sábado, 19 de octubre de 2013

MACABRO

Decía en mi anterior reseña, al hablar de Dario Argento, que éste era "hijo" del gran Mario Bava, pero hablando en términos estéticos, en tanto en cuanto su hijo, Lamberto Bava, francamente, se pasó las enseñanzas de su padre por el forro de los bolsillos de la chaqueta. Según algunas fuentes, Lamberto nunca se ha sentido muy cómodo dentro del género, circunstancia que le emparenta con realizadores como Sam Raimi o Wes Craven, que nunca se han mostrado muy satisfechos con el hecho de que se les identifique con el cine de terror, aún cuando haya sido éste quien les ha ayudado a llegar a fin de mes.
"Macabro" (1979), debut en la dirección del vástago de Don Mario, que Gloria esté, pasa por ser su título más, digamos, prestigioso, pues el resto de su obra se movió generalmente desde planteamientos más comerciales, aunque no por ello desdeñables, caso de las dos entregas de "Demons", que estoy seguro que más de un aficionado recordará con agrado, y entre ellos me incluyo, evidentemente. No sería el caso de "Disturbios en el cementerio", un adefesio vergonzoso, cuya nula recepción comercial propició que, sumado a la crisis del cine de género en Italia, a finales de los ochenta, el bueno pero torpón Lamberto tuviera que refugiarse en el medio televisivo, donde llegó a rodar una versión de "La máscara del demonio", la obra señera de su santo padre, que no se levantó de la tumba y no le dio dos guantazos porque el Todopoderoso no quiso.
Película curiosa, y de final sorprendente, "Macabro" relata la historia de una obsesión, pero llevada hasta el extremo. Una mujer de la alta sociedad, guapa, madre de dos hijos y casada con un hombre de negocios, mantiene una relación extramatrimonial con un joven artista bohemio, que vive en una destartalada mansión propiedad de una anciana ciega y de su hijo, ciego de nacimiento, que se dedica a reparar instrumentos musicales. La hija de esta mujer, enterada del asuntillo de su madre, y rabiosa porque ésta le había prometido ir al cine, cosa que luego no cumple para irse a echar un casquete con su amante, se toma la justicia por su mano de forma contundente: provoca el ahogamiento de su hermano menor y, ni corta ni perezosa, llama a su madre para comunicárselo, haciendo que todo parezca resultado de un accidente. La mujer, pillada por sorpresa, decide ir rauda y veloz a su casa; el amante, al verla, le propone llevarla en coche hasta su casa, pues la ve muy nerviosa. Un camión se entrometerá en su camino, y de resultas del golpetazo, el amante queda decapitado. Dos golpes son demasiados para la pobre mujer, que pierde la cabeza y permanece internada en un centro psiquiátrico. Al cabo de un tiempo, y aparentemente ya recuperada, sale del centro, con el objetivo de recuperar su vida. Pero la hija, en plan hijaputa, no está contenta del todo, quiere fastidiar más a su madre, y descubre ciertas cosas de ella que, en última instancia, estallarán de forma brutal, en un desenlace que, la primera vez que lo vi, me dejó boquiabierto.
Lamberto Bava nunca estuvo más cerca de su padre como en esta película; de hecho, pese a estar ya muy enfermo, su progenitor estuvo siguiendo muy de cerca todo el proceso, aunque no intervino directamente en el rodaje. A destacar la interpretación de la inglesa Berenice Stegers, cuya escalofriante interpretación es el motor sobre el cual se mueve esta cinta que, a todas luces, hace honor a su título: es de un macabro que asusta.

Berenice Stegers (en la bañera) y Stanko Molnar, de invidente, en una imagen de "Macabro", la mejor película de su director

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