sábado, 17 de agosto de 2013

PIRAÑACONDA

Auspiciada por el manto protector del legendario Roger Corman, que ejerce funciones de productor ejecutivo, "Pirañaconda" es una más de las cerca de ciento cicuenta películas que jalonan la filmografía de Jim Wynorski, realizador estadounidense nacido en 1950 en Nueva York. Auténtico hombre orquesta dentro del cine barato, Wynorski ha hecho prácticamente de todo en el mundo del cine, desde guionista a productor, llegando a actor, compositor de bandas sonoras y, llegando el caso, diseñador de vestuario, algo sorprendente teniendo en cuenta que ha realizado diversas incursiones en el cine erótico, merced a sus colaboraciones con el canal Playboy. El hecho de que Corman apadrine este filme no es casualidad, Wynorski creció mamando cine de serie B de los cincuenta, casi inyectándoselo en vena. Otra de sus particularidades, que comparte con otros colegas del cine de segunda, caso de Fred Olen Ray o David DeCoteau, estriba en el uso de seudónimo para enlatar algunos de sus trabajos: en su caso es el de Jay Andrews.
Volviendo a la película que nos ocupa, "Pirañaconda" es un divertimento no demasiado perjudicial para la salud del cinéfilo más encallecido. El filme tiene diversas escenas absurdas, no se toma muy en serio, lo que es muy de agradecer, y uno puede disfrutar de las presencias estelares de un Michael Madsen muy de vuelta de todo, que tras ser casi un abonado al cine de Tarantino, parece ahora retirado en el seno de las películas de serie B, donde despliega sus recursos de eterno, pero simpático, pasota de la interpretación. En otro plano tenemos a Rachel Hunter, modelo australiana que durante algunos años ocupó las portadas de la prensa del corazón por su matrimonio con el cantante Rod Stewart. Tras su divorcio, Rachel inició una carrera como actriz, pero siempre se ha mentenido dentro de las coordenas del cine de bajo presupuesto, no ya económico, sino intelectual.
En resumidas cuentas, "Pirañaconda" es una película perfecta para pasar una tarde de domingo, echarse unas risas y olvidarla al cabo de un rato. Un pasatiempo, sencillamente.

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