jueves, 31 de julio de 2014

EL MOTORISTA FANTASMA

Suele decirse, y en muchas ocasiones, con razón, que los tebeos de la Marvel en los noventa no eran lo que se dice muy buenos, más bien todo lo contrario. La llamada "Casa de las ideas" cayó en las malas manos de un grupo de dibujantes, como Todd MacFarlane o Rob Liefeld que confundían espectacularidad con hacer viñetas muy grandes, con muchos personajes musculosos saltando de un lugar a otro y mucha maciza dando la réplica sexy. El resultado: unos cómics profundamente burdos en cuanto a su contenido que, hoy en día, han quedado profundamente envejecidos si se los compara con los títulos creados una década antes. En cierta forma, el dar poder a según qué clase de dibujantes para que, a su vez, ejercieran de guionistas, era un reto que pronto quedó claro que les iba grande.
Como suele ocurrir, hay excepciones, y en el caso que nos ocupa hay que hablar de la serie dedicada a "El motorista fantasma", la cual fue resucitada en Mayo de 1990 en una colección que, afortunadamente, contó con la ventaja de estar escrita por un guionista, Howard Mackie que, sin ser un lumbrera, al menos se esforzaba por hacer un título medianamente entretenido. En el apartado gráfico, Mackie estuvo acompañado de Javier Saltares y de su cuñado, Mark Texeira que, en funciones de entintador, se marcó un trabajo de relumbrón, tras varios años batiéndose el cobre en colecciones de segunda en la competencia, DC Comics. Con "El motorista fantasma" Texeira pasó a la serie A de manera automática y muy merecidamente.
"El motorista fantasma", como personaje, nació a primeros de los setenta, en un momento en el cual los personajes de terror estaban muy de moda. Marvel estaba muy metida en el asunto, gracias su línea de terror, encabezada por "La tumba de Drácula". El cómic, que narraba las desventuras de Johnny Blaze, un motorista acrobático que firma un pacto con el Diablo, se erigieron en uno de esos títulos que solamente podían surgir en los setenta, logrando una gran popularidad, manteniéndose once años en las tiendas hasta que, en 1983, echó el cierre de manera, parecía, definitiva.
Mackie, en esta nueva etapa, decidió que la serie debía empezar de cero, dejando de lado al carismático Blaze y adoptando a una figura que resultara más próxima a los jóvenes de los noventa. Así pues el protagonismo recae en Danny Ketch (*), un joven que vive en los barrios bajos de la gran ciudad, un muchacho que ha crecido en un ambiente familiar muy complicado, sin figura paterna, con una madre luchadora y una hermana que le ha servido de apoyo en los momentos más complicados. Es precisamente el hecho de que ésta resulte malherida en un fuego cruzado entre mafiosos que provocará que, en su intento por salvar la vida tanto suya como de su hermana, Danny encuentre abandonada la moto maldita, viéndose obligado a asumir el rol de motorista fantasma.
Como he dicho anteriormente, Howard Mackie es un guionista que, sin ser de esos que marcan una pauta autoral, saben cómo hacer un buen cómic de acción y aventuras, con sus necesarias pizcas de horror. Esto permite que la trama progrese de manera muy inteligente y sin demasiados sobresaltos, permitiendo conocer cómo el protagonista va asumiendo un rol con el que siente a disgusto, pero que debe llevar a cabo, en tanto en cuanto su pretensión es proteger a los suyos. A pesar de sus esfuerzos, una decisión fatídica tendrá trágicas consecuencias para su destino, aunque ello le hará tomar conciencia definitva de su papel como nueva encarnación del motorista fantasma. Francamente lograda y remarcable...
Por fortuna, en los noventa, y en lo que respecta a la Marvel, no todo fue testosterona.




(*) Indicar que, posteriormente, el personaje de Johnny Blaze sería rescatado en el desarrollo argumental planteado por Mackie para, posteriormente, recuperar la titularidad de la motocicleta infernal. La tradición es la tradición, y Blaze poseía demasiado carisma como para ser sustiuído de buenas a primeras por un muchacho de la parte baja de Nueva York, con todos los respectos debidos a sus habitantes, ojo.
  

miércoles, 30 de julio de 2014

LUNA MALDITA

Ted Harrison, un aventurero, acompañado de su prometida, está en mitad de un viaje por el Nepal cuando son atacados por una extraña bestia. La pobre novia de Ted muere a causa de las terribles heridas, pero Ted ha logrado sobrevivir. Aunque ha dejado de ser la clase de hombre que era. Pasados algunos meses, regresa a casa de su hermana, Janet, que vive en una tranquila casa de montaña, junto a su hijo de diez años, Brett, y un perro, Thor, que parece ser el único que sabe de la auténtica naturaleza interior de Ted. Una naturaleza que, una vez sale a plena luz de la luna llena sembrará el terror.
Guionista bregado en el género de terror, colaborador habitual de Kathryn Bigelow, al menos en sus primeros trabajos como directora, caso de la genial "Los viajeros de la noche" (1987), Eric Red también ha cultivado el campo de la realización cinematográfica, aunque con resultados bastante irregulares lo que, sumado a un grave accidente de automóvil, que le provocó graves heridas y, consecuentemente, un muy complicado proceso de recuperación, circunstancia ésta última que ha hecho que su posterior actividad profesional haya quedado muy mermada, permaneciendo hoy por hoy aletargada.
"Luna maldita", "Bad moon" en el original, es una producción de 1996, hecha desde planteamientos muy de serie B, pero que la elegante fotografía de Jan Kiesser otorga un cierto toque de "glomour" visual de lo más atractivo. Otra cosa bien distinta es que el guión, obra del propio Red, realmente llegue a profundizar en los elementos puestos sobre la mesa. Por algunas informaciones, parece ser que la película tuvo una etapa de postproducción algo complicada, en la que Red tuvo poco o nada que ver, con lo cual estamos ante otra muestra de cómo cierto tipo de productores pueden arruinar una película que, sobre el papel, poseía muchas posibilidades, quedando en última instancia una especie de bosquejo de aquello que pudo ser y no fué.
Estrenada directamente en vídeo en España, "Luna maldita" es una aceptable aproximación a la mitología del licántropo, que adopta ahora una lectura sobre las raíces familiares, aunque al final quien domina la función es Thor, el valeroso pastor alemán de Janet, que es el único que sabe la verdad de lo que le ocurre a Ted, el hermano de su propietaria. El personaje, encarnado por Michael Paré, actor de prometedora carrera que luego derivó hacia la serie B más videoclubera, hubiera necesitado de las prestaciones de un intérprete más competente a nivel dramático. Pese a su evidente esfuerzo, Paré no resulta convincente como atormentado hombre-lobo, con lo cual buena parte de las intenciones del director-guionista quedan bastante desdibujadas, cuando no directamente sin dibujar. Con todo, "Luna maldita" es una película francamente disfrutable, que funciona más por los parámetros genéricos sobre los que se mueve que no por sus aspectos concretos, que resultan más propios de un telefilme de sobremesa. Y no era el caso. Detalle curioso, el niño que interpreta a Brett es el mismo de la más bien insufrible adaptación de "Daniel el travieso" (1992), cuya carrera interpretativa creo que se cerró aquí, aunque tampoco es que el dato tenga mayor importancia, a no ser para completistas.

miércoles, 23 de julio de 2014

WISHMASTER 2

"Wishmaster", producción de 1997 dirigida por un debutante, Robert Kurtzman, un profesional bregado en el campo del maquillaje especial, sin ser una película excesivamente original, sí resultaba un producto simpático por su evidente falta de pretensiones, circunstancia que ponía de relieve su condición de serie B apañada, resultona, sin aspavientos visuales, que buscaba la complicidad del aficionado al cine de terror de a pie, a base de múltiples cameos y del carisma de su villano, encarnado con evidente grado de entusiasmo y convicción por el imprescindible Andrew Divoff.
El buen funcionamiento de la cinta en formatos domésticos, esto es, vídeo y DVD, propició la consabida secuela que, a priori, partía con mayor ventaja, por cuanto la dirección recayó en manos de un cineasta más bregado en este tipo de cine de género barato. El problema residía en que Jack Sholder no estaba por aquellos días pasando su mejor época, entregado en cuerpo y alma a la televisión, para luego meterse en el caos que supuso la postproducción de "Supernova" (2000), película dirigida por Walter Hill de la que Sholder se hizo cargo tras la marcha del primero por desaveniencias con los productores, siendo posteriormente apeado por Francis Coppola, quien según algunas fuentes supervisó el montaje definitivo del filme. Al año siguiente, con "Arachnid" (2001) filmaría quizá su peor trabajo, un (sub)producto rodado bajo el manto protector de la "Fantastic factory" de la Filmax que, en gran medida, enterró sus probabilidades de salir del atolladero. Hoy por hoy parece que se encuentra concentrado como docente...
Así pues, "Wishmaster 2" (1999) es, ni más ni menos, que un "directo a vídeo" que incurre en todos los lugares que su título precedente supo esquivar con gracejo y estilo. Si el primer "Wishmaster" despedía un suave aroma a serie B ochentera, su secuela es un filme que destila sosería noventera por los cuatro costados. De no ser por sus gotas de gore, uno pensaría que está ante un telefilme de sobremesa, pues su puesta en escena es de un desangelado que tora de espaldas.
Y eso que Sholder contó con el apoyo directo de un equipo de profesionales de indudable nivel; Peter Atkins repite de nuevo en el guión, los efectos especiales corren a cuenta de Anthony Ferrante y Andrew Divoff vuelve a ponerse tras el maquillaje del pérfido demonio árabe. Pero nada, Sholder se limita a cumplir el expediente con exasperante convencionalidad, sin hincarle el diente a un argumento que pedía a gritos un mayor nivel de desparpajo visual.
A pesar de ello, "Wishmaster 2", que se lanzó directamente en DVD, volvió a dar en la diana comercial, lo suficiente como para formalizar un par de secuelas más, carentes ya de interés, por cuanto ya no contaron con Peter Atkins en la escritura ni con Divoff de villano. Producidas y filmadas en territorio canadiense, ambas entregas llegaron vía formato digital a los videoclubes, despertando ya escaso interés, a no ser a los incautos despistados o a los completistas de sagas de terror, por muy malas que sean sus sucesivas secuelas.
En el reparto tenemos una amplia presencia de caras más o menos conocidas de la pequeña pantalla, como la guapa Holly Fields, la ya crecidita muchachita de la muy descacharrante "Semilla negra" (1992/Peter Manoogian), Paul Johansson, guaperas inexpresivo que hoy por hoy anda bastante desaparecido, lejanos ya los tiempor de "Parker Lewis". así como el afroamericano Bokeem Woodbine.

martes, 22 de julio de 2014

EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS

No está hecho a propósito, debe reconocerlo, pero el caso es que me está quedando una especie de "dossier simiesco", pues si esta mañana les hablaba de "Link" (1986/Richard Franklin) ahora toca el turno a un estreno calentito y localizable en todas las carteleras de los multicines de la Península y Baleares. Y donde los simios también tienen un papel de importancia.
Clásico entre los clásicos de la ciencia ficción sesentera, "El planeta de los simios" (1968/Franklin J. Schaffner) dio lugar a una saga de películas, cada vez de menor calado, así como a un par de series televisivas, una de ellas de animación, tebeos de la Marvel y, en 2001, una nueva versión por obra y (des)gracia de un Tim Burton que según todos los indicios siempre ha lamentado el haberla filmado.
Sin ser un fracaso, los mandamases de la Fox tampoco debieron quedar muy satisfechos con los resultados, pues tardaron un par de lustros en resucitar la franquicia, mediante una cinta, "El origen del planeta de los simios" (2011/Rupert Wyatt) que sorprendió a propios y extraños por su forma de plantear un "reset" a la saga, proporcionando una de esas sorpresas, contadas, que suele dar el actual cine facturado en Hollywood. A la hora de plantear una secuela, el estudio tenía claro que debía ser Wyatt el responsable de repetir en la silla de director, pero las consabidas diferencias creativas provocaron que el realizador fuera apeado del proyecto a última hora, siendo relevado por Matt Reeves, firmante de una de las mejores "monster movies" de los últimos años, la genial "Monstruoso" (2008), bajo guión y producción de J.J. Abrams, especie de "pope" del cine de género del nuevo milenio.
Así pues, armado con ilusión y ganas, acudí raudo veloz el domingo por la tarde a ver este "El amanecer del planeta de los simios", para llevarme una castaña de las que hacen época. Una decepción que no viene derivada de la impecable labor tras las cámaras de Reeves, que demuestra poseer tablas más que sobradas para filmar una cinta de estas características, si no a causa de un guión extremadamente previsible, al que no ayudan un reparto que, exceptuando Gary Oldman y Andy Serkis, no acaba de brillar ni de poseer la suficiente capacidad como para lograr que uno empatice con ellos a lo largo de un metraje que, en su desenlace, recupera algo de fuelle, merced a una secuencia final bellamente filmada, que pone colofón a una película que, sin ser un adefesio, tampoco es esa obra maestra que uno esperaba y que sí había encontrado con su precedente, no así en el desastre filmado por Burton, que era un desperdicio miraras por donde lo miraras...
Pese a todo, sus pingües beneficios, contando solamente lo recaudado en su exhibición en cines estadounidenses, viene a indicar que tendremos simios para rato. No sé si se atreverán a toquetear impunemente la obra maestra original de 1968. Si se atreven a semejante sacrilegio, espero por el bien de todos que busquen un buen guionista. El director ya lo tienen, sea Wyatt o Reeves, los dos son profesionales perfectamente capaces de afrontar el desafío. Siempre y cuando les den un buen guión, en caso contrario todo será en balde, por muchos muñequitos o videojuegos que puedan llegar a vender.  

LINK

Jane es una joven estudiante de zoología estadounidense, que completa su formación en una prestigiosa universidad británica. Pese a cierta negativa inicial, la muchacha logra ser elegida como ayudante del Profesor Phillips, un tan reputado como excéntrico especialista en el comportamiento de los simios. Phillips vive en una apartada mansión al lado del mar, junto a dos chimpancés, Imp y Vudú, y un orangután, Link, que rescató de un circo donde iban a desahuciarlo. Link, educado casi como un ser humano, ejerce funciones de mayordomo y, pese a no hablar, se hace entender mediante sus particulares acciones, que lo convierten casi en un hombre. Las cosas, pese a algunos choques iniciales, se desarrollan sin demasiados problemas, pero el comportamiento de Link va haciéndose cada vez más violento. Una mañana, Jane descubre que que el Profesor Phillips ha desaparecido. La pesadilla acaba de dar comienzo...
Producción Cannon filmada en territorio británico por un equipo de las islas, encabezado por el australiano Richard Franklin, realizador de trayectoria prometedora en sus comienzos, gracias a diversas incursiones en el cine fantástico hecho en las Antípodas, caso de "Patrick". Oyendo los cantos de sirena de Hollywood, Franklin recaló en el cine americano, tocándole el complicado trabajo de filmar la secuela de "Psicósis" (1960/Alfred Hitchcock) que, sin ser una película del todo desdeñable, fue recibida con palos y piedras por la mayor parte de la crítica, aunque hoy en día está viviendo un cierto grado de revalorización.
Volviendo a "Link" (1986), hay que decir de ella que es una película con una premisa argumental prometedora, que va perdiendo fuelle paulatinamente, cayendo pronto en el lugar común y el cliché de planteamiento televisivo. Franklin basa su puesta en escena en el golpe de efecto directo, que en ocasiones le funciona pero en otras, francamente, lo deja en evidencia. Y eso que contaba con un guión escrito por Everett De Roche, su fiel colaborador en los tiempos en que se iniciaba en su Australia natal.
Irregular, con un desenlace atropellado, que remite al clásico "Al rojo vivo" (1949/Raoul Walsh), con el orangután Link reverenciando al gran James Cagney, "Link" es del tipo de películas que ofrecen un gran abanico de posibilidades, para luego escoger las peores de la baraja. Una verdadera lástima.
En el reparto destacan Terence Stamp como el Profesos Phillips, en un registro interpretativo irritante, por sobreactuado, y a la estadounidense Elizabeth Shue, intérprete de notable alcance que aquí hace lo que puede, que ya es mucho.
Fallecido en 2007, a los cincuenta y ocho años, Richard Franklin pronto derivaría su carrera hacia el medio televisivo, especialmente como consecuencia del fracaso comercial de "FX2, efectos mortales" (1991), secuela de una menor, pero estimable, muestra de thriller de los años ochenta, dirigida por Robert Mandel, otro realizador de trayectoria fallida. Pronto regresaría a Australia, donde seguiría dirigiendo episodios para diversos seriales de la pequeña pantalla. Especial relieve tendría su francamente disfrutable "El mundo perdido" (1999), telefilme en régimen de coproducción entre Australia y Canadá, cuyos buenos resultados, tanto artísticos como de audiencia, formalizarían su posterior continuación en forma de serie, manteniéndose tres temporadas en antena, en la cual Franklin dirigió media docena de capítulos.  

jueves, 17 de julio de 2014

APRENDIZ DE ASESINO

En una deprimida comunidad rural estadounidense, a primeros del siglo pasado, llega un peculiar personaje, John Reese, quien se presenta como médico, aún cuando la realidad es que es una especie de curandero que se dedica, más mal que bien, a vender sus remedios a todo aquel que pueda pagarlos, además de proporcionar arengas pseudoreligiosas. Dichos discursos despiertan el interés de un joven muchacho, Billy, que vive una muy complicada situación personal. Con ganas de irse de aquella especie de final del mundo donde vive, Billy halla en Reese una figura paterna, de la que siempre ha carecido. Alice, una chica del pueblo con la que mantiene una relación, también tiene ganas de huir de aquel ambiente opresivo, pero desconfía abiertamente de Reese, al que considera un hombe poco fiable, un charlatán. Una plaga que afecta a las reses hace que Reese pase a convertirse en la única esperanza, pero pronto se hace evidente que aquel extraño personaje es una farsa. Herido en su amor propio, el supuesto médico se aprovechará del inocente Billy para eliminar a aquellas personas que pueden desenmascararle...
Basada en hechos reales, "Aprendiz de asesino" (1988) es una producción canadiense que, en el momento de su estreno, pasó bastante desapercibida, aún cuando posee suficientes elementos de interés como para echarle un vistazo. Gran parte del mérito reside en Donald Sutherland, excelente actor, que logra con su sola presencia elevar muy mucho el nivel de una película que, de otra forma, no pasaría de ser un telefilme de sobremesa, aún cuando no estemos hablando de una producción para la llamada "caja tonta", si no una película independiente que, por azares de la vida, llegó en un momento en el cual esto del "cine independiente" aún no era una etiqueta de moda, con lo cual el filme se quedó pronto olvidado en las estanterías de los videoclubes de barrio.
Además de Suttherland, destacan Chad Lowe, hermano de Rob, con una trayectoria que, como la de su hermano mayor, ha venido desarrollándose en TV. La presencia femenina queda en manos de la bellísima Mia Sara, actriz de de presencia delicada, que tampoco logró hacerse un hueco dentro de las grandes estrellas de Hollywood, afectada por el fracaso comercial de "Legend" (1987/Ridley Scott), que no afectó en ningún caso a su compañero de reparto, Tom Cruise. Sara también ha terminado siendo una habitual de producciones televisivas de muy diverso pelaje.
El director del asunto es Ralph L. Thomas, realizador nacido en Brasil en 1939, quien empezó como guionista a finales de los setenta, posteriormente ha realizado alguna que otra incursión para la gran pantalla, caso de "Ticket to heaven" (1981), donde también trataba la manipulación de un joven por parte de un culto religioso. La escasa recepción comercial de "Aprendiz de asesino" certificó su vuelta al medio televisivo, donde ha venido desarrollando su actividad al menos hasta 1999, en que ródo "The young Ivanhoe".
Pese a lo que pretenda insinuar su carátula, "Aprendiz de asesino" no es, en ningún caso, una cinta de terror; más bien estamos ante un drama con tintes sociales que no acaba de conjugar bien los elementos de una premisa argumental muy prometedora. Pero se puede ver.

miércoles, 16 de julio de 2014

HÉROES, UNA SERIE REIVINDICABLE...EN SU PRIMERA TEMPORADA, OJO.

A lo tonto, ya he llegado casi a las ciento sesenta reseñas, y tras hacer un repaso general a las mismas, he llegado a la conclusión de que he hablado bien poco de series televisivas. Básicamente la razón principal estriba en que un servidor de ustedes no tiene por costumbre seguir demasiadas series, más que nada por una cuestión de tiempo. Hoy en día la televisión estadounidense está viviendo una auténtica Edad de Oro, con producciones absolutamente imprescindibles, no voy a ponerlo en duda, pero hay tantas que suelo elegir aquellas que tengan capítulos autoconclusivos, tipo CSI, o "El mentalista", por una cuestión de incapacidad de seguir una serie. Ya lo sé, es un sacrilegio, pero repito que hay series, como "Juego de tronos", que poseen una lógica interna, un grado de elaboración, hoy por hoy inencontrables en el actual panorama del cine de Hollywood, excesivamente concentrado en remakes insustanciales, comedietas que dan vergüenza ajena y adaptaciones de personajes del cómic. Hay de todo, como en botica, pero el Hollywood actual ya hace tiempo que abandonó la creatividad, abrazando la causa del refrito. Y el refrito, en ocasiones, está bien, pero si abusas el colesterol se te pone por las nubes...
Tras este rollazo de introducción, les hablaré de una serie de TV que pudo haber sido todo un clásico dentro del reverdecer catódico que se produjo con la entrada del nuevo milenio, pero que se fue diluyendo, víctima de la huelga de guionistas, primero y, en una segunda fase, como consecuencia de una toma de decisiones a nivel de guión que provocaron una huída en masa de la audiencia. Tras una tercera temporada que quiso reconducir la situación pero solamente logró complicar aún más el argumento de base. Herida de muerte, la cuarta temporada supuso la triste coda final para una producción ambiciosa, innovadora, pero víctima de un equipo de guionistas especialmente inepto.
"Héroes" surgió del cerebrito de Tim Kring, profesional televisivo que hasta aquel momento había logrado cierto grado de reconocimiento mediante "Crossing Jordan", un serial que narraba las peripecias de un grupo de forenses de la ciudad de Boston, encabezados por la valerosa y perspicaz, además de muy tozuda, Jordan. Sin ser un "hit" en cuanto a audiencias, la serie funcionó lo bastante bien como para que los mandamases de la NBC mosatraran su interés a la hora de escuchar la propuesta de Kring, que consistía en adaptar los planteamientos estéticos, argumentales, del cómic de superhéroes, en especial del ubicado en la Marvel, presentando la historia de un grupo de personajes a los que, un eclipse, otorga unos dones, unos poderes, que también les provocan problemas de toda índole, haciendo que unos adopten el camino del Bien y otros del Mal...Aunque en ocasiones las líneas entre uno y otro queden, como siempre, muy difuminadas.
Tal y como he indicado más arriba, la serie tuvo una primera temporada espléndida, donde todos los elementos fueron puestos sobre la mesa con indudable estilo y capacidad. El capítulo piloto es, por sí solo, una joya, tanto a nivel visual como interpretativo. Estrenada en 2006, "Héroes" parecía destinada a marcar un antes y un después en lo que refiere a ficción televisiva. Pero he aquí que una huelga, la de guionistas, precipitó el principio del fin.
La huelga provocó que la segunda temporada constara de once episodios, la mitad de los habituales. En primera instancia no parecía que la cosa pudiera llegar a ser tan grave, pero pronto se hizo evidente que el argumento estaba tomando una ruta que cada vez se hacía más farragosa. El viaje en el tiempo de Hiro hasta el Japón feudal del siglo XVI tenía su gracia, pero la cosa avanzó por unos derroteros cada vez más folletinescos, en un ir y venir de personajes que parecían andar a la deriva, en espera de que los guionsitas se decidieran a tomar la decisión correcta, algo que generalmente pocas veces ocurría.
Como consecuencia de este estado de cosas, y llegados ya a la tercera temporada, el desmadre familiar de los Petrelli era más cosa de un "Falcon Crest" de estar por casa que no una historia de lealtades traicionadas. Pese a las notables interpretaciones de Robert Forster como padre de los dos hermanos alrededor de los cuales basculaba todo el drama familiar, así como de Adrian Pasdar como su hijo mayor, Nathan, el hecho es que la situación se fue liando de una forma tan exagerada que, ante el descenso en los índices de audiencia, la NBC instó a Kring a dejarse de referencias comiqueras e intentará ir hacia derroteros más de ciencia ficción al uso.  Con esa pretensión en mente, el creador y "alma mater" de la serie se hizo con los servicios de Mike Richardson, fundador de la editorial Dark Horse, una de las independientes de mayor empaque dentro del mundo del cómic americano y que había ejercido funciones de consultor creativo en la nueva adaptación a televisión de "Galáctica". Richardson se puso a las manos con empeño, sacó a la serie del embrollo en el cual estaba encallada y la preparó para una nueva etapa de renacimiento.
Pero ya era demasiado tarde; la audiencia estaba claro que ya no respondía, más bien todo lo contrario, cada vez descendían más y más. El hecho de que personajes antes positivos se convirtieran en villanos perversos o viceversa, cuando no perdían interés pasando de ser personajes con entidad a meros comparsas humorísticos, determinó que la serie fuera perdiendo el favor de la audiencia de manera total y absoluta. La NBC certificó que la cuarta temporada sería la última. Tim Kring intentó evitar la cancelación tanto antes como después de que ésta se hiciera realidad, pero las circunstancias eran del todo inamovibles...Aunque últimamente se rumorea que la NBC anda con intenciones de resucitar la serie, incialmente en formato de episodios limitados (una miniserie, vamos) en un futuro no demasiado lejano.
"Héroes", al menos, sirvió como carta de presentación para un grupo de actores que luego han desarrollado una trayectoria ineteresante tanto en cine, caso de Zachary Quinto, convertido en Spock para la franquicia de Star Trek, como de la muy apetecible Hayden Panettiere, hoy en la serie "Nashville". Otros, como Milo Ventimiglia han quedado un tanto dejados de la mano de Dios, participando en producciones televisivas que no pasaron la criba. Un caso especialmente reivindicable sería el de Ali Larter, bella y talentosa actriz, que fue víctima de los vaivenes de los guionistas, que la fueron dejando de un personaje con interés a otro que apenas era un elemento sin sustancia en una trama argumental que apenas era una sombra de lo que fué...
Tras la cancelación, Tim Kring apostó de nuevo, y volvió a darse una nata, con "Touch", protagonizada por Kiefer Sutherland.
Un aspecto a destacar de esta serie es que contó con un equipo de directores de primer nivel, algunos de los cuales con experiencia en la pantalla grande, caso de John Badham o Ron Underwood, lo que facilitó que la serie poseyera un aspecto visual altamente atractivo y de mayor empaque. Pero, lamentablemente ello no sirvió para que el producto resultante fuera languideciendo de manera irreversible. Una pena.

lunes, 14 de julio de 2014

UN REPASO A LA CARTELERA

Aprovechando que es gerundio y que se me han acumulado diversos estrenos sobre los cuales no he tenido la oportunidad de hacer una reseña exhaustiva, paso acto seguido a comentarlas en una especie de "medley" crítico por orden de actualidad, de la más reciente, "Mil maneras de morder el polvo", la nueva incursión en la comedia cazurra del creador de "Ted" (2013), aquella del osito y Mark Whalberg (y Mila Kunis, no la olvidemos), pasando por "Días del futuro pasado", nueva entrega de la franquicia de "X Men" que recupera al director fundacional de la saga, Bryan Singer, pletórico de fuerzas (y necesitado urgentemente de un éxito comercial teniendo en cuenta los pifostios que ha padecido pobre hombre). Terminamos el recorrido con la muy lamentable "Yo Frankenstein", producción dirigida por el australiano Stuart Battie, con un Aaron Eckhart metido en un subproducto de muy baja estofa, con unos muy lamentables (d)efectos generados por ordenador. Entremos en harina...
"Mil maneras de morder el polvo" es un filme que remite, muy claramente, al menos en sus pretensiones, a "Sillas de montar calientes" (1974) dirigida por el insigne Mel Brooks, que acababa de tocar la cima de su manera de entender la comedia con la mítica "El jovencito Frankenstein" (1973). Seth McFarlane no es, ni de lejos, Mel Brooks, ni aún en su periodo más decadente, que más o menos se produce en los ochenta y llega a los noventa, cuando filma cosas como "Las locas locas aventuras de Robin Hood " o "Drácula, un muerto muy contento y feliz". Popular gracias a sus trabajos televisivos, como creador de "Padre de familia", McFarlane logra una comedia salvada en gran medida por su muy buen ojo para elegir a sus compañeros cómicos. Charlize Theron, Liam Neeson, Amanda Seyfreid o Giovanni Ribisi demuestran una muy buena capacidad para el género, pero es que Neil Patrick Harris o Sarah Silverman están inmensos. Pero por lo demás no deja de ser una comedia con referencias a tutiplén, algunas más afortunadas que otras, y cierta propensión al humor escatológico que al principio funciona y luego resulta cansino. Para pasar el rato puede funcionar, pero no creo que sea una comedia de las que dejen huella, tal y como ocurría con "Ted", que resultaba divertida en ciertos momentos, irreverente en otros, para luego redondearlo todo con el típico mensajillo final de película yanqui, y a la que se cita en alguna que otra ocasión, puede que demasiado. Pero libre es McFarlane de autocitarse, faltaría más...
"Días del futuro pasado". Lo que parecía imposible, hacer una película de superhéroes como Dios manda, fue algo que nunca podremos agradecer lo suficiente a Bryan Singer, quien con su "X Men" (2000) y la posterior "X Men 2" (2002) estableció unas pautas impensables hasta ese momento, especialmente tratándose de personajes de la Marvel, que manda huevos las cosas que llegaron a hacerse o que, afortunadamente, no pasaron de un primer estadio de negro sobre blanco. Ahora ya la cosa es harina de otro costal, y con un par de películas de Lobezno, más otras tantas de Iron Man, Capitán América y las que se tercien, coronadas con una majestuosa "Los vengadores", la Marvel ahora nada en oro.
Esta película adapta una de las historias más memorables de la gran etapa de Chris Claremont (guionista) y John Byrne (dibujante), sin olvidar a Terry Austin como entintador. Con algunos ajustes y cambios con respecto al original en viñetas, la película resulta un espectáculo cinematográfico de altos vuelos, filmado con notoria sobriedad y sentido de la épica. Quizá el desenlace se alarga en exceso, pero ello no es obstáculo para que estemos ante una muy buena película, que refrenda la indiscutible maestría de un director al que esperemos que sus actuales problemas judiciales no terminen por dejarle en dique seco...
"Yo Frankenstein" Producida por los mismos responsables de la franquicia "Underworld", esta película pretende ser una especie de recambio, de probable línea de explotación paralela, pero está tan mal hecha, tan rematadamente mal ejecutada que uno no sabe a qué carta quedarse. El australiano Stuart Beattie fue el responsable de "Mañana, cuando la guerra empiece" (2012) estrambótica historia sobre una invasión de Australia por parte de un ejército de un no determinado país oriental. En el presente caso, se dedica a copiar (mal) la saga "Underworld". El resultado es una peripecia de fantasía y goticismo que es probable que guste a adolescentes que nunca hayan visto una de fantasía y goticismo, a no ser en un videojuego. Aaron Eckhart está fatal y los efectos generados por ordenador dan bastante pena, por cutres y pésimos. Un desperdicio que no recomiendo ni al peor enemigo, ni al familiar más pesado. Para que comprendan el nivel del despropósito...
Así pues, a grandes rasgos este es el resumen de la cartelera; de momento las esperanzas hay que tenerlas en la cartelera de Agosto, donde parece que hay títulos bastante potables donde hincar el diente, caso de la muy esperada "El amanecer del planeta de los simios" o la tercera entrega de la saga de "Los mercenarios". En espera de ello, mando un cordial saludo a todas y a todos, en espera de que este Verano les sea leve en cuanto a calor. Un saludo y buen veranito!! 

EL PUENTE DE REMAGEN

Marzo de 1945, las tropas estadounidenses penetran en territorio alemán; el ejército nazi se halla en plena retirada, dinamitando todos los puentes con el fin de evitar el avance aliado. El último puente en pie sobre el Rhin es el de Remagen, que queda en manos de un un alto oficial alemán que anda ya muy de vuelta de todo (Robert Vaughn). El alto mando estadounidense tiene claro que el puente debe ser tomado a toda costa, evitando que salte por los aires, por lo que ordena a un ya muy eshausto regimiento que se encargue del operativo, aún a costa de que sea casi una misión suicida. El jefe del regimiento (George Segal) tiene que dar órdenes a una tropa que está al límite de sus fuerzas, en una situación que le sobrepasa...
Basada en hechos reales, "El puente de Remagen" fue una de las películas bélicas surgidas como consecuencia del éxito de "Doce del patíbulo" (1968/Robert Aldrich). El director de esta cinta, el británico John Guillermin, no era Aldrich, quedando la mayoría de las veces como un profesional cumplidor, correcto habitualmente, pero también impersonal, aunque en los setenta tendría la oportunidad de dejar dos de sus títulos mayores, "El colos en llamas" (1974) y una nueva versión de "King Kong" (1976), famosa ésta última esencialmente por la presencia de Jessica lange que no por su calidad.
"El puente de Remagen" es una cinta que busca ofrecer una visión "realista" de la guerra, lejos del típico triunfalismo yanqui. En esta película, los soldados americanos no son héroes de una pieza, antes al contrario, son hombres que han sido llevados al máximo de su resistencia, siendo olbigados a batallar por el control de un puente que los alemanes andan interesados en volar por los aires. Si bien en un primer momento parecía que los americanos también les interesaba enviar el puente a hacer puñetas, un cambio de planes hace que se decida tomarlo intacto, lo que obliga a un regimiento estadounidense a hacer un último esfuerzo.
Ante ellos, los alemanes están retratados con trazos humanos; el oficial interpretado por Robert Vaughn es un hombre torturado (quizá en exceso, Vaughn siempre fue un actor poco dado a sutilezas), afectado por la muerte de su padre en el frente. Decidido a cumplir las órdenes, el oficial alemán asume su papel con dureza, dispuesto a todo por volar el puente, aunque pronto irá quedando desengañado del devenir de los acontecimientos.
El rodaje del filme estuvo plagado de complicaciones, derivadas de un rodaje que quedó interrumpido como consecuencia de circunstancias ajenas a la producción. La película se rodó en la antigua Checoslovaquia, país por aquel entonces en la órbita soviética. A éstos no les hizo mucha gracia que el gobierno local accediera a que un equipo hollywoodiense rodara en territorio del Pacto de Varsovia (Se llegó a afirmar que los actores americanos, ataviados de soldados estadounidenses, eran realmente soldados americanos, prestos a invadir Checoslovaquia, lo que creó notable desasosiego entre los miembros del equipo allí instalado). La llamada "Primavera de Praga", con la entrada de los tanques soviéticos entrando en territorio checoslovaco precipitó los acontecimientos. El equipo de filmación y los actores tuvieron que abandonar el país a toda prisa, utilizando cualquier vehículo disponible. Recuperada la calma, el rodaje se reemprendió en localizaciones italianas, muy cerca de la residencia de verano papal, Castelgandolfo, y alemanas.
Con un muy buen trabajo en cuanto a recreación de batallas y explosiones, "El puente de Remagen" resulta un filme del género que, a grandes rasgos, no ofrece nada nuevo, salvo sus ya comentadas pretensiones de "realismo", que permiten hacer de ella una película que resultará de visionado muy agradable para los aficionados al género bélico. Sin ser un título señero dentro del género, acaba siendo francamente disfrutable.


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lunes, 7 de julio de 2014

LAS GARRAS DEL INFIERNO

Milton Subotsky, junto a Max Rosenberg, fueron los fundadores y cabezas visibles de la Amicus, una productora que fue la principal rival de la Hammer Films en el terreno del cine de terror. Dado que no podían competir en cuanto a explotar la vía del terror de raíces góticas, por una cuestión de presupuesto, que les imposilitaba de recrear grandes decorados decimonónicos, la compañía se especializó en cine de episodios, ambientados en la época moderna. El sello se mantuvo en funcionamiento hasta bien entrados los años setenta; tras producir diversas adaptaciones de relatos fantásticos de Edgar Rice Burroughs, dirigidos por Kevin Connor, como "La tierra olvidada por el tiempo" (1975) o "En el corazón de la Tierra" (1976), pero para entonces la relación entre los dos socios no era ya todo lo buena que cabría esperar, así que Subotsky decidió separarse de Rosenberg y buscar pastos más verdes para sus intereses como productor.
De este modo recaló en Canadá, donde se asoció con un productor local, Claude Héroux, que por aquella época había producido el primer filme profesional, "Vinieron de dentro de..." (1975), de un realizador llamado a hacer cosas muy importantes en el Fantástico, David Cronenberg. Eran tiempos muy buenos para el género en Canadá, gracias a los apoyos gubernamentales, que fomentaban el cine local con el fin de evitar, en la medida de los posible, el predominio del cine fabricado en Hollywood. Claude Héroux, junto a su hermano y el luego también trasvasado a la Meca del Cine, Ivan Reitman, responsable de "Los cazafantasmas" (1984) entre otros títulos, procedían del ámbito del cine erótico, en el cual se habían hecho un hueco en las salas comerciales de su país de origen.
Lamentablemente Cronenberg no dirigió este "Las garras del infierno" (1977), una cinta, cómo no, de episodios, en total cuatro, que tienen como motivo central a los gatos. Contando con un terceto de actores que ya habían dado sus particulares do de pecho en el género (Peter Cushing, Ray Milland y un Donald Pleasance que estaba aun paso de aceptar el papel de Dr. Loomis para "La noche de Hallooween" carpeteriana, que se filmaría un año después) era de esperar que, si bien no se contaba con un director de empaque, al menos estos tres intérpretes salvarían el honor. Pero no, los tres salen bien poco, en especial los dos primeros, mientras que el tercero cumple el expediente interviniendo en uno de los episodios y ya está.
El nudo central se centra en un escritor de historias de terror (Peter Cushing, of course) que anda algo preocupado por una serie de situaciones que ha venido recopilando en forma de relatos de ficción, que ofrece a su editor (Ray Milland), que en ningún caso cree a pies juntillas lo que le cuenta su autor de cabecera, que afirma que las historias son reales y que los gatos son señales del Mal en la Tierra. Como suele ocurrir, tras pasar de su escritor, el editor acabará pagando cara la osadía de no creer en sus palabras...
"Las garras del Infierno" supuso el último trabajo tras las cámaras de su director, Dénis Héroux, a la sazón hermano de Claude. Vinculado a producciones temáticamente muy alejadas del género que nos ocupa, se hace evidente que no tenía demasiada mano para hacer una película de terror al uso, optando por una puesta en escena escasamente inspirada, nada imaginativa, que por momentos parece un pálido reflejo de influencias del cine de terror inglés de la mejor estirpe, pero muy mal asimiladas y ejecutadas con asombrosa sosería visual. La película funciona a base de abusar de los golpes de efecto, más vistos que el tebeo, que por mucho que Cushing y Milland lo intentan, no logran trascender su condición de piezas menores, escasamente inspiradas creativamente, en un conjunto muy de telefilme. Posteriormente Denis Héroux abandonaría su actividad como director para centrarse en la producción, logrando algunos picos importantes en dicha función, caso de "Atlantic city" (1980/Louis Malle) o "En busca del fuego" (1981/Jean Jacques Annaud).
A pesar de que el producto resultante despertó escaso entusiasmo en el momento de su estreno, confundiéndose prontamente con el grueso del cine de terror facturado por aquel entonces en tierras canadienses, Milton Subotsky se mostró decidido a insistir en el tema de los gatos y el género de terror en episodios. De esta manera, ya bajo pabellón estadounidense, pero con el apoyo de un productor italiano, ni más ni menos que Dino DeLaurentiis, sacaría adelante "Los ojos del gato" (1985), que tomaba como base tres relatos cortos de Stephen King, un autor que por aquel entonces interesaba bastante al magnate transalpino, no en balde produjo diversas adaptaciones de su obra a lo largo y ancho de los ochenta, con resultados muy desiguales. Dirigida por un realizador bregado en la serie B cormaniana, Lewis Teague,  "Los ojos del gato" resulta algo superior a su precedente, más por una cuestión de ritmo que por otra cosa. En un caso había un realizador escasamente comprometido con el material de base y en el otro sí. Y eso que los dos carecían de pretensiones autorales. 

viernes, 4 de julio de 2014

LA ÚLTIMA CASA A LA IZQUIERDA

Dos jóvenes que viven en una zona residencial, se trasladan a la ciudad para acudir a un concierto. A la salida se encuentran con un muchacho, que las convence para que le acompañen a tomarse unas copas. Pero lo cierto es que el chico pertenece a una banda de sujetos, drogadictos y degenerados, recién fugados de la cárcel, que se las secuestran y llevan toda clase de tropelías con las pobres chicas, para luego asesinarlas y dejar los cuerpos abandonados en el bosque. Los criminales se quedan con el coche propiedad de las víctimas, que al poco rato los dejar tirados, teniendo que confiar en la hospitalidad de un matrimonio que se halla muy preocupado porque su hija y la mejor amiga de ésta todavía no han regresado del concierto. Cuando éstos descubren que los recién llegados tiene muy mucho que ver con esta circunstancia, se tomarán la justicia por su mano, en una orgía de sangre en la cual los asesinos acabarán convertidos en víctimas de la violencia que ellos mismos han provocado...
Wes Craven era, a primeros de los setenta, un  profesor de Literatura Inglesa, algo hippyoso, marcado por una infancia en el seno de una familia de metodistas estrictos, que tenía inquietudes cinéfilas. Animado por algunos amigos íntimos, decidió trasladarse a Nueva York, con el fin de hacerse un hueco en el seno de la producción independiente, pero sus intentos chocaron con el nulo interés de los productores con quienes contactaba, lo que le obligó a dedicarse a diversos oficios, como por ejemplo taxista, con los que poder subsistir en la Gran Manzana. Pasado algún tiempo, conoció a Sean S. Cunningham, productor y director quien luego viviría años de gloria gracias a la saga "Viernes 13". Cunningham concentraba sus intereses en producciones de carácter alternativo, pero también en el cine pornográfico, en el cual dio sus primeros pasos el novato Craven, hasta que convenció a Cunningham para que le financiase "La última casa a la izquierda".
"La última casa a la izquierda" (1972) fue recibida, en su momento, de forma bastante negativa por ciertos sectores de la sociedad estadounidense, que aún vivía dominada por los crímenes de Charles Manson y su banda, a los que la película cita indirectamente en sus desmanes. Su violencia dura, descarnada, realista, la convierten en una película incómoda; Craven, que como ya he indicado más arriba era un profesional en formación, contó con un presupuesto escaso, pero también tuvo que lidiar con sus escasos conocimientos sobre la técnica cinematográfica, aprendiendo día a día, sobre la marcha. Convertida en título de culto, la película no sirvió para que Craven se hiciera un nombre dentro del cine. La mayor parte  de sus amigos y conocidos mostraron su rechazo ante la película, incluyendo a su propia madre, que por poco le retira la palabra. Por rechazar hasta lo rechazó uno de sus mejores amigos, que se había comprometido a realizar la banda sonora. Fue ver la película, y se desentendió del proyecto raudo y veloz, echando pestes de Craven, al que muchos consideraban "una mente enferma".
Bajo estas circunstancias, al director de "Pesadilla en Elm Street" (1984) le costó cinco años poder regresar a la dirección. Y lo hizo con "Las colinas tienen ojos" (1977), una producción claramente influenciada por "La matanza de Texas" (1974) película que, realizada dos años después de "La última casa a la izquierda", logró también impactar a la audiencia por su manera de mostrar la violencia. La distancia hizo que buena parte de la gente que la había rechazado inicialmente, la viera con otros ojos, generando cierto nivel de culto a su alrededor.
El reparto de "La última casa a la izquierda" se compuso de intérpretes que habían realizado producciones independientes para Cunningham, además de Fred J. Lincoln, actor neoyorquino que se dedicaba, y se dedicó, al cine para adultos, tanto delante como detrás de las cámaras. David Hess, que a la par se encargó de completar la banda sonora del filme, desarrolló su actividad profesional en producciones de terror "fuerte", tanto en su país de origen, Estados Unidos, como en Italia. En un rol menor, de policía torpe e inútil, destaca la presencia de Martin Kove, actor vinculado al cine y a la TV, normalmente en papeles de tipo duro y de armas tomar, nada que ver con su personaje en este filme.
"La última casa a la izquierda" no es una película de visión fácil; alguna de sus escenas son realmente duras de ver, lo que la convierten en una cinta no apta para espectadores poco aptos al cine de terror de raíz más realista. En 2009 se realizó un remake del todo insulso, que se servía de un vacuo esteticismo visual para distanciarse de una obra que, originalmente, no necesitó de ningún tipo de artificio para conseguir que el espectador se sintiera incómodo ante su visionado. Al fin y al cabo eso es lo que buscaba su principal responsable...

miércoles, 2 de julio de 2014

NOCHE INFERNAL

Una serie de personas, todas ellasa vinculadas de una forma u otra a una institución que se encarga de cuidar de niños huérfanos, van muriendo en extrañas circunstancias, lo que deja a la policía bastante perpleja y sin asideros donde agarrarse y dar con una solución al caso. La situación llega a un punto insostenible en el cual el inspector encargado del caso (Christopher Lee) empieza asospechar que los propios niños del centro tienen algo que ver, pero la realidad es bastante más escalofriante. Ayudado por un médico (Peter Cushing), el inspector intentará dar luz a una historia con unos recovecos que escapan de la realidad.
Basada en una novela de Jack Blackburn, "Nothing but the sun", "Noche infernal" (1973) en su estreno cinematográfico en España, fue la primera, y última, aventura como productor del habitualmente actor Christopher Lee, a través de su compañía, la Charlemagne, llamada así como homenaje a sus ancestros, que descendían de tan significativo personaje histórico.
En aquellos momentos, Lee estaba intentando deshacerse de su estrecha vinculación a la Hammer Films, en especial al rol de Drácula, que había interpretado ya en diversas ocasiones. Temeroso de quedar encasillado, el actor quiso abrir el abanico de posibilidades; pensaba que con Charlemagne podría quitarse el sambenito, pero lo cierto es que no hay película más hammeriana, sin ser de dicha compañía, que "Noche infernal".
Esto se debe a que confió la dirección a Peter Sasdy, realizador de procedencia televisiva, que por aquellos años estaba desarrollando una amplia carrera en la mítica productora de cine de terror británico. Para la hammer, Sasdy filmó algunos títulos francamente muy remarcables, caso de "El poder de la sangre de Drácula" (1970), última de las películas con Lee encarnando a Drácula que vale la pena, antes de la entrada en liza del muy nefasto Alan Gibson. Pero también podemos destacar "Condesa Drácula" (1971), recreación de la vida y maldades de la condesa Erzebeth Nadasdy, y su obra mayor en el seno de la Hammer, "Las manos del destripador" que ofrecía una perspectiva insólita sobre el célebre asesino de Whitechapel.
A Sasdy, nacido en Budapest en 1935, siempre se le ha achacado que sus orígenes profesionales, realizando series televisivas, marcaron un estilo que nunca destacó por ser demasiado creativo, abusando del teleobjetivo y con una puesta en escena algo rígida. Pero en el caso de "Noche infernal" ayudan a crear una atmósfera claustrofóbica, agobiante, que creo que ayuda muy mucho a meterse en la historia y dotarla de inquietud y sentido del suspense, que es de lo que se trata. Otra cosa es que el guión realmente le encontrara el punto a la historia originalmente escrita por Blackburn.
Sea como fuere, la (nula) recepción comercial de la cinta hizo que las posibilidades de supervivencia de la Charlemagne se disolvieran cual azucarillo en el café. Y eso que lo había montado todo de la mejor manera posible, contando con su buen amigo, el extraordinario Peter Cuching, como "partenaire" (un año después de haber colaborado juntos en la excelente "Pánico en el Transiberiano", coproducción hispanobritánica dirigida por Eugenio Martín), al que hay que sumar, en un papel secundario a Diana Dors, actriz que en los cincuenta se intentó presentar como "la Marilyn Monroe inglesa" pero que luego fue decayendo de manera progresiva.
Tras este traspiés, Sasdy regresaría al medio televisivo, con alguna puntual incursión en la gran pantalla, sin despertar la mayor relevancia o interés. La Hammer, por su parte, cerraría oficialmente sus puertas en 1979, aunque aún se mantendría viva mediante diversas intentonas para la pequeña pantalla, en las que Sasdy participaría de forma regular.