La ingente cantidad de dólares recaudados con "Blade" hizo que la New Line, ni corta ni perezosa, no se andara por las ramas a la hora de financiar una secuela. Tenían el culo pelado de hacer franquicias de cualquier película que les funcionase medianamente bien, para luego cagarla de forma casi inmediata, como hicieron con "Critters" (1986), que tras una primera entrega francamente muy recomendable fue decayendo paulatinamente hasta una cuarta entrega vergonzosa, indigna de cualquier tipo de defensa.
Con "Blade", cosas de la casa, hasta fueron más rápidos y todo.
Blade se ve en el dilema de tener que aliarse con sus odiados vampiros como consecuencia de la aparición en escena de una nueva especie, que además de sangre humana también mata vampiros para subsistir. El cazador, acostumbrado a actuar en solitario, se responsabiliza de una especie de banda de vampiros, con los que deberá hacer frente a esta amenaza, aún cuando no las tenga todas consigo a la hora de fiarse de sus nuevos "amigos"...
Guillermo Del Toro estaba decidido por aquellos tiempos, año 2002, a hacerse un hueco en Hollywood; su principal objetivo era ganar crédito suficiente como para poner en imágenes su anhelada adaptación de "Hellboy", que rodaría finalmente dos años después. Bajo el respaldo de la New Line, el realizador mexicano obtuvo luz verde para contratar al creador de "Hellboy", Mike Mignola, como diseñador de los "storyboards" (dibujos que se utilizan para preparar las tomas con antelación) y, ya de paso, metió a su habitual Ron Perlman en un rol de relleno, como uno de los vampiros que conforman el pelotón vampírico que acompaña a Blade en su odisea.
En algunas entrevistas, Del Toro deja claro que "Blade II" fue un encargo hecho con el único fin de logra que en Hollywood le concedieran el apoyo a su "Hellboy". Pese a que se trataba, pues, de un proyecto alejado de sus intereses personales, el mexicano asumió la tarea con suma profesionalidad, obteniendo una secuela muy superior a su título precedente, visualmente más atractiva que aquella, y que se beneficia además de la labor en la dirección de fotografía de Gabriel Beristáin, quien realizó un trabajo excelso.
"Blade II" es, pues, una secuela absolutamente impecable, que se sitúa a varios kilómetros de distancia de la, por lo demás, solvente primera entrega de la saga, además de muy por encima de la tercera entrega, ésta última afectada por diversos problemas tanto antes como después de su rodaje. David S. Goyer tenía ganas de hacerse un hueco como director, y pensó que la tercera parte, "Blade trinity" (2004) podía servirle de trampolín igual que la segunda había permitido a Del Toro ganar notorio empaque profesional. Pero el caso es que el guionista erró el tiro de manera absoluta, realizando una tercera entrega francamente absurda. Su posterior trayectoria como director ha dejado evidente constancia de que dirigir no es lo suyo, ni por asomo.
Con "Blade", cosas de la casa, hasta fueron más rápidos y todo.
Blade se ve en el dilema de tener que aliarse con sus odiados vampiros como consecuencia de la aparición en escena de una nueva especie, que además de sangre humana también mata vampiros para subsistir. El cazador, acostumbrado a actuar en solitario, se responsabiliza de una especie de banda de vampiros, con los que deberá hacer frente a esta amenaza, aún cuando no las tenga todas consigo a la hora de fiarse de sus nuevos "amigos"...
Guillermo Del Toro estaba decidido por aquellos tiempos, año 2002, a hacerse un hueco en Hollywood; su principal objetivo era ganar crédito suficiente como para poner en imágenes su anhelada adaptación de "Hellboy", que rodaría finalmente dos años después. Bajo el respaldo de la New Line, el realizador mexicano obtuvo luz verde para contratar al creador de "Hellboy", Mike Mignola, como diseñador de los "storyboards" (dibujos que se utilizan para preparar las tomas con antelación) y, ya de paso, metió a su habitual Ron Perlman en un rol de relleno, como uno de los vampiros que conforman el pelotón vampírico que acompaña a Blade en su odisea.
En algunas entrevistas, Del Toro deja claro que "Blade II" fue un encargo hecho con el único fin de logra que en Hollywood le concedieran el apoyo a su "Hellboy". Pese a que se trataba, pues, de un proyecto alejado de sus intereses personales, el mexicano asumió la tarea con suma profesionalidad, obteniendo una secuela muy superior a su título precedente, visualmente más atractiva que aquella, y que se beneficia además de la labor en la dirección de fotografía de Gabriel Beristáin, quien realizó un trabajo excelso.
"Blade II" es, pues, una secuela absolutamente impecable, que se sitúa a varios kilómetros de distancia de la, por lo demás, solvente primera entrega de la saga, además de muy por encima de la tercera entrega, ésta última afectada por diversos problemas tanto antes como después de su rodaje. David S. Goyer tenía ganas de hacerse un hueco como director, y pensó que la tercera parte, "Blade trinity" (2004) podía servirle de trampolín igual que la segunda había permitido a Del Toro ganar notorio empaque profesional. Pero el caso es que el guionista erró el tiro de manera absoluta, realizando una tercera entrega francamente absurda. Su posterior trayectoria como director ha dejado evidente constancia de que dirigir no es lo suyo, ni por asomo.
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