sábado, 21 de enero de 2017

EL OJO DEL TIGRE

Buck es un veterano del Vietnam que, tras cumplir una condena en prisión por un delito que no cometió, vuelve a casa decidido a recomponer su vida junto a su esposa e hija. Sabe que le va a resultar algo difícil, pues el sheriff del pueblo no le tiene en mucha estima, pero Buck ante todo quiere prosperar en su, en apariencia, tranquilo y sencillo pueblo en mitad de Estados Unidos. Lo que pasa es que una banda de motoristas se ha hecho dueña y señora de la localidad, bajo la cooperación directa del sheriff, que les deja hacer y deshacer con total impunidad. Una noche, Buck evita que algunos de los motoristas agredan asexualmente a una joven. Decididos a tomar venganza, los moteros asesinan a la esposa de Buck y dejan a su pequeña hija en estado catatónico. Buck, convertido en el único que puede poner las cosas en su sitio, tomará cartas en el asunto, enfrentándose a la banda hasta las últimas consecuencias.
"El ojo del tigre" (1986/Richard C. Sarafian) es una muestra de cierto tipo de cine de acción que imperó como churros en las plateas y en los videoclubes en la década de los ochenta. Es un tipo de película que no busca coartadas, que no busca mayor recompensa que entretener al espectador durante hora y media escasa a base de explosiones, disparos y frases secas y directas, contundentes, proferidas por un individuo que, tras servir a su país en Vietnam, tras pasar una temporadas en chirona por defenderse ante una agresión, vuelve a su casa y descubre que se ha convertido en la pociga de una banda de moteros que se dedican a fabricar y distribuir droga a la mayor parte del país, conchabados con el sheriff local, un palurdo que básicamente se pasa en día tumbado en el sofá de su oficina o suelta juramentos a mansalva cada vez que el protagonista se salta las normas, que es casi siempre. 
Tras sufrir lo indecible, Buck, que parece que no está curado de espanto, aún sufrirá más. Su esposa será asesinada, su hija quedará en estado vegetativo, aunque luego se cura milagrosamente y, los moteros, que no han tenido suficiente con matarla, sacan la tumba de la esposa de Buck y la pasean por la calle mayor del pueblo cual procesión de Semana Santa. Evidentemente, si Buck ya estaba hasta las narices, llegados a este punto, su respuesta será a todas luces contundente, enfrentándose a la banda y a su jefe, encarnado sin excesivos problemas por el mítico Falconetti de "Hombre rico, hombre pobre", William Smith. 
Todo esto es filmado por el ya desaparecido Richard C. Sarafian como si de un episodio del "Equipo A" es tratara. Pese a la violencia desplegada, las muertes siempre suceden en "off" visual, exceptuando la de un motero que acaba decapitado. Ese estilo entre televisivo y un tanto vulgar no afecta a una película que, sin ofrecer mayores sorpresas, se deja ver con sumo gusto y resulta un pasatiempo bastante resultón, que no engaña a nadie, ni pretende ir más allá de lo que es, una propuesta hecha para matar una tarde tonta de fin de semana lluvioso. Si además uno es un entusiasta del cine de acción más puramente ochentero, digamos que, sin ser un título de referencia, este "El ojo del tigre" acaba ofreciendo lo suficiente como para que el aficionado no se sienta del todo defraudado. 
Richard C. Sarafian (1930-2013) es un realizador que hizo albergar ciertas esperanzas entre ciertos sectores de la crítica especializada, especialmente a primeros de los setenta, cuando filma sus mejores títulos, caso de "El hombre de una tierra salvaje" (1971), "Punto límite cero" (1971) o el "western" "El hombre que amó a Cat Dancing" (1973). Posteriormente su carrera fue perdiendo fuelle, simultaneando el medio televisivo, donde libró sus primeras armas como realizador, con puntuales incursiones en el cine de acción más comercial y bien poco dado a hacer reflexiones más profundas que una puñalada por la espalda o un puñetazo directo a la mandíbula, lo que hizo que su prestigio inicial quedase bien diluído. A pesar de ello siguió en la brecha hasta poco antes de su fallecimiento, lo que indica que era un profesional que, dentro de sus márgenes, era bien considerado. Su hijo Deran ha seguido sus pasos, tanto para el cine como para televisión, donde ha logrado mejores resultados, ejerciendo funciones en diversas series, caso de "CSI Miami" o "House", por citar un par donde realizó una actividad más regular.    

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