lunes, 24 de marzo de 2014

BODY SNATCHERS

Un médico, que ha logrado rehacer su vida tras perder a su esposa en un trágico accidente, se traslada a su nuevo destino, una base militar, junto  a su nueva esposa y sus dos hijos. La mayor, una joven adolescente, es rebelde y eso de la vida castrense no va con ella, pero al poco de llegar conoce a la hija del coronel que dirige la base, así como a sus amigos, con lo cual parece que todo va sobre ruedas. Pero nada más lejos de la realidad, pues una fuerza desconocida, de más allá de las estrellas, está haciéndose con el control de los habitantes de la base, creando réplicas exactas, carentes de sentimientos y de cualquier atisbo de humanidad...
Cineasta tan polémico como personal, hombre conocido por su carácter irascible con la prensa, Abel Ferrara hizo con "Body snatchers" (1993) su primer, y último, trabajo dentro de los cánones establecidos de Hollywood. Y tal y como salieron las cosas, al parecer no quedó para nada contento con los resultados. 
De hecho Ferrara llegó al proyecto, ni más ni menos que la tercera adaptación de la novela original de Jack Finney (tras las dos, sublimes, dirigidas por Don Siegel en 1956 y Philip Kaufman, en 1978), casi de rebote, encontrándose con un guión por el que ya habían pasado Larry Cohen, Stuart Gordon y el habitual socio de éste a la hora de escribir libretos, Dennis Paoli. El director de "El funeral" (1996) se mostró muy contundente a la hora de calificar el guión de "basura", y puso a su por aquel entonces casi inseparable Nicholas St. John a empezar casi de cero. La Warner, en primera instancia, le dejó hacer, pero tras ver un primer montaje empezó a ver claro que aquella película era excesivamente subversiva en cuanto a su discurso político. Ferrara fue apeado y los mandamases de la Warner realizaron un nuevo montaje, mucho menos duro, que se estrelló en taquilla de muy mala manera, circunstancia que provocó que en países como España su distribución fuera directa a vídeo.
Las intenciones de Ferrara pasaban claramente por ofrecer una lectura política de la historia, todavía más clara que sus dos adaptaciones precedentes. Para Ferrara, la idea era que los militares ya tenían el cerebro lavado lo suficiente como para que nadie notara la diferencia si eran poseídos por unos extraterrestres de aspecto vegetal, que creaban réplicas exactas, pero exentas de sentimientos. Pero eso era algo que seguramente superaba con creces lo que una productora del tamaño de Warner podía llegar a arriesgarse. Sencillamente le dieron la patada y remontaron la cinta su gusto.
Así pues, este "Body snatchers" posee algunos instantes que dan indicios de por dónde iban los tiros del director; apoyado en una atmosférica fotografía de Bojan Bazelli, Ferrara crea una historia de terror que plantea un dilema escalofriante: el saber si aquellos a quienes más amamos son realmente ellos. Uno de los mejores momentos, el más logrado, es cuando el niño, hijo del médico, es testigo de cómo su madrastra se transforma en un doble. Es ahí dónde radica la indiscutible valía de esta versión, que si bien no llega a alcanzar los niveles de excelencia de sus antecesoras, digamos que ofrece una lectura cuando menos curiosa, por más que la Warner no nos permitiera más que ver los retazos de una obra de mayor envergadura y con una carga de profundidad aún mayor de la que se vislumbra en el montaje editado en vídeo, que si bien cortó y remontó, deja entrever que la cosa poseía al menos bastante fuerza visual y, por encima de todo, un alto nivel de paranoia. 
En el reparto destaca la presencia de la guapa Gabrielle Anwar, algo crecidita como para pasar por adolescente, Forest Whitaker y Meg Tilly, que contó con la colaboración de su hermana Jennifer para las escenas en que se convierte en su doble extraterrestre, dado el gran parecido entre ambas, aún no siendo gemelas. 
Pero el caso es que la experiencia no obtuvo los resultados esperados, y Ferrara regresó al cine independiente, realizando "Juego peligroso" (1993), un experimento de cine dentro del cine tan, pero tan, sobrecargado de pretensiones, que puede terminar por exasperar al más pintado. Contando con la presencia de un Harvey Keitel desmandado, una Madonna inusualmente convincente y un James Russo francamente sobrio, "Juego peligroso" tampoco despertó excesivo entusiasmo allá por donde se proyectó...En España nos la ahorramos de verla en pantalla grande, como tantas otras películas del director anteriores a "El funeral" teniendo que conformarnos con una edición videográfica doblada de muy mala manera. 
No sería hasta el estreno de "El funeral" (1996) que, de repente, el cine de Abel Ferrara viviría una etapa de enloquecido fervor, tanto es así que se recuperó hasta la inédita "The addiction" (1994), curiosa historia de vampiros, rodada en blanco y negro. Luego vendría la muy insoportable "The blackout" (1997), una especie de melodrama alucinógeno con unos muy abofetables Dennis Hopper y Matthew Modine, arropados por una apetecible Beatrice Dalle y una Claudia Schiffer que ejerció funciones de gancho comercial, aún cuando su aparición era casi un visto y no visto...Para entonces el cine de Ferrara ya había perdido el interés de la mayor parte de la misma peña que lo había puesto entre los imprescindibles. Por perder hasta había perdido la amistad de Nicholas St. John, fiel guionista y único capaz de controlar los efluvios autorales de un director que siempre ha fardado de polémico, cuando la realidad es que, cuando se lo propone, puede ser un pelmazo de tres pares.

Carátula de la edición videográfica de "Juego peligroso", la historia de un director de cine que se toma su trabajo muy a pecho, poniendo a sus dos actores, Madonna y James Russo, al borde del abismo. Harvey Keitel destaca por una interpretación excesivamente cargante. Con todo, se la destaca por contener la mejor interpretación de Madonna, no del todo difícil, en tanto en cuanto básicamente hace de ella misma. 
  

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