Dado que llevo unos días en los que se me acumula el material, y sin que sirva de precedente, he decidido hoy obsequiarles con doble ración de posts. En este caso para comentar un "thriller" que viene a refrendar el dicho aquel de que "quien tuvo, retuvo". Y en este caso quienes retienen de forma más que evidente son Sylvester Stallone, actor que gracias a "Los mercenarios" ha resucitado de forma ya podemos decir que oficial, y Walter Hill, antaño realizador de éxito contrastado dentro de cine de acción, gracias a títulos como "Límite: 48 horas", "Danko, calor rojo" o "El último hombre".
Formado como guionista a la vera del gran Peckinpah, la carrera de Hill sufrió un muy serio traspiés como consecuencia de los problemas de postproducción del filme "Supernova", película de ciencia ficción que pasó por las más diversas manos (entre ellas las del mismísimo Francis Coppola) y manazas (las de un ya perdido para la causa Jack Sholder, ¿se acuerdan de "Arachnid"? pues ese tío, ese). En 2002 rueda "Invicto" cinta protagonizada por Wesley Snipes (otro ídolo del cine de acción caído en desgracia...y rescatado por Stallone en la cercana "Los mercenarios 3"), una película que, si bien no funcionó comercialmente hablando, sí lo hizo en formatos domésticos, formalizando dos entregas más realizadas directamente para el mercado de DVD, y en los que Hill, dedicado a tareas de productor y director en televisión, nada tuvo que ver.
"Una bala en la cabeza" es un "thriller" que deja de manifiesto que el director de "Calles de fuego" sabe muy bien cómo afrontar este tipo de cine. Cada golpe, cada disparo o explosión responden a una reacción pura y dura de los personajes, no son mera pirotecnia envuelta en ambiente de videoclip. Los detractores de Stallone afirmaran que es otro simple vehículo para su lucimiento, y es muy probable que tengan razón, pero a estas alturas de la fiesta, el mítico Rocky Balboa es más un símbolo de un género, el de acción, que vivió en los años ochenta su gran momento de gloria, así que su presencia, sus ademanes de antihéroe pasado de todo están del todo justificadas. La única pega que puedo encontrarle es que su argumento es algo simplón, que el coreano Sung Kang se pasa de antipático y que el personaje de Jason Momoa no termina de quedar del todo perfilado, quedando como una versión plana y sin aristas del Javier Bardem de "No es país para viejos".
Una película un tanto irregular pero francamente disfrutable para los aficionados a la acción hecha a la vieja usanza, con contundencia y mala leche, pero con sentido del espectáculo. Y lo dice uno que nunca fue de Rambos e historias de éstas...Aunque con "Los mercenarios 2" me lo pasé pipa. Qué se le va a hacer...
Por cierto, y ya para finalizar, Sarah Shahi era la simpática y pizpireta compañera del policía interpretado por Daminal Lewis en la imprescindible teleserie "Life". Por otro lado la película está ambientada en una Nueva Orleans que parece haber recuperado el pulso tras lo del "Katrina".
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