martes, 31 de diciembre de 2013

OJOS

Laura Mars es una famosa fotógrafa de moda neoyorquina, conocida por sus instantáneas, donde mezcla erotismo y violencia de forma tan sugestiva como morbosa, o al menos eso es lo que opinan ciertos sectores de la prensa. Un día empieza a tener visiones de asesinatos, premoniciones que luego resultan ser reales, y que cada vez se acercan a personas conocidas, de su entorno personal y profesional. Un intrépido policía se pondrá de su lado para protegerla, iniciando ambos un romance marcado por unos asesinatos cada vez más brutales, que hacen que el cerco alrededor de Laura se estreche irremediablemente…
John Carpenter fue el responsable de escribir el guión de este filme de terror sobrenatural que, inicialmente, debía también dirigir, como vehículo para el lucimiento de Barbra Streisand. Al parecer, tras leer el guión, y pese a que éste se reescribió para acomodarse a sus intereses e intenciones, la Streisand se bajó del proyecto. Carpenter, que andaba con la mosca detrás de la oreja por culpa de las injerencias de los productores, no tardó en seguirle los pasos; acababa de lograr financiación para “La noche de Halloween” (1978) y, tal y como estaba el patio, tomó una más que sabia decisión.
“Ojos” pasó a manos del anodino Irvin Kershner, realizador del que quizá el espectador de nivel más freaky recuerde su labor en “El imperio contraataca” (1980), segunda entrega de la saga “Star Wars”, en la que entró por mediación de Goerge Lucas, a la sazón alumno suyo en la universidad. Otro filme que puede despertar cierto grado de consideración sería “Robocop 2” (1990), pero tampoco creo que haya que ser muy sangrantes con este buen hombre, profesional sin mácula pero sin el menor atisbo de intencionalidad autoral en su trabajo como director.
La película posee una atmosfera hitchcockiana muy estimulante, jugando muy bien con el suspense, pero lo cierto es que la intriga propuesta se basa en unas cartas marcadas. No hace falta estar muy atento para saber la identidad del asesino, por simple descarte de sospechosos. Cuando la identidad del asesino sale a la luz, es muy probable que más de uno se sienta estafado, porque la pirueta final es de las que provocan vergüenza ajena.
En el reparto, y sustituyendo a Barbra Streisand, tenemos a una esforzada Faye Dunaway, que se pasa de rosca hacia el tramo final; está acompañada por un ramillete de intérpretes ciertamente remarcables, como Tommy Lee Jones, René Auberjonois, Brad Dorif y Raúl Julia. Éste último, fallecido en 1994, aparece con sus iniciales en los créditos del principio de la película, con objeto de servir de anzuelo a la estrategia de los guionistas, de ir echando pistas falsas al espectador con el fin de tenerlo sobre ascuas en todo momento. Ni que decir tiene que no lo consiguen en absoluto, pues “Ojos” funciona más (y mejor) por la manera de plantear la historia que no en su ejecución, bastante chorra.
Como apunte anecdótico, indicar que las fotografías que aparecen en la película fueron realizadas por Helmut Newton, fotógrafo que también se ganó la celebridad utilizando la morbosidad y la sexualidad explícita en su actividad con la cámara.

Y bien, esta es la última reseña de este 2013. Espero y deseo fervientemente que en el 2014 todos vuestros deseos y sueños se hagan realidad y, de paso, que tengáis a bien seguir leyendo este blog, que seguirá viento en popa.

Faye Dunaway, en un papel inicialmente pensado para Barbra Streisand, quien luego se desvinculó de la película, despliega toda su sensualidad en esta película que no es para tirar cohetes, pero funciona, quedando como la más remarcable de la trayectoria de un director, Irvin Kerschner, quien luego vivió su gran momento de gloria gracias a "El imperio contraataca" (1980), para luego derivar hacia la mediocridad.

domingo, 29 de diciembre de 2013

EL INNOMBRABLE

Un par de estudiantes, con ganas de hincarle el diente a un par de compañeras de muy buen ver, las convencen para hacer una excursión, nocturna, a un caserón abandonado, que perteneció a un alquimista y brujo, muerto en extrañas circunstancias hacia el siglo XVIII. Ni que decir tiene que el casoplón guarda un secreto en forma de un monstruo sediento de sangre, que hará de las suyas con los desdichados estudiantes, que serán ayudados por un par de “empollones” que demostrarán su valía, aunque teniendo en cuenta el número de supervivientes, escaso, es mejor echar un tupido velo sobre su valía y eficacia.
Típico “directo a vídeo” ochentero, “El innombrable” es una película con escasos elementos dignos de consideración, a no ser el diseño del monstruo que, para mayor escarnio, sale poco y, cuando lo hace, es prácticamente al final de la cinta, cuando el espectador ya anda más que harto de tanta insulsez en forma de película de terror.  Una pena, porque ese monstruo, utilizado como es debido, hubiera dado a una serie B de aquellas memorables. Pero no es el caso.
Porque esta película es sosa de cojones, y perdonen la expresión, pero es que es así de burda. Los personajes están trazados de muy malas maneras, a lo bruto, y su devenir, su ir y venir por la casa maldita digamos que se resuelve a golpe de tópico y cliché, en el cual hasta los homenajes a Lovecraft (autor cuyo relato es aquí presuntamente adaptado) no funcionan ni queriendo, por culpa de un guión nefasto, que seguramente intentaba seguir los pasos de la memorable “ReAnimator” (1985), de la que ésta es un muy pálido reflejo.
Pero, cosas de la vida, y de los videoclubes, los fans respondieron lo suficientemente bien como para que el director del artefacto, Jean Paul Ouellette, realizara una secuela en 1993, con algo más de medios pero que, curiosamente, no convenció al respetable, dando al traste con su carrera como realizador, que terminó ahí.

