miércoles, 1 de enero de 2014

SUBESPECIES

Tres estudiantes americanas llegan a Rumanía, en concreto a Transilvania, para completar sus respectivas tesis doctorales. Lo que no saben las tres muchachas es que han llegado en el momento justo en el que las fuerzas vampíricas se hallan revueltas. Por un lado, el malvado Radu se ha cargado a su propio padre con el fin de hacerse con el control de la Piedra Roja, sirviéndose de sus leales criaturas, las subespecies, pequeños demonios que le sirven fielmente. Por el otro encontramos a Stefan, un vampiro bueno hasta decir basta que, tras enamorarse perdidamente de una de las estudiantes, será ayudado por ésta, mientras las otras dos compañeras acabarán siendo convertidas en no muertas…
Tras el éxito de “La venganza de los muñecos” (1989), vía vídeo, el productor Charles Band puso en marcha esta historia de vampiros, que sirvió para asentar definitivamente su recién nacida compañía de producción, la Full Moon Entertainment, dentro del marco de las productoras que cultivaban el cine de género directo a formato doméstico.
“Subespecies”, sin ser nada del otro jueves, de algunas secuencias de lucha rodadas en plan manazas y algunas interpretaciones francamente deplorables, en especial la de Michael Watson (que en su rol de Stefan ofrece unas prestaciones muy similares, curiosamente, a las desplegadas posteriormente por el británico Robert Pattinson en la saga “Crepúsculo”, aunque el segundo pudo disfrutar de una producción más holgada en medios) es una película que, dentro de su evidente sencillez, acaba ganando enteros gracias a su total y absoluta falta de pretensiones, que la sitúan por encima de la media de la compañía, a escasos metros de la ya citada (y comentada por este blog) “La venganza de los muñecos”, que sigo considerando como la cima absoluta de la firma.
La película se rodó en Rumanía, dos años después de la caída, y muerte, de Ceaucescu; en esos momentos el país estaba iniciando su recuperación democrática y económica, y ello facilitó el que se convirtiera en el plató ideal, junto a Bulgaria, de la mayor parte de la serie B estadounidense, algo que, poco más tarde, se extendería hacia producciones de mayor calado presupuestario, situación ésta que, con sus más y sus menos, se mantiene a día de hoy.

Tras las cámaras tenemos a Ted Nicolaou, que empezó en esto del cine ni más ni menos que como técnico de sonido en “La matanza de Texas” (1974). En los ochenta ingresaría en la nómina de la Empire de Charles Band, quien facilitaría que iniciara una carrera como realizador adscrita a la más pura serie B, y en la que destacan títulos como “Terrorvisión” (1986). Con el advenimiento de la Full Moon, Nicolaou se haría responsable de filmar varias de las secuelas de “Subespecies”, además de rodar “Vampire journals” (1996), una suerte de variante explotativa de “Entrevista con el vampiro” (1995).

En el papel del malvado Radu se eligió al actor, originario de Groenlandia, Anders Hove, que por aquel entonces tenía un papelito en el culebrón "Hospital general", junto a Michael Watson, su hermano, el vampiro bueno Stefan, en la película dirigida por Ted Nicolaou, y quien fue el que realizó las gestiones para facilitar su fichaje. Posteriormente, Hove se dejó  ver en diversas producciones del género, así como en televisión, para luego regresar a los países nórdicos como consecuencia del impacto provocado por Lars Von Trier y su "Dogma", sistema en el cual Hove se aplicó profesionalmente a mediados de la primera década del siglo XXI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario