martes, 24 de mayo de 2016

KRAMPUS, MALDITA NAVIDAD

Michael Dougherty sorprendió en 2007 con una muy notable, convertida hoy por hoy en película d eauténtico culto, cinta ambientada en la festividad de Halloween, me refiero a "Truco o trato". Dicha cinta, una serie B hecha sin pretensiones y lanzada directamente al mercado doméstico, como ya hemos dicho, se ha convertido en pieza de reconocido prestigio y aprecio entre los amantes de las joyas desprejuiciadas hechas con bajo presupuesto, aunque este aspecto es bastante relativo, habida cuenta del apoyo del director y productor Bryan Singer para lograr que el proyecto saliera a la luz, obteniendo una cinta de horror a todas luces inolvidable. 
Hasta cierto punto, este "Krampus, maldita Navidad" mantiene unas líneas estéticas muy similares, además de utilizar una fiesta reconocible, en este caso Navidad, como base de un filme de terror que, como en el caso anterior, mira de reojo al cine de terror de los ochenta, en especial "Gremlins" (1985/Joe Dante), mezclando con mala uva el terror con una ácida crítica a la sociedad americana.
El filme relata la historia de Max, un chico que aún mantiene la ilusión por la Navidad y Santa Claus, pero su fe, en principio inquebrantable, se romperá por culpa de la llegada de sus tíos y sus primos, gente vulgar y que representa lo peor de la hipocresía humana sobre la Tierra. Harto de todo ello, Max decide repudiar a Santa Claus, lo que provoca que un antiguo espíritu malvado y destructivo asuma el control de la situación, creando el caos por doquier y convirtiendo la Navidad en una fiesta de destrucción.
"Krampus, maldita Navidad" se asienta sobre unos elementos claramente reconocibles para el aficionado; su inicio remite claramente a la comedia del Hollywood de los ochenta y su visión de la sociedad de consumo, usando unos cuantos litros de vitriolo, es de las que hace tiempo que no se ven en una película de las de amplio consumo. El filme no se anda con chiquitas y Dougherty apenas da tiempo al espectador para tratar de digerir todo lo que sucede en pantalla, estableciendo como punto de enfoque al protagonista, Max, responsable, con su decisión de maldecir la Navidad, de todos los acontecimientos posteriores, que terminan con la vuelta la Tierra del temible Krampus. Apoyado en un espléndido diseño de producción y unos intérpretes muy efectivos, entre los que pueden destacarse Toni Collette o Conchata Ferrell, la película en gran medida deja claro que aún quedan esperanzas de que el cine fantástico hecho en Hollywood dé frutos medianamente dignos de ser vistos y disfrutados, dejando de lado apuestas por reciclar ideas del pasado, refritos de películas de los ochenta hechos con escasa inspiración y secuelas de las mismas. Es de esperar que Michael Dougherty pueda mantenerse en activo sin cortapisas. Crucemos los dedos.

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