Prescindible a no ser que se sea un completista de las adaptaciones al cine de relatos de Lovecraft. En caso de serlo, pues, ya saben a qué atenerse.  

lunes, 23 de diciembre de 2013

ROBOT JOX

A finales de los ochenta, Charles Band estaba montado el  dólar; parecía que era el rey del mundo mundial y que podía invertir sus dinerillos en hacer películas cada vez más ambiciosas. “Robot jox” (1990) debería haber sido el colmo de los colmos, pero las cosas se torcieron de muy mala manera. Las producciones de Band, que se rodaban en Italia, se vieron afectadas por una fuerte crisis de la lira, circunstancia que afectó a la película una vez acabada. Los gastos se dispararon, la película se quedó en un cajón y, poco más tarde, la Empire Pictures de Charles Band se fue a pique. La película fue rescatada para su distribución en vídeo, pero indudablemente ese no era su espacio natural, con lo cual la inversión realizada nunca se recuperó…
Y eso que Band orquestó, por una vez en su vida, una película de gran empaque; al frente puso a un hombre de la casa, Stuart Gordon, que venía de hacer éxitos como “ReAnimator” (1985), “ReSonator” (1986) y la muy simpática “Dolls” (1987), un realizador solvente. El guión era obra de un prestigioso escritor de ciencia ficción, Joe Haldeman quien, por otra parte, no se entendió muy bien con Band. Haldeman hizo un tratamiento serio, muy preciso, mientras que Band puso al guionista Dennis Paoli, para hacer algo más desenfadado, sin tanta carga política o sociológica. Ni que decir tiene que Joe Haldeman echó pestes del resultado final. Peor para él, porque “Robot jox”, siendo como es una película producida por Charles Band, está por encima de la media habitual de la compañía, cuyos estándares cualitativos bajarían algunos enteros a partir del momento en que el productor, director y etc., etc. Fundó, desde las cenizas de la Empire, la más modesta Full Moon, dedicada a la producción de serie B directa a Vídeo.
El argumento de “Robot jox” es básicamente este: en un lejano futuro, los conflcitos se resuelven mediante el enfrentamiento de robots gigantes, que representan a los dos bloques políticos: el Mercado Común y la Confederación. Alexander, campeón de la Confederación, es un tipo sin escrúpulos, contundente a la hora de luchar, y que se halla en los momentos finales de su muy exitosa carrera como manipulador (robot jox) de robots gigantes.  Achilles, que nunca ha sido lo que se dice un campeón, y que representa los intereses del Mercado Común, se las promete muy felices, el problema es que durante el combate entre ambos colosos, el robot de Achilles cae sobre el público, matando a cientos de personas. Afectado por la tragedia, Achilles inicia un proceso de recuperación con el fin de demostrar que no es un asesino, sino la víctima propiciatoria de una oscura trama conspiratoria…
Un elemento a tener muy en cuenta en esta película son sus efectos especiales, obra del malogrado David Allen, maestro de la “stopmotion”, esto es, animación imagen por imagen, que hizo un espléndido trabajo con el escaso presupuesto que podía tener entre sus manos para hacer realidad los combates robóticos. La única pega es que, al tener poca pasta, hay pocas secuencias de lucha, con lo cual la cosa queda algo desangelada, más que nada porque la trama de conspiraciones se resuelve de forma bastante pachanguera (siendo benévolos), aunque tampoco es que su desarrollo fuera para tirar cohetes, todo hay que decirlo.
El reparto está formado por rostros habituales de la pequeña pantalla, como Gary Graham o Anne Marie Johnson, aunque para el papel del duro Alexander se escogió al veterano Paul Koslo, un rostro reconocible del cine barato de los setenta y ochenta, que trabajó ocasionalmente para Clint Eastwood en títulos como “El fuera de la ley” (1976).  
En España, la película nos llegó vía vídeo doméstico gracias al sello CB Films, que por aquel entonces estaba editando muchos títulos del catálogo Empire. Su funda de color azul, para uno que suele atesorar VHS, tiene un punto nostálgico que, ustedes me perdonaran, hace que mi corazoncito freaky se revuelva de contento.
Feliz Navidad y Próspero 2014 para todos los que tienen a bien leer este blog de cine.

