La vida para Rebecca no ha sido fácil; su madre, afectada por graves problemas de salud mental, la obligaron a vivir una infancia que fue lo más parecido al Infierno en la Tierra. Ya independizada, Rebecca revive las mismas terribles sensaciones cuando su hermano pequeño empieza a sufrir la misma clase de pesadillas que sufrió ella. Algo o alguien, vinculado al pasado de su madre, está dispuesto a todo por acabar con la poca cordura que pueda quedarle a ésta y, de paso, acabar con la vida de sus dos hijos y cuanta persona se ponga en mitad de su camino. Es algo que vive en la oscuridad. Y está dispuesto a todo.
James Wan, responsable de títulos como "Saw", "Insidious", las dos primeras entregas, así como de las dos partes de "The conjuring", es el responsable de producir esta cinta de terror sobrenatural cuyas mejores armas residen en la modestia de sus planteamientos, así como en el evidente esfuerzo de sus responsables por hacer un producto digno, de consumo rápido y comercialmente viable, pero que al menos no suene a material ya usado, aunque también es cierto que la puesta en escena del director, David F. Sandberg, resulta un tanto escasa de personalidad (se le nota que es un fiel seguidor de las pautas establecidas por su productor, algo por otra parte entendible, al fin y al cabo es quien pone la pasta), pero tampoco es algo que afecte a una película que, en líneas generales, y sin ser una obra que vaya a romper moldes (ni falta que hace), el aficionado creo que sabrá apreciar.
En el reparto tenemos a la joven Teresa Palmer, otra de esas actrices-tipo del actual cine hollywoodiense, que al menos aquí no resulta demasiado insoportable como otras de su misma quinta, acompañada de una María Bello que hace un muy buen trabajo interpretativo, aunque Sandberg no acaba de sacarle todo el jugo posible a su papel de madre desequilibrada.
"Nunca apagues la luz", sin ser en ningún caso una obra maestra, es un filme simpático, que en su hora y cuarto de duración establece los parámetros de una historia de fantasmas que puede que no sea el colmo de la originalidad, pero al menos no intenta tomar el pelo al personal. El aficonado, al menos en este aspecto, debería tenerla en consideración. Eso sí, esperemos que el próximo filme de su director no sea una secuela, creo que entonces ya podríamos afirmar que su objetivo de emular al maestro se lo puede ahorrar. Esta película es lo bastante autosuficiente como para quedar en una pieza única bien lograda, entretenida y con los sustos necesarios como para que el público no se sienta del todo defraudado.
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