martes, 2 de junio de 2015

ENEMIGO MÍO

Seguimos en los ochenta, pero en esta ocasión vamos hacia la primera mitad de la década, para recuperar una cinta de ésas que en su momento, como pasó con "Golpe en la Pequeña China" (1986/John Carpenter) no encontraron su público, pues se adelantaron a su tiempo, teniendo que esperar sus buenos tres lustros para empezar una revalorización digna de tal nombre. 
"Enemigo mío" supuso la entrada en terrenos hollywoodienses del alemán Wolfgang Petersen, realizador que había provocado gran expectación con su anterior filme, "El submarino" (1982), que narraba las peripecias de los tripulantes de un submarino germano durante los días de la Segunda Guerra Mundial. La buena mano demostrada en aquella cinta provocó que Petersen se trasladara a la Meca del Cine como un nuevo valor europeo con ganas de ofrecer algo nuevo dentro de la industria, pero básicamente lo que hizo, como tantos otros europeos instalados allí, fue anclar su talento a los planteamientos típicos y tópicos del cine de género eso sí, con mayor grado de solvencia y credibilidad que algunos de sus colegas estadounidenses. Ya en los noventa llegaría otro alemán, Roland Emmerich, que en gran medida vulgaría tales pretensiones, hasta convertirse en un simple y llano facturador de grandes superproducciones sin alma, prefabricadas cual churros. 
Pero eso es una historia quer quizá algún día les explique, ahora toca ocuparnos del bueno de Wolfgang, un realizador al que le tocó hacerse cargo de esta cinta que se estrenó en un año, 1984, en el que la ciencia ficción estaba de moda y ocupaba los priemros puestos de taquilla y de interés para las grandes compañía de producción yanquis. Un año antes, "El retorno del Jedi" (1983/Richard Marquand) abrió la veda y fueron muchas las películas del género que se dispuesieron a ser el acontecimiento del año. Dino DeLaurentiis ponía las bases sobre las cuales asentaría "Dune" (1984/David Lynch) aparatosa adaptación de la novela de Frank Herbert que supuso un revés comercial para el magnate, aunque hoy en día es un clásico del culto. Un realizador de bagaje exiguo, procedente de la serie B más genuina y combativa, la de Roger Corman, sí obtuvo mejores resultados con "Terminator" (1984). Era un filme más modesto, no de bajo presupuesto pero sí hecho con unos medios ciertamente muy menores en comparación con lo invertido por el magnate italiano, que siempre achacó el fracaso de la película al hecho de no poder contar con la dirección de Ridley Scott que, viendo el berenjenal, rechazó hacerse cargo de la cinta, dejándola en manos de Lynch, a la sazón novio de la hija de DeLaurentiis por aquel entonces.
Intentando sacar provecho de la saga galáctica de George Lucas, la Fox puso sobre la mesa el dinero suficiente como para repetir impacto en taquilla con otra cinta de ciencia ficción que, de salir bien, podía dar lugar a una nueva franquicia. Tomando como punto de partida una novela de Barry Longyear, la película nos narra como en un futuro lejano, la Tierra anda metida en un proceso de expansión por la Galaxia, que lo lleva a entablar una guerra con los habitantes del planeta Dracon. La guerra se ha ido haciendo cada vez más larga y encarnizada y es en esta situación que un piloto terrícola (Dennis Quaid) es abatido por un piloto enemigo (Lou Gossett Jr.) que a su vez también es alcanzado por los láseres de su rival. Ambos dos recalan en un desolado planeta, con unas condiciones de habitabilidad del todo insuperables, que les llevan a tener que confiar el uno en el otro para tener que sobrevivir...
La película, en líneas generales, resulta francamente muy bien realizada y disfrutable, aunque también es cierto que su mensaje en ciertos momentos chirría por su evidente tendencia a cargar las tintas en cuanto a su contenido más sentimental, rozando lo ñoño en algunos instantes. Por fortuna, Petersen le confiere un envoltorio que lo separa bastante de referentes habituales, como "La Guerra de las Galaxias", lo que confiere a la película una estética como muy de cómic francés, salida de un número de la mítica "Metal Hurlant", lo que la hace más atractiva y la salva de ser un producto mimético, resultando más bien una curiosa reformulación de "Infierno en el Pacífico" (1968/John Boorman) aquella película sobre un soldado estadounidense (Lee Marvin) y otro japonés (Toshiro Mifune) en una isla perdida durante el segundo conflicto mundial. No es que alcance ni de lejos el impacto de la película de Boorman, pero digamos que "Enemigo mío" es una cinta que, al menos, en su momento, intentó seriamente apartarse de modelos previos, abrazando un ideario pacifista que, ni que decir tiene, en su día prácticamente nadie llegó a compartir.  
Y bien amigas y amigos, con esta reseña se inicia el mes de Junio para este "ocioso impenitente", que seguirá regularmente con sus comentarios de películas y libros. Saludos a todos y estén atentos a sus pantallas. Y al aire acondicionado...

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