Tras recuperarse profesionalmente con el sorpresivo éxito de "Pesadilla en Elm Street" (1984), parecía evidente que Wes Craven iba a realizar la más que obligada secuela. Pero las cosas, en los despachos de la New Line, no funcionaron según los criterios del director, por lo que decidió desentenderse de la segunda parte, que quedó en manos de Jack Sholder que se la jugó bien jugada con una entrega que es hoy objeto de culto.
Pero Craven no. Craven prefirió concentrar sus esfuerzos en hacer una secuela de un título que ya tenía ya sus años, "Las colinas tienen ojos" (1978). "Las colinas tienen ojos 2" (1985) fue un error de tamaño familiar, de los gordos, de los que hacen que una carrera se vaya al garete. En ella, Craven metió la gamba hasta el fondo, comenzando por reutilizar, sin desvergüenza alguna, escenas de la primera parte, para luego rellenarlo con nuevas escenas en un conjunto que solamente puede calificarse de lamentable visualmente.
No quedaba más remedio que plegarse a los designios de la industria hollywoodiense. Craven pasó de autor completo, de escritor y guionista, a ser director "a sueldo". ¿Eso era malo?. En su caso no, porque si hay algo que destaca en este director es que, cuando pretende colar mensajes, cuando quiere jugar a ser "autor", digamos que resulta de un pretencioso que asusta más que algunas de sus películas.
Así que de este modo logró hacerse cargo de un proyecto de un gran estudio, Warner, que andaba interesada en poner en imágenes una novela que había tenido cierto éxito, "Friend", escrito por Diana Henstell, de la que desconozco si hubo edición en castellano. El guión era obra de Bruce Joel Rubin, quien luego tuvo cierta fama merced a sus libretos para "Ghost, más allá del amor" (1990) o "La escalera de Jacob" (1990).
La historia, a grandes rasgos, narra cómo un muchacho solitario y muy ducho en ordenadores y tecnología (ochentera, ojo), Paul, conoce a su nueva vecina, una muchacha que sufre los abusos de su padre. Paul acaba de crear un robot, llamado BB, que le ha permitido ganar cierta fama de genio. Cuando la choca muere a manos de su padre maltratador, Paul decide jugar a Frankenstein, transplantando el cerebro de la desdichada joven a BB, que a sufrido los desmanes de una vecina especialmente cabrona, encarnada por la inolvidable Anne Ramsay, creando una criatura que, ni que decir tiene, se le escapará de su control, sembrando el terror allá por donde pase...
Como pueden ver, "Amiga mortal" (1986) no deja de ser una especie de "Yo fuí un Dr. Frankenstein adolescente", pero hay que reconocer que Craven hizo un trabajo, cuando menos, muy digno, que si bien no llega a los niveles de la posterior, y muy superior, "La serpiente y el arco iris" (1987), refrenda que, cuando quiere, y tiene un buen guión entre manos, el director de la saga "Scream" sabe cómo hacer una buena película de terror. Puede que le sobren algunos sustos de manual, facilones, o ese final abierto, sorpresivo en el enunciado pero que se ve a la legua. No, no hubo secuela, pero indudablemente hay que situar a esta película como un clásico menor, pero reivindicable, dentro de la filmografía de su realizador. Matthew Laborteaux posteriormente se quedó en la pantalla de televisión, actuando en diversas series, para luego desaparecer de escena. Kristy Swanson, que hoy en día también se dedica a los telefilmes de sobremesa, actuó luego en "Buffy la cazavampiros" (1993), que fracasó de mala manera en las plateas de cine, para luego triunfar en TV, aunque la pobre Kristy no tuvo oportunidad de vivir ése éxito, pero sí la muy sosainas de Sarah Michelle Gellar.
Craven, por su parte, pronto sufriría otro bajón profesional, del que se recuperaría gracias a un joven guionista, Kevin Williamson, que con "Scream" le permitiría vivir una auténtica edad de oro, que le facilitó hasta ser considerado "maestro del suspense" por la publicidad y el marketing. A ver, ni tan poco y, ni mucho menos, tan exagerado.
Pero Craven no. Craven prefirió concentrar sus esfuerzos en hacer una secuela de un título que ya tenía ya sus años, "Las colinas tienen ojos" (1978). "Las colinas tienen ojos 2" (1985) fue un error de tamaño familiar, de los gordos, de los que hacen que una carrera se vaya al garete. En ella, Craven metió la gamba hasta el fondo, comenzando por reutilizar, sin desvergüenza alguna, escenas de la primera parte, para luego rellenarlo con nuevas escenas en un conjunto que solamente puede calificarse de lamentable visualmente.
No quedaba más remedio que plegarse a los designios de la industria hollywoodiense. Craven pasó de autor completo, de escritor y guionista, a ser director "a sueldo". ¿Eso era malo?. En su caso no, porque si hay algo que destaca en este director es que, cuando pretende colar mensajes, cuando quiere jugar a ser "autor", digamos que resulta de un pretencioso que asusta más que algunas de sus películas.
Así que de este modo logró hacerse cargo de un proyecto de un gran estudio, Warner, que andaba interesada en poner en imágenes una novela que había tenido cierto éxito, "Friend", escrito por Diana Henstell, de la que desconozco si hubo edición en castellano. El guión era obra de Bruce Joel Rubin, quien luego tuvo cierta fama merced a sus libretos para "Ghost, más allá del amor" (1990) o "La escalera de Jacob" (1990).
La historia, a grandes rasgos, narra cómo un muchacho solitario y muy ducho en ordenadores y tecnología (ochentera, ojo), Paul, conoce a su nueva vecina, una muchacha que sufre los abusos de su padre. Paul acaba de crear un robot, llamado BB, que le ha permitido ganar cierta fama de genio. Cuando la choca muere a manos de su padre maltratador, Paul decide jugar a Frankenstein, transplantando el cerebro de la desdichada joven a BB, que a sufrido los desmanes de una vecina especialmente cabrona, encarnada por la inolvidable Anne Ramsay, creando una criatura que, ni que decir tiene, se le escapará de su control, sembrando el terror allá por donde pase...
Como pueden ver, "Amiga mortal" (1986) no deja de ser una especie de "Yo fuí un Dr. Frankenstein adolescente", pero hay que reconocer que Craven hizo un trabajo, cuando menos, muy digno, que si bien no llega a los niveles de la posterior, y muy superior, "La serpiente y el arco iris" (1987), refrenda que, cuando quiere, y tiene un buen guión entre manos, el director de la saga "Scream" sabe cómo hacer una buena película de terror. Puede que le sobren algunos sustos de manual, facilones, o ese final abierto, sorpresivo en el enunciado pero que se ve a la legua. No, no hubo secuela, pero indudablemente hay que situar a esta película como un clásico menor, pero reivindicable, dentro de la filmografía de su realizador. Matthew Laborteaux posteriormente se quedó en la pantalla de televisión, actuando en diversas series, para luego desaparecer de escena. Kristy Swanson, que hoy en día también se dedica a los telefilmes de sobremesa, actuó luego en "Buffy la cazavampiros" (1993), que fracasó de mala manera en las plateas de cine, para luego triunfar en TV, aunque la pobre Kristy no tuvo oportunidad de vivir ése éxito, pero sí la muy sosainas de Sarah Michelle Gellar.
Craven, por su parte, pronto sufriría otro bajón profesional, del que se recuperaría gracias a un joven guionista, Kevin Williamson, que con "Scream" le permitiría vivir una auténtica edad de oro, que le facilitó hasta ser considerado "maestro del suspense" por la publicidad y el marketing. A ver, ni tan poco y, ni mucho menos, tan exagerado.