miércoles, 11 de marzo de 2015

ZOMBIS NAZIS 2

Estrenada en 2009, "Zombis nazis" ("Dead snow" en su estreno internacional y traducido directamente de su idioma original) era una muy divertida y refrescante aportación escandinava, noruega para ser más exactos, a la corriente más gore y gamberra del cine de terror. Dirigida por un fan irreductible del primer Sam Raimi, el de "Posesión infernal" (1982) y del Peter Jackson también principiante y, por ello, menos pretencioso, Tommy Wirkola puso en imágenes una película que era todo honestidad y un muy grato homenaje al género.
Tras una incursión hollywoodiense que no acabó de cuajar como debiera, "Hansel & Gretel cazadores de brujas" (2012), Wirkola se puso manos a la obra para rodar una secuela de su exitosa cinta de eso, nazis zombis, y digamos que la empresa dio resultados hasta cierto punto meritorios, pero no termina de ser tan redonda como su precedente.
La historia sigue en el lugar exacto del desenlace de la primera parte; Martin, único superviviente de la pandilla masacrada por los zombis putrefactos del pérfido Herzog es considerado responsable directo de los asesinatos. Considerado cuanto menos un asesino demente, Martin logra escapar de la policía, aunque deja unos cuantos cadáveres en el proceso, lo que tampoco ayuda mucho a que las autoridades le consideren inocente. Para terminar de arreglar las cosas, y por un error, le trasplantan el brazo de Herzog, creyendo que es el suyo, y que tuvo que cortarse tras ser mordido vilmente por uno de los zombis del Tercer Reich. Su único apoyo consiste en un terceto de frikis yanquis, que han montado una patrulla zombi, así como un guía de museo. El plan consiste en combatir a Herzog usando un grupo de soldados soviéticos que éste masacró en la Segunda Guerra Mundial. Muertos vivientes contra muertos vivientes en una batalla decisiva para salvar una pequeña localidad noruega que se salvó en su día de la barbarie nazi...Esta vez no ocurrirá lo mismo.
Perdido el factor sorpresa, Wirkola juega con la baza de contar con algo más de presupuesto, lo que le permite ser más ambicioso y dar mayor empaque visual al conjunto, usando los bellos parajes noruegos, que muestra en grandes panorámicas y encuadres bellos, que chocan con la brutalidad de las secuencias de sangre e higadillos, ciertamente potentes. Ahora bien, el contar con más medios termina por jugar una mala pasada al director, pues la tan traída y esperada batalla entre zombies no acaba de ser todo lo espectacular que podría haber sido, quedando en un enfrentamiento bien filmado pero insuficiente teniendo en cuenta que era el plato fuerte de la función. a todo ello, algunos chistes funcionan, pero otros, por malos o tontos, más bien producen vergüenza ajena. Caso especial es el del personaje del guía del museo, un personaje claramente gay, al cual se muestra representando toda clase de clichés y lugares comunes más propios de una de Ozores de las de la peor calaña.
Una secuela aceptable pero que queda unos pasos atrás del título precedente que, dentro de su estilo e intenciones, era más interesante y funcionaba con mayor frescura. En este caso Wirkola logra una película digna pero excesivamente previsible en algunos momentos.    

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