“La butaca inquieta” se lo agradece de todo corazón.

David Allen (1944-1999) fue un discípulo del gran Ray Harryhausen en el arte de la animación imagen por imagen. Su prematura muerte, así como su dedicación al cine de bajo presupuesto, han hecho que su papel dentro del género no haya sido valorado con la justicia que, sin lugar a dudas, hubiera merecido. Un artista de indudable talento que vertió su arte en películas que, quizá, no se lo merecían. 


miércoles, 18 de diciembre de 2013

¡HAN LLEGADO!

En la segunda mitad de los noventa, la carrera de Charlie Sheen puede decirse que había entrado en barrena. Finalizadas las emisiones de la telecomedia "Spin city", donde sustituyó a Michael J. Fox, como consecuencia de los problemas de salud de éste, Sheen regresó a la pantalla grande, aunque no pasó de intervenir en películas cada vez de menor calado, cayendo prontamente en productos distribuidos directamente para el mercado doméstico, tal es el caso de "Post mortem" (1999), dirigida por el destajista de la serie Z, el hawaiano Albert Pyun,  un "thriller" muy, pero que muy, inspirado en el "Seven" de David Fincher, pero hecho con poco dinero y mucha desvergüenza.
De este periodo de desastradas producciones, se salva de la quema esta tan modesta como efectiva serie B, en parte por contar con la aportación, en funciones de director y guionista, de un profesional de indudable interés para el que esto suscribe, David Twohy, que poco más tarde, con "Pitch black", viviría uno de sus grandes momentos como cineasta...Aunque luego las circunstancias le llevaran a regresar a las aventuras de Riddick cuando su carrera atravesó por circunstancia un tanto azarosas.
Rodada en plena vorágine de películas sobre invasiones alienígenas (eran los días de "Independence day" y "Mars attacks", y la serie "Expediente X" estaba en lo más alto de los índices de audiencia), "!Han llegado¡" se estrenó en plena temporada veraniega, cuando se estrenan grandes macroproducciones hollywoodienses de aparatosa factura técnica y artística, así como morralla de alto nivel. Yo la pude ver en un cine semivacío, con el aire acondicionado bien ajustaíco. Y me lo pasé pipa con ella. Desde ese día que al Sr. Twohy le tengo en la más alta simpatía, y resulta triste comprobar como el Hollywood actual no sabe cómo aprovechar su talento, teniendo que perderse en un "Riddick" (2013) que, sin ser un pestiño, está muy lejos de lo que realmente uno espera de él.
Zane Zaminsky es un radio-astrónomo que logra estabalecer los parámetros de un ruido cósmico que consigue captar en su tarea en una estación astronómica. Su jefe, en lugar de darle facilidades, básicamente lo que hace es pasar de él y darle la patadita con bastantes malos modos, lo que hace que el intrépido mcuhachote decida desenmascarar la naturaleza, cien por cien conspirativa, del asunto...
Película de ritmo rápido y entretenidísima, "!Han llegado¡" es un ejemplo de las habilidades de si director, que juguetea con el suspense de forma muy hitchcockiana, convirtiendo la cinta en un relato de ciencia ficción conspiranoica de lo más disfrutable.
Entre los intérpretes destacar al malogrado Ron Silver como un modélico villano y a una Teri Polo con el cabello corto y poniendo de los nervios al más pintado con sus contoneos de "femme fatale"...Aunque más parece una actriz porno, por lo que no es de extrañar que a Sheen los ojos le hagan chispas cada vez que la ve. Menudo es el tío.
Por último indicar que existe una secuela, de nivel no ya inferior, sino directamente cavernario, por obra de un habitual de la serie B videoclubera, Kevin Tenney, responsable de aquella joyita de la mugre ochentera que fue "Night of the demons" (1987), que cualquier día de éstos cae por aquí, dada su condición de perla negra del terror más chusquero.

Un Charlie Sheen muy anterior a su recuperación profesional con "Dos hombres y medio" y antes de caer de nuevo en los desfases del alcohol y el desenfreno. "¡Han llegado" queda como una de sus más relevantes interpretaciones en una segunda mitad de los noventa para olvidar...

