Es evidente que, en ocasiones, no se pueden pedir peras al olmo, ni tampoco esperar grandes cosas de según qué tipo de películas, especialmente cuando vienen de grandes multinacionales. Pero a veces los milagros suceden, y en el caso de la sensacional "The conjuring" (2013/James Wan) se dieron cita todos los elementos necesarios para hacer una muy buena película de terror, un "mix" de los elementos más caros al género en los años setenta, perfectamente hilvanados por un director, James Wan, en estado de gracia.
El miedo estaba en la posibilidad de que su gran éxito de taquilla pudiera, llegado el caso, dar lugar a una secuela del todo innecesaria, que no estuviera al nivel de su predecesora. Las primeras noticias no eran para nada halagüeñas: James Wan andaba con intenciones de dejar el género e intentar probar en terrenos más comerciales y populares, tanto a nivel de fans como de pasta que podría cobrar al final de mes. Sea porque en esos momentos no las tenían todas consigo o porque, sencillamente, esperaban que Wan cambiase de parecer, el caso es que la New Line decidió dar tiempo al realizador australiano de origen tailandés para que se decidiera a hacer una segunda entrega "oficial". Mientras, en los despachos del estudio, pergueñaban las bases sobre las cuales se asentaría "Annabelle", una secuela fuera de la línea "oficial" de la franquicia que, sobre el papel, despertaba toda clase de incógnitas. Visto el resultado final, puede afirmarse sin tapujos que, al final, está bastante claro que la saga bien podría haberse ahorrado esta entrega. Y eso que la cosa, en un primer momento, promete.
"Annabelle" (2014/John R. Leonetti) arranca con un planteamiento que recuerda a "La semilla del Diablo" (1968/Roman Polansky), salvando las debidas y MUY necesarias distancias. Matrimonio joven y con esperanzas cuya esposa, embarazada, es de lo más abnegada y su marido, de lo más sacrificado. Llegado el momento, se produce el horror, son asaltados por la hija y el novio de unos vecinos, miembros de una secta hippy de los más satánica. En este punto hay que indicar que la película no ofrece una imagen muy idólica de los años sesenta, su visión de movimiento contracultural es, además de esquemática, de una ruindad absoluta. Pretender que todos los hippies eran como Charles Manson, así como centrar su interés en los puros y castos que eran ciertos sectores de la sociedad americana (la pareja protagonista son católicos devotos, muy puros y muy pero que muy americanos) los cuales, al fin y al cabo, otorgaron la llave de la Casa Blanca un mentiroso compulsivo como Richard Nixon digamos que hace que uno termine realmente por pensar que los sesenta era, cuando menos, peor que el barrio de "Cuéntame".
El hecho es que "Annabelle", tras esos compases iniciales, cae en lo fácil, en lo evidente. Esto es, el susto por el susto. El director nunca logra que la muñeca sea realmente amenazadora, basando toda su labor en ir de golpe de efecto en golpe de efecto sin que el conjunto pase de eso, de una serie continuada de sustos programados casi por control remoto. A nivel de dirección de actores, Leonetti tampoco acaba brillando a la debida, y necesaria, altura. Hasta una actriz por lo general solvente, como Alfre Woodward tiene que arreglárselas con un personaje trazado con toralíneas, dramáticamente nulo, que sirve única y exclusivamente para jugar un rol "impactante" en el tramo final...Pero ni por esas.
En resumen, una secuela de muy escasa envergadura, que contó con los honores de un estreno en cine como Dios manda mientras propuestas más arriesgadas e imaginativas tienen que contentarse con distribución casi nula o ser editadas directamente en DVD...Y eso, no da miedo, pero cabrea que es un contento...
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