miércoles, 18 de marzo de 2015

REC4

Tras los acontecimientos acontecidos en el edificio barcelonés donde se desencadenó el terror de la "niña Medeiros", los (pocos) supervivientes del desastre son trasladados a un barco con el fin de que un equipo de especialistas logren hallar una cura o, en caso de no encontrarla, ejecutarles. Una de esas supervivientes es Ángela Vidal, la presentadora del programa televisivo que seguía a los bomberos en su rutina diaria cuando todo desembocó en el horror más absoluto. Y esta vez la cosa no se va a quedar precisamente en unas vacaciones en el mar...
Cuarta entrega, y esta vez sí, parece que definitiva, de la saga iniciada por Jaume Balagueró y Paco Plaza, que conceta directamente con los hechos narrados en la segunda parte, aunque se hacen ciertas referencias con respecto a la tercera, que en sí misma asumía su condición de cambio de tercio, ambientándola en una boda y con la muy destacada intervención de Leticia Dolera. 
"REC4" empieza con muchas ganas, con una fuerza casi explosiva, se nota que Balagueró está en su salsa y se entrega. Su modo de afrontar las secuencias de acción no tiene nada que envidiar a un director típico de Hollywood; es más, en más de un momento los supera, proporcionando secuencias de gran fuerza y empaque visual de gran potencia.
Con todo, se nota claramente que la saga ya ha dado todo lo que podía dar; el guión va desgranando aspectos que a lo mejor no habían quedado del todo aclarados en las otras entregas, pero pronto se concentra en dar al conjunto un final que resulte coherente y, a la par, no provoque cierto grado de desilusión en el aficionado o en el fan de la saga más acérrimo.
Lo primero, lo del final coherente, en cierta forma, lo consigue, porque digamos que poco más podía hacerse ya con este concepto, aunque nunca se sabe y no parece del todo descabellado que Filmax se atreva a poner un nuevo jalón en la historia de la "niña Medeiros". 
Con respecto a lo segundo, un servidor de ustedes ya no lo tiene tan seguro. Al final a uno le queda la sensación de que ese desenlace es excesivamente previsible, insulso. No puede definirse como un final abierto, pero tampoco es que llegue a atar cabos con la suficiente contundencia. A Balagueró se le va la mano con la espectacularidad, pero en guión es pobre y muy redundante. Una manera poco resultona de acabar con una franquicia que merecía algo más que grandes dosis de acción. 

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