En este blog ya he tratado en ocasiones mi interés por los bolsilibros y la leteratura popular o "de kiosco", así que no me repetiré, sencillamente dejaré claro que este tipo de narrativa tiene algunos maestros de incontestable maestría, como es el caso del malogrado Francisco González Ledesma, en arte Silver Kane, que por ya asomó en este blog en alguna de sus propuestas, vinculadas al género del "western" pero hay que dejar claro que, como buen maestro y profesional de la escritura, tocó todos los palos con gran magistral pericia y profesionalidad intachable, teniendo en cuenta las draconicanas condiciones laborales que imponía la Editorial Bruguera, que tenía a los autores atados a una máquina de escribir con el fin de sacar adelante varias novelas por semana.
"El castillo de la Morgue" es una muestra de la genialidad de Silver Kane en el terreno del terror; publicada en la mítica colección de bolsilibros "Selección Terror", estamos ante una mixtura entre una historia de vampiros y de venganzas familiares contada como si de una cinta de terror italiana se tratara. Un Mario bava o un Antonio Margheritti hubieran sacado oro puro a la hora de sacar adelante un guión a partir de esta historia, en la que Kane vuelve a dejar muestras de su excelencia como escritor.
Estrella Farrow es una joven cuyos padres murieron de manera trágica; su madre fue condenada a muerte por un doble homicidio y su padre, que no se recuperó del mazazo, también murió de forma violenta, en el transcurso de un incendio. A la hora de leer el testamento, Estrella recibe la noticia de que ha heredado un suntuoso castillo en un apartado pueblucho de la campiña inglesa, donde es recibida con muy escasa simpatía por los vecinos del lugar. El castillo, con un pasado lúgubre de muerte y dolor, encierra secretos que cambiarán por completo la vida de la joven.
En "El castillo de la Morgue" encontramos todos los ingredientes que permiten que un autor como Silver Kane se luzca impactando con su estilo narrativo. Eficaz en la ejecución de las escenas más truculentas, que describe con precisión pero sin pasarse, el autor que dejó huella imperecedera en miles de bolsilibros del Oeste deja claro que en cuanto al terror, tampoco era manco, impactando cuando tiene que hacerlo, sin caer en recursos fáciles o, cuando procede, saber usarlos con precisión quirúrgica.
Dar las gracias al colega Manuel García la oportunidad de obtener una copia de este bolsilibro, prueba fehaciente de que su autor era un maestro en todos los géneros que cultivó.
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