miércoles, 23 de julio de 2014

WISHMASTER 2

"Wishmaster", producción de 1997 dirigida por un debutante, Robert Kurtzman, un profesional bregado en el campo del maquillaje especial, sin ser una película excesivamente original, sí resultaba un producto simpático por su evidente falta de pretensiones, circunstancia que ponía de relieve su condición de serie B apañada, resultona, sin aspavientos visuales, que buscaba la complicidad del aficionado al cine de terror de a pie, a base de múltiples cameos y del carisma de su villano, encarnado con evidente grado de entusiasmo y convicción por el imprescindible Andrew Divoff.
El buen funcionamiento de la cinta en formatos domésticos, esto es, vídeo y DVD, propició la consabida secuela que, a priori, partía con mayor ventaja, por cuanto la dirección recayó en manos de un cineasta más bregado en este tipo de cine de género barato. El problema residía en que Jack Sholder no estaba por aquellos días pasando su mejor época, entregado en cuerpo y alma a la televisión, para luego meterse en el caos que supuso la postproducción de "Supernova" (2000), película dirigida por Walter Hill de la que Sholder se hizo cargo tras la marcha del primero por desaveniencias con los productores, siendo posteriormente apeado por Francis Coppola, quien según algunas fuentes supervisó el montaje definitivo del filme. Al año siguiente, con "Arachnid" (2001) filmaría quizá su peor trabajo, un (sub)producto rodado bajo el manto protector de la "Fantastic factory" de la Filmax que, en gran medida, enterró sus probabilidades de salir del atolladero. Hoy por hoy parece que se encuentra concentrado como docente...
Así pues, "Wishmaster 2" (1999) es, ni más ni menos, que un "directo a vídeo" que incurre en todos los lugares que su título precedente supo esquivar con gracejo y estilo. Si el primer "Wishmaster" despedía un suave aroma a serie B ochentera, su secuela es un filme que destila sosería noventera por los cuatro costados. De no ser por sus gotas de gore, uno pensaría que está ante un telefilme de sobremesa, pues su puesta en escena es de un desangelado que tora de espaldas.
Y eso que Sholder contó con el apoyo directo de un equipo de profesionales de indudable nivel; Peter Atkins repite de nuevo en el guión, los efectos especiales corren a cuenta de Anthony Ferrante y Andrew Divoff vuelve a ponerse tras el maquillaje del pérfido demonio árabe. Pero nada, Sholder se limita a cumplir el expediente con exasperante convencionalidad, sin hincarle el diente a un argumento que pedía a gritos un mayor nivel de desparpajo visual.
A pesar de ello, "Wishmaster 2", que se lanzó directamente en DVD, volvió a dar en la diana comercial, lo suficiente como para formalizar un par de secuelas más, carentes ya de interés, por cuanto ya no contaron con Peter Atkins en la escritura ni con Divoff de villano. Producidas y filmadas en territorio canadiense, ambas entregas llegaron vía formato digital a los videoclubes, despertando ya escaso interés, a no ser a los incautos despistados o a los completistas de sagas de terror, por muy malas que sean sus sucesivas secuelas.
En el reparto tenemos una amplia presencia de caras más o menos conocidas de la pequeña pantalla, como la guapa Holly Fields, la ya crecidita muchachita de la muy descacharrante "Semilla negra" (1992/Peter Manoogian), Paul Johansson, guaperas inexpresivo que hoy por hoy anda bastante desaparecido, lejanos ya los tiempor de "Parker Lewis". así como el afroamericano Bokeem Woodbine.

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