"The lords of Salem" no admite medias tintas, o es una película que se la quiere con locura o, por el contrario, se la detesta profundamente. Pero eso es algo que va muy mucho con la forma de hacer cine de su director, Rob Zombie, anteriormente líder de la banda "White zombie", que a mediados de la década de 2000 dejó a más de uno y más de dos descolocados con su película de debut, "la casa de los 1000 cadáveres", lustroso homenaje a los modos y formas de hacer cine de terror en los setenta. Víctima de las maniobras del estudio productor, Universal, que se negó a distribuir un filme con escenas fuertes y que, según ellos, rozaban lo admisible en una pantalla, fuese grande o pequeña, Zombie luchó denonadamente con la multinacional, hasta lograr hacerse con los derechos y distribuirla mediante un sello independiente, Lionsgate, que logró pingües beneficios sin tocar un fotograma de la cinta. Su siguiente película, "Los renegados del diablo", una especie de secuela de su anterior trabajo, no acabó de dejar satisfechos a muchos de sus entusiastas, quienes se estiraron la pelambrera cuando supieron de sus intenciones de realizar un remake de "La noche de Halloween", la sacrosanta piedra de toque filmada por John Carpenter en 1978. Lejos de ser un bodrio, pero también de tan siquiera rozar a su excelso modelo, la nueva versión proponía algo tan sugerente como aterrador al mismo tiempo: humanizar a Michael Myers.
La buena acogida del filme propició que los productores, los todopoderosos hermanos Weinstein, convenciesen a Zombie para rodar la secuela, algo que en principio no tenía planeado. Si bien es cierto que los Weinstein se mostraron, inicialmente proclives a no ponerle obstáculos (algo raro teniendo en cuenta la facilidad que tienen éstos para quemar directores, exceptuando a Tarantino, el único que habla bien de ellos) "Halloween 2" fue un rodaje harto complicado, que si bien se saldó con resultados casi perfectos, no dieron los resultados de taquilla que los Weinstein esperaban como agua de Mayo. En consecuencia, Zombie decidió buscar pastos más verdes donde hacer las películas que le interesan, dejando a los Weinstein debatiendo sobre qué hacer con una franquicia que, la verdad sea dicha, ya había dado todo lo que podía dar de bueno, más que nada por sobreexplotación.
Judy Geeson, Dee Wallace y Patricia Quinn nos invitan a tomar un té antes de ser testigos del nacimiento del Anticristo |
Heidi es la locutora de un programa musical radiofónico que se emite en Massachussetts, mub cerca del lugar donde, trescientos años antes, se produjeron los tristemente célebres procesos de brujar de Salem. Es una mujer soltera, independiente, que vive en un piso de alquiler con la única compañía de su perro y que, tras un pasado marcado por el consumo de drogas, que ya ha dejado, parece tener toda una vida por delante. Todo esto cambia por completo cuando, al terminar uno de sus programas, recibe un paquete que contiene un añejo disco de vinilo, de música tan extraña como perturbadora, que hará que poco a poco su tranquila existencia cambie de forma radical. Pues Heidi es la elegida para ser la madre del Anticristo, y hay ciertas personas de su entorno que están dispuestas a todo porque tan terrible acto se produzca...
Lo que más de gusta de esta película es su atmosfera de absoluta turbación, en la manera en cómo, poco a poco, la vida de Heidi (interpretada por Sheri Moon, esposa y musa del director, de forma muy convincente) va cambiando de forma paulatina, sin que ella misma sea consciente de que es el instrumento para que el Diablo regrese a la Tierra, cumpliendo la amenaza de los antiguos "señores de Salem". En este punto hay que destacar las intervenciones de Dee Wallace, Patricia Quinn y Judy Geeson como, aparentemente, tres simpáticas mujeres de mediana edad, que en realidad son tres brujas de cuidado, harto más efectivas y amenazadoras que las mostradas por Alex DelaIglesia en su desdichada "las brujas de Zugarramurdi". ¿Hay cosas negativas en "The lords of Salem?. Por supuesto: hay ciertos personajes secundarios que parecen perder relevancia de forma un tanto forzada, caso del investigador interpretado con sobriedad por ese gran actor que es Bruce Davison, así como la escasa importancia de su esposa, encarnada por la años ha "sex symbol" latina María Conchita Alonso, cuya presencia es más testimonial que otra cosa.
Por último indicar que pueden verse, en papeles de diversa extensión, actores de notoria importancia en el cine de terror de bajo presupuesto de los setenta y ochenta, marco referencial y estético de Rob Zombie: desde una escalofriante Meg Foster como gran bruja, pasando por Andrew Prine, un actor que ejerció de secundario de fuste en multitud de títulos del género; Michael Berryman, actor presente en la mítica "las colinas tiene ojos" (1978) de Wes Craven y un "visto y no visto" de la adorable Barbara Crampton, inolvidable en su papel en la mítica "ReAnimator" (1985) de Stuart Gordon.
Para el que esto suscribe una obra maestra del género, rompedora, difícil de digerir pero decididamente transgresora en su fondo, forma e intenciones. Y tal y como está el patio, una propuesta que, por su condición casi suicida, demuestra que directores como Zombie son necesarios para renovar un tanto el patio, saturado por remakes sin sustancia o secuelas nacidas ya desde la inutilidad creativa.
Rob Zombie y su señora esposa, Sheri Moon, simpáticos y satánicos ellos... |
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