miércoles, 26 de febrero de 2014

LA ISLA DE LOS EONES (MISCELÁNEA 1)

La editorial madrileña "La biblioteca del laberinto" prpsigue con su intención de realizar unas "obras completas" del escritor estadounidense Rober E. Howard. En este volumen, primero de un proyecto de tres, se pretende realizar una recopilación de relatos dispersos, la mayoría de ellos editados muchos años después de la muerte del creador de Conan, acaecido en 1936 a los treinta años de edad. 
La figura, entre gigantesca y trágica de Howard, se engrandece todavía más al ver su inagotable fuerza creativa, que le llevó a ser uno de los más valorados escritores dentro de la literatura popular. Precisamente fue eso, el no poder dejar de lado el hecho de no poder superar su condición de escritor de revistas de literatura de evasión, uno de sus grandes frustraciones personales, que confluyeron en un magma de circunstancias personales difíciles que provocaron que tomara la drástica decisión de acabar con su vida. 
Junto con H.P. Lovecraft y Clark Ashton Smith, Robert E. Howard fue uno de los puntales de la mítica revista "Weird tales". A diferencia del primero, que siempre se tomó el oficio de escribir con cierto grado de indolencia, Howard fue un profesional versátil, que se adaptaba a las necesidades de las publicaciones para las que trabajaba, fueran cuales fueran sus temáticas, aunque las aventuras épicas, el "western" y la fantasía fueron sus tres espacios referenciales, sin obviar sus incursiones en el género de terror y alguna que otra salida hacia la ciencia ficción, destacando la inacabada "Almuric" como una de sus aportaciones más importantes. Por tocar hasta cultivó el llamado relato de "advertencia", que narraba historias, basadas en hechos reales, con el fin de poner de manifiesto o criticar ciertos aspectos de la sociedad de la época. 
La muerte de Howard dejó un sinfín de relatos por acabar; algunos de ellos cayeron en manos de su representante y albacea literario, Otis Klein, que realizó un verdadero desastre. A ello hay que sumar los cambios, alteraciones y mil y una versiones de Conan, que dejaron de lado la naturaleza aventurera del personaje, adoptando la postura de convertirlo, las más de las veces, en un armario ropero sin mayor virtud que el rebanar cabezas y poco más. No ha sido hasta fechas muy recientes, con motivo del centenario de su nacimiento, que se ha realizado una edición del personaje sin adulteraciones, como Crom manda. 
Así pues, este primer volumen de la obra dispersa de Robert E. Howard es una ocasión perfecta para acercarse a un autor de existencia triste y autodestructiva, pero que dejó aportaciones básicas para todos los géneros que tocó. 
  

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