En un país imaginario, dominado por los tejemanejes de un gobierno corrupto, lo que provoca la respuesta directa de grupos armados que luchan contra la represión brutal llevada a cabo por la policía secreta, un grupo de militares decide poner en marcha un golpe de estado, con el fin de acabar con dicha situación. Pese a sus diferencias de criterio, dicho grupo está dispuesto a todo para liberar al país del yugo de un presidente que se sirve de los brutales métodos de su jefe de inteligencia, que gusta de la tortura y la represión brutal como medio de obtener resultados y acabar con la oposición. Aún cuando algunos de ellos tienen buenas intenciones, los resultados del golpe de estado no supondrán, en ningún caso, un cambio del "status quo", más bien todo lo contrario.
Realizador procedente del documental, Martyn Burke es un realizador y guionista de origen canadiense de trayectoria bastante irregular, que tan pronto intentó realizar obras de contenido político o que criticaban ciertos aspectos de plena actualidad en aquellos días, como es el caso de la presente "Asalto al poder" (1978), como se las componía para hilvanar un "thriller" con ribetes cómicos y de muy escaso relieve, al servicio de un Sylvester Stallone ya muy en decadencia, caso de la muy desastrosa "El protector" (2002). El hecho es que sus incursiones en la pantalla grande, al haber tenido una recepción comercial nefasta las más de las veces, han afectado a su devenir en el medio televisivo, donde fue el responsable de una cinta bastante digna e interesante, "Piratas de Sylicon Valley" (1999), que relataba los inicios de Steve Jobs y Bill Gates, de la que pocos se acuerdan.
El hecho de haber dedicado la mayoría de sus esfuerzos al campo del documental, fueron el elemento clave para que Burke convenciera al actor David Hemmings para realizar "Asalto al poder", una ambiciosa producción a dos bandas, entre Gran Bretaña y Canadá, que contó con un reparto de rostros conocidos y que, sin ser lo que se dice redonda, tampoco merece el desprecio totalk y absoluto que sufrió en el momento de su estreno y que, muy probablemente, cercenó las posibilidades de su director a optar a una carrera dentro del cine de ficción más enjundiosa y prolongada.
Rodada en un momento en el cual, por desgracia, los golpes de estado estaban al orden del día, solamente dos años antes se había producido el de Argentina y ese mismo año, 1978, se estaba celebrando el Mundial de dicho país, que sirvió en gran medida para reforzar la imagen de "normalidad" de cara al exterior de un régimen militar brutal y sádico, la película es el reflejo realista de una asonada golpista, centrándose en la figura de un militar viudo, a punto de retirarse de la vida castrense, el coronel Narryman (David Hemmings) que, siendo testigo de los desmanes de un presidente corrupto que basa toda su política en el uso de la fuerza bruta, representada por su fiel jefe de los servicios secretos, Blair (Donald Pleasance) decide actuar con el fin de restablecer la democracia mediante un golpe de estado que derive en un cambio político que ayude al país a salir de las sombras en las cuales se encuentra. Apoyado por un intelectual y un pequeño y decidido grupo de colegas militares, Narryman no pretende en ningún caso ser el cabecilla, el líder, más bien se siente la herramienta que ayudará de modo decisivo a normalizar la situación. Con todo existe un obstáculo y es que necesitan del apoyo del regimiento de blindados, comandado por el coronel Zeller (Peter O'Toole), un militar con una hoja de servicios impoluta pero de carácter bien poco fiable, que tanto puede darles su apoyo absoluto y, se supone, sin fisuras, como darles la espalda sin mayores explicaciones. Los golpistas, pese a sus sospechas, echan a andar con la confianza plena en el éxito de su empresa, pero sin tener en cuenta que Zeller solamente se mueve por sus intereses personales. Cuando se dan cuenta de ello, ya es demasiado tarde.
"Asalto al poder" es una cinta que se beneficia, además de la puesta en escena de Burke, que utiliza de modo muy inteligente los resortes del documental que domina a la perfección para otorgar de autenticidad a sus imágenes, de un estupendo elenco de intérpretes, todos ellos en plena forma y muy bien situados en sus papeles. De este modo, Peter O'Toole ofrece un portentoso recital como Zeller, el militar que tendrá un papel decisivo en el triunfo del golpe militar, pero también quien tomará una decisión que hará que las intenciones de dicho golpe cambien por completo. El malogrado David Hemmings es el desdichado Nerryman, el principal instigador del golpe, un idealista que pecará de ingenuidad al creer que Zeller es capaz de evitar sus deseos de medrar dentro de los entresijos del Poder. Pleasance también ofrece una meritoria interpretación como el estúpido y sádico Blair, mano derecha del corrupto presidente del país, un hombre que cree a pies juntillas que dado que conoce las cloacas gubernamentales, saldrá indemne del golpe, dándose de bruces con la brutal realidad.
Película quizá algo esquemática en su devenir argumental, pero no por ello pobre de contenido, "Asalto al poder" termina siendo un título que en su día fue repudiado precisamente por el hecho de no optar por un discurso "izquierdista", propio de la época, centrando su interés en la defensa que de la Democracia hacen un grupo de militares idealistas que sufren el mayor de los desengaños al ver como la ambición y las ansias de poder predominan sobre las posibilidades de crear una sociedad mejor y un estado abierto a todos, aunque para conseguirlo deban realizar algo tan poco democrático como es un golpe de estado.