Adaptación de la obra original de John Willard, ya llevada a la pantalla en dos ocasiones, una en el periodo silente y otra posterior a la versión de Franco, filmada en 1979, y dirigida por el estadounidense Radley Metzger (más conocido como Henry Paris) en una intentona, fallida, de dejar el cine pornográfico para introducirse, en sentido figurado entiéndanme, en los meandros del cine industrialmente más convencional y menos "comprometido" a nivel "cárnico" que, por cuestiones no del todo aclaradas, fue atribuida equivocadamente a Edgar Allan Poe en la publicidad de la película, así como en sus créditos. ¿Despiste o fallo deliberado? Vaya uno a saber cómo funcionan las distribuidoras de este país...
Tras la muerte, violenta, de Lord Percival, y una vez leído su testamento, los herederos de éste van siendo ejecutados de forma sucesiva, ante la mirada cada vez más deseperada del inspector Bore, quien posee más respuestas de las que algunos de los posibles sospechosos podrían llegar a tener.
"La noche de los asesinos" (1973) se rodó en un momento de cambio dentro de la actividad profesional de su realizador, quien tras haber colaborado de forma más o menos regular con la francesa Comptoir, cambió de tercio, pero no de nacionalidad, fichando por la directa competidora de ésta, la también gabacha Eurociné. Así pues estamos ante una película de transición, producida netamente en España, tanto a nivel creativo como financiero, con gente muy habitual en el cine de Franco, tanto en el apartado técnico (fotografía de Javier Pérez Zofio) como en el interpretativo, caso del argentino Alberto Dalbes, Dan Van Husen, William Berger o Evelyn Scott. Dos rostros confirmaran aquí su alternativa en el cine franquiano, Lina Romay, que de actriz casi imprescindible pasará a ser musa y compañera sentimental del director hasta la muerte de ésta por cáncer en 2012, pasando por el entonces galán Antonio Mayans, actor con experiencia en diversas coproducciones, siempre en roles casi episódicos (por no decir de fondo de plano), así como en las entonces muy populares fotonovelas. Con el tiempo, director y actor formalizarían una fuerte relación de amistad, con diversos altibajos, como pasa con las amistades a prueba de bombas, tanto es así que Mayans aparte de intérprete acometería otras funciones tras las cámaras en diversas películas de Jesús Franco. Otra presencia absolutamente memorable sería la de Luís Barboó, actor que alternaba labores de especialista y doble de riesgo, gracias a su imponente físico, como el de intérprete, principalmente en roles de villano o sicario del malvado de turno, merced a su rostro pétreo, atravesado por una cicatriz en una de sus mejillas, que le daba aspecto de malvado de "bolsilibro" o de cómic de terror setentero.
El filme adolece de ciertos elementos que no acaban de funcionar, principalmente derivados de una ambientación que se pretende inglesa pero que remite más bien a un "western", lo que hace que cierta clase de referencias no acaben de casar con lo que se pretende una historia de detectives muy al estilo anglosajón, pero que parece más una coproducción italiana de la época, aunque ya he indicado anteriormente que estamos ante una producción cien por cien española...Y de Jesús Franco al doscientos por cien.
Atención a la intervención, muy divertida y jocosa, del propio Franco como ayudante del inspector Bore, y que supone una de las habituales apariciones del director como actor, actividad no del todo ajena, pues recordemos que ya hizo sus pinitos en la sensacional, y maldita, "El extraño viaje" de Fernando Fernán Gómez.
Una imagen de Jesús Franco, de 1996, año en que volvió al primer plano de la actualidad cinematográfica con "Killer barbies" |
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