lunes, 16 de diciembre de 2013

THE NIGHT FLYER

Producción realizada directamente para ser distribuida por canales de pago en los USA, "The night flyer" (1997) es una de esas películas que, sin ser nada del otro Jueves, sin pretender ser rompedores o pretenciosos, acaban por resultar simpáticos por su falta de pretensiones, que la convierten en una serie B que, merced a cierta ideas visuales, como un desenlace con secuencias filmadas en blanco y negro, o la fotografía tenebrista de David Connell, merece mayor atención de la que recibió en su día, o que se la despache como un vulgar "directo a vídeo" más, porque los tiros no van por ahí. En este caso el hacedor del asunto, Mark Pavia, se reveló como un realizador que prometía dar días de gloria al género...Aunque finalmente su nombre haya caído en el más injusto de los olvidos.
Richard Dees es un reportero de sucesos que las ha visto de todos los colores, y que se toma su profesión de manera muy pragmática, con escasa empatía por las gentes a las que trata, por no decir que sus artículos están cargados de sensacionalismo barato, aunque a él eso le dé arcadas, pero como le pagan por ello, pues se recrea de lo lindo. Una serie de brutales asesinatos, cuyo nexo de unión es que se producen en aeródromos, le ponen sobre la pista de los que parece ser un asesino en serie que aprovecha sus conocimientos de vuelo para cometer sus crímenes y salir pitando del lugar como quien no quiere la cosa. La realidad es que la naturaleza del asesino está más allá de lo que Dees está dispuesto a aceptar, poniéndole en un punto donde sus creencias personales y profesionales se verán transformadas para siempre. Una joven periodista, que aún mantiene la ilusión y el idealismo de su profesión, será también partícipe de unos acontecimientos tan sorprendentes como aterradores...
Basada en un relato corto de Stephen King, "The night flyer" está producida por Richard P. Rubinstein, otrora socio de George A. Romero en algunos de sus títulos más remarcables, caso de las magníficas "Creepshow" (1982) o "El día de los muertos" (1985). Rubinstein confió el proyecto a un cineasta novel, Mark Pavia, que ciertamente no creo que defraudara sus expectativas, porque su labor está por encima de la media, filmando una cinta que, si bien es un producto televisivo, no desmerecería de una serie B ochentera, gracias al desparpajo de su director, apoyado en la ya citada iluminación de claroscuros de David Connell, los efectos especiales de maquillaje de los imprescindibles Kurtzman, Nicotero y Berger y el trabajo interpretativo de Miguel Ferrer, intérprete de larga trayectoria en cine y TV. Hijo del gran José Ferrer (y primo de George Clooney), Miguel Ferrer otorga a la película una interpretación llena de matices y muy lograda, por encima de las prestaciones de su compañera de reparto, Julie Entwisle, que no termina de resultar convincente como periodista novata, aunque se esfuerza por resultar convincente, por otra parte. 
"The night flyer", dentro de sus limitaciones, propias de un producto rodado para el medio televisivo, acaba resultando más efectivo que alguna que otra película estrenada en cines a bombo y platillo. Lástima que su director no pudiera tener la oportunidad de proseguir con una trayectoria fílmica que parecía destinada a ser modélica, pero que se quedó en agua de borrajas, más por avatares de la industria hollywoodiense que no por incapacidad de Mark Pavia, que a la vista está que poseía cualidades más que sobradas.  

Mark Pavia, en un momento de la filmación de "The night flier" (1997), película que hizo que hasta la revista "Fangoria" viniera a situarle como una de las grandes esperanzas del género de terror para la primera década del siglo XXI...Aunque luego las expectativas no se cumplieron. Lamentablemente.

domingo, 15 de diciembre de 2013

PACIFIC RIM

Tras irse a pique su intento de adaptar a la gran pantalla la novela "En las montañas de la locura", de Lovecraft, uno de sus referentes, el mexicano Guillermo Del Toro, que ya venía escaldado tras haber abandonado el rodaje de "El hobbitt" sin ni tan siquiera haber rodado un fotograma, obtuvo luz verde para hacerse cargo de una superproducción que, si bien puede considerarse que no es del todo un proyecto personal, como si lo era en el caso de  "En las montañas de la locura", sí puede decirse que le permite asentarse de forma definitiva en Hollywood, tanto es así que la Warner pronto le ha encomendado que se haga cargo de algunos superhéroes de la DC, con el fin de espabilarse de una puñetera vez y no dejarse adelantar por la Marvel, que de momento los adelanta de forma más que brutal.
A mí "Pacific rim" me recuerda aquella entrañable cinta de robots gigantes, "Robot jox" (1990), dirigida por mi siempre reverenciado Stuart Gordon. Aquella cinta, netamente de serie B, pero "con posibles", tuvo la mala suerte de coincidir con una crisis financiera galopante en Italia, país donde su productor, Charles Band, radicaba su actividad cinematográfica. La cinta permaneció dos años en el dique seco, antes de ser adquirida por otra compañía, que la distribuyó directamente al mercado de vídeo, donde tuvo su huequecito, no hay que negarlo, pero se quedó muy lejos del impacto que hubiera tenido de haberse estrenado en pantalla grande, como estaba previsto de manera inicial.
Por aquellas casualidades de la vida, las primeras noticias en prensa sobre la película de Guillermo Del Toro, indicaban que la cosa iba a ser una repetición de lo ocurrido con "Robot jox" más de veinte años antes. Los comentarios eran que la Warner no las tenía todas consigo, quer se presagiaba un fiasco monumental...Pero una vez vista, hay que dejar las cosas claras: estamos ante una película de indudable calidad, que Del Toro resuelve con su estimulante imaginería visual. No fue un fracaso monumental, como algunos agoreros pretendieron vaticinar a los cuatro vientos, y aunque tampoco arrasó en taquilla, no perdió dinero, algo que en Hollywood suelen tener siempre en consideración.
¿Defectos?. Pues su ñoñería; cuando Del Toro se pone a jugar a Spielberg le pierde un sentimentalismo que puede ser atroz. Nunca he entendido ese interés por el mundo infantil; en ocasiones, como en el caso del "Laberinto del fauno" (2008), la cosa funciona sobre ruedas, pero en productos que no ha dirigido, pero sí supervisado muy de cerca, caso de "No tengas miedo a la oscuridad" (2010), dan como resultado auténticos desmanes en forma de largometraje. En este caso, con el rollo de la pobre japonesa huérfana, toma un cáriz de dimensiones míticas, por mucho que un inmenso Idris Elba otorgue carta de nobleza a su personaje, un militar decidido a cumplir con su deber.
Una película entretenida, espectacular y para nada aburrida, pero que dista muy mucho de lo que uno puede esperar de su director.
Por cierto, sale Santiago Segura.
No hace falta decir nada más...

Imagen promocional de "Pacific rim", de izquierda a derecha, Idris Elba, Charlie Hunnam y Rinko Kikuchi. Los tres encabezan el reparto de esta espectacular historia de monstruos en plan "Mazinger Z", aunque uno prefiera compararla con la simpática "Robot jox" (1990), filme dirigido por Stuart Gordon que, dentro de su modestia, destacaba por unos efectos especiales harto apañados, además de artesanales.

sábado, 14 de diciembre de 2013

LA CABAÑA EN EL BOSQUE

Los azares de la distribución de cine en tierras españolas han hecho que una película del calibre de "La cabaña en el bosque" (2012) haya llegado con casi dos años de retraso, y cuando ya ha sido pasto del descargue digital, que de hecho es la manera en cómo yo la descubrí primero, este verano, cuando faltaban pocos días para saberse que el filme se estrenaría finalmente en cine en Noviembre, en un par de salas de todo (TODO) el país, previo a su posterior paso a DVD.
Convertida en objeto de culto inmediatamente después de su estreno en los USA, "La cabaña en el bosque" vendría a ser una especie de homenaje a los elementos más reconocibles del cine de terror, mediante un argumento que maneja con portentosa habilidad los resortes del género, sus tópicos más manidos, desenbocando en un desenlace del todo sorprendente, que culmina con un homenaje directo a cierto escritor muy habitual por este blog. A partir de un guión escrito por Joss Whedon y el propio director, aquí debutante, Drew Goddard, hasta ahora guionista procedente de la escudería de J.J. Abrams, la película es una sensacional montaña rusa, de ritmo endiablado, que va dando piruetas y más piruetas hasta el ya citado final, que redondea por completo un trabajo en el cual, en términos taurinos, Goddard realiza una "faena" de notable categoría, casi de maestro.
Y quizá es ahí donde radica su principal talón de Aquiles; al ser tan absolutamente redonda, al poseer un mecanismo de relojería tan preciso y ejecutado con tanta inteligencia y virtuosismo, es muy probable que más de un espectador pueda sentirse engañado, estafado, creyendo que "La cabaña en el bosque" es una película que no se toma en serio el género. Pero eso, amigas y amigos míos, es una solemne estupidez, en tanto en cuanto hablamos de una obra que lo que busca, y al final logra encontrar de forma muy eficaz e inteligente, son nuevas rutas, abrir una nueva página para que corra el aire entre tanto "remake" insustancial y tanta sobreexplotación zombífica en plan "light".
¿Significa eso que "La cabaña en el bosque" es el futuro del cine de terror? Muy probablemente no. Sencillamente en un ejercicio de ejecución digno de admiración y devoción.
Ahí queda eso.

Una imagen de la extraordinaria "La cabaña en el bosque", película que supone el debut como director del hasta ahora guionista Drew Goddard, responsable de los guiones de filigranas como "Monstruoso" o futilidades como "Guerra mundial Z"

lunes, 9 de diciembre de 2013

EL DIA DE LOS MUERTOS

Considerada por algunos fans como la peor, "El día de los muertos" (1985) es una más que digna continuadora de la saga iniciada en 1968 con la canónica "La noche de los muertos vivientes", y que George A. Romero completaría en 2006 con "La tierra de los muertos vivientes", cuarta entrega que tampoco recibiría bendiciones precisamente por parte de los seguidores más acérrimos, que muy probablemente tengan en un altar la segunda entrega de la saga, "Zombi" (1979), que hay que considerar la más redonda de todas, incluso de la primera, que conserva su prestigio más que nada por ser la primera, y tener estátus de culto. Ojo, no inmerecido, pero ya un tanto cansino.
"El día de los muertos" adolece de tener unas interpretaciones realmente poco convincentes; Lori Cardille no es muy expresiva que digamos, pero tampoco es que el resto del reparto acabe por dotar de convicción a sus personajes. Ahora bien, a pesar de ello, George A. Romero logró mantenerse fiel a su estilo, proporcionando una película muy satisfactoria a nivel técnico, con escenas de acción medianamente bien resueltas e ideas, como la del zombie "domesticado", que si bien repatearon las tripas a más de un fan, creo que son plenamente coherentes con el espíritu y las intenciones del realizador estadounidense.
La película se rodó en Florida, con objeto de ahorrar costes, en un momento en el cual Romero aún mantenía cierto grado de independencia como cineasta. Posteriormente, a primeros de los noventa, filmaría "La mitad oscura" (1991), adaptación de un libro de su buen amigo, Stephen King, en el seno de un estudio de grado medio, Orion Pictures. La intención era rodar con ellos la cuarta parte, ya planificada, pero la compañía quebró y el proyecto pasó por las manos de diversas productoras antes de que la Universal, en 2006, diera luz verde definitiva al proyecto. La experiencia no debió ser del todo satisfactoria, pues desde entonces Romero ha vuelto a apartarse de las grandes productoras, volviendo al redil de la independencia en sus siguientes películas como director. Recientemente incluso ha llegado a rechazar la posibilidad de filmar un episodio de la afamada teleserie "The walking dead" aduciendo no tanto hastío del tema zombie como su rechazo a que el subgénero se haya convertido en mercancía de amplio consumo para las audiencias, algo que no acaba de compartir, aún siendo una de las almas inspiradoras de la concepción moderna del muerto viviente en el cine.
A modo de advertencia indicar que existe una película titulada "El día de los muertos vivientes 2: contagium" (2006), película rodada con escasos medios, tanto presupuestarios como de talento alguno tras las cámaras. Filmada mediante vídeo digital, "El día de los muertos vivientes 2: contagium" (2006) es un tan oportunista como impresentable producto de cine de terror hecho con la desvergüenza de quien no tiene respeto alguno por el género ni por sus espectadores, quedando como un bodrio sin ningún atractivo, ni estético ni argumental, que merezca la pena resaltar. Más bien lo que hay que lamentar es que sus dos (ir)responsables, James Dudelson y Ana Clavell, obtuvieran el crédito suficiente como para atreverse a acometer semejante atropello, al que siguió un "Creepshow 3" (2006) que era, de forma definitoria, un insulto directo al simpático "Creepshow" que George A. Romero filmó en 1982...

sábado, 7 de diciembre de 2013

SCREAM, VIGILA QUIEN LLAMA

Con "Scream", Wes Craven recuperó las riendas de una carrera que tras el fracaso de "La nueva pesadilla" (1994), su intento por cerrar el círculo a lo largo de la figura de su amado-odiado Freddy Krueger, parecía condenada a los abismos insondables del subproducto o del telefilme de segunda. Buena parte de la culpa la tuvo un guión de Kevin Williamson que Craven, acotumbrado a escribir sus propios guiones, accedió a rodar sin hacer mayores apreciaciones que las de tener la oportunidad de ponerlo en imágenes. Y seguramente ahí radica su principal atractivo: que siendo un filme cien por cien craveniano, el director de "Shocker" lo adaptó a sus modos y maneras, sin añadirle ni quitarle nada, porque de haberlo hecho muy probablemente estaríamos hablando de otra película muy diferente, que con toda seguridad no habría dado tantos dividendos a la compañía productora, Miramax Films, que a través de su filial de cine de género, Dimension, financió la película, aún a pesar de las reticencias de los hermanos Weinstein, quienes nunca estuvieron del todo convencidos de la capacidad de Craven para hacer un éxito comercial.
El rodaje no fue un paseo para Craven, que tuvo que aguantar las mil y una de los Weinstein, quienes irrumpieron como elefantes en una cacharrería. El éxito de la película propició que las aguas volvieran a su cauce, de tal forma que pudo trabajarse en las otras dos secuelas de manera harto placentera, pero siempre quedó el resquemor entre ambas partes, el cual volvió a florecer como consecuencia de "La maldición", una cinta de hombres lobo adolescentes con Christina Ricci, que padeció toda clase de desmanes por parte de los tremendos Weinstein, que remontaron la película a su manera.
Pero volviendo a "Scream", debe decirse que es una película que funciona más bien por su guión, que recicla con sumo ingenio los clichés del cine de terror adolescente, dándoles la vuelta y ofreciéndolos como si de una gran novedad se tratara. Su ya clásico prólogo, con Drew Barrymore siendo acosada por el asesino, primero telefónicamente, luego ya de manera presencial, ha quedado ya como una de las grandes piezas del género, poniendo de manifiesto el grado de implicación de su director, que se tomó la realización con inusitada energía, desconocida en él hasta la fecha.
El binomio Williamson-Craven repitió la jugada en una segunda parte que, como veremos, lleva hasta lo inverosímil la trama, superando con creces las, ya de por sí, enloquecidas vueltas de tuerca de su predecesora. Este hecho afectó sin duda a una tercera entrega que, aún siendo la más redonda de todas, al no contar con la presencia de Williamson al guión, fue recibida de forma impresentable por gran parte de la parroquia de entusiastas de la franquicia. El retorno de Williamson se produciría en la cuarta, pero dicha entrega se hizo más de cara a la galería, sin que ninguno de sus implicados creyera realmente en lo que estaban haciendo.

Basado en el cuadro "El grito" de Edward Munch, la máscara del asesino de "Scream" se ha convertido en toda una marca de fábrica, no ya d ela franquicia, sino directamente de lo que es Halloween. Lo que pocos saben es que los Weinstein estuvieron a un paso de cargarse uno de los símbolos de la saga, pues no confiaban en absoluto en sus posibilidades. Las presiones de Cathy Konrad, productora del filme, evitaron que se sustituyera por otra, mucho menos efectiva. Konrad se mantuvo en su puesto en la segunda entrega, pero acabó harta de los Weinstein y de sus injerencias retirándose de la franquicia

martes, 3 de diciembre de 2013

SHOCKER, 10000 VOLTIOS DE TERROR

Es muy probable que el hecho de abandonar una franquicia tan lucrativa como la de "Pesadilla en Elm Street" pesara como una enorme losa sobre la conciencia de su creador, Wes Craven, que se pasó casi diez años intentando mantener posiciones dentro del género de terror, más mal que bien, antes de recuperar la mayor parte de su crédito profesional con "Scream, vigila quién llama" (1997), aún a costa de comprometerse a estar ligado a ella en dos secuelas sucesivas y una rodada casi tres lustros después, cuando su estrella volvió a estar más que mustia. Esto se hace evidente con la película que hoy les comento, "Shocker" (1989), la cual se rodó con la clara intención de crear un concepto que hiciera sombra al pérfido de Freddy Krueger.
El villano de la función es Horace Pincker, un psicópata de tomo y lomo que vuelve a la vida a través de la red eléctrica, cargándose, como es menester, a todo adolescente un poco salido de madre que pille por casa o saliendo del instituto. Suerte que un muchacho valiente y decidido (interpretado por Peter Berg, que luego tuvo algún momento de gloria gracias a "La última seducción" o "Very bad things", película que, de paso, sirivió para que iniciara una, por lo demás, anodina carrera como director cien por cien comercial, con títulos tan señeros como "Battleship" como portaestandarte), cuyo padre (el reputado Michael Murphy, con cara de no saber qué hace por una peli de terror) tiene mucho que ver en las maneras de actuar del ejecutado resucitado, encarnado por Mitch Pileggi, segundón televisivo que, como consecuencia del fiasco de la cinta, siguió de segundón antes de hacerse cargo del papel de Skinner en la teleserie "Expediente X" y ganar cierto relieve en su actividad, que ha vuelto a centrarse en la caja tonta.
Peter Berg en una escena de "Shocker, 10000 voltios de terror" película en la que hizo su primer papel destacado en cine. Posteriormente también iniciaría una paralela actividad como realizador, aunque en primera instancia fue una figura más o menos remarcable del cine independiente con "Very bad things", pasaría a un cine más comercial con productos como "Battleship", aunque cabe citar su papel como responsable creativo de la serie de TV "Friday night lights"
"Shocker" no logró su objetivo; ni funcionó en taquilla y, ni mucho menos pudo hacerle sombra a Freddy, que ya se bastó el solito para irse al garete con una cuarta entrega que era el preludio del fin. Craven quiso pasarse a un cine de terror de tintes sociales con "El sótano del miedo" (1991), pero ni por ésas. Su futuro pasaba por resucitar el cine de terror adolescente, mal que le pesara, pero eso ya será motivo de otro articulito de "La butaca inquieta"...
Imagen promocional de Wes Craven durante los días previos al estreno de la cuarta, y bien poco remarcable, cuarta entrega de la franquicia que, a pesar suyo, logró resituarle de nuevo como director de cine de terror y suspense, etiqueta por la que siempre ha mantenido una curiosa relación de amor-odio, a pesar de que es la que le ha permitido estar en el candelero, por mucho que luego reniegue como un condenado...Incluso haciendo una película con Meryl Streep. Pero no coló.

domingo, 1 de diciembre de 2013

WISHMASTER

Wes Craven ejerce funciones de productor ejecutivo en esta película de terror de bajo presupuesto que pretende ser un guiño a ciertos elementos y rostros del género de terror de los ochenta. Así, a lo largo de su hora y media de metraje, podemos encontranos con los caretos de gente como Robert Englund, Ted Raimi, Angus Scrimm, Kane Hodder o de Chris Lemmon, hijo del gran Jack, actor de trayectoria más bien olvidable pero que incursionó en el cine de terror de manera tangencial en diversos títulos. El fan más acérrimo sabrá encontrarle el punto a esta película que pretende reivindicar las esencias de la serie B videoclubera, pero sin nostalgias, simplemente disfrutando con la labor de reciclarlas como es debido.
Como villano de la función tenemos a Andrew Divoff, actor de rostro pétreo y siniestro, con amplia actividad tanto en la gran como en la pequeña pantalla, tanto en producciones de gran calado como en baratijas. Divoff, mediante su presencia física, así como su rostro de malvado de tebeo, realiza una composición a todas luces remarcable, que el propio actor no tuvo reparos en repetir, punto por punto, en la posterior "Faust" (2000), a las órdenes de Brian Yuzna. La protagonista, Tammy Lauren es otra habitual de la caja tonta, a la que se ha podido ver en cosas como "Walker Texas Ranger", junto al rompemandíbulas Chuck Norris. Dirige el cotarro Robert Kurtzman, reputado experto en maquillajes, quien junto a Howard Berger y Greg Nicotero fundó la KNB, compañía que ha venido desarrollando una larguísima labor dentro del cine Fantástico y de Terror. Interesado desde siempre en dirigir, Kurtzman abandonó el terceto poco más tarde de filmar esta cinta, iniciando una actividad como cineasta que no ha pasado de discreta, sin ofrecer títulos tan medianamente redondos como este "Wishmaster" que, por otro lado, generó tres secuelas francamente olvidables, aún cuando la segunda de ellas estuviera dirigida por un Jack Sholder en horas muy, pero que muy, bajas, casi arrastradas, lejos de los años dorados de "Hidden" (1988), y a un paso de filmar ese pestiño que es "Arachnid", sí, lo han adivinado, para Brian Yuzna.

Robert Englund (derecha) es uno de los rostros conocidos del cine de terror que realizan intervenciones más o menos breves en "Wishmaster", toda una declaración de amor al cine de terror de los ochentas en el fondo y en la forma.

DAGON, LA SECTA DEL MAR

La "Fantastic factory" fue un invento que, visto desde la distancia que da el tiempo, dio unos resultados, a nivel artístico, un tanto limitadillos, pero que técnicamente sirvió para otorgar la primera oportunidad a dos realizadores que posteriormente harían un papel muy destacado en el género, Jaume Balagueró y Paco Plaza. El problema del invento era que Brian Yuzna, cerebro del asunto, era un hombre bregado en el cine de serie B, por lo que sus producciones solían tener una carrera comercial adscrita al contexto de los videoclubes, al menos a nivel internacional, por lo que creo que prácticamente ninguna de las películas surgidas de la Fantastic contó con una distribución de cines, excepto en España, donde sí pasaron todas por pantalla grande, hasta adefesios del calibre de la nefasta "Rottweiller" (2005, película que señaló el principio del fin de la iniciativa, en tanto en cuanto el mandamás de Filmax, Julio Fernández, se mosqueó por lo que consideraba unos reusltados artísticos que no eran los esperados de antemano. Balagueró y Plaza sí habían logrado hacerse un hueco en el exterior, con todos los honores, mientras que Yuzna no pasaba de ser un artesano del bajo presupuesto, al que Fernández dio puerta tan pronto tuvo la oportunidad.

Imagen de "Dagon, la secta del mar", un acercamiento irregular pero no del todo desdeñable a un relato de Lovecraft.
"Dagon, la secta del mar" venía a ser la reunión de dos hombres que habían tenido un papel esencial en una de las obras maestras del género en los ochenta, "ReAnimator" (1985). Yuzna le ofreció a Gordon la posibilidad de filmar en España una nueva adaptación de la prosa lovecraftiana. Ni que decir tiene que los resultados no llegaron ni a la suela del zapato de la magistral pieza ochentera, pero tampoco hay que hacerle ascos a una película que, dentro de sus limitaciones, posee una dignidad y una modestia que la sitúan muy por encima de otros títulos de la firma, caso especialmente de la sangrante "Arachnid", donde otro veterano maestro del bajo presupuesto, Jack Sholder cavó su tumba a conciencia.

Una debutante Macarena Gómez, tiene una breve pero remarcable intervención en esta película.
 Junto a su compinche habitual en tareas de guión, Dennis Paoli, Stuart Gordon realizó una más que solvente cinta de terror, que toma como punto de partida el relato original de Lovecraft, mezclándolo con elementos extraídos de otro cuento breve del maestro de Providence "El horror de Dunwuich", pero resituándolo geográficamente de Nueva Inglaterra a las costas gallegas, arropado por la estupenda fotografía de Carlos Suárez y la interpretación, última de su carrera, de Francisco Rabal.
En este aspecto, el de las interpretaciones, es donde radica el punto débil de la película, pues la pareja protagonista, Ezra Godden y Raquel Meroño, no dan la talla necesaria en los momentos clave de la cinta, que sube muchos enteros gracias a la prestación de un Rabal que se deja la piel (tanto a nivel profesional como en el caso de su personaje, que muere despellejado) en cada una de sus intervenciones. En el tramo final puede verse brevemente a la luego televisivamente popular Macarena Gómez, con sus enormes ojos dominando la escena inquietantemente.
Una película irregular, pero francamente entretenida.