello parecía presagiar una carrera plena de éxitos, que se vio truncada por su prematura muerte, al poco de haber cumplido cincuenta años.
El éxito de la película propició que un año después se realizara una adaptación en forma de serie para televisión, que fue suspendida sin haber alcanzado la docena de episodios. La guionista del filme originial, Eleanor Bergstein se mantuvo al frente de dicha serie fallida y, según diversos rumores, anda detrás de una posible resurrección en forma de "remake" en el que, lo han adivinado, anda relacionado el ya citado Kenny Ortega, así como en una teleserie. De momento ambos proyectos están en fase muy embrionaria.
Y en 2004 se rodó una especie de secuela de la que mejor olvidarse, con Diego Luna más perdido que un elefante en una cristalería. Ni que decir tiene que dicha secuela no llegó a los niveles de rendimiento mínimos en los cines de medio mundo. En el otro medio ni llegó a estrenarse.
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