"La orgía de los muertos" supone el tercer y ultimo filme de terror filmado por Jose Luis Merino tras "Las cinco advertencias de Satanás" (1969) e "Ivanna" (1971), y pese a ser un tanto inferior a ésta última, cuenta con mayor número de partidarios y de fans acérrimos.
El principal problema de un filme como éste es que Merino no acabó de pillarle el tono deseado. Por momentos pretende ser una cosa seria, para luego derivar en escenas cómicas cuyo principal referente es, sin lugar a dudas, "El baile de los vampiros" (1967), la obra maestra de Roman Polansky. Merino no es Polansky ni por asomo, ni falta que le hace, y en su fuero interno, de artesano del cine, lo que buscaba era algo distendido, que entretuviera al personal. Y eso lo consigue sin mayores dificultades.
La película relata los avatares de Serge, sobrino del conde Mihajly, a quien decide hacerle una visita; al poco de llegar recibe un par de sustos: por un lado halla a una desdichada colgando de un árbol y, por otro, su tío ha estirado la pata, dejándolo como heredero único de su basta fortuna, aunque con ciertos condicionantes. Tamaña noticia no termina de gustar en demasiado a la viuda, segunda esposa del fallecido, una pelandrusca que no está dispuesta a quedarse fuera de juego y sin hacerse con el dinero que considera que le corresponde. Serge, aparte de conocer a su "tía", también traba conocimiento de la existencia de un científico, Leonidas, quien era apadrinado, a nivel financiero por el finado. Temeroso de poder perder su principal sponsor, Leonidas convence a Serge para que sea testigo de cómo marchan sus descubrimientos sobre la resucitación de tejidos muertos. Aparentemente lo hace con ranas, pero realmente, y teniendo en cuenta que el laboratorio tiene un túnel que lleva directamente al cementerio local, digamos que la materia prima es otra muy diferente...
A partir de este punto, las cosas se irán liando cada vez más; aparte de Leonidas, está su sobrina, una joven algo pavisosa, que Serge sitúa en su punto de mira, más que nada porque su "tía" tiene muy malas intenciones. Por otro lado tampoco podemos olvidarnos del mayordomo, un sujeto que buscará la forma de deshacerse del recién llegado porque eso puede afectar a sus pretensiones de pillar cacho con la viuda, a la que ya tenía medio camelada incluso antes de que ésta enviudara. Y como no podían faltar más personajes, aparece el bruto de Igor, un criado algo corto de luces y que practica la necrofilia.
El filme reúne a un par de intérpretes muy afines al cine de Merino, como son Stan Cooper y Charles Quiney, el segundo de ellos casi un abonado, así como diversos rostros muy vinculados al cine de género practicado en España por aquel entonces. Así tenemos al alemán Gerard Tichy como Leonidas y a la rusa afincada en tierras españolas Dianik Zarakowska, y como estamos ante una coproducción con Italia, se contrató a María Pia Conte, otra actriz de cierto empaque en productos como éste. Pero quien se lleva la parte del león es el madrileño Jacinto Molina, en arte Paul Naschy. Su interpretación de Igor resulta de lo más convincente y divertida, dentro de lo que cabe. Todo ello, sumado a la solvente dirección de Merino hacen de ésta, una película de lo más disfrutable. Como curiosidad indicar que se rodó en esdenarios naturales de la Vall d'Aran.
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