John McNaughton sorprendió a propios y extraños con "Henry, retrato de un asesino" (1986), una dura y descarnada reconstrucción de la vida y crímenes del muy temible Henry Lee Lucas. La película, dado su contenido y su planteamiento de base, tuvo serios problemas para encontrar un distribuidor interesado en ella, algo que tardaría cuatro años en lograr. Pero cuando en 1990 la película sí logró una distribución digna de tal nombre, se convirtió en un título de culto instantáneo, que impactó a las audiencias de medio mundo. Convertido de la noche a la mañana en un director cotizado, McNaughton se vio en la tesitura de tener que escoger un proyecto que pudiese ayudarle a mantener su nueva posición profesional. Su elección fue tan curiosa como extravagante. Un producto de serie B, plenamente autoconsciente de serlo, pero que algunos no recibieron de forma demasiado amistosa, más bien todo lo contrario. Tampoco ayudó en demasía que la produjese una Cannon Films que ya andaba en pleno proceso de descomposición (de hecho cerraría puertas dos años más tarde de financiar el filme, en 1993) siendo editada directamente en vídeo tras su pase por diversos festivales especializados, entre ellos el de Sitges, donde se llevó el premio a los muy currados efectos especiales, diseñados por Kevin Yagher.
"Mutación asesina" ("The borrower"/1991) narra la historia de un extraterrestre con una lista de antecedentes penales que da la vuelta a toda la galaxia conocida, y que tras ser detenido es enviado a la Tierra con el fin de que sobreviva entre una especie, la humana, que sus congéneres consideran menos que nada. además de unos desastres de tomo y lomo. Convertido en un terrícola (poco) corriente y moliente, el alien tiene ciertos problemas de adaptación, que provocan en última instancia que su cabeza estalle. Necesitado de una nueva cabeza con la que no despertar el asco de los habitantes de la Tierra, el extraterrestre se hace con la de un paleto que anda de caza por el bosque con su tampoco muy espabilado hijo. A partir de ahí se traslada a la gran urbe, donde deberá tomar conciencia de su nueva situación, aunque las cosas se complicarán de muy mala manera como consecuencia de la intervención de un par de policías, que andan a la greña buscando a un peligroso criminal.
Lo mejor de "Mutación asesina· radica en cómo McNaughton ofrece una visión nada complaciente de la gran ciudad, de los barrios bajos, de los inidgentes que intentan hallar una salida a su situación y de cómo un extraterrestre con tendencia a comer carne humana anda suelto por las calles sin despertar demasiada preocupación entre una raza humana que solamente busca salir de su propio atolladero. El alien pasará de un paleto a un indigente, para luego adoptar la cabeza de un cirujano, subiendo en el escalafón social y disfrutando del proceso como todo hijo de vecino. Es ahí donde la película encuentra su mejor acomodo y a ello ayuda especialmente la excelsa labor del trsitemente fallecido Tom Towles, quien encarna al alien en su estadio inicial, al poco de llegar a nuestro planeta.
Pero pese a mantener el pulso firme, la película entra en un bache duro de superar, vinculado a un grave problema, relacionado a la trama de los dos policías, que al final se muestra muy metida con calzador. Si bien en un primer momento parece que la cosa puede ser un "The Hidden" (1988/Jack Sholder) más oscuro y gore, pronto queda patente que los responsables del guión, Mason Hage y Richard Fire, no saben cómo atar los cabos sueltos, finalizando la historia muy precipitadamente. Por mucho que el tener a un realizador competente ayuda a superar tales escollos, al final "Mutación aesina" queda muy dispersa en su desenlace, que no cuaja por culpa de un guión que acierta en la premisa pero no en las posibilidades de cerrar la historia como es debido. Con todo, se trata de un título merecedor de un visionado, por cuanto supone, aún con sus limitaciones, una obra muy digna dentro del género.
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