miércoles, 15 de enero de 2014

BEOWLF, LA LEYENDA

Beowulf, un guerrero solitario, llega a un apartado castillo azotado por el horror de un monstruo que campa a sus anchas por el lugar. El noble del castillo, ayudado por su hija y un joven pero algo engreído oficial, mantienen el tipo con las escasas fuerzas disponibles, que además deben tener en cuenta que están siendo sitiados, con lo cual las posibilidades de encontrar ayuda son prácticamente nulas. Pese a la desconfianza inicial, Beowlf se convertirá en su única esperanza ante el avance de Grendel, una criatura en apariencia indestructible.
El mismo año en que protagonizaba “Resurrección” (1998), de nuevo bajo las órdenes de Russell Mulcahy, quien había filmado uno de sus mayores éxitos profesionales, “Los inmortales” (1986), el francés Christopher Lambert también se dejó caer, de muy mala manera, en este subproducto de acción y aventuras, con un punto de fantasía y terror, que bien podrían haberse ahorrado, teniendo en cuenta el resultado final, a todas luces insatisfactorio. Y me quedo corto.
“Beowulf, la leyenda” (1998) es un artefacto fílmico sobre el cual resulta muy complicado hallar un elemento que resulte atractivo. Nada en ella despierta el más mínimo interés, a no ser su curiosa escenagrafía, muy al estilo Mad Max, que en manos de un director con algo más de personalidad, muy probablemente hubiera dado lugar a algo con cara y ojos.
Por desgracia, en manos de Graham Baker, realizador británico de carrera guadianesca (debuta en 1981 con “El final de Damien”, tercera parte de “La profecía” (1976), regresa en 1988 con la simpática “Alien nación”, y no será hasta diez años después que regresará al primer plano con esta película, cuya nula repercusión comercial enterrará definitivamente su actividad para la gran pantalla, centrándose en la publicidad) la cosa se convierte en una especie de “western” europeo con hechuras de fantasía heroica, donde un Lambert más inexpresivo que nunca hace las veces de “hombre sin nombre”, aunque en este caso sí lo tiene, pasándose de rosca en su rol de tipo duro.

Por otra parte, en sí misma, la base argumental de la película es del todo estúpida, tanto como los propios habitantes del castillo, que se ven afectados por la presencia de un ser demoníaco, llamado Grendel, resultado de ciertos pecados del pasado del noble que habita el lugar, junto a su bella hija, interpretada por Rhona Mitra, tan mala actriz como Lambert pero resultona en las secuencias de acción, no como Lambert que se ve a la legua el trabajo de su doble para las escenas peligrosas.  A todo esto hay que sumar las deficiencias en el tema de efectos especiales (explosiones ridículas) y la vergüenza ajena que provoca la aparición final del monstruo, que se quiere estremecedora pero se queda en directamente impresentable.
Por último, y esto es ya publicidad pura y dura, sepan que "La butaca inquieta" tiene ya su propia versión en Facebook, donde se publican enlaces a su versión bloguera y más contenidos que se irán introduciendo próximamente...

Modelo antes que actriz, Rhona Mitra realizó una de sus primeras intervenciones cinematográficas en este desastre que supone "Beoulf" (1998), aunque pudo resarcirse con creces años más tarde, merced a su intervención en la sensacional "Doomsday" (2009) de Neil Marshall, ésta sí, una apuesta de serie B hecha con talento y conocimiento de causa.

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