miércoles, 18 de marzo de 2015

VESTIDA PARA MATAR

Una mujer de mediana edad, con un hijo veinteañero y un matrimonio que no acaba de dejarla satisfecha en ningún aspecto, conoce a un hombre en el transcurso de un visita a un museo. La mujer es paciente del Dr. Robert Elliott, un prestigioso psicoterapeuta neoyorquino, que tiene muchos clientes, entre ellos Bobbi, un transexual con graves problemas de autoaceptación. Bobbi mata a la mujer en un acto de celos incomprensible. El hijo de la difunta investigará el caso, ante la pasividad de la policía y la colaboración de una prostituta con ganas de salir de la mala vida, y que se resarce invirtiendo en Wall Street...
A Brian De Palma se lo suele etiquetar, con escasa imaginación, como un simple y llano fotocopiador de Alfred Hitchcock. Repasando su amplia filmografía veremos que sí, el realizador inglés ha marcado a fuego su actividad como realizador, pero digamos que se ha servido de su estilo, de sus elementos comunes, para dotarlos de un discurso propio, personal, que va mucho más allá de un pastiche manufacturado con poca inspiración.
"Vestida para matar" (1981), junto con "Fascinación" (1976) o la gamberra "Doble cuerpo" (1984), refrendan el gusto del director de "El precio del poder" (1983) por el suspense de redaños hitchcockianos, siendo junto con "Fascinación", la más pura de ellas ("Doble cuerpo" digamos que deriva hacia planteamientos más particulares, pero eso ya lo veremos cuando visite este blog, en breve). Su tema remite de forma indirecta al tema de "Psicosis", pero dotándola de unos ribetes psicoanalíticos que remiten directamente a "Recuerda", salvando las lógicas, y muy evidentes, distancias. 
El hecho es que poco puede explicarse de esta película, pues cualquier detalle podría poner sobre el tapete aspectos de la trama vitales para su desenlace, y no seré yo quien les destripe el final de esta cinta. Lo que sí puedo decir es que, narrativamente hablando, muestra un uso modélico de la cámara, algo inherente al director, que es uno de los que mejor saben usar la cámara de su generación. Algunos pueden calificarle de manierista, de masturbación (con perdón por el uso de la palabra) creativa ante una audiencia más o menos convencida, pero el hecho es que en "Vestida para matar" se respira cine por cada uno de sus fotogramas, algo que hoy en día pocas obras logran despertar en el sufrido cinéfilo. De las imprescindibles. 
A modo de dato anecdótico, indicar que "Vestida para matar" fue producida por Samuel Z. Arkoff, quien junto a James H. Nicholson produjo inifinidad de cintas de serie B a lo largo de los cincuenta, sesenta y setenta. El éxito de taquilla de la cinta propició que Arkoff aprovechara la situación para vender su empresa a precio de oro y pegarse la gran vida con los beneficios, siendo ésta una de las películas más rentables que jamás llegó a financiar a lo largo de su carrera.

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