A primeros del siglo XVIII, Brian Hawke, oficial de la Marina Británica, es enviado a una misión muy peligrosa: infiltrarse en los dominios piratas con el fin de desbaratar sus planes de seguir squeando barcos en aguas del Caribe. Tras conseguir su objetivo, Hawke, acompañado de otros dos hombres que también le ayudan en su cometido, llega a la Isla de la Tortuga, capital de los piratas. Allí traba contacto con algunos capitanes corsarios, que no acaban de fiarse mucho de sus intenciones; pero Hawke, hombre bregado e ingenioso, logra muy pronto ganarse su confianza. Ahora bien, sus planes están a punto de irse al traste cuando conoce a una hermosa mujer, hija de un famoso corsario, ya fallecido, de la que se enamora nada más verla...
En 1952 Errol Flynn no era la estrella que había sido doce años antes; sus años dorados en el seno de la Wraner Bros eran cosa del pasado y, libre de estar ligado a un estudio, pasó los primeros años cincuenta pasando de compañía en compañía, intentando mantenerse a flote mediante producciones con las que buscaba, en gran medida, vivir de glorias pasadas. "La isla de los corsarios" es una agradable cinta de aventuras piratescas, pero lo cierto es que no sirvió para sacarle del declive profesional en el que se hallaba inmerso por aquellos días, y que se agravaría poco más tarde, en Europa, continente al que llegó con el fin de levantar una adaptación al cine de Guillermo Tell que se quedó en agua de borrajas como consecuencia de la estafa provocada por su representante, que lo dejó casi en la ruina.
La película fue dirigida por George Sherman (1908-1991), un realizador que se batió el cobre filmando multitud de "westerns" a lo largo de una carrera iniciada en 1937 y finiquitada en 1971 con "El gran Jack", una del Oeste protagonizada por dos viejos conocidos del director, John Wayne y Maureen O'Hara, inolvidable pareja protagonista de "El hombre tranquilo" (1952), la obra maestra de John Ford, director que se encargó de unirlos en varias, y majestuosas, ocasiones. Realizador cumplidor con los encargos que se le encomendaban, Sherman era un profesional sin pretensiones autorales, que básicamente se dedicaba a filmar los guiones que le presentaba el estudio de turno, fuera Republic, compañía en la que empezó, en el seno de sus "westerns" de serie B, pasando por Universal, RKO o Columbia, empresas en las cuales desplegó su talento de artesano.
"La isla de los corsarios" es una cinta que no aporta novedad alguna al género, pero que indudablemente posee ese regusto a buen cine de aventuras, en un género hoy por hoy del todo en desuso, a pesar de intentos por sacarlo del olvido, como ocurrió con la desafortunada "La isla de las cabezas cortadas" (1995), pasando por la saga de "Piratas del Caribe", que no son más que el pálido reflejo de una herencia del todo perdida en los territorios de la nostalgia y el cine clásico, al parecer hoy caídos en manos de cierto desprecio, que habla bien poco de los niveles actuales de cultura cinematográfica...
En 1952 Errol Flynn no era la estrella que había sido doce años antes; sus años dorados en el seno de la Wraner Bros eran cosa del pasado y, libre de estar ligado a un estudio, pasó los primeros años cincuenta pasando de compañía en compañía, intentando mantenerse a flote mediante producciones con las que buscaba, en gran medida, vivir de glorias pasadas. "La isla de los corsarios" es una agradable cinta de aventuras piratescas, pero lo cierto es que no sirvió para sacarle del declive profesional en el que se hallaba inmerso por aquellos días, y que se agravaría poco más tarde, en Europa, continente al que llegó con el fin de levantar una adaptación al cine de Guillermo Tell que se quedó en agua de borrajas como consecuencia de la estafa provocada por su representante, que lo dejó casi en la ruina.
La película fue dirigida por George Sherman (1908-1991), un realizador que se batió el cobre filmando multitud de "westerns" a lo largo de una carrera iniciada en 1937 y finiquitada en 1971 con "El gran Jack", una del Oeste protagonizada por dos viejos conocidos del director, John Wayne y Maureen O'Hara, inolvidable pareja protagonista de "El hombre tranquilo" (1952), la obra maestra de John Ford, director que se encargó de unirlos en varias, y majestuosas, ocasiones. Realizador cumplidor con los encargos que se le encomendaban, Sherman era un profesional sin pretensiones autorales, que básicamente se dedicaba a filmar los guiones que le presentaba el estudio de turno, fuera Republic, compañía en la que empezó, en el seno de sus "westerns" de serie B, pasando por Universal, RKO o Columbia, empresas en las cuales desplegó su talento de artesano.
"La isla de los corsarios" es una cinta que no aporta novedad alguna al género, pero que indudablemente posee ese regusto a buen cine de aventuras, en un género hoy por hoy del todo en desuso, a pesar de intentos por sacarlo del olvido, como ocurrió con la desafortunada "La isla de las cabezas cortadas" (1995), pasando por la saga de "Piratas del Caribe", que no son más que el pálido reflejo de una herencia del todo perdida en los territorios de la nostalgia y el cine clásico, al parecer hoy caídos en manos de cierto desprecio, que habla bien poco de los niveles actuales de cultura cinematográfica...
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