Evan es un tipo normal y corriente, que mantiene la esperanza de que algún día de éstos le concedan su tan ansiado ascenso en la empresa de marketing donde trabaja, una compañía en la que parece que solamente él intenta tomarse en serio la tarea. Pero todas sus esperanzas se van a hacer puñetas cuando el ascenso le es otorgado a un antiguo compañero de universidad, Max, un tipo rastrero y muy pegado de sí mismo que anda decidido a hacer grandes cambios en la firma, lo que incluye realizar despidos si no se logra poner en marcha una importante campaña de publicidad. Pero es entonces cuando Evan, gracias a su colega Tim, holgazán y pasota colega de la oficina, descubre que hay algo muy oscuro, terrible, que se oculta tras las intenciones de Max. Y deben actuar rápido antes de que la situación sea irreversible.
"Bloodsucking bastards" es una película que, de haber tenido la suerte de contar con un director estilo, no sé, pongamos Edgar Wright, hubiera dado lugar a una cinta de ésas que, sin ser lo que se dice originales, al menos proporcionan una película medianamente entretenida, resuelta con pericia aunque argumentalmente no suponga una sorpresa o una novedad para el aficionado, pero que al menos le dejan un poso de no haber perdido miserablemente el tiempo con ella. No es cuestión de abominar del cine de terror con toques de comedia, antes al contrario, pero hay que ser muy cautos con lo que hoy se hace en esta vertiente. El principal peligro radica en que si antaño esta corriente podía dar lugar a obras del estilo de una "Noche de miedo" (1985/Tom Holland), hoy en día te plantan cosas del estilo de "Zombeavers" (2014/Jordan Rubin), que pretenden ser graciosas a toda costa, obviando el concepto de cine de terror, como pidiendo disculpas por ello. Si a esto sumamos la corrección política hoy imperante, el resultado son películas que quieren ser gamberras, pero se quedan en una sucesión de chistes y frases ingeniosas cuyos artífices pretenden afirmar que son comedia, cuando la comedia es mucho más que eso, es crear una atmósfera, unas situaciones, a poder ser con algo de irreverencia y un punto de mala uva (no es mucho pedir, pero nunca viene mal del todo algo de "mala llet" bien entendida y mejor practicada) que den lugar a la complicidad del espectador, que se ríe complacido ante lo que muestran las imágenes.
Pues bien nada de todo esto se produce en "Bloodsucking bastards", una gamberrada manufacturada con la intención de ofrecer una "sátira del mundo laboral" (eso reza la carátula del DVD) que, tras una primera media hora bastante potable, se diluye en una serie de situaciones que pretenden no satirizar, sino directamente justificar, los desmanes de un mundo laboral implacable, que pretende tener robots (en este caso empelados vampirizados, que trabajan de noche sin parar y son ordenados y disciplinados) que no seres humanos. En consecuencia uno acaba en gran medida por perder el interés por una cinta que, ya de paso, tiene la desgracia de tener unos actores que no acaban de encajar con sus personajes, con lo cual el filme termina cayendo en una especie de inercia donde el chascarrillo, el humor de brocha gorda, pretenden solucionar la falta de ritmo de una comedia que clamaba a gritos mucha mala uva y mayor grado de contundencia en su discurso.
En el reparto tenemos a un muy soso Fran Kranz, a una desangelada Emma Fitzpatrick y a un tal Pedro Pascal que termina siendo cargante en su rol de Tim, el colega gamberro del protagonista.
En resumidas cuentas, "Bloodsucking bastards" es una comedia de terror que como comedia no funciona y en lo de terror se queda bastante corta. Quizá es que tenía un mal día, pero no conecté para nada con esta película. A su libre albedrío.
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