martes, 29 de octubre de 2013

EL SEÑOR DE LAS BESTIAS

A primeros de los ochenta, y tras el éxito comercial de "Conan el bárbaro" (1981), dirigida por John Milius, se produjo una vorágine de derivaciones, cuando no imitaciones y plagios descarados, del modelo establecido por la excelente adaptación fílmica del personaje creado por Robert E. Howard (1906-1936) y protagonizada por un culturista austriaco, Arnold Schwarzzenegger, de apellido casi impronunciable pero que, en lo cucesivo, iba a ser habitual nombrarlo como nuevo adalid del cine de acción, con títulos como "Commando" (1985), o de ciencia ficción, gracias a películas tan referenciales como "Terminator" (1984) o "Depredador" (1988).
Como suele pasar, las modas trajeron toda clase de productor, desde las aportaciones con cierto grado de pedigrí modesto, pero digno, como es el ejemplo que hoy comentamos, pasando por las reformulaciones italianas, con directores como Joe D'Amato y actores tan negados para la interpretación como Miles O'Keefe, que convertía al bueno de Arnie en todo un Marlon Brando, para que se hagan una idea del nivel. Eso ocurió en "Ator el poderoso" que, por razones del todo incomprensibles, generaría una secuela aún más lamentable, "Ator el poderoso 2".

La bellísima Tanya Roberts tuvo vivió cierta popularidad a primeros de los ochenta merced a sus intervenciones en la teleserie "Los ángeles de Charlie", en películas de terror como "Trampa para turistas (1978) o en la aquí comentada "El señor de las bestias" (1982), o en la última de las aventuras de Roger Moore como James Bond "panorama para matar" (1985). Sus aspiraciones a ser estrella de cine se vieron empañadas por culpa del estruendoso fracaso de "Sheena" (1984), dirigida por el británico John Guillermin, en la que hacía de versión femenina de Tarzán. Ella salía preciosa, pero el público se quedó de piedra con el guión, chusco y ridículo.
"El señor de las bestias" debiera haber significado la graduación de su director, Don Coscarelli, como realizador de filmes de cierto empaque, los cuales, aún sin ser de serie A, poseían aspiraciones de ir un poco más allá de una simple y llana copia de un original que había contado con un mayor grado de medios y, por extensión, de presupuesto. Su agradable perfume a "cómic" fantástico, sus efectos especiales simples pero efectivos, así como la presencia de una pareja de protagonistas atractiva y con carisma, Marc Singer y una SUPERLATIVA Tanya Roberts (aunque luego no acabaran de despegarse nunca de la etiqueta de "actores del cine de bajo presupuesto") otorgaban una carta de presentación cuanto menos con garantías. Y debe decirse que sus responsables dieron en el blanco, obteniendo una de las más destacables imitaciones de "Conan" de aquel periodo.
Ahora bien, como ya he dicho al referirme a las posteriores carreras de su pareja protagonista, el devenir de Coscarelli como cineasta quedó muy tocado como consecuencia de las intromisiones de su productor Sylvio Tabet, quien remontó la película a su gusto, circunstancia que provocó que el director de "Phantasma" (1979), asqueado con el sistema de estudios hollywoodiense, tardara seis años en volver a ponerse tras las cámaras, para filmar "Phantasma II" (1988), donde, circunstancias de la vida, volvería a sufrir los desaires de la maquinaria de la Meca del cine, cuando la Universal, productora de la película, se metería por el medio.
Aparte de los citados Marc Singer y Tanya Roberts, y como villano de la función, cabe destacar la presencia de Rip Torn, un actor de carácter, curtido en mil y una películas (sigue en activo, puede vérsele en el tramo final de ese desprpósito que es "El llanero solitario" (2013), otros actor a citar es John Amos, actor afroamericano visto en multitud de películas y series de televisión de toda clase y condición.
Pese a funcionar relativamente bien a nivel de taquilla, la secuela se hizo esperar, y llegó casi diez años después mediante "El señor de las bestias 2", dirigida por el impresentable de Sylvio Tabet y que, huelga decirlo, carece de las virtudes de su predecesora, resultando una birria diseñada para su distribución directa a vídeo que no una película de bajo presupuesto hecha desde el amor al género y el respeto a los fans del mismo. Como no podían haber dos sin tres, y cuando ya casi nadie se acordaba de la existencia de la segunda parte, por fortuna, llegaría una tercera parte, ésta sí, directa para su distribución en vídeo; "El señor de las bestias 3. El ojo de Braxus, es ya un subproducto, carne de consumo magnetoscópico, en la cual Marc Singer, ya presente en las dos anteriores entregas de la saga, intenta mantener el tipo todo lo buenamente que se puede, pero lo cierto es que es poca, muy poca cosa.
Así pues, quédense con la primera parte, una muy agradable, simpática, cinta de aventuras y fantasía heroica, con una pizca de Robert E. Howard y un mucho de (buena) novela barata, de "pulp" hecho con gracia y salero.
Otra foto que pone de manifiesto la indiscutible belleza de la protagonista femenina de "El señor de las bestias